Los seis hábitos de las personas más productivas que te facilitarán la vida

por Rocío Navarro Macías

Ser productivo no tiene nada que ver con trabajar a todas horas ni en modo multitarea

Sea cual sea el sector en el que trabajes, la mejora de la productividad es un tema recurrente. Las empresas se empeñan en aplicar procesos para conseguirlo pero, de poco sirve, si a nivel personal no queda claro cómo optimizar el rendimiento.

Ser productivo implica determinación y ser capaz de controlar las fuentes de distracción, como el entorno digital. Otras veces la productividad se confunde, ya que nada tiene que ver con trabajar por encima de las posibilidades. Tampoco está relacionada con el modo multitarea, cuyo único aporte es interferir en la concentración y correcto desempeño de cada una de ellas.

 
 
 

Ser productivo no tiene que ver con trabajar por encima de las posibilidades ni hacer muchas cosas a la vez

Ser productivo no tiene que ver con trabajar por encima de las posibilidades ni hacer muchas cosas a la vez (LightFieldStudios / Getty Images/iStockphoto)

“Para que nos hagamos una idea, un perfil productivo no es aquel que hace un gran número de cosas a la vez, sino la que optimiza sus procesos de trabajo y consigue finalizar sus objetivos a lo largo del día”, indica Ruth Elías, experta en selección y outplacement y directora de Human Resources Spain.

Lo que caracteriza a estos individuos más productivos es que suelen marcarse objetivos y conseguirlos en tiempos concretos. Como indica la coach profesional, “les puede mover ganar más dinero, ascender en el trabajo, obtener más tiempo libre, ser un referente, satisfacer a los clientes o conseguir más negocio”.

La clave

Los individuos más productivos suelen marcarse objetivos y conseguirlos en tiempos concretos

Es fácil identificar a estos personas, y pueden inspirar un cambio en la forma de gestionar las tareas a nivel profesional por parte de otras, porque la persona productiva nace, pero también se hace. Hemos hablado con los expertos en esta cuestión sobre los algunos hábitos imprescindibles para unirse al club de quienes optimizan su rendimiento.

1. Transformar el desorden en orden

 
El orden y las rutinas ayudan a reducir el tiempo de búsqueda de informaciónEl orden y las rutinas ayudan a reducir el tiempo de búsqueda de información (smolaw11 / Getty Images/iStockphoto)

El primer hábito de una persona altamente productiva tiene que ver con la capacidad de transformar la entropía (desorden) en orden. “El orden empieza por lo físico, por nuestro escritorio, por el entorno inmediato”, explica Ramón Cabezas, presidente de la consultoría de negocio especializada en Eficiencia de Procesos y Digitalización KAPS y profesor colaborador de La Salle IGS.

También incide en la importancia de aprender a crear rutinas. “Procesos diarios que nos ayuden a reducir el tiempo en la búsqueda de información cuando intentamos recordar algo o se necesita rehacer el trabajo”, añade.

2. Definir objetivos

Si te son familiares las listas de propósitos de año nuevo, ya tienes territorio ganado, porque quienes llegan a todo aplican estas listas aplican a diario. Más allá de un compendio de buenas intenciones, esta práctica se basa en anotar y registrar la actividad por periodos de tiempo.

“Las personas productivas marcan y dejan fijados una serie de objetivos que se ansían conseguir. Una de las técnicas utilizadas por los más eficientes se conoce como la Regla del lápiz. Se trata de generar decálogos de objetivos que conforman la verdadera razón de nuestro desarrollo”, explica Cabezas.

 

Las personas productivas controlan muy bien los tiempos con que cuentan para cada actividad

Las personas productivas controlan muy bien los tiempos con que cuentan para cada actividad (AndreyPopov / Getty Images/iStockphoto)

Todo esto es algo que hay que poner también en práctica a corto plazo. Por ello, se hace imprescindible una gestión de la agenda que ajuste los objetivos a la realidad. “Lo que hacen estas personas es agendar las metas a cumplir en fechas y horas, con lo que controlan muy bien los tiempos con los que cuentan para cada actividad, incluso la holgura temporal necesaria entre una y otra”, expone Elías.

Lo ideal es fijar las actuaciones a desarrollar a lo largo de toda la semana. “Las personas que consiguen ser muy productivas suelen planificar su semana con precisión, ciñéndose luego a su plan y haciendo que su entorno se adapte”, comenta el profesor.

3. Ajustarse al plan

Improvisar es algo que no casa con los altos estándares de productividad. Permitir que en la jornada se acumulen los imprevistos es algo que interfiere en los objetivos programados. “El gran enemigo de la planificación es caer en la trampa de decir que sí a las peticiones de cualquiera, pues pasamos de estar centrados en nuestro plan a estar dispersos en los planes de los demás”, analiza Cabezas.

