La ciencia de la Motivación: El efecto del progreso hacia la meta

Por Isabel Carrasco González

Ayelet Fishbach en “Get it done. Surprising lessons from the science of motivation”, que estamos comentando, plantea que para la ciencia de la motivación existe el “efecto gradiente de la meta”, que consiste en que cuánto más progreso hagamos hacia una meta, más dispuestos estaremos a seguir avanzando.

Cuando existen unos plazos la cantidad de progreso que hayamos conseguido afecta también nuestra disposición para abandonar. Por ejemplo, casi la mitad de los estudiantes que se matriculan en universidades estadounidenses no se gradúan. Una de las causas es que alcanzar un título universitario se puede considerar como tener que estar escalando una colina empinada durante cuatro años de media. En esta situación es fácil sentirse desanimado por la falta de progreso, por lo que un gran número de estudiantes abandonan antes de terminar el primer año, porque les parece que la meta está muy lejana y están haciendo pocos progresos hacia ella. Al pie de la colina la ascensión parece demasiado escarpada, pero si finalizamos la primera parte de nuestro ascenso, como los estudiantes que acaban el primer año, es más común el seguir ascendiendo.

Entre las razones por las que el progreso nos anima a trabajar más duramente y disminuye las posibilidades de abandono tenemos:

a).- Al progresar cualquier acción que realicemos en relación con nuestra meta parece que va a tener un mayor impacto para alcanzarla.

b).- Perseguir una meta incrementa nuestro compromiso con dicha meta.

El potencial de tener impacto sobre una meta es un factor motivador poderoso. Cuando estamos intentando llegar a una meta cualquier acción que nos acerque a la línea de meta parece que tiene más impacto que su predecesora.

Existen dos tipos de metas a considerar:

1.- Todo o nada. En este caso los beneficios dependen de alcanzar la meta. Si coleccionamos casi todos los puntos requeridos para una recompensa no vamos a conseguir nada. Por ejemplo no vamos a conseguir un título universitario hasta que no hayamos pasado todas las pruebas establecidas. al ir disminuyendo la distancia a la meta el beneficio de los esfuerzos restantes se incrementa. Esta es la razón por la que las metas todo o nada se vuelven más motivadoras al ir avanzando.

2.- Acumulativas. Nos permiten ir recogiendo los beneficios en el camino. Por ejemplo, si hacemos ejercicio por motivos de salud acumulamos los beneficios lentamente después de cada sesión o si decidimos leer al menos veinte libros al año para estar bien informados, cada libro es como una mini-meta en sí mismo. Al sumar los beneficios obtenidos en el caso de metas acumulativas en el tiempo el valor marginal ( o valor añadido o beneficio de cada acción, como leer un libro) disminuye con frecuencia. Los economistas llaman a este hecho “ el valor marginal decreciente”. La primera sesión de entrenamiento, por ejemplo, tiene más efecto en nuestra salud que la quinta.

En el caso de las metas acumulativas, aunque no lleguemos al final,  solemos recoger casi todos los beneficios que perseguimos con la meta, pero con estos objetivos el progreso no incrementa necesariamente la motivación.

Los seres humanos tenemos la tendencia de continuar trabajando en algo simplemente porque ya hemos invertido en ello. Si, por ejemplo, hemos pagado por adelantado un curso de tejer online, seguiremos siguiendo las clases aunque descubramos que odiamos hacer punto. A este fenómeno se le conoce como el de la “falacia del coste perdido”, por el que tenemos la sensación de que hemos avanzado demasiado como para parar  o que ya que hemos realizado una inversión tenemos que seguir avanzando independientemente de que , gracias a ella, estemos acercándonos a la meta o si es la mejor elección para nosotros.

Como la palabra falacia nos transmite un incremento en la motivación solo porque ya estamos haciendo algo no siempre es lo mejor para nosotros. Caemos en esta falacia cada vez que hacemos algo solo porque ya hemos invertido en ello, ignorando mejores alternativas.

La teoría económica sugiere que los recursos invertidos en el pasado que no pueden ser recuperados (costes perdidos), no deben influir en nuestra motivación para perseverar en el presente. Pero, aunque racionalmente tengamos claro que abandonar es nuestra mejor opción nos reprochamos a nosotros mismos por renunciar. La razón por la que lo hacemos es porque el compromiso es una muestra de responsabilidad. Encontramos confort en la idea de que nuestra incapacidad para dejar ir algo en lo que hemos invertido surge de lo que, con frecuencia, se puede considerar como un principio motivacional adaptativo: el simple compromiso incrementa la motivación y esto puede ser algo bueno. Cuando miramos hacia atrás y vemos el esfuerzo que hemos invertido en una meta, aunque no hayamos progresado mucho, el solo hecho de perseguir dicha meta nos impulsa a seguir avanzando.

El compromiso con una meta tiene dos ingredientes:

a).- Una meta que sea valiosa.

b).- Una meta que sea  alcanzable.

La persona que se compromete desea profundamente alcanzar la meta, ya que es muy relevante para ella, por lo que le concede un gran valor. También espera que esté a su alcance. Si la meta es lo suficientemente valiosa y las posibilidades de éxito son altas el esfuerzo para llegar a ella parece que merece la pena.

Para saber si una meta es valiosa con frecuencia miramos a nuestras acciones pasadas. Si no la valoramos como podemos justificar el esfuerzo que hemos dedicado a ella hasta el momento. Al incrementar el valor de las acciones pasadas en ocasiones podemos actuar en contra de nuestros intereses actuales (por ejemplo podemos seguir comprometidos a intentar ganar una elección que ya hemos perdido). Pero, con frecuencia nos ayuda a mantener un compromiso sano con nuestras metas. Lo que hemos hecho en el pasado también nos puede mostrar que la meta está a nuestro alcance, ya que ya hemos tenido éxito parcialmente. Cada una de estas inferencias: que la meta es valiosa y que podemos llegar a ella, contribuyen a nuestra sensación de compromiso. Más aún, aunque si nuestro compromiso solo hace que la meta parezca más valiosa o más alcanzable, nos ayudará a mantener nuestra motivación.

Existen dos teorías en psicología social que refuerzan la idea de cómo se genera el compromiso:

1.- Teoría de la disonancia cognitiva de Festinger que mantiene que cuando nuestro comportamiento no coincide con nuestras creencias, cambiamos éstas para que se asimilen a nuestra conducta. Por ejemplo, si alguien se ha sometido a un aborto tenderá a mantener una postura favorable a la libertad de elección sobre el tema. Aplicada a la motivación esta teoría sugiere que tendemos a adoptar metas que coincidan con nuestras acciones pasadas y a evitar las que no lo hacen.

2.- Teoría de la auto –percepción de Daryl Bern plantea una idea similar sobre cómo nuestro comportamiento afecta a nuestras metas. El punto básico de esta teoría es que aprendemos sobre nosotros de la misma forma en que lo hacemos sobre los demás: observándonos y explicándonos nuestras acciones. Por ejemplo, si me ves paseando un perro, podrás pensar que soy amante de los perros. Aplicando la misma lógica si nos encontramos paseando un perro ( y pasándolo bien al hacerlo) podemos concluir que nos gustan los perros, aunque nuestra motivación original fuese ganar dinero paseando perros. Con frecuencia no somos plenamente conscientes de las razones de nuestras acciones  ( o las olvidamos).

La idea de que la acción crea compromiso es un principio fundamental de la persuasión. Si queremos persuadir a un amigo o un equipo para que adopten una meta, podemos empezar por conseguir que persigan una sola acción congruente con la meta. Esta acción incrementará su compromiso con la meta en congruencia.

Incluso perseguir metas de evitación puede incrementar el compromiso. Cuanto más tiempo hayamos evitado un estado indeseado, mayor compromiso sentiremos para seguir evitándolo. Por ejemplo, como la crema solar ha evitado que me que me en el pasado, no saldré de casa sin protección en los días soleados.

En algunos casos la falta de progreso puede motivarnos a la acción. Cuando nos enfrentamos a una meta que es muy importante para nosotros, formular nuestro progreso basándonos en lo que todavía no hemos logrado puede motivarnos más que pensar en lo que ya hemos conseguido.

Las emociones juegan, también, un papel a la hora de monitorizar el progreso. Nuestras emociones nos sirven como un sistema sensorial. Cuando nos sentimos bien sabemos que algo está yendo bien y viceversa, cuando nos sentimos mal sabemos que algo va mal. Y, si nos sentimos mal en relación con nuestra progresión hacia una meta, sabemos que es porque nos estamos quedando atrás.

Esto no quiere decir que nos vamos a sentir mal persiguiendo una meta hasta que la alcancemos. Si esto fuese así rara vez nos sentiríamos bien. Sentirnos felices, orgullosos, emocionados o aliviados durante el camino es normal y crítico. De hecho, los sentimientos positivos que experimentamos en el camino hacia una meta pueden exceder la experiencia de alcanzar el destino. Esto pone de manifiesto que los sentimientos negativos o positivos que percibimos sobre nuestra meta no son evocados por la distancia absoluta al objetivo. Nuestros sentimientos surgen por la diferencia entre el ritmo actual de progreso y el esperado. Si nos sentimos bien con nuestro progreso hacia una meta, es porque pensamos que  nos estamos adelantando a lo esperado y si nos sentimos mal es porque pensamos que vamos retrasados.

