Por Antonia Arévalo @AntoniaAreval
Si la función f ‘ es derivable, podemos calcular la derivada de esta función y obtenemos una nueva función que llamamos derivada segunda de f y representamos por f ”. Si razonamos de forma análoga con f ”, podemos obtener la derivada tercera de f que llamamos f ”’ y así sucesivamente: f iv, f v,…
No me he vuelto loca, ni he reconvertido Mayeútika en un blog de exactas… Es sólo que me tiene impresionada nuestra complejidad y eso me ha llevado a los tiempos (hace ya…) en los que descubrí el maravilloso e infinito mundo de las derivadas, en el que suposición tras suposición, tras suposición, debíamos encontrar un resultado, a veces un punto de inflexión, aquel en el que la función cambia de sentido (o algo así creo que era).
Y vuelvo a ese mundo cuando me pierdo en la complejidad de nuestros comportamientos, cuando me pierdo en la complejidad de las interpretaciones, de las suposiciones, cuando me faltan datos, cuando las lagunas me impiden entender qué está pasando. Cuando la necesidad de entendimiento, de comprender, hace que rellene esos espacios en blanco. Es entonces que empiezo con las derivadas y para cuando me doy cuenta aparezco en un lugar desierto, un lugar árido, un lugar inventado, un punto de inflexión. Que poco o nada tiene que ver con lo que quizás sea porque una de las derivadas que introduje fue el miedo, otra fue la protección, otra la rabia, otra los celos, quizás venganza, quizás resentimiento, inmovilismo, instinto de conservación, cualquier cosa menos esencia, menos intuición auténtica, menos amor.
Y ya te puedes reír, pero sé que a ti también te pasa.
Son aquellas situaciones en las que las relaciones no están claras, porque no es clara la conversación. Aquellas situaciones que nos llegan al alma, cuando esperamos una respuesta en un sentido y no llega, pero tampoco llega en el contrario, llegan respuestas sin sentido. Hoy si, mañana no, hoy lo propio, mañana lo contrario. Algún quizás entre tanto. Cuando deseamos una señal del otro, una señal clara y…el otro no nos la manda. O sí, pero emborronada. Es entonces que se inicia el mundo de las derivadas: Me ha dicho que no quiere saber nada, pero me desea los buenos días, será por… Me ha dicho que le olvide, pero me da likes, será por… Me ha dicho que le espere, pero no viene, será por… No me ha confirmado la promoción, pero creo que lo hará, será por…. No hemos concretado la fecha pero me quiere ver, será por…. No ha contestado a mi correo aunque me dijo que le escribiera, será por…
Nos falta información y en automático la rellenamos con los “será por…” y a ese será por, le sigue un “entonces es que… “ Seguido de un “porque claro si… entonces…” Y superamos la tercera derivada y entramos en el mundo de las derivadas sucesivas.
Confiesa, a ti también te pasa.
Vaya por delante que, como ya dije en https://mayeutika.es/2015/11/07/silencio-cobarde/, no soporto ese silencio que nos deja colgados en el limbo, en la necesidad de derivarnos. Nada podemos hacer con el silencio del otro, en nada podemos obligar a rellenar ese silencio, esas lagunas, sus motivos tendrá, sus razones, sus límites, sus capacidades, su momento, sus circunstancias, sus, sus, sus…
“Sus” que como no sabemos, no nos podemos inventar y menos desde ese escenario que nos lleva a ningún lugar. Si está de nuestra mano decidir qué hacemos nosotros con esas lagunas, cómo y desde dónde las rellenamos. Porque rellenarlas, las necesitamos rellenar.
He aprendido que lo mejor es actuar desde lo que nosotros necesitamos, desde lo que nosotros deseamos, desde nuestra propia libertad, sin interpretaciones del otro, sin hacernos trampas.
Una laguna nos genera mucha inseguridad, incertidumbre, impaciencia, por ello solemos reaccionar desde el miedo, desde la defensa a un hipotético ataque. Y es entonces que vamos a ese ningún lugar, que la fastidiamos. Echamos la culpa al otro por generar lagunas, cuando cabe la posibilidad de que tal laguna sólo exista a nuestros ojos, a nuestro sentir, que para el otro no sea tal, por tanto, la opción que más beneficio nos reporta es la de actuar proactivamente, desde lo que queremos conseguir, en lugar de reactivamente desde lo que “entendemos” que el otro quiso decir.
Una laguna se puede rellenar con lo que queramos, como cualquier línea de puntos, como cualquier línea en blanco. Por qué entonces eliges rellenarla con lo que más daño te hace, con lo que menos posibilidades te da, con lo que cierra puertas, con lo que quema tu libertad?
Las cosas deben ser más simples, más fáciles, más fluidas, de hecho lo son. Las complicamos con nuestros miedos y sus infinitas derivadas.
Te propongo que ante una laguna, actúes desde el amor, verás que desaparecen las lagunas, se evaporan. No hay derivadas, porque lo que hay es amor, confianza, legitimidad, para aclarar, para preguntar, para proponer, construir, avanzar. Déjate de derivadas, déjate de interpretar, déjate de usurpar al otro y sé tú, Qué tú quieres? Qué tú necesitas decir? Qué tu necesitas saber? Qué tu quieres contestar?
El amor no tiene derivadas, sólo es amor, es simplicidad.
Actuando desde ese lugar, cuanto menos lo que te garantizo es que tu no te vas a perder, nunca sabemos el otro, pero tu no te vas a perder, actuarás desde tu autenticidad, desde lo que eres, desde lo que debería tener en cuenta el otro para integrar, cualquier otra cosa nos lleva a perdernos, a integrar esas lagunas desde un falso yo, a que la relación sea débil, construida sobre falsos cimientos, antes o después, se derrumbará.
Sólo sé tu y olvídate de las derivadas…lo harás? Quieres intentarlo a ver qué pasa?
………………………………………………………………………………………….. (Rellénalo con lo que a ti te apetezca!!)
Os dejo con Mercedes Sosa y “Volver a los diecisiete”
“…Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber
Ni el más claro proceder, ni el más ancho pensamiento
Todo lo cambia al momento cual mago condescendiente
Nos aleja dulcemente de rencores y violencias
Solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes…”
Mil besos!
Photo credit: Giant Twisters in the lagoon Nebula- everystockphoto
Publicado en Mayeutika. Post original aquí.
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