Para conseguirlo, es importante focalizar la atención en una tarea y, cuando se finalice, comenzar con otra. “Si se requiere a la persona para algo que no es importante, lo ideal es posponerlo y fijarlo en un momento específico”, argumenta la experta en RR.HH. De esta forma se evitan distracciones.

4. Automatizar procesos y delegar

Lo esencial para ser más productivo, dicen los expertos, es poner el foco en el proyecto, no en cada una de las tareas que hay que llevar a cabo para conseguirlo. “Esto permite recular rápidamente si algo no está saliendo según lo esperado y cambiar el método de trabajo para mejorarlo”, asegura Elías.

Asimismo, para avanzar según lo previsto hay que saber delegar, entre otras cuestiones. “Para conseguirlo suelen confiar labores a otras personas, automatizar procesos, tomar decisiones rápido, pedir ayuda o contratarla. Lo normal, es utilizar los beneficios que nos ofrece la tecnología y trabajar con metodologías ágiles”, añade.

Uno es más productivo si comparte su plan de trabajo con el resto del equipo y delega tareasUno es más productivo si comparte su plan de trabajo con el resto del equipo y delega tareas (PeopleImages / Getty Images)

5. Socializar el plan de trabajo

El trabajo suele hacerse en equipo. Por ello, de poco sirve trazar un plan si no se ha consensuado con quienes forman parte de un proyecto común, dentro o fuera de la oficina. Según comenta el experto, “esto es lo que se suele llamar la agenda social, tan importante para conseguir resultados como todas las técnicas ya comentadas”.

Añade que, además, “las nuevas tecnologías, las redes sociales y las telecomunicaciones permiten que el plan se pueda socializar sin barreras de colectivos, idiomáticas o de geografía”. Es fundamental contar con una amplia red de contactos o networking que permita llevar a cabo los propósitos de forma fácil y viable.

6. Descansar y desconectar

Al igual que los deportistas de élite alternan periodos de alto rendimiento con descanso profundo, la alta productividad exige periodos de desconexión. “Uno de los errores más comunes de las personas que quieren alcanzar altos niveles de eficiencia es que agotan sus recursos y se quedan sin fuerza para seguir adelante”, expone Cabezas.

La alta productividad exige periodos de descanso y desconexión a diario para no agotarse ni perder motivaciónLa alta productividad exige periodos de descanso y desconexión a diario para no agotarse ni perder motivación (Rawpixel / Getty Images/iStockphoto)

Esto desencadena una pérdida progresiva de la productividad y se relaciona con emociones de desaliento, desmotivación e inseguridad ante los objetivos. “La regla, además de realizar actividades de ocio que involucren la actividad física y de dormir las horas necesarias, es descansar y desconectar completamente todos los días, por lo menos una hora”, recomienda.

Asimismo, Elías incide en que es necesaria una alimentación correcta, y el sueño adecuado para que la productividad sea sostenible en el tiempo.

“Improvisar no casa con productividad: el enemigo de la planificación es decir que sí a las peticiones de cualquiera”

Publicado en La Vanguardia. Post original aquí.

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10 Principios básicos sobre productividad personal que sí funcionan

Por Juan Andrés Nuñez

Tratar de conseguir mejorar mi productividad ha sido y sigue siendo una de mis obsesiones. Esto me ha llevado a consumir infinidad de información al respecto y a probar (creo) la mayoría de técnicas y métodos para mejorar mi productividad personal y profesional. ¿Mi conclusión?:

No existe el método perfecto, cada individuo debe crear el suyo propio. No existen dos personas iguales por lo tanto no es posible que un único método sirva y cubra todas nuestras necesidades por defecto.

Pero, antes de embarcarse en la búsqueda del método ideal para uno mismo, hay que entender y admitir cuáles son las causas principales que nos vuelven improductivos.

Análisis Pareto

Si no conoces el principio de Pareto, es muy simple. Dicho principio viene a decir que el 80% de los efectos está originado por el 20% de las causas.

Esta relación 80/20 se da prácticamente en todas las facetas de la existencia. Por ejemplo, el 80% de la riqueza del planeta está controlada por el 20% de la población.

Comento esto porque, aunque podríamos intentar analizar la mayoría de causas que nos llevan a perder el tiempo, procrastinar y a no ser productivos, solo unas pocas de ellas tienen un peso real en nuestro día a día. Teniendo en cuenta esto, ¿quiénes son los verdaderos enemigos de la productividad?.

Los enemigos de la productividad

Como ya sabemos, el principal enemigo de la productividad es la procrastinación, es decir, el arte de posponer indefinidamente las tareas que no son de nuestro agrado que son, casi siempre, las más importantes.

Es posible que ahora mismo te sientas identificado, yo también y es normal. Todos en mayor o menor medida procrastinamos. No se trata de falta de voluntad, es la reacción lógica ante una falta de estructura y una planificación precaria a la hora de trabajar, personal y de los que te rodean.