Al ofrecer feedback sobre nuestro ritmo de progreso nuestros sentimientos están informando a nuestro sistema de motivación. Las emociones positivas nos animan a trabajar más duro, pero también, en otras ocasiones, podemos trabajar más duro cuando nos sentimos mal por nuestro lento progreso o descomprometernos con una meta cuando nos sentimos demasiado bien sobre nuestro progreso, como ocurre, por ejemplo cuando seguimos una dieta y vemos que ya hemos perdido algunos kilos.

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

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La Inteligencia Artificial, una herramienta para la creación de valor

por Jorge Saravia

La dirección de una organización supone el desarrollo de criterios que permitan al responsable tomar las mejores decisiones buscando la sostenibilidad y la creación de valor. Se debe trabajar para comprender el entorno, entender el propósito, establecer una meta global y estructurar el mejor modelo de negocio. Todas estas tareas suponen la solución de diferentes tipos de problemas, unos más sencillos, otros bastante elaborados y abstractos, y, en paralelo se deben desarrollar modelos para toma de decisiones en entornos altamente cambiantes e inciertos. Por lo anterior, los problemas asociados con los diferentes niveles de toma de decisiones son cada vez más complejos y pueden sobrepasar la capacidad de análisis de los equipos de dirección. En este escenario es fundamental el uso de herramientas que complementen la labor de quienes dirigen y que les permitan ir a la par con la velocidad de cambio y tomar las decisiones requeridas en el momento oportuno.

La Inteligencia Artificial (IA) ha ganado un protagonismo importante. Se lee sobre esto en las noticias, y hasta se le da una connotación de existencia propia. Sin embargo, no siempre se tiene claridad sobre lo que es la IA y cómo esta puede impactar el abordaje de los problemas que supone la dirección de una organización. Por esto es fundamental que los responsables de dirigir y tomar decisiones reflexionen sobre estos temas y fortalezcan el criterio necesario en el momento de adoptar o evaluar estas tecnologías.

La Inteligencia Artificial: artificial, sí, pero ¿qué tan inteligente?

El desarrollo de lo que hoy se conoce como Inteligencia Artificial (IA) viene desde los años 40. Un poco de historia a continuación. En 1943, Warren McCulloch y Walter Pitts publicaron A Logical Calculus of the Ideas Imminent in Nervous Activity, un modelo matemático de una «red neuronal». En 1950, Alan Turing publica Computing Machinery and Intelligence en donde propone lo que se conoce como «La prueba de Turing» que busca probar la capacidad de una máquina para mostrar un comportamiento inteligente equivalente a la inteligencia humana. En 1956, Allen Newell, Herbert A. Simon y Cliff Shaw desarrollaron el programa Logic Theorist cuyo propósito era probar teoremas matemáticos. En 1956, el científico de la computación John McCarthy adoptó por primera vez el término Inteligencia Artificial y el tema se estructuró como un área académica. En 1966, Joseph Weizenbaum desarrolló un programa capaz de tener una conversación en lenguaje natural y se llamó ELIZA. Este es la base de lo que hoy se conoce como Chatbot. Durante 1970 se desarrollaron los primeros sistemas expertos que permitían emular la capacidad de toma de decisiones del ser humano. Para el 2006, compañías de tecnología, comunicaciones, entretenimiento, redes sociales, etcétera, comenzaron a integrar desarrollos de IA en sus negocios. A partir del 2011, los desarrollos han avanzado y generado aportes en áreas como aprendizaje de máquina, ciencia de datos y manejo de grandes volúmenes de datos o big data, entre otras.

La revisión de estos eventos históricos permite concluir que la IA no es un tema nuevo, sino que es el resultado de un trabajo matemático formal que ha buscado comprender la forma de cómo el ser humano resuelve problemas de alto nivel y cómo pueden ser sistematizados. Desde otro punto de vista, quizás simplificando bastante, con el desarrollo de la IA se ha buscado comprender cómo modelar la inteligencia humana observándola como la capacidad de inferir o percibir información y de construir un conocimiento que puede potenciar la adaptación a entornos específicos.

Una segunda conclusión de la observación de los hechos descritos es que la IA avanza con el desarrollo de modelos matemáticos altamente complejos. Cuando son sistematizados, permiten un nivel de razonamiento autónomo y con gran capacidad de procesamiento. Sin embargo, se debe reconocer que esto es producto de la inteligencia de quien pudo modelar los procesos que permiten este «razonamiento autónomo». Si se reflexiona sobre estos conceptos, se puede comprender que la IA no es por sí misma inteligente, es decir, su alcance depende del modelo matemático sobre la cual tiene su base y este, a su vez, surge gracias a la inteligencia de un científico con la capacidad de abstraer y modelar problemas de alto nivel.

Como una tercera conclusión se infiere la importancia de la reflexión sobre la dirección de los desarrollos futuros de la IA. Cuando se profundiza sobre este tema se plantean preguntas como: ¿llegará el momento en que la capacidad de “razonamiento autónomo” y procesamiento de la IA supere a la del ser humano? y ¿qué pasaría si se desarrollan modelos de IA capaces de generar formas propias de razonar y procesar más allá de lo comprensible y controlable por el ser humano? Quizás esto puede caer en el terreno de la ciencia ficción, pero temas como el desarrollo en computación cuántica sientan las bases para el debate.

¿Cómo «piensa» la Inteligencia Artificial? ¿Qué tipo de problemas puede resolver?

Cuando se analiza el desarrollo de la IA se observa que su avance está directamente relacionado con la comprensión de la complejidad de los problemas a resolver. En el fondo, cualquier problema cuya solución puede ser sistematizada tiene algún nivel de inteligencia. Por ejemplo, una calculadora básica capaz de sumar dos números debe tener un programa que le permite capturar de un teclado dos valores, validar que sean números, introducirlos en la memoria de la calculadora, llevar a cabo la operación suma y presentar el resultado en una pantalla. Esto es un nivel de inteligencia. En este caso, quien diseñó la calculadora pudo comprender cómo sumar dos números y programar esa «inteligencia» en la calculadora, proceso que supone capturar datos, procesarlos y obtener un resultado. Este tipo de problemas es el más común; un ejemplo es la estructura del sistema de información contable en una organización. En ese caso, las políticas contables son la «inteligencia» que permite convertir transacciones en estados financieros, el sistema captura transacciones, las procesa y genera un resultado. Esta «inteligencia contable» está programada en un sistema de información que se activa al recibir las transacciones de entrada para luego emitir un reporte.

Sin embargo, el concepto actual de la IA está dirigido a resolver un tipo de problema más elaborado. Tomemos el ejemplo de la calculadora. Supongamos que se tiene un universo de posibles datos a ser digitados y de posibles resultados. En este caso, el problema a resolver sería deducir las reglas que permiten construir los resultados a partir de los datos. Un ejemplo de este tipo de problemas en una organización puede ser la deducción de las reglas que describen las condiciones de equilibrio de la dinámica organizacional, teniendo en cuenta las restricciones del entorno y buscando una meta expresada en términos de creación de valor, o también, la estructuración de la estrategia óptima para una alianza estratégica deduciendo las reglas que describen el comportamiento de un posible aliado.

La Inteligencia Artificial como herramienta para la creación de valor

Los responsables de la dirección de una organización y del proceso de toma de decisiones deben tener claro que la IA siempre ha estado y que no se irá, que su evolución genera un reto, pues su alcance será cada vez mayor en función de la complejidad de los problemas que puede resolver y será parte de las herramientas tecnológicas disponibles en el día a día. Puede llegar el punto en que esta IA supere la capacidad de comprensión y análisis de los equipos directivos y es justo ahí en donde está el problema: la IA debe ser comprendida como una herramienta al servicio de la organización y no como algo con «vida propia» que dicta en forma autónoma la forma como la organización debe pensar. En este sentido, los responsables del direccionamiento estratégico deberán ampliar el espectro de sus decisiones e incluir lo necesario para que sus equipos tengan la capacidad de comprender la estructura de las herramientas de IA y avanzar a la par con el desarrollo tecnológico.

Pero ¿cómo aporta la IA a la creación de valor? Una organización que crea valor tiene la capacidad sostenida en el tiempo para compensar en forma equilibrada a todos los grupos de interés teniendo en cuenta su costo de oportunidad. Para esto es necesario que la organización comprenda las reglas que describen las expectativas de sus grupos de interés y que tenga la agilidad suficiente para adaptarse a un entorno cambiante e incierto. Pero debe también comprender que la complejidad del entorno siempre superará la capacidad de comprensión del tomador de decisiones. Es en este punto en donde se comienza a entender la importancia de la IA en la creación de valor. Estas herramientas permiten resolver el problema de la construcción de información que describa el entorno a partir de datos aparentemente no conexos, permiten la deducción de reglas de conocimiento que describan la dinámica de los grupos de interés y de reglas que permitan un proceso de toma de decisiones, buscando siempre la creación de valor y la sostenibilidad. Indudablemente, el futuro en estos temas es apasionante y el impacto de estas tecnologías en las organizaciones no se puede ignorar. El debate está comenzando.

SOBRE EL AUTOR

Jorge Saravia

Ingeniero de Sistemas y Magister en Administración de Empresas. Formación en metodologías docentes en la Universidad de Harvard. Miembro de Juntas Directivas en empresas de construcción, logística, tecnología. Profesor de cátedra de las Facultades de Administración y Derecho de la Universidad de los Andes con una experiencia de 28 años en programas de postgrado y de alta dirección a nivel local e internacional. Consultor con una experiencia de más de 16 años en temas de planeación estratégica, gobierno corporativo y estrategia financiera.  Ha sido reconocido por su trabajo en optimización de costos y por su aporte a la docencia universitaria.

Publicado en Gestión. Post original aquí.

