La importancia del Mapa estratégico

por Xavier Plaza

Para que la estrategia se pueda considerar completa, debería abarcar a toda la organización y, para ello, deberíamos definir al menos un objetivo para cada una de las perspectivas de análisis.

Kaplan y Norton plantean cuatro perspectivas diferentes: la “Financiera”,  de “Cliente”, de “Procesos” y de “Aprendizaje y Crecimiento”. Aunque existen variaciones también válidas a este estándar, como incluir una perspectiva relativa a la «Responsabilidad Social» o «Medio ambiente».

Cada una de las perspectivas está asociada a la forma en que nos ve un determinado grupo de interés que se vea afectado por las actividades de nuestra organización (lo que los anglosajones llaman stakeholders).

Por consiguiente, la perspectiva Financiera tiene que ver con la forma que ven a la organización los accionistas. La perspectiva de Clientes y la social, como sus nombres indican, tienen que ver sobre cómo nos ven nuestros clientes y la comunidad en la que estamos implantados respectivamente.

Finalmente, la perspectiva de Procesos tiene que analizar en qué y cómo debemos ser mejores, y la de Aprendizaje y Crecimiento (en algunas versiones conocida como de Innovación y en otras más antiguas como de Recursos Humanos) se plantea si podemos continuar mejorando.

En la perspectiva de Cliente irán los objetivos definidos para impulsar las oportunidades en forma de visitas comerciales realizadas.

En la perspectiva Financiera generalmente pondremos los objetivos que se desprendan de debilidades surgidas del análisis interno y que tengan que ver con los resultados.

Por el contrario, las debilidades provenientes del análisis interno referentes a recursos pueden ir en la perspectiva de procesos o la de Aprendizaje y Crecimiento según se refieran a mejoras en procesos, en innovación o de recursos humanos.

La importancia de no fijarse únicamente en los indicadores financieros

¿Por qué es interesante hacer un mapa estratégico? En la mayoría de las empresas, los primeros objetivos que se definen son los financieros “Incrementar el beneficio un x%”. Pero tienen un problema y es que cuando los indicadores económicos van mal el problema ya es grave.

El mapa estratégico nos da una visión de la relación entre los objetivos y muestra gráficamente como los objetivos de la perspectiva de Crecimiento impulsan a los objetivos de la perspectiva de Procesos, y éstos impulsan a los de Clientes que a su vez hacen lo propio con los de la perspectiva Financiera.

Esto se puede de ver de dos formas, la primera es que cuando mejoramos en Recursos Humanos, Conocimiento e Innovación, mejoramos los Procesos, que mejorar los Procesos mejorará la imagen que tienen de la empresa nuestros clientes, y que si mejora la imagen que tienen nuestros clientes mejorarán los resultados financieros.

Pero también se puede ver de otra forma, y es que si tenemos un problema en Innovación o Crecimiento, tarde o temprano afectará al beneficio. Por lo tanto, tenemos un sistema de indicadores que nos anticipará los problemas futuros.

Querría recordar un par de cosas, la primera es que en la práctica, gestionar más de 12 objetivos/indicadores es muy difícil. Es mucho mejor tener pocos objetivos y bien definidos que muchos y no tener tiempo para desplegar todas las iniciativas y acciones.

Lo segundo, es que el mapa estratégico sirve más como elemento de reflexión y supervisión, que como herramienta de seguimiento real. El mapa estratégico nos ha de permitir tener en mente qué implica que alguno de los objetivos marcados no vayan bien.

Publicado en Proyectos Gestión Conocimientos. Post original aquí.

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10 ideas esenciales en la gestión de empresas

Por Juan Luis Manfredi (@juanmanfredi)

El nuevo curso se presenta interesante. Habrá turbulencias económicas, según todas las previsiones, y algunas novedades políticas (elecciones, nuevos gobiernos municipales y regionales). Todo, o casi todo, va a cambiar… salvo los fundamentos de la administración de la pequeña y mediana empresa, un territorio abonado a la gestión más cercana, más personal y más ejecutiva. Es una suerte de liderazgo sensible al entorno inmediato que se acentúa en el mundo digital y no tanto a las grandes tendencias de naturaleza macro. No es un mundo perfecto, porque esa misma cercanía puede devenir en alguno de los grandes males del liderazgo que ya hemos reseñado en alguna otra ocasión. A continuación, te invitamos a reflexionar sobre las siguientes ideas relacionadas estrechamente con la buena gestión de empresas:

 

  1. El liderazgo se ejerce, no se pide, se requiere o se nombra en un organigrama. Por eso, esta cualidad directiva no está relacionada solo con el cargo de jefe, sino con la capacidad de ejecutar los proyectos con éxito de modo que participen todos los interesados y sus resultados sean sostenibles. En una reunión, en un encuentro, en una cita con los empleados, si tienes que recordar a menudo que “yo soy el que manda aquí” es porque ya hace tiempo que no te reconocen como líder.
  2. Las instrucciones se dan en voz baja, por escrito, con objetivos cuantificables y para un periodo de tiempo razonable. De nada sirven las prisas, los gritos o las amonestaciones. En un equipo, cuando todo el mundo sabe cuál es su tarea y cómo encaja en el resto de actividades de la empresa, se cometen menos errores. Lo contrario al criterio es la improvisación o, peor aún, la arbitrariedad. Y, por ese camino, no sabemos cómo se acaba. O sí.
  3. El despacho es el sitio menos útil para dirigir una empresa, una organización o una ONG. Sal, pasea, escucha, invita a un café a tu equipo una vez a la semana para escucharles fuera de las paredes de la tienda, el comercio o tu negocio. Ese café, sin otro ánimo que la conversación, puede ser la actividad más rentable para cuidar a las personas que te rodean. ¡Si hasta Tom Peters le puso un nombre! Explora ese modo “MBWA: management by walking around”.
  4. No hay que agobiar con ideas extravagantes sobre la motivación, la empatía o tantas otras nuevas técnicas que inundan el mercado. En una pequeña empresa, a menudo, basta con no desmotivar a tus compañeros para que haya un mejor ambiente de trabajo y se propongan nuevas iniciativas. La no-desmotivación consiste en lo siguiente: permitir a la gente que exponga sus dudas al proyecto, facilitar la autonomía, clarificar la misión de cada uno dentro de la organización, cuidar las relaciones personales, abonar salarios justos, no racanear en esfuerzos vanos.
  5. Las personas. Son la única ventaja competitiva en la que de verdad me creo. El resto se puede subcontratar, arrendar, prestar, ampliar o reducir. Las personas son el corazón de las organizaciones y, por este motivo, conviene contar con los mejores en todo momento. Esta idea de “ser el mejor” no se corresponde con la “titulitis”, sino con las personas más dispuestas, capaces y hábiles para la tarea encomendada.
  6. Reúne a estos mejores en tu círculo más cercano. Gánate su confianza y procura que cada uno aporte algo de lo que tú careces: más experiencia, más audacia en la apertura de mercados, menos compromisos anteriores con los malos proveedores. Si puedes atraer talento y retenerlo, tu proyecto empresarial crecerá y será sostenible. Si no lo consigues, pregunta qué falla: salarios, horarios, flexibilidad laboralconciliación o claridad en la tarea asignada.
  7. Identifica tus stakeholders críticos antes de lanzarte a la ejecución de una iniciativa emprendedora. Lo primero son los clientes, claro. Pero también puede ser el regulador y las normas para autónomos, las relaciones laborales (piensa en el mundo del taxi) o el entorno. Para que el negocio crezca se necesitan clientes, por supuesto, pero también legitimidad, atracción y responsabilidad. Habrá que saber combinar ese cuadrante de Einsenhower.
  8. La mediocridad corre mucho más de lo que te parece. No todos tenemos las mismas competencias, por ejemplo aquella que acredita la orientación al detalle, pero sí que sabemos reconocer cuándo un producto está cuidado, mimado y vale lo que cuesta. Si no cuidamos nuestro proyecto empresarial y nos permitimos un punto de mediocridad (mala entrega, una postventa descuidada, mala praxis comercial), no llegaremos a cuajar porque, tras una primera medianía, llega la segunda, la tercera…
  9. La ética, la integridad, los principios. O como quieras llamar a la esencia de tu negocio, la razón que te hace levantarte cada mañana y esforzarte. Si tienes dudas, piensa en qué decisiones de largo plazo te han llevado a la pérdida de clientes porque querían realizar una trampa, colaborar en un engaño o falsear una realidad. Sin integridad, es imposible el desarrollo sistémico de un proyecto.
  10. Cierro estas diez ideas con dos palabras mágicas que nunca fallan: por favor y gracias. Crea auténtico superpoder.

Publicado en Con tu negocio. Post original aquí.

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