Este último punto es importante ya que, aunque crees y uses el mejor sistema de productividad adaptado a tus necesidades, éste se tambaleará cuando tengas que trabajar o colaborar con otras personas desorganizadas. Contra esto no existe un antídoto o fórmula mágica, en mayor o menor medida todos tenemos que trabajar con gente improductiva y esto siempre influirá en nuestro rendimiento y motivación. Estas personas son un cáncer productivo. Sin embargo sí que existen unos principios que llevados a cabo e interiorizados, minimizarán el daño ocasionado.

Principios que sí funcionan

Aunque como ya he comentado no existe un método de productividad universal que se adapte a todas nuestras necesidades y circunstancias, sí que existen unos principios muy sencillos que todos nosotros podemos comenzar a utilizar desde ya. En forma breve estos son los que personalmente he encontrado más efectivos:

1- Aprende a decir que no.

Es más fácil decirlo que hacerlo, está claro. El principal motivo es la falsa sensación de que todo es urgente, creada por individuos con una falta total de organización y que viven en una multitarea constante. Si lo piensas es lógico ya que, si eres incapaz de priorizar tus tareas, obviamente, todo es urgente. El siguiente punto tiene mucho que ver con esto.

2- Lleva un control estricto del tiempo empleado.

Si alguna vez has llevado un control sobre cómo inviertes tu tiempo de trabajo durante el día sabrás que es imposible ser productivo durante 8 horas. Es una falacia. Por ello algunas grandes organizaciones han cambiado ese modelo de trabajo por otros mucho más flexibles, aunque este es otro tema.

Lo importante aquí es darse cuenta de que es posible estar 8, 10 y hasta 18 horas al día haciendo cosas, pero eso no significa estar siendo productivo.

Si creamos el hábito de controlar el tiempo que empleamos durante el día en las diferentes tareas, nos daremos cuenta de que el recurso más valioso del que disponemos es nuestro tiempo y que debemos defenderlo por encima de todo y de todos, aunque sea con rudeza. Entender esto permite que sea mas sencillo decir que no, porque precisamente no estaremos dispuestos a regalar nuestro tiempo a cualquiera, querremos sacarle el máximo partido, querremos que sea lo más productivo posible.

Nuestro tiempo y que debemos defenderlo por encima de todo y de todos, aunque sea con rudeza.

3- Minimiza el uso del correo-e.

No hay que ser muy avispado para entender que estar siempre pendiente del correo electrónico impacta muy negativamente en la productividad.

El correo-e no es un medio para informar u obtener una respuesta inmediataTú lo sabes. Todos lo sabemos. Aún así seguimos usándolo de forma incorrecta.

Igual que las urgencias, el correo-e se utiliza asumiendo que el destinatario del mensaje (o sea, nosotros) va a estar constantemente pendiente de él. Los perjuicios de esta costumbre son enormes, pero principalmente destacaré dos:

Impide concentrarse (lo cual impacta directamente en la calidad de nuestro trabajo).
Nos lleva a la multitarea.
La solución no es abandonar el correo-e. Bien utilizado todavía sigue siendo una herramienta de comunicación muy poderosa. Lo que debemos hacer es revisarlo dos o tres veces al día, y nunca, nunca, NUNCA revisarlo nada más comenzar a trabajar.

Cuando comento este punto con otras personas, casi todas se escandalizan porque no creen posible dejar de usar el correo-e para todo y a todas horas. En realidad nadie te obliga a dejar de hacerlo. Puedes seguir recibiendo incontables correos en cadena durante todo el día mientras tu frustración y estrés aumentan exponencialmente y, eso sí, disfrutas de esa falsa sensación de “estar ocupado”. También puedes continuar rebuscando entre todos esos adjuntos fragmentados la última versión del briefing del cliente… y rezar para que realmente sea el documento más reciente.

¿Qué hacer entonces?. En lo personal, trato de usar el correo-e para lo que fue diseñado: intercambio de información más o menos casual y que no requiere acción inmediata. Para el resto uso una herramienta de gestión de tareas/proyectos y de comunicación entre equipos de trabajo. Si te interesa, ampliaré esto después.

4- Planifica tu jornada y tu semana.

Aunque parezca increíble muchas personas comienzan su día laboral sin saber muy bien qué es lo que tiene que hacer. Esa falta de planificación facilita que cualquier supuesta urgencia se cuele en su lista de tareas, creando pronto la sensación de que todo son urgencias, fenómeno del que ya hemos hablado.

La solución más sencilla es utilizar un día de la semana para hacer un listado de tareas y proyectos que debes llevar a cabo durante la misma. Luego, al finalizar cada jornada, se distribuyen las tareas para el día siguiente, de forma que siempre sabes lo que quieres hacer al comenzar la jornada de trabajo y siempre sabes que queda por hacer y porqué.

5- Gestiona bien las interrupciones.

Las interrupciones son inevitables y poco podemos hacer para erradicarlas. Lo que sí podemos mejorar es la forma en la que las gestionamos.