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¿Por Qué es Necesario Establecer el Valor de mi Compañía?

por Julián Santiago Rendón Nuván

«Estableciendo un valor de compañía a través de la metodología adecuada, y teniendo un plan estratégico de operación.»

Existen dos clases de empresarios, los visionarios, que son aquellos que imaginan su empresa con un crecimiento sostenible de un negocio que los apasiona y quieren entregar a sus generaciones futuras el legado que han construido, y los comerciantes, quienes buscan hacer crecer su idea de manera exponencial para luego entregarla al mejor postor, para posteriormente emprender una carrera desenfrenada buscando un nuevo emprendimiento.

Ambas clases son admirables pues deben tener el tesón para afrontar los retos que conlleva crear y hacer crecer una empresa, sin embargo, por mas distintas que parezcan sus motivaciones tienen un punto de encuentro en donde deben darle valor a su compañía. Es precisamente en la “valoración de empresas” en donde nos enfrentaremos a un mar de posibilidades y metodologías que nos permitirán encontrar su valor.

¿Cual es la mejor metodología para dar con el valor de mi compañía?

Esta es una pregunta bastante difícil de responder a priori, en primera instancia debemos tener claro el propósito de la valoración de una compañía, se puede ser propietario de la compañía en donde se pretende conocer el valor para venderla o simplemente como indicador inter anual para evidenciar su comportamiento, o por el contrario ejecutar una operación de compra de compañía para lo cual convendría ubicar un menor valor de venta y así ganar en esta transacción. Y es precisamente al entender desde que posición se juega el con que ojos conviene ver la valoración de una empresa.

Es importante aclarar que ninguna compañía debería valorarse por debajo del valor de sus activos, premisa que resulta obvia. Existen dos metodologías bastante renombradas para realizar la valoración de compañías, calculo por multiplicadores y flujos de caja libre descontados; en la primera básicamente se revisa el comportamiento del sector y se estima cuales deberían ser los estándares de indicadores de valuación, es así como hemos escuchado decir que una compañía vale X veces su EBIDTA, sin embargo esta metodología puede resultar bastante ligera si se trata de una compañía distinta en un mismo sector económico, una compañía que muestra mejores manejos con máximas eficiencias y que al ser valorada por esta metodología resultaría castigada por en comportamiento de otras que quizás de optimizan toda su operación, si este es el caso resultaría bastante conveniente para una oferta de compra por parte de un tercero.

Tal vez la metodología mas utilizada para la valoración de empresas es la revisión de sus flujos de caja libre descontados, este método es mucho mas técnico, y se puede volver mas complejo ingresando diferentes variables, básicamente esta metodología busca traer a valor presente los flujos de caja libre de una compañía, proyectando su operación en X numero de años futuros y estableciendo cual es el costo medio ponderado de capital WACC (Weighted Average Cost of Capital) se calcula el valor presente con esta tasa de descuento. Este método de valuación espera un comportamiento a futuro de la compañía que si bien es incierto debe contemplar todas las variables de mercado para que el resultado en sus flujos anuales sea consistente y confiable.

Es importante aclarar que ningún método de valoración es infalible, se recomienda utilizar mas de uno para realizar comparativas y si es el caso gestionar modelos de valoración que permitan realizar una matriz máximos y mínimos de valor de empresa gestionada por algún tipo de inductor en combinación con un método de flujos de caja libre descontados.

Ahora bien, ya que se puede identificar un método de valoración lo suficientemente consistente para realizar una valoración de empresa, resultará no ser así para compañías que tienen un alto valor de sus activos en intangibles que aun no están contemplados en sus balances. Es acá donde se debe realizar una valoración de compañía mas sus intangibles, y para sorpresa de muchos estos intangibles pueden llegar a ser los determinantes en una transacción de compra o venta. El simple hecho de adquirir un producto de una marca reconocida mundialmente puede llegar a incrementar su valor, manteniendo sus costos constantes, es así como el intangible se convierte en el mas preciado de sus activos.

Dicho todo lo anterior, es fundamental entender que para realizar la valoración de una compañía debemos ir de lo general a lo particular, realizando análisis macro-económicos, análisis regionales, comportamientos del sector con inclusión de variables inductoras y valoración de intangibles si es el caso, para lograr concretar un valor de compañía que sea sustentable ante una junta directiva, un inversionista o un futuro comprador. Se recomienda realizar este ejercicio de manera anual, máximo con un intervalo de dos años de la mano de un experto.

Estableciendo un valor de compañía a través de la metodología adecuada, y teniendo un plan estratégico de operación que marque el rumbo, en donde con tableros de control se realice seguimiento continuo a la operación se convertirá en conjunto, en la herramienta mas fuerte para tomar mejores y mas rápidas decisiones sobre el negocio construyendo políticas organizacionales y marcando diferencias ante sus competidores, desarrollando un modelo de negocio mas exitoso.

Publicado en Revista Empresarial. Post original aquí.

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Bases de una organización del siglo XXI

por Marielvi Piñero

En los últimos 35 años* los conceptos, principios, técnicas y herramientas que se aplican en gerencia son de múltiples fuentes, disciplinas, algunas simples otras más complejas, muchas son equivalentes otras son evolución de una anterior, unas son aplicables en cualquier entorno otras no, muchas son resultados de los trabajos de académicos o de consultores que se han publicado en libros y que son referencias de muchos estudiantes, académicos y consultores. En mi opinión son todas valiosas porque generar conocimiento y permiten crear nuevos.
Este fin de semana llegó a mis manos y leí un libro llamado The guru guide
escrito por Joseph Boyett y Jimmie Boyett en el 2003. Es un análisis de los principales gurús que han contribuido a temas como el liderazgo, gestión de cambio, el aprendizaje organizacional, trabajo en equipo, rendimiento organizacional, la conquista del liderazgo del mercado, negocios, trabajo y sociedad. Muchos son los nombrados, algunos los conocía y otros no y como diría un amigo si agregamos a los anónimos y a los blogueros que comparten cada día su conocimiento, es mucha la tela para cortar.
Lo importante fue que este libro hizo que buscará en mi computadora una presentación en la que incluía una figura que diseñe a finales de los 2000, sobre como creo que debe ser las bases de una organización de inicios de este siglo y que hoy en 2016 mantengo y ha sido la base para el desarrollo de los conceptos que aplicó en los diseño organizacional y su documentación incluyendo el modelo integrado organizacional (MIO).
Les presento la figura o más actualizado el PIN (por cierto tengo 7 tableros en Pinterest como mapinxxi)
La parte frontal se refiere a la propuesta de valor que ya no es calidad, cantidad, tiempo y precio sino que debe ser que genera valor a los actores interesados y como se gestionan los riesgos para conseguir ese valor. La conclusión es que se requiere un gestión por procesos y una generación de conocimiento que logre la Integración con sinergia y convergencia.
Esa sinergia y convergencia se fundamenta (lado derecho) en gestión por procesos y sistemas gestión de la calidad para contar con una tecnología basada en vigilancia tecnológica que sustente la innovación pero sin olvidar que somos gente, entes socialmente organizados por lo que el desarrollo organizacional siempre debe estar presente.
Por último, la cara superior indica la satisfacción por aplicar algún modelo de excelencia (cualquiera que sea) que se pueda medir, analizar y mejorar. Se mide cualitativa y cuantitativamente, considerando el análisis estratégico. Los indicadores principales actuales: competitividad, rentabilidad, eficiencia, productividad y por supuesto, responsabilidad social.
Ahora bien, una gestión basada por indicadores debe partir que ellos se interrelacionan entre si, y de allí pareciera interesante que la organización XXI se circunscriba en los cuatro capitales; el intelectual, físico, financiero y social. En lo particular, me interesa el capital intelectual y en ello trabajo pero con la mirada holística del sistema.
Llegado a este punto, una reflexión: Tal vez, con el auge de la Sociedad de la Información, los indicadores cambien o se agreguen otros como la capacidad de relacionarse, o la capacidad de manejar información o la capacidad de cuidar el ambiente. Las aplicaciones como BIG Data, Data Science, avances en neurociencia, inteligencia artificial, Internet de las cosas o SMAC están todavía en los procesos tecnológicos o de desarrollo de nuevos productos y conquista de mercados pero no lo hemos desarrollados para que mejore la Dirección y la organización de las empresas privadas y menos las de la administración pública. Me imagino (mi visualización) es que ya los indicadores no serán meros índices sino que serán un agregado de ellos que determinará el resultado y además pueden ser globales (es como el indicador hoy de competitividad o de gobernabilidad para medir países pero ahora para empresas).
Como dice la frase popular  Mucha tela por cortar…
Por hoy me despido. Comentarios bienvenidos

Marielvi Piñero
@mapinxxi

* me refiero en preciso 35 años porque ese el período que he venido realizando revisiones de literatura (1980-2015) sobre el tema.

Publicado en Arquitectura del Negocio: de la Estrategia a la Acción. Post original aquí.

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Evaluación del impacto de Coronavirus en su modelo de negocio

por Thomas Ritter y Carsten Lund Pedersen

Jorg Greuel/Getty Images

Cuando una crisis como la pandemia del coronavirus golpea a una organización, sus ejecutivos necesitan evaluar el impacto en su modelo de negocio, tanto de forma inmediata como a largo plazo. Un marco que hemos desarrollado más de una década de enseñanza puede ayudar a los ejecutivos a identificar los riesgos y oportunidades del modelo de negocio que presenta la crisis.