Si recibes una nueva tarea o encargo o tienes que ocuparte de algún asunto no planificado, yo sigo una regla muy sencilla heredada directamente de la filosofía GTD. Si hacer lo que me piden me cuesta menos de dos minutos, lo hago. Si no, lo apunto para procesarlo al final de la jornada. Lo importante aquí es apuntarlo, olvidarte y volver a tu trabajo, que no siga pululando por tu cabeza.

6- Busca el aislamiento acústico.

Si trabajas en un entorno físico con compañeros, debes usar auriculares en los momentos que necesites mayor concentración (aunque no estés escuchando nada), sirve para reducir el ruido ambiente y para hacerte menos accesible.

7- Elige bien la música.

Todos tenemos nuestro tipo de música preferida. Por ejemplo, a mi me gusta la música electrónica. ¿Quiere decir eso que es la música que debo escuchar mientras trabajo? No.

Está demostrado científicamente que la música con grandes cambios de ritmo y sobre todo con voces y letra dificulta la concentración.

En lo personal, para el día a día uso una aplicación con música diseñada científicamente para ayudar a concentrarse.

Para los momentos en los que necesito un estímulo (al enfrentarme a una tarea muy mecánica o aburrida) también tengo mis opciones con música más de mi agrado. Luego ampliaré esto.

8- Desconecta las notificaciones sociales.

Es obvio pero sin embargo en algún momento todos caemos en ello. Las notificaciones de redes sociales y/o Apps impiden que nos concentremos y nos hacen perder el foco constantemente. No solo eso, además nos hacen correr el riesgo de procrastinar y perder horas en Twitter o viendo fotos absurdas en Facebook.

Todos los smartphones disponen de un modo de silencio, ocupado, o incluso el modo avión. Úsalo. En serio.

9- Instala un bloqueador de páginas en tu navegador.

Puede parecer algo un poco radical pero a mí me ha funcionado muy bien. En mi navegador tengo instalada una extensión que me da 60 segundos al día para visualizar páginas de noticias o de ocio. No puedo añadir Facebook y Twitter por mi trabajo, pero si no, lo haría.

Puedes pensar que es muy sencillo abrir otro navegador para saltarse temporalmente la restricción, pero como el impulso que nos lleva a distraernos es tan efímero, no lo haces. Acabas siendo consciente de que debes seguir trabajando. ¿El resultado tras 6 meses?. Ya ni siquiera intento visitar esas páginas.

10- Comenzar lo es TODO.

He dejado para el final el que creo es el mejor consejo y remedio contra la procrastinación y la improductividad. Cuando te enfrentas a una tarea que se te hace muy cuesta arriba lo más tentador es dilatar el comienzo navegando por Webs destinadas a hacernos perder el tiempo o en redes sociales. Personalmente he encontrado que comenzar a hacer la tarea, aunque sea por 10 minutos, supone un mundo de diferencia. Lo que generalmente suele ocurrir es que, una vez vencida la primera resistencia, la mente entra en modo trabajo durante mucho más de 10 minutos. Así pues, ahora que ya hemos comenzado, la tarea siempre es mucho más fácil continuar. Abajo dejaré dos referencias a artículos sobre el tema que me han servido sobremanera.

Mi workflow

Voy a compartir (muy por encima) mi forma de trabajar y de enfrentarme a las tareas del día a día. Aclaro que no siempre consigo llevarlo a cabo y que desde luego no es perfecto, pero no me importa ya que lo que busco es algo que sea sencillo y que tenga sentido para mí, punto principal con el que he comenzado este artículo.

Mañanas

En la medida de lo posible dedico las mañanas a estudiar y lo que yo llamo tareas de “exposición”, es decir, escribir artículos (como ahora mismo), grabar algún screencast, etc.

Por la mañana también reviso mis feeds guardando el contenido interesante para leer después y compartirlo (content curation). Luego reviso Twitter, de donde también saco ideas y contenido bastante interesante.

A media mañana reviso el correo-e por primera vez.

A última hora de la mañana comienzo a trabajar en proyectos. No hago división entre proyectos personales y profesionales. En mi experiencia, si separo los personales del resto de mi trabajo nunca encuentro tiempo para encargarme de ellos.

Tardes

Por la tarde continúo con el desarrollo de proyectos hasta que mi concentración comienza a debilitarse. En este aspecto me ayuda bastante usar una técnica para trabajar por etapas de concentración y descanso (con base científica) llamada Pomodoro. Luego ampliaré este punto.

Antes de cerrar todo y dar por finalizada la jornada, tomo nota de cuántas hora he dedicado a trabajar y en qué proyectos han sido utilizadas.

Por último, reviso las tareas del día, re-asigno o muevo las que no he podido realizar en el día, proceso y asigno lo anotado por interrupciones o nuevas tareas y preparo el set de tareas para el día siguiente, siempre dentro del esquema planteado en la revisión semanal.