Para empezar, verá las cuatro dimensiones principales de su modelo de negocio: clientes, propuestas de valor, demostraciones de valor y capacidades. En segundo lugar, analizará las conexiones entre estas dimensiones. Tercero, definirá objetivos realistas para su organización, durante y después de la crisis. (Es posible que desee considerar diferentes objetivos para diferentes escenarios de crisis, como una recuperación rápida de crisis frente a un largo período de bloqueo).

Las cuatro dimensiones

En primer lugar, debe evaluar lo que significa la crisis para cliente demanda. ¿Subirá o bajará la demanda general? ¿Cómo cambiarán los patrones de gasto (por ejemplo, gastar más en streaming y menos en cines)? ¿Necesita considerar nuevos canales de entrega (por ejemplo, cambiar de ladrillo y mortero a línea)? ¿Hay nuevos grupos de clientes a considerar (por ejemplo, clientes del gobierno o de la oficina en el hogar)? Y, por último, ¿crea el virus problemas de seguridad (por ejemplo, si vende servicios que deben realizarse cara a cara)?

También necesita pensar en cómo la crisis afecta a su propuesta de valor. Por ejemplo, veamos nuestra propia industria de la educación superior. Las necesidades de los clientes no han sido cambiadas por la crisis del coronavirus: los estudiantes todavía quieren ser educados. Pero si los campus necesitan permanecer cerrados durante mucho tiempo, los colegios y universidades tendrán que repensar cómo pueden crear valor como institución en línea y cómo se diferencian de los competidores. (La crisis probablemente acelerará la adopción generalizada de MOOC y el aprendizaje mixto).

Usamos la frase demostración de valor para describir los canales de ventas y marketing de una organización. La crisis actual, con sus restricciones a las interacciones personales y los viajes, cierra los canales típicos de demostración de valor, como reuniones con clientes, ferias comerciales y reuniones de la industria. ¿Necesita encontrar nuevas formas de demostrar valor? Algunas empresas están utilizando la crisis como justificación para una adopción más rápida de programas informáticos de videoconferencia y materiales de ventas y marketing en línea.

Por último, el capacidades son el combustible que impulsa el motor, lo que permite a su empresa crear valor para los clientes. Una crisis puede poner una tensión en sus capacidades, y también puede requerir que priorice capacidades diferentes de las habituales. La administración de instalaciones llevará menos tiempo, pero el soporte de IT para herramientas como las videoconferencias puede tardar más. La cadena de suministro y las capacidades de producción serán lo más importante que lo habitual en muchas organizaciones, ya que las cadenas de suministro internacionales están siendo interrumpidas. Los niveles típicos de rendimiento y productividad de los empleados se verán afectados por el traslado a las oficinas centrales, las restricciones a los viajes y las enfermedades.

Alineación de los elementos

Una vez que haya evaluado su posición en las cuatro dimensiones de su modelo de negocio, puede pensar en cómo los cambios potenciales en una dimensión pueden alinearse con las demás. ¿Qué segmentos de clientes valoran cuál de sus ofertas, y eso cambiará debido a la crisis? Los clientes que generalmente aman comer en un restaurante pueden estar dispuestos a hacer la transición a compras para llevar, por ejemplo. O las empresas de distribución de alimentos pueden encontrar que los empleados de la oficina en casa constituyen un nuevo segmento de clientes. Del mismo modo, los clientes pueden pasar de un canal de demostración de valor a otro, por ejemplo, de reuniones in situ a reuniones en línea, de tienda de esquina a tienda web, de consejos presenciales a vídeos de YouTube. Del mismo modo, debido a la escasez de una capacidad (por ejemplo, la producción en Asia), la capacidad de producción local puede activarse para apoyar propuestas de valor. Las organizaciones también pueden cambiar sus capacidades de demostración a propuesta de valor para entregar a los clientes en lugar de convencer a nuevos clientes.

En pocas palabras, una crisis no sólo desafía las cuatro dimensiones de un modelo de negocio, sino que también crea oportunidades para ajustar cada una de las dimensiones y cómo se relacionan entre sí.

Cómo los proyectos de crisis pueden impulsar el cambio del modelo de negocio

¿Cómo se puede pasar de un diagnóstico a una respuesta?

Antes de decidir sobre cualquier cambio significativo en el modelo de negocio, querrá pensar en cómo afectará la crisis a sus métricas de rendimiento existentes. ¿Qué tipo de ganancias, o pérdidas, encontrará? ¿Cómo juzgará el mercado bursátil a su organización en la crisis actual? ¿Cómo podría afectar su reputación?

Entonces necesitas un plan para aprovechar las oportunidades —y gestionar los daños— que estos análisis han revelado. Nuestro herramienta de asignación de modelos de negocio puede ayudarle a desarrollar y priorizar una lista de proyectos en los que invertir mientras atraviesa la crisis. Una lección de las crisis anteriores es que las empresas proactivas y orientadas al crecimiento, incluso cuando apuntalan sus vulnerabilidades, tendrán una ventaja para salir de la crisis.

Publicado en Harvard Business Review. Post original aquí.

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Planeación Financiera para Generar Valor

por Diego Gaitán Amaya

“La planeación financiera no se refiere simplemente a la construcción de un flujo de caja para evaluar la liquidez y definir planes de acción. Los empresarios deben trazar una ruta que promueva la generación de valor y preparar al negocio para reaccionar ante situaciones imprevisibles para no quedar en condiciones de vulnerabilidad.”

Con un panorama global de incertidumbre económica, muchas empresas han visto afectada su relación de ingresos y gastos. La pregunta que surge es ¿En qué deberían enfocarse ahora los empresarios para sostener y hacer sus negocios rentables?

Para entender el contexto general debemos hablar del tamaño de las empresas y el impacto que generan en la sociedad. En América Latina y el Caribe (ALC), el 99,5% de las empresas son micro, pequeñas y medianas (MiPymes), responsables del 25% del PIB y del 60% del empleo de la región según datos de la OECD. 

El problema principal que enfrentan hoy estas empresas es la falta de liquidez, por la disminución de ventas y el incremento en la rotación de su cartera. En consecuencia, precisan disminuir costos de operación o acceder a créditos para cumplir con sus obligaciones.

¿Qué origina estos problemas? La falta de planeación financiera o la poca velocidad para  ajustar sus proyecciones, ya que nadie anticipaba una pandemia.  

La planeación financiera no se refiere simplemente a la construcción de un flujo de caja para evaluar la liquidez y definir planes de acción. Los empresarios deben trazar una ruta que promueva la generación de valor y preparar al negocio para reaccionar ante situaciones imprevisibles para no quedar en condiciones de vulnerabilidad.

Esta capacidad de reacción se deriva principalmente de un análisis de la estructura de costos y gastos, las empresas tienen la responsabilidad de variabilizar sus costos para lograr eficiencias y disminuir riesgos, además acelerar la consecución de puntos de equilibrio.

Hay varias formas de lograr una relación sana entre costos fijos y variables, por ejemplo, estructurar sistemas de comisiones más agresivos para los empleados, incentivando mayores ventas y al mismo tiempo aliviando el flujo dirigido al pago de nóminas cuando los ingresos no tienen un comportamiento tan positivo.

En segundo lugar, buscar eficiencia en inventarios para mantener niveles que permitan responder con rapidez a la demanda , pero que roten de forma frecuente. En ocasiones los empresarios tienden a adquirir materias primas en volumen para optimizar costos, sin embargo, sacrifican el flujo de caja teniendo inventario ineficiente. En la toma de decisiones se le debe dar prioridad al flujo de caja por encima del margen.

Otra alternativa para variabilizar los costos, es aligerar la planta administrativa y concentrar los esfuerzos en la operación. La inversión en tecnología juega un papel importante reemplazando los gastos administrativos.

En las últimas décadas la evaluación de la efectividad de la gestión ha contemplado principalmente estos indicadores: ROI y márgenes de rentabilidad; pero todavía algunas empresas no se han percatado que el valor de las compañías radica en su posibilidad de generar flujo de caja y mantener liquidez. Uno de los objetivos principales de los empresarios para sus modelos financieros es cómo ganar valor a través de la generación de flujos futuros.

Con las problemáticas de falta de liquidez y/o la falta de estrategia en la generación de valor en las compañías, ¿Qué pueden hacer los empresarios para enfrentar la incertidumbre? 

Lo primero es tener una estructura financiera organizada, clara y eficiente que permita la toma de decisiones en tiempo real. Esta recomendación está dirigida principalmente a los directivos que no tienen las cifras claras sobre sus negocios y utilizan los estados financieros exclusivamente para presentarlos ante entes fiscales o a entidades financieras. Las cifras precisas habilitan a los directivos para tomar decisiones acertadas y evitar así convertirse en víctimas de las circunstancias.

Una estructura financiera organizada contempla: flujo de caja, balance general y estado de resultados. 

El flujo de caja mide el nivel de ingresos y egresos de una empresa. Recordemos que el objetivo ahora es mantener liquidez para solventar la reducción de ingresos. Analizar el flujo de caja facilita tomar oportunamente acciones concretas:

 

  • Renegociación de plazo con proveedores, para extender plazos de pago y mantener liquidez. Esta política bien aplicada permite cumplir con las obligaciones y mantener buenas relaciones con los terceros involucrados en la operación.

 

  • Renegociación de plazo con clientes. Las empresas grandes aprovechan su posición dominante en la negociación para financiarse con pequeños proveedores que generalmente cuentan con un flujo de caja apretado, está renegociación es amparada por una nueva ley “ley de pago a plazos justos” que regula  el máximo plazo de pago, lo que permite a las compañías dinamizar su flujo de caja y detectar con más rapidez la cartera de difícil recaudo.

 

  • Disminución de costos es una de las políticas más adoptadas por las empresas durante esta época. La terminación de contratos con proveedores y la disminución de la planta de personal actúan como un acelerador ante la recesión en la economía de la región. Esta política debe ser muy bien evaluada en términos financieros, no únicamente en el corto plazo, sino contemplando escenarios en el mediano y largo plazo, porque el costo de estas medidas puede ser muy alto en estos dos últimos horizontes de tiempo.

 

  • Reducción de costos de créditos reducir tasas de interés y considerar la ampliación de plazo de la deuda con el ánimo de disminuir la exigencia de caja para el pago de obligaciones financieras. Esta opción es oxígeno puro en términos de liquidez.

 

  • Obtención de financiamiento: Empresas con proyecciones financieras post COVID-19, pueden considerar la alternativa de financiamiento que cubra las obligaciones del 2020 y parte del 2021, previendo un periodo de ventas reducidas.

 

Fondo de Reserva: La construcción de un presupuesto para imprevistos y el continuo mantenimiento de este rubro les permitirá a los empresarios tener un margen de maniobra mayor y evitar verse en la necesidad de implementar otro tipo de políticas.

El siguiente paso es hacer una evaluación minuciosa del Balance General para medir la rentabilidad de los activos, evaluar el costo de los pasivos y calcular el crecimiento del patrimonio, esta medición ayuda a los empresarios a entender qué tan bien han realizado su gestión y a identificar oportunidades de mejora.

El Estado de Resultados mide la rentabilidad de las empresas, pero es además una herramienta muy valiosa para analizar la relación de costos y gastos frente a los ingresos y visualizar oportunidades en planeación tributaria que disminuyan la carga fiscal.

Los gobiernos se han visto en la necesidad de tomar medidas para apoyar a las empresas y a la población en condición de vulnerabilidad como consecuencia del COVID-19. El costo de estas medidas lo estaremos pagando en los próximos años, ya se habla de reformas fiscales, por lo que se hace necesario hacer una buena planeación tributaria desde ahora, buscando aprovechar los alivios y evitando pagar de más en los próximos años.

Algunos empresarios suelen pensar que al tener contratado un servicio contable o un contador in house en sus organizaciones tienen todo cubierto en términos fiscales, pero desconocen que hay una gran diferencia entre llevar una contabilidad de registro y hacer una planeación tributaria. La primera registra todos los hechos, la segunda busca entender la historia, las proyecciones financieras y definir una ruta con el ánimo de aprovechar los alivios fiscales que ofrecen los gobiernos.

Todo lo anterior se resume en que los empresarios deben conocer muy bien su estructura financiera para tomar decisiones acertadas que les permitan la construcción de valor en sus organizaciones.

Publicado en Revista Empresarial. Post original aquí.

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La valoración intangible de las empresas

por Pablo Díaz

Hace unas semanas nos sorprendimos con la compra de la red profesional de contactos Linkedin por parte de Microsoft por la nada desdeñable cantidad de 26.000 millones de dólares en efectivo. De nuevo, los comentarios de asombro por la cantidad pagada por una empresa que a cierre de 2015, facturó 3000 millones de dólares con márgenes de beneficio negativos, ponían en el foco los criterios de valoración usados a la hora de tasar negocios en entornos digitales con un alto grado de incertidumbre.

Sin duda alguna, muchos de los métodos de valoración tradicionales basados en descuentos de flujos de caja, ganancias o retornos de capital podrían considerarse “inconsistentes”, al menos a priori, cuando se aplican a empresas tecnológicas con gran cantidad de activos intangibles en sus balances como es el caso.

Digamos que existen dos razones principales por las que los métodos tradicionales no nos sirven para entender dicha valoración:

  1. Los activos de las empresas tecnológicas son habitualmente intangibles, incluso “invisibles” (patentes, know-how, capital humano)
  2. La manera en la que la contabilidad financiera valora y “apunta” las inversiones en estos activos es todavía muy inconsistente si la comparamos, por ejemplo, con las inversiones en activos tangibles de las industrias manufactureras.

Existe mucha bibliografía e investigación sobre la valoración del concepto “intangibles” en empresas pero, lamentablemente, en toda ella se deja claro la dificultad de “acertar” en la misma.

Una de las obras referencia en este sentido es “El lado oscuro de las valoraciones” de Aswath Damodaran, considerado uno de los mayores expertos en la valoración de empresas a nivel mundial. Este libro describe cómo se produce la valoración de empresas jóvenes en entornos complejos, como el caso de las startups de internet y, más concretamente, el ejemplo que nos ocupa en este artículo: Linkedin.

Damodaran describe cómo los inversores están pagando por usuarios activos en la actualidad con la expectativa de que generarán ingresos en el futuro. Normalmente, estas empresas se encuentran en pérdidas, algunas casi sin ingresos y necesitan inyecciones de capital de manera recurrente para seguir escalando, lo que aumenta la incertidumbre sobre su potencial, haciendo que la valoración de las mismas por flujos de caja o tasas de descuento genere resultados irreales.

Bien, y ¿entonces?, ¿cómo podemos entender que se pague esa suma de dinero por una empresa que, a día de hoy, se encuentra en pérdidas?.

Una de las herramientas o técnicas que Aswath Damodaran explica en sus libros y que suele ser una de las más usadas por la industria del capital riesgo son las “opciones reales”.

El modelo basado en opciones reales asimila la valoración de un activo intangible con la valoración de una opción de compra, es decir, permite incorporar a los flujos de caja esperados y a las valoraciones el potencial de nuevos productos o mercados que todavía no existen pero que esperas que aparezcan en un futuro.

Para entender de manera sencilla el método de las opciones reales usaremos un ejemplo simplificado que aparece en el libro “201 errores en valoración de empresas” de Pablo Fernández, quizás el mayor experto en valoración de empresas en España.

En uno de estos errores, el autor cita el ejemplo que Damodaran expone en uno de sus libros para la valoración de la opción de ampliar el negocio de Home Depot (una cadena de tiendas al estilo de Leroy Merlin con mucha implantación en el continente americano), que considera la posibilidad de abrir una tienda en México. El coste de la tienda será 24 millones de euros y el valor actual de los flujos esperados es de 20 millones de euros. por consiguiente, el valor del proyecto sería de -4 millones de Euros y no convendría. Sin embargo, Home Depot cree que por el hecho de abrir esa tienda tendrá la opción de abrir otra mayor en los próximos 5 años.. Para Damodaran (cálculos de la opción por medio), el valor de esta opción de abrir una segunda tienda es de 7,5 millones de Euros, por tanto, Home Depot sí debería abrir la tienta en México porque el valor actual del proyecto más el valor de la opción de ampliar es -4 + 7.5 = 3.5 millones de Euros.

Aunque Aswath defiende el uso de esta técnica de valoración en entornos como el que nos ocupa, no es menos cierto que reconoce las dificultades de la misma pues las estimaciones de los mercados potenciales de esos nuevos productos o servicios son muy confusas en el momento de la valoración inicial. Esa incertidumbre se refleja, igualmente, en los flujos de caja iniciales, pues el verdadero potencial de estos productos se obtiene tras su lanzamiento al mercado y la activación de un proceso de aprendizaje y de comportamiento adaptativo, o lo que es lo mismo, el valor de tener una opción de futuro tras aprender.

Dicho de otra manera, las opciones reales son aquello de lo que “todo el mundo habla pero nadie practica”, tal y como asegura Miguel Mulet, director de desarrollo de negocio de Genetrix al referirse a la valoración de las intangibles en la industria biotecnológica.

Independientemente de la técnica que usemos, lo que queda claro es la dificultad de estimar los flujos de caja futuros en empresas como Linkedin, Twitter, Facebook, etc. con independencia de la técnica que se utilice, siendo la “incertidumbre” el elemento clave a medir.

La incertidumbre, por tanto, se convierte en el lado oscuro de las valoraciones. Para Damodaran, los analistas tienen una gran aversión a la incertidumbre por lo que, cuando se enfrentan a valorar empresas como Linkedin, se ven tentados a abandonar las herramientas básicas y recurren a reglas o métricas de dudosa credibilidad, que investigadores como Thomas Hering, en su paper “valoración de startups de internet” define literalmente como “folclore financiero”. Pero, ¿por qué actúan de esta manera?

Robert Sapolsky, uno de los mayores expertos en neurociencia a nivel mundial, describe cómo la introducción de cierta incertidumbre en la toma de decisiones en algunos experimentos realizados con ratas, aumenta los niveles de dopamina en el cerebro, de manera que la sensación de placer experimentada es anterior e independiente del resultado; dicho de otra manera, la anticipación de la recompensa es más placentera que la recompensa en sí.

Para Sapolsky, nuestro cerebro se encuentra “a gustito” con un nivel de incertidumbre del 50% y es ahí donde más dopamina segregamos, en ese punto nuestro cerebro se siente ¡genial!

Un ejemplo muy ilustrativo que ofrece el autor es el de los casinos. En ellos, sólo existe una posibilidad real del 1% de obtener recompensa, pero tanto propietarios como diseñadores, manipulan el entorno para situar el nivel de incertidumbre en torno al 50%, creándose, en opinión de Sapolsky, la adicción a la anticipación en la toma de decisiones bajo niveles controlados de incertidumbre.