Revisión semanal

Los domingos a última hora elijo los proyectos en los que debo trabajar, teniendo en cuenta las fechas de entrega y mis prioridades. También elijo las tareas profesionales que no forman parte de ningún proyecto y las tareas personales. Por supuesto es (muy) posible que deba re-asignar tareas que han quedado incompletas de la semana anterior.

Una vez seleccionadas ya tengo el listado de tareas para la semana entrante. Algunas de ellas tienen fecha fija de entrega, otras son un poco más volubles. Lo importante aquí es tener una representación visual clara de lo que hay que hacer en la semana.

La revisión semanal también me sirve para:

  • Estado de las propuestas activas que he realizado.
  • Estado de las actividades de exposición (contenido).
  • Revisión del backlog de ideas y proyectos.
  • Revisión de notas en moleskine, etc.
  • Estado económico (planificación de gastos, ingresos, etc.).
  • Herramientas que te ayudarán

A lo largo del este artículo he ido hablando sobre diferentes Apps y herramientas relacionadas con la productividad que uso en mi día a día. Aunque en algún momento futuro me gustaría dedicar una entrada individual a cada una de ellas, explicando por qué las utilizo, en esta ocasión haré una muy breve descripción de ellas.

Gestión de tareas y proyectos

Asana https://asana.com/: Uso Asana para mis gestionar mis tareas y proyectos de forma individual. El principal motivo es su interfaz minimalista y su clara influencia por la filosofía GTD. De todos (y son muchos, de verdad) los gestores de proyectos que he probado Asana es el que más me gusta. No podría vivir sin ella.

Podio https://podio.com/: Uso Podio para trabajar/colaborar con otros equipos de personas. El principal motivo es que he encontrado que a la mayoría les cuesta menos hacerse con Podio, entro otras cosas porque se encuentra traducido íntegramente al castellano.

Control de bloques de trabajo/descanso/concentración

La técnica Pomodoro ofrece una solución al problema de la poca capacidad de concentración que la mayoría de personas sufrimos. Resumiendo su funcionamiento, se basa en alternar bloques de trabajo, generalmente de 25 minutos, donde tenemos que olvidarnos de todo lo demás para centrarnos en la tarea que tenemos que realizar. A estos bloques les siguen otros de pocos minutos destinados a hacer cualquier otra cosa opuesta a la tarea que estábamos haciendo, como descanso. Os dejaré un enlace a la Wikipedia al final.

Pomodoro Gnome https://extensions.gnome.org/extension/53/pomodoro/: Como usuario de Fedora Linux y Gnome, uso esta extensión.

Otras Apps online son Moosti http://www.moosti.com/ y Focus Booster http://www.focusboosterapp.com/, entre otras.

Control de tiempo trabajado

Toggl https://www.toggl.com/: Toggl es una herramienta muy sencilla que te permite llevar un control de las horas que dedicas a proyectos/tareas. Lo recomiendo absolutamente.

Música

Focus@Will https://www.focusatwill.com/: Focus@Will ofrece diferentes estilos de música científicamente diseñada para amplificar y mantener la atención. Sé que suena un tanto extraño pero realmente funciona.

GetWorkDoneMusic http://www.getworkdonemusic.com/: Para esas tareas monótonas en las que necesitas un estímulo y siempre que te guste la música electrónica, esta es tu App.

Bloqueadores Web

StayFocusd https://chrome.google.com/webstore/detail/stayfocusd/laankejkbhbdhmipfmgcngdelahlfoji?hl=es: Es una extensión de navegador que limita la cantidad de tiempo que podemos acceder a determinadas páginas (que nosotros le indicamos). En lo personal, lo tengo configurado a 60 segundos máximo por día a páginas creadas específicamente para perder el tiempo. Todos sabemos cuáles son.

Aprendizaje y creación de contenido

Trello https://trello.com/: Trello hereda su funcionamiento de la filosofía Kanban, por lo que es una herramienta para organizarse visualmente muy potente. En Trello tengo un board donde planifico el contenido de Wmedia y donde tengo controlado lo que estoy estudiando, leyendo en este momento y planificado lo que quiero estudiar y leer después.

Gestión de información durante el día

Google Keep https://keep.google.com/: Uso la versión desktop de esta pequeña App para apuntar nuevas tareas durante el día. También la uso para dejar constancia de ideas que se me ocurren ya sea en casa, en la oficina o en la calle. Google Keep también dispone de una App para móvil que permite apuntar notas ya sea escribiéndolas en formato voz (las transcribe manteniendo el archivo de voz original). También permite adjuntar imágenes de la galería o directamente desde una cámara.

Obviamente, independientemente de la fuente donde guardes la información, ésta siempre está sincronizada en tus dispositivos y en tu cuenta de Google. Como comento en el artículo, lo importante es guardar la información para que no siga circulando por nuestra cabeza, luego al finalizar el día sí que es momento de procesar todas esas ideas, tareas, reflexiones, etc.