Por tanto, me pregunto si no nos encontramos, en algunas ocasiones, ante un gran casino de operaciones arriesgadas donde las decisiones de inversión se basan más en “crear”, como comenta Damodaran y otros investigadores, ciertas técnicas y herramientas de dudosa credibilidad científica (folclore financiero) para elevar o reducir los niveles de incertidumbre al 50%, en definitiva, hablamos de la manipulación del entorno por parte de la industria financiera y tecnológica basada en la adicción a la anticipación que afecta actualmente a estos sectores, inmersos en entornos cada vez más complejos y competitivos para seguir escalando o hacer crecer sus negocios.

Publicado en Caja Siete con tu negocio. Post original aquí.

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Innovación de guerrilla: 20 “hacks” para seguir impulsando la innovación corporativa en plena crisis

por Ignasi Clos

Ser CIO de cualquier compañía es un gran reto. El responsable de innovación se enfrenta en su día a día a múltiples obstáculos. Y cada día que pasa, parece que el entorno es todavía más incierto, desequilibrando todavía más el famoso dilema del innovador. Trabajando en remoto en plena crisis del Covid19, las prioridades de las compañías se reajustan, y tu tarea para seguir impulsando la innovación puede parecerte todavía más difícil. Por eso hoy te hablamos de “innovación de guerrilla“, concepto que me tomo la licencia de crear a imagen y semejanza del ya a archiconocido Marketing de Guerrilla (concepto que por cierto Xavi Puig ya adaptó en este blog, cuando os habló de la validación de guerrilla de las ideas en tu pipeline).

Las crisis son momentos de cambio y nuevas oportunidades. Innovar en tiempos de crisis no es solo posible, sino incluso natural. Y hoy queremos aprovechar para aconsejarte unos cuantos “hacks” para impulsar la innovación corporativa en cualquier momento.

¿Qué son estos “hacks”? ¿Qué es pues la “innovación de guerrilla”? Simplemente, acciones a corto que, con relativo esfuerzo, puedes llevar a cabo de forma creativa para tener un alto impacto en la organización desde el área de innovación. Sea dicho que la innovación necesita ser estratégica, contar con la implicación y compromiso de la alta dirección, y pensar en el largo plazo. Pero no por ello el responsable de innovación y su equipo deben dejar de pensar en acciones a corto que demuestren valor que les permitan renovar la confianza de la organización hacia el rol que juega la innovación para el éxito de su modelo de negocio actual, y futuro.

Evidentemente, éstas son acciones que te recomiendo realizar no sólo durante una crisis como la que vivimos. Van más allá. Deberías incorporarlas a tu plan de innovación de forma ordenada, y con un sentido estratégico, para integrarlas en el día a día de tu organización, Pero es cierto que son acciones que el confinamiento no te puede evitar hacerlas, y que pueden aportar valor en un momento en que la Dirección y los unidades de negocio de tu empresa están pensando es aspectos como:

  • ¿Cómo voy a seguir aportando valor a mis clientes?
  • ¿Estoy haciendo bien las cosas desde mi unidad de negocio?
  • ¿Cómo podría hacerlo mejor?
  • Cómo puedo diferenciarme para sobresalir de la competencia en el futuro incierto que viene?

Estos 20 hacks pueden ayudarte a ofrecer a la organización respuestas a las preguntas clave que se está planteando para sobrevivir a la crisis. ¡Vamos allá!

 

Innovación de guerrilla: Hacks para aportar valor a las unidades de negocio en el corto plazo (en base a sus necesidades)

La innovación no tiene sentido si no aporta valor a las unidades de negocio. Necesitas encontrar sinergias, buscar necesidades y retos no resueltos, para ofrecer oportunidades nuevas a las unidades de negocio, para hoy. ¿Cómo puedes hacerlo?

  1. Ofrece soluciones concretas a corto plazo para resolver retos de las unidades de negocio: Contrasta con las unidades de negocio cuáles son sus necesidades no resueltas y conviértelas en tus retos de innovación. Con ellas, establece criterios para priorizarlos, y crea un plan de trabajo conjunto para ir alimentando de soluciones a estos retos, a través de una tarea de scouting que desde la unidad de innovación podéis realizar. Puedes enviar incluso cada semana, un resumen de oportunidades identificadas para los retos de las unidades de negocio.
  2. Forma virtualmente a los equipos de las unidades de negocio: Identifica, en ese encuentro con las unidades de negocio, gaps a nivel de habilidades y competencias de los equipos de esas áreas de las empresas, para ayudarlas a mejorar su rendimiento y capacidad de innovación. Y una vez hecho, realiza formaciones internas digitales para los equipos de las unidades de negocio. Por ejemplo, alrededor de temáticas como: herramientas ágiles, metodologías ágiles, creación de equipos de innovación, la importancia de la diversidad en los equipos de éxito, la importancia de la empatía para identificar necesidades de cliente para realmente ser capaz de la resolver problemas, el prototipado y la validación de cliente con un mínimo producto viable, etc. Todos ellos, temas en los que una unidad de innovación debe ser especialista y proveer de soluciones al resto de la organización.
  3. Inspira a las direcciones de las unidades de negocio: conecta a los responsables de las unidades de negocio con responsables de hubs nacionales e internacionales de innovación, para conectarles con la realidad de las nuevas tecnologías y modelos de negocio que están transformando las formas de hacer de varias industrias.
  4. Crea un grupo de responsables de innovación que miran hacia el futuro del negocio, identificando oportunidades de negocio fuera del “core” actual. ¿Cómo? Con una simple newsletter entre responsables de unidades de negocio. Muestrales cada semana cómo otras compañías están innovando, tanto en el sector en el que te encuentras, como en otras industrias, para crear reflexión y debate interno. Una vez al trimestre, agrega todo este conocimiento para redefinir los retos de innovación de la compañía y de esas unidades de negocio, mirando a futuro. Puedes utilizar la herramienta Landscape Monitor para anticipar el cambio que viene de fuera antes que la competencia.

Formación blended en innovación de UOC Corporate, con agentes de innovación de Vida Caixa, y que a raíz de la crisis del Covid19 hemos pasado a formato 100% digital

Innovación de guerrilla: hacks para fomentar el business intelligence

  1. Radar de innovación abierta a toda la compañía: crea una herramienta digital en la que cualquier persona de la organización pueda compartir casos de soluciones tecnológicas y de negocio alineados con los objetivos estratégicos de ésta. Visita nuestro Radar SDLI para una primera impresión de cómo podría ser este radar dentro de tu compañía.
  2. Realiza un análisis de la competencia y de cómo se está posicionando en relación a los retos de innovación que tiene la compañía. Entendiendo como “competencia” no sólo las empresas de tu sector, sino también otros productos, servicios e industrias sustitutivas. ¿Cómo seleccionar quién incluyes en el análisis? Pon al usuario final en el centro, piensa en las alternativas que se le plantean cuando se pregunta si comprarte a ti o no. Por ejemplo: ¿eres un canal de Radio? Incluye a podcasters, y también a Spotify en el análisis.
  3. Invitar a startups y trendsetters de varios sectores a realizar una conferencia digital específicamente a los trabajadores de tu compañía. Para haceros reflexionar a todos sobre cómo podéis evolucionar como compañía. Susana Lluna y Xavier Marcet organizaron un Instagram Live acerca de cómo las compañías pueden reaccionar a la crisis del Covid-19.

Publicado en Sociedad de la Innovación. Post original aquí.

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Aswath Damodaran, “uno de los mayores errores es asumir que el crecimiento de una compañía es gratis o muy barato “

Por Javier García

Profesor en una de las mejores escuelas de negocio del mundo, Stern School of Business at New York University (NYU), Aswath Damoraran es una referencia internacional en el mundo de las finanzas corporativas. Sus campos de investigación y divulgación son realmente extensos, aunque es muy conocido por sus trabajos en el ámbito de la valoración de las empresas y activos, donde es considerado una “autoridad académica mundial”. Autor de numerosos libros de texto en finanzas. Aporta visiones realmente interesantes en sus trabajos vinculados a la valoración de compañías jóvenes, de alto crecimiento, con importantes intangibles. En concreto, se ha enfrentado metodológicamente al reto de hacer valoraciones de empresas innovadoras que compiten un entorno cada vez más complejo, tanto desde un punto de vista financiero, como desde el punto de vista del cambio en las normas de juego, la creación de nuevos mercados, ciclos de vida de productos más cortos, etc. De ahí su extensa literatura académica en el ámbito de la incertidumbre aplicada a la gestión del riesgo en las empresas, aspecto que nos parece realmente apasionante en Sintetia.

Recomendamos su blog por su generosidad de compartir Excel de valoración y atreverse con planteamientos realmente estimulantes, para los apasionados de las finanzas corporativas. En uno de sus últimos post se enfrenta a los “mitos de la valoración de las empresas jóvenes”. ¿Por qué los financieros no dejan de valorar, una vez más, empresas como Coca Cola o 3M y se enfrentan al reto de valorar cualquiera de las compañías más disruptivas de nuestra época (un buen ranking de 2013 lo publicó Reuven Gorsht en Forbes)?

Que exista mucha incertidumbre, alto riesgo, innovación disruptiva y modelos de negocio que crean nuevos mercados, no implica que no se puedan hacer valoraciones financieras, aspecto que nos interesa especialmente en Sintetia, por ejemplo, cuando comparamos la valoración de la viagra con las startups o cuando analizamos la posibilidad de hacer ingeniería financiera para crear incentivos que permitan financiar lo que hasta ahora es muy difícil: investigación básica contra grandes problemas como el cáncer. En definitiva, ante innovaciones disruptivas, finanzas disruptivas, y tenemos el lujo de entrevistar a un profesor muy convencido de ello. 