Referencias

Publicado en WMedia. Post original aquí.

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La verdad sobre los planes de empresa y lo que nadie se atreve a decir sobre ellos

«¿Sirve para algo un plan de negocio?». Es una de esas veces donde sabes que te tienes que callar pero no puedes. Yo por lo menos, no pude.

Hace ya unos cuantos años me invitaron a una charla en un evento para emprendedores, concretamente participaba en una mesa sobre Emprendedores e Internet, enmarcada en uno de esos actos con boato para mostrar lo mucho que se hace (o aparenta) por la causa del emprendedor.

No iba a ir, nunca lo hago porque me mantengo muy ajeno a todo ese circuito, pero reconozco que me sacaron un compromiso a medias, y que quién me invitó me cae bien, es persuasivo e hizo lo que pudo desde su cargo en un órgano público.

Cuando nos entrevistamos la primera vez, no pude evitar decirle mi opinión sincera sobre muchas cosas, pero sorprendentemente, y en vez de echarme de allí, reiteró la invitación y además de eso me recalcó que:

«Dijera lo que tuviera que decir, aunque no gustara mucho, que no cambiara el discurso con respecto a lo que le había comentado personalmente a él».

Y eso hice, o mejor dicho eso hicimos los emprendedores que estábamos sentados en aquella mesa redonda, especialmente ante preguntas del público, mientras notábamos inquietos a algunos de los organizadores en primera fila.

Me llegó el turno de responder sobre el tema de planes de empresa y reconozco que dudé un poco antes de decir:

«En mi experiencia como consultor primero, y como emprendedor después, los planes de negocio tal y como se hacen no sirven absolutamente para nada que no sea conseguir una subvención o similar».

Y hubo un murmullo, y a partir de ahí todos los emprendedores que compartían mesa conmigo estuvieron de acuerdo, excepto un par de chicos jóvenes que estaban en la fase de planificación de su iniciativa de Internet y planeaban venderla por una millonada en unos pocos años (eran otros tiempos, de compras masivas y que todo el mundo ansiara ser el nuevo Youtube).

Dos organizadores incluso subieron a la mesa y pidieron la palabra (aunque no estaba previsto) para defender el hecho de que los planes funcionaban y tenían una utilidad práctica más allá de convencer a un posible subvencionador o inversor. Eran de empresas u organismos que ayudaban o asesoraban para hacerlos, claro, así que su experiencia era esa.

No me invitaron nunca más a las posteriores ediciones del evento, no sé por qué.

Mi experiencia personal

Cuando, dentro de mi carrera trabajando para otros, me convertí en consultor de negocio, mi primer proyecto fue la realización del plan de empresa de una iniciativa de Internet. Estábamos a contrarreloj y de él dependía que socios importantes financiaran o no el proyecto.

El resultado fueron 31 días seguidos de trabajo sin pausa y siete kilos perdidos. Aparte de eso, no mucho más se obtuvo del plan, al menos en resultados prácticos para aquella empresa.

Pero bueno, consiguió su objetivo, los inversores apoyaron y había descubierto una dieta efectiva (y terrible). Aquel plan estaba hecho de acuerdo a un modelo impecable y con una hoja de cálculo que competiría con las de la NASA.

Pero me consta que, en el día a día de la empresa, dicho plan apenas se tocó, por no decir que, en realidad, todo el mundo acabó tan agotado aquellos 31 días infernales que no querían verlo ni en pintura.

Era como un amuleto maldito que, sólo con tocarlo, te traía los recuerdos y las sensaciones de aquellos días interminables de estrés.

El resto de experiencias que he tenido después con planes de negocio que siguen modelos tradicionales es que como herramienta que ayuda a conseguir los objetivos y a llevar una empresa dejan mucho que desear.

De manera que, en mi opinión: los planes de negocio, tal y como están concebidos tradicionalmente, no sirven como herramienta práctica para gestionar mejor una empresa, hacer más eficaz el día a día, ni determinan sus posibilidades de éxito.

Otro tema es si sirven para algo, que veremos que servir sirven y por eso he recalcado lo de «tal y como están concebidos tradicionalmente».

De hecho hay toda una literatura de gente mucho más sabia y con más experiencia que yo, que alega que los planes sólo sirven para perder tiempo precioso que podría ser empleado en gestionar o hacer algo por dicha empresa más allá de rellenar huecos de un papel.

Un montón de veces he visto que los planes se empiezan y nunca se acaban. Que los apartados se rellenan con cualquier cosa que se nos ocurre, (para adelantar cuanto antes, ya que quedan otros quinientos huecos que completar y la tarea del plan empieza a ser frustrante) o bien lo que se escribe son opiniones, o ilusiones de nuestra imaginación que no corresponden con la realidad que hay ahí fuera.

Y por supuesto está el asunto de las previsiones económicas.