:: ¿Cuáles son las diferencias entre la valoración de una compañía cotizada y una que no cotiza en un mercado?

Con una empresa cotizada tenemos siempre un punto de referencia (el precio del mercado) que es realmente útil, no sólo para estimar los inputs que usamos en una valoración (por ejemplo, el riesgo) sino también porque nos permite analizar cuán razonable es ése valor (a través de la comparación entre tu valoración y ese precio del mercado). Además, las empresas cotizadas se tienen que regir por estrictas normas contables que les obligan a hacer públicos una mayor cantidad de información. En cambio, cuando se valora una compañía que no cotiza en ningún mercado, la gran mayoría, necesitas tener en cuenta quién es el potencial comprador (buyer-specific valuation). En un mercado cotizado, esto no es tan relevante porque las acciones se compran/venden en un mercado donde se fijan precios en un proceso de competencia.

IV:: Uno de los enfoques que has estudiado con mucho detalle es el uso de árboles de decisión para la valoración de empresas. ¿Cuál es la esencia de esta metodología y cuándo está más recomendado su uso?

El riesgo de un activo o de una empresa tiende a encapsularse en un número -tras utilizar altas tasas de descuento o bajos cash flow-. Además, su cálculo suele requerir asumir ciertos supuestos (la mayoría irreales) acerca de la naturaleza de ese riesgo. Para afrontar este problema, se puede considerar una forma diferente y potencialmente más informativa de valorar y presentar el riesgo de una inversión. Se podría aportar información respecto al valor de un activo (inversión) bajo distintos resultados, o al menos subconjuntos de esos resultados. Y esto es lo que se hace con los árboles de decisión. Este enfoque es posiblemente el más completo para afrontar el riesgo discreto.

¿Algún ejemplo de una situación habitual donde hay un riesgo discreto?

Por ejemplo, el riesgo de que una empresa (extranjera) en Venezuela sea nacionalizada tras acometer inversiones. O el riesgo de atentados terroristas y su impacto en las inversiones de Oriente Medio. Otro ejemplo muy común es el riesgo de que un fármaco sea aprobado por la autoridad competente.

¿Y qué ocurre cuando el riesgo es secuencial, es decir, que vaya más allá de que ocurra, o no, un fenómeno, y estás interesado evaluar en qué pasa después de que ocurra x?

En esas circunstancias los árboles de decisión también son útiles, porque no sólo permiten considerar el riesgo en cada una de las etapas sino que te ayudan a diseñar la mejor respuesta, dado un resultado determinado (si ocurre x, habría que hacer z). Vincular acciones y opciones a los resultados de eventos inciertos, a través de árboles de decisión, permite a las empresas considerar cómo actuar hoy ante riesgos y circunstancias diferentes. Como consecuencia, las empresas están preparadas para cualquier resultado que pueda suceder, y así, no verse sorprendidas.

:: Los financieros tendemos a utilizar el descuento de flujos de caja para todo. ¿Sigue siendo útil esta técnica para valorar empresas tecnológicas como Twitter o Facebook?

En realidad, no es un problema de la técnica de descuentos de flujo de caja. Lo realmente difícil es estimar los flujos de caja futuros. La dificultad, por tanto, está en cómo medir la  incertidumbre, y ese problema lo tienes con independencia de la técnica que se utilice para hacer la valoración de empresas como Twitter o Facebook. 

:: El mundo y los mercados han cambiado sustancialmente pero, ¿han cambiado las reglas (o formas de valoración) de inversión desde los años 60 o 70 hasta la actualidad? 

Las buenas metodologías son intemporales. Las técnicas de valoración que usamos se tienen que adaptar a los cambios que están sucediendo en el mundo, al mayor acceso a la información que tenemos, como también a las mejores herramientas de modelización que existen con esos datos (modelling tools).

Dark_Damodaran:: Sueles utilizar el término el lado oscuro de la valoración”, ¿en qué consiste?

Cuando los analistas no son capaces de enfrentarse a un alto grado de incertidumbre en sus valoraciones (por ejemplo cuando se enfrentan a analizar el futuro de empresas como Twitter o estudian las consecuencias de la crisis) y se ven tentados a abandonar las herramientas y los criterios de valoración básicos, para recurrir a reglas empíricas o métricas con un rigor muy dudoso. Ahí está la oscuridad.

:: ¿Cuáles son los 3 errores más comunes a la hora de hacer valoraciones financieras de las empresas?

1.- Asumir que el crecimiento es gratis o muy barato. En muchas valoraciones este es un supuesto muy habitual. Los analistas tienden a incrementar las tasas de crecimiento de las compañías empujados por su optimismo sobre ellas. Pero no suelen tener en cuenta qué inversiones tienen que acometer esas empresas para poder afrontar ese crecimiento. 

2.- No descontar la dificultad de que las empresas, y sus modelos de negocio, escalen. A medida que las compañías se hacen más grandes, mantener altas tasas de crecimiento (y rentabilidad) suele ser realmente difícil. Es por ello que el crecimiento se desvanece en la mayoría de las empresas a medida que éstas se hacen más grandes.

3.- Mezclar la macro con la micro. Cuando se hacen valoraciones de compañías, de forma individual (micro), se tienden a asumir ciertos supuestos sobre los tipos de interés u otras variables macroeconómicas. De tal modo que, al final, es difícil discernir qué parte de la valoración se debe a los factores micro y qué parte se debe a los pronósticos que se hacen sobre la evolución de la economía (macro).

:: ¿Crees que ha llegado otra vez la fiebre por las inversiones en Internet? ¿Se puede detectar una burbuja como la sufrida en las .com a principios de los 2000?

A toro pasado, todas las burbujas son obvias. Pero un buen indicador es analizar si los inversores están valorando las compañías asumiendo supuestos o expectativas que no se sostienen de una forma agregada. Por ejemplo, ¿qué ocurre cuando tú sumas los ingresos esperados de todas las compañías cotizadas y obtienes una cuota de mercado superior al 100%? 

:: ¿Nos podrías explicar brevemente cuáles son las ventajas de utilizar opciones reales y cómo éstas se pueden convertir en ventajas competitivas?

Las opciones reales te permiten valorar los beneficios de ser capaz de aprender, ante un fenómeno incierto, y adaptar tu comportamiento a ese aprendizaje.¿Por qué no somos capaces de incorporar en nuestros flujos de caja esperados y en nuestras valoraciones todo el potencial de los nuevos productos o mercados? Podemos intentarlo, pero nos enfrentamos a dos problemas. El primero es que las estimaciones del potencial de mercado de esos nuevos productos serán muy confusas en el momento de las valoraciones iniciales, y los flujos de caja tenderán a reflejar esa incertidumbre. Por ejemplo, ni Microsoft ni Apple podrían haber sido capaces de visualizar el potencial del mercado de Microsoft Office o del IPhone en el momento en el que estaban lanzando MSDOS o el IPod. El segundo, es que el verdadero potencial se obtiene una vez que lanzas los productos al mercado y aprendes de ellos, adoptando decisiones que te permitan optimizar ese potencial. Precisamente ese proceso de aprendizaje y de comportamiento adaptativo es lo que está detrás de todo de la metodología de opciones reales, el valor de tener una opción de futuro tras aprender.

Según este enfoque, ¿no debería usarse siempre esta técnica?

No, se debería de usar de forma muy selectiva. En aquellos casos donde las oportunidades de futuro no sean capaces de ser capturadas en los flujos de caja esperados de la compañía, en sus momentos iniciales. Y también en aquellos casos donde la opción de futuro se pueda convertir, precisamente, en una ventaja competitiva de la propia compañía. De ahí su uso en los ámbitos donde los intangibles o las inversiones irreversibles (sunk cost) son importantes (una petrolera, una empresa de biotecnología o una compañía de gran potencial de internet).

:: ¿Crees que los financieros de las empresas están preparados actualmente para gestionar y valorar el riesgo ante una creciente complejidad del entorno y una creciente presencia de intangibles como elemento diferencial de las inversiones?

No creo que sea un problema de conocimientos técnicos, precisamente. Sabemos cómo medir y gestionar los riesgos. Ni tampoco creo que sea un problema de la naturaleza de los activos (¿qué diferencia existe entre las pérdidas generadas por activos tangibles que intangibles?). Creo que es un problema de comportamiento, y en primer lugar, de negar que los riesgos existan, porque ése es el paso necesario para evitar sus causas y consecuencias.

:: Ha sido muy sonoro el caso de Snapchat, muchos consideran que es una locura decir que no a una oferta de 3.000 millones de dólares cuando no se genera beneficio. ¿Es una locura esta decisión o tiene algún tipo de fundamento?

Como ocurre con todas las redes sociales, los inversores están pagando por unos usuarios activos en la actualidad con la expectativa de que en el futuro generen ingresos. En ese sentido, Snapchat no es tan diferente de Twitter, por ejemplo, donde aún sus ingresos no son muy relevantes y se espera que crezcan de forma significativa (o al menos eso es lo que creen los inversores).

No obstante, valorar las compañías jóvenes siempre presenta dificultades, por diversas razones. Las startup son empresas en sus primeros estadios, casi sin ingresos y con pérdidas de explotación relevantes. Incluso las que son rentables, tiene una trayectoria muy corta y necesitan de inyecciones de capital de forma recurrente para poder crecer (primero de los fundadores, después de inversores profesionales o capital riesgo). Como resultado, hay mucha incertidumbre sobre su potencial, y esto hace que la valoración de las mismas a través de flujos de caja y tasas de descuento aporten resultados irreales.