Guy Kawasaki (otro de los que no cree en planes de negocio) entrevistó a Tim Berry, fundador de la compañía más exitosa de software de Plan de Negocio, y directamente le preguntó esto: «¿Cómo puede uno predecir las ventas de una nueva empresa si no ha vendido aún nada, ni tiene experiencia, ni sabe cómo van a desarrollarse las cosas?».

A Tim Berry le honra su sinceridad y la respuesta fue que no se puede, que uno lo que hace son «conjeturas fundamentadas», lo cual es una manera culta y elegante de decir que, en el fondo, se lo inventa, aunque intenta que al menos haya alguna base coherente para la invención.

La imposibilidad de adivinar el futuro

Le aseguro por experiencia que uno no puede adivinar el futuro y, no nos engañemos, eso es lo que se intenta en un plan de negocio en muchos apartados, especialmente cuando haces una previsión de ventas.

De hecho, lo peor es que los seres humanos parecemos genéticamente incapaces de predecir el futuro, somos nefastos en esa tarea (aunque nos creemos muy buenos en ello).

Si ha leído algo del psicólogo Daniel Gilbert, o ha visto alguna de sus charlas en Internet, sabrá a lo que me refiero (le recomiendo alguna de las presentaciones que dio en TED, puede buscarlas en la red y activar los subtítulos. Son muy interesantes, aunque no tengan que ver estrictamente con temas de negocios).

El campo de estudio del profesor Gilbert es la felicidad, no las empresas, pero en sus trabajos demuestra una y otra vez cómo dentro de la esencia de las personas está la habilidad innata de equivocarse, sistemáticamente, prediciendo el futuro y cómo se van a desarrollar las cosas. No es que una veces acertemos y fallemos, es que parecemos condenados a fallar.

Qué dicen los estudios sobre planes de negocio que nadie comenta

La experiencia personal está bien, de hecho es lo único por lo que nos tenemos que guiar en nuestro caso a la hora de decidir lo que funciona o no en nuestro negocio, pero no es extrapolable a todo el mundo, y no voy a pretender que la mía lo sea.

Por un lado hay toda una literatura a favor de los planes de negocio (Drucker, sin ir más lejos y los miles de libros sobre cómo hacer un plan de negocio).

Pero tampoco faltan las voces críticas que abogan porque es una herramienta errónea e inefectiva (Mintzberg) o bien directamente es negativa, porque «te dedicas a ella cuando deberías estar haciendo algo importante por tu empresa» (Bhide).

Sin embargo he querido ir un paso más allá de mi experiencia y la de otros, y me he dedicado a desentrañar que dicen los estudios científicos acerca de este tema. Porque los hay.

Me estoy refiriendo a estudios realizados por universidades, escuelas de negocio e instituciones que fueran serios en su metodología y tuvieran algo de significatividad estadística.

Es cierto que tampoco es un enfoque perfecto al 100% (no creo que exista tal cosa) pero sí me resulta lo más parecido que he encontrado a desentrañar una realidad mínimamente objetiva, más allá de la opinión y la teoría de cada uno.

Y estos son algunos de los resultados que me gustaría compartir aquí y que nadie comenta por ningún lado.

La relación entre tener un plan de negocio y tener que cerrar

Steven C. Perry, profesor asociado de Negocios en la Universidad Gardner-Webb, investigó la relación que existía entre el plan de negocio y el fracaso empresarial, especialmente centrándose en la pequeña y mediana empresa.

Estas fueron las conclusiones de su estudio[1]:

La principal es que, en pequeños y medianos negocios de Estados Unidos había pocos planes de negocio escritos (tampoco es una sorpresa, mi experiencia personal es similar en referencia a España), y que, en general, las empresas que seguían funcionando y no habían tenido que cerrar planificaban más que las empresas que tuvieron que cerrar.

Un punto a favor de los planes de negocio aparentemente, sin embargo el propio autor advierte unas cuantas cosas de su estudio.

1) Que es importante no confundir la correlación con la causalidad, es decir, que es importante no atribuir causas equivocadas a los hechos, algo habitual en esta clase de estudios y conclusiones.

2) Que para empresas de menos de 5 trabajadores el plan de negocio no representaba un factor clave para su éxito o fracaso y era un predictor débil. De hecho, él mismo concluye que para esa clase de empresas su valor y utilidad es muy limitado a menos que tengan que conseguir un préstamo o inversión de socios.

Benson Honig y Tomas Karlsson[2] investigaron a 396 nuevos emprendedores suecos durante cuatro periodos consecutivos de seis meses. La producción del plan de negocio y los resultados de la empresa eran el principal interés.

Sus conclusiones fueron las siguientes.

Lo primero es que las variables institucionales predicen la inclinación de los emprendedores a escribir un plan de negocio. «Variables institucionales» significa el sector público que les puede subvencionar, les tramita cosas y les asesora para empezar, más o menos como en España, y obviamente influye en que se escriban más planes de negocio, porque si no lo tienes no te dan ayuda ninguna.