:: ¿Existen unos “value drivers” más o menos universales?

Si, y están muy documentados cuáles son: los flujos de caja, la rentabilidad respecto a la del mercado y el riesgo.

:: En España las empresas se financian casi en su totalidad por deuda bancaria, ¿Cómo afecta esta tendencia a la valoración de las compañías?

Esta conducta puede generar que en períodos de alto crecimiento las empresas tiendan a sobre-endeudarse (y no hacer ampliaciones de capital), lo que hace que se generen costes de la deuda que no sean sostenibles, básicamente porque los bancos no han sido capaces de anticipar el riesgo de impago de esa deuda.

Publicado en Sintetia. Post original aquí.

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La clave está en cómo comunicamos

Por Manel Muntada Colell

La falta de atención, la banalización y la falta de consciencia de lo que se comunica, de cuando se hace y del cómo se hace, suele ser el origen de la mayoría de los problemas de la vida organizativa, sobre todo de aquellos relacionados con los equipos y las personas.

 

De haber una comunicación sana, la mayoría de los problemas actuales que se dan en el seno de una organización no existirían, es más, si las personas gozasen de las competencias comunicativas básicas, podría ahorrase todo el tiempo que actualmente se dedica a la formación en temas tan inasibles y vaporosos como el del liderazgo o el del trabajo en equipo.

 

La comunicación es la arteria básica a través de la cual se vehicula todo aquello que suele acabar generando malestar o bienestar en los humanos, lo sabemos y sólo por esto merece la pena prestarle atención y dedicarle todos los esfuerzos posibles.

 

Muy probablemente, uno de los errores más importantes de los modelos organizativos que predominan en nuestro sistema, ha sido el de relegar la comunicación a algo que se diseña, se estructura, se organiza en un plan y que debe optimizarse con una aplicación inteligente de la tecnología.

 

Otro de los errores ha sido menospreciar su relevancia y pretender resumirla en técnicas, métodos o fórmulas que, a modo de gragea, deben tomarse en caso de necesitar controlar las emociones de las masas cuando se trata de trasladar una noticia poco popular o cuando lo que se pretende es influir o persuadir a tal o cual grupo, equipo o persona para que haga esto o aquello.

 

La comunicación, sea al nivel que sea, desde aquella más compleja que se ha de diseñar y estructurar en un plan a la que se da en la conversación más íntima, ha de reunir siempre una serie de factores que, a modo de claves, aseguran que sea sana, es decir, que no sea fuente de malestar propio o ajeno, sino un determinante poderoso de bienestar personal y social.

 

Ignorar estas claves, subestimar los componentes basales del acto comunicativo y relegarlo a procesos complejos, canales más o menos diversos y técnicas pseudo psicológicas es con toda probabilidad la causa principal de la falta de calidad comunicativa que impera por todas partes, la caja de Pandora de la que proceden la gran mayoría de los problemas de nuestras organizaciones y, en general de nuestra sociedad.

 

Las claves para una buena comunicación hay que buscarlas en la propia naturaleza de las relaciones humanas más cotidianas y en aquellos factores que las hace fuertes y duraderas, algo a lo que el sistema educativo al que hemos estado expuestos no ha prestado mucha atención y que, en muchos casos, hemos aprendido en la intimidad familiar de nuestra infancia para después, lastimosamente, olvidarlo.
Así pués, toda comunicación, se dé donde se dé, debería garantizar lo siguientes requisitos básicos:

APORTAR VALOR

Es decir, ha de tener sentido para todas las partes. No se vale hablar porque “necesito  decirlo”, usar al otro como contenedor de nuestra ansiedad sin su permiso denota cierta falta de ética en la relación, el mensaje ha de tener interés para la persona que escucha o al menos ha de haber un acuerdo para que se preste a hacerlo.
Antes de decir nada, es necesario pensar un momento en el valor que tiene lo que se quiere comunicar para la otra persona. Hablar por hablar suele responder a la incapacidad de quedarse a solas con los propios pensamientos, se habla y habla para no pensar y aporta poco más que distracción y ruido.
NATURALIDAD
La comunicación ha de ser natural y evocar, en la medida de lo posible, la calidez primigenia de las relaciones entre iguales.
Esta igualdad no se refiere al rol, responsabilidad o nivel jerárquico que se ocupa ya que, evidentemente, esto no se da en todos los casos. Apunta a tener consciencia de la igualdad respecto a la necesidad que, sin duda alguna, compartimos todos los humanos de estar bien ahí donde nos encontramos.
Por esto es muy importante prestar atención a aquellas formulas comunicativas que sirven al bienestar comunitario como desear los buenos días cuando se llega o despedirse cuando uno se va, de preguntar cuando se duda, dar las gracias a lo que nos aportan o reconocer el mérito a quien lo merece.
La comunicación artificiosa, distante o peripuesta supone anteponer la forma a la función y suele responder a la necesidad de camuflar a la propia persona para subrayar el rol preponderante o diferenciado que tiene ésta en la relación.
Disimular lo que realmente se piensa o utilizar un vocabulario complejo o distante solo complica la comunicación dificultando la empatía y generando poco más que desconfianza.
No hay que confundir, en este contexto, lo natural con lo espontáneo. La espontaneidad suele estar falta de control, en cambio la comunicación natural es aquella que se percibe como genuina por transmitirse de manera sencilla, mediante una expresión sincera pero cuidada.
SER OPORTUNA
La incertidumbre, es decir, la falta de seguridad sobre lo que va a pasar en un futuro más o menos inmediato, está en el origen de cualquier miedo que tenga el ser humano.
Retener aquella información que incide en cualquier aspecto que afecte a la persona, consume un tiempo muy valioso e incide, de forma directa, en la actualización del conocimiento de su realidad o en la inquietud que puede estar invadiéndola, cuando no en el margen del que dispone para tomar decisiones o metabolizar una situación.
La importancia y el interés del acto comunicativo radica en que se dé en el momento y el contexto adecuado, que no es otro que aquel en el que tiene todo el sentido, aporta más valor y empodera a la persona para reducir su incertidumbre.
Quizás haya quien piense que esta oportunidad en la comunicación hace referencia solo a aquella que trata información objetivamente importante o trascendente, pero esto no es así, la oportunidad ha de darse siempre en cualquier tipo de comunicación, es necesario ser oportunos a la hora de transmitir una información que afecta a las responsabilidades del otro como también hay que serlo cuando se trata de aportar luz sobre algún aspecto de su entorno, de dar las gracias, pedir perdón o de reconocer algún logro, por poner algún ejemplo.
NO VIOLENCIA
Es relativamente sencillo creer que la comunicación violenta es aquella en la que hay gritos, insultos o palabras duras y es cierto, lo es, pero la violencia en la comunicación  se ejerce también a través de formatos comunicativos que no lo parecen, aún más, la tenemos tan interiorizada que suele darse, de manera permanente, en todas nuestras comunicaciones, sea cual sea el rol que adoptemos, de emisor o de receptor.
Así pues, interrumpir al otro mientras habla, mirar al móvil cuando nos están hablando, los gestos de desaprobación ante lo que escuchamos, la ironía, el sarcasmo, los juicios de valor hacia otros o hacia lo que nos dicen, no responder o no decir nada cuando toca decir algo, la invasión del espacio personal mediante consejos que no nos han pedido, no saludar o la utilización de expresiones del tipo: “discrepo”, “no”, “esto es una tontería” o “no es cierto”, “como experto pienso que…”, “¡esto es así y punto!”, etc., son ejemplos de una comunicación violenta que, las más de las veces, pasa por una comunicación normal o incluso muy correcta.
Pero, una comunicación no violenta no es aquella que se adapta o cede ante la razón del otro, sino que se caracteriza por ser capaz de exponer lo que se piensa sin necesidad de desmerecer o negar otras maneras de ver las cosas.
Para evitar la violencia comunicativa, es tan relevante cuidar nuestra manera de decir las cosas como saber responder a la violencia comunicativa de otros, de ahí la importancia de saber expresar afirmativamente, de manera serena y sin emitir juicios ni reproches, cómo nos sentimos y qué necesitamos para sentirnos a gusto en el contexto comunicativo en el que nos hallamos.
La comunicación violenta despierta malestar y provoca, más o menos conscientemente, rechazo. Poner el foco de la atención en que la otra persona se sienta, en todo momento, respetada y digna, es básico para la salud de cualquier proceso comunicativo y para lo que sea que se derive de todo ello.
SER CONSCIENTE
Al final de su conferencia TED, Benjamin Zander cuenta el caso de una mujer que debido a una pérdida inesperada prometió que “jamás diría nada que no pudiera ser lo último que hubiera querido decir”, una magnífica forma de ilustrar el efecto devastador que conlleva no calcular el efecto que nuestras palabras tendrán en el futuro.
La consciencia en la comunicación es conectar, en el momento de elegir cada palabra, con el propósito que nos mueve a escogerla, con las emociones que se hallan involucradas y calcular el impacto que creemos que tendrá en aquella persona a la que se dirige.
Pero, como señala Zander, también supone no dejarse llevar por los impulsos y adquirir el hábito de calcular el efecto que nuestras palabras tendrán para nosotros mismos.
La consciencia en la comunicación es la cualidad básica que nutre todas las anteriores, de ahí que tomársela en serio y ejercitarse en ella sea un trabajo tan útil como necesario para aumentar nuestra calidad comunicativa y cortar de raíz gran parte de los problemas y aflicciones que nos aquejan en nuestras organizaciones y, en general, en nuestra vida.

 

 

Publicado en CumClavis. Post original aquí.

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