Sin embargo, a la hora de ver resultados, la conclusión fue que tener un plan de negocio escrito no tenía efecto significativo alguno en la supervivencia o rentabilidad de la nueva organización.

En una línea similar el Babson College de Emprendedores realizó un estudio pionero[3] con los alumnos que se graduaban en dicha escuela de negocios durante el periodo de 1985 a 2003, de modo que estuvieron comprobando la relación entre la realización de un plan de negocio escrito y el desempeño de las nuevas empresas creadas.

No sólo no había relación alguna entre tener un plan de negocio y cómo le iba a la empresa, sino que, además, aquellos emprendedores que tenían un Bachelor Degree superaban a aquellos con un MBA (Master in Business Administration).

El Bachelor Degree es un grado de educación menor a los tan prestigiosos MBA que valen millonadas. Toda una lección en cómo se diferencia la realidad de lo que nos venden por ahí con esas cosas también.

En un sentido contrario Eric Delmar y Scott Shane de la Escuela de Economía de Estocolmo y la Escuela de Gestión De Case Western, quisieron mostrar cómo los planes de negocio sí facilitan el desarrollo de nuevas iniciativas[4] .

Sus conclusiones fueron que a la hora de conseguir inversión un plan de negocio escrito ayuda más que no tenerlo, y que dicha inversión facilita el desarrollo de la empresa. Luego el plan facilita el desarrollo de la empresa (ojo, este es un efecto transitivo, porque el plan permite conseguir financiación, que es la que ayuda realmente) pero no hay relación con los resultados que luego tenga dicha empresa.

Una de las reticencias que tengo respecto a este estudio es que ya desde las primeras líneas dejan claro que su intención era refutar a aquellas voces negativas con el plan de negocio. Por desgracia las personas somos muy dadas a buscar evidencia a favor de aquello que ya pensamos previamente (se llama prejuicio cognitivo de confirmación y no voy a ser tan osado como para decir que a mí no me afecta, nos afecta a todos).

La conclusión real del estudio es que, cuando acudes a un inversor, que tengas un plan escrito es mejor que no tenerlo. Algo lógico, porque si vas a pedir dinero a alguien y no te has molestado ni en escribirle unas páginas, estás demostrando que el tema te interesa poco y probablemente serás igual de descuidado gestionando una empresa.

Pero prosigamos.

Los factores de éxito real de una empresa

Quizá uno de los trabajos más importantes en este sentido es el de Robert Lussier, que basándose en hasta 20 estudios previos[5] realizó un modelo de predicción del éxito de la empresa en base a 15 variables.

Una de dichas variables fue la planificación del negocio.

La conclusión fue que, de esos 15 factores, sólo 4 servían para explicar el éxito de una empresa, mientras que los otros 11 aparecían como irrelevantes.

Dichos 4 factores que sí influían y explicaban eran:

  • La planificación.
  • El tener asesores o consejeros profesionales con experiencia que les ayudaran en el camino.
  • La educación de los implicados en la iniciativa.
  • El staff, o la gente que se contrataba y unía a la iniciativa.

El problema surge cuando se intentan comparar dichas variables. Aplicando dicha función predictora del éxito con empresas de Croacia y el medio Este europeo, Lussier junto con Sanja Pfeifer concluyeronn que, de la función inicial de 15 variables, en realidad sólo tres tenían significatividad: los asesores, la educación y la gente con la que se cubren los puestos[6].

¿Cuál se ha quedado fuera? La planificación no explicaba nada en el caso croata.

Por supuesto, se atribuyen multitud de causas, porque las empresas americanas y croatas no están en el mismo mercado, con la misma estabilidad, con los mismos recursos ni acceso a financiación… Pero me resultó significativo, sobre todo porque, más que el tema del plan de negocio, se pueden ver los factores que siguen importando, incluso en condiciones diversas, mercados diferentes o situaciones turbulentas: experiencia, conocimiento y gente.

Recapitulando las conclusiones

Concretemos un poco lo visto hasta ahora, especialmente en esos estudios.

1) El plan de negocio, cuando estamos hablando de pequeñas empresas y emprendedores, no parece estar correlacionado con el éxito de dicha empresa.

Hay escasa prueba a favor y bastante evidencia en cuanto a que no parece un factor de influencia.

Aunque simplemente sea por la existencia de esta prueba contraria al machacado dogma de «un plan de negocio es necesario para el éxito», uno debería dudar de la verdad absoluta de dicho dogma.

2) Sin embargo, el plan de negocio, tal y como se plantea tradicionalmente, sí parece servir para obtener financiación externa (socios inversores y bancos).

Es decir, que para el objetivo de conseguir dicha financiación, sí influye.

Es francamente lógico, los inversores y bancos buscan medidas, pistas y señales de que el emprendedor va a tener éxito, y por tanto va a devolver el préstamo y/o producir beneficios.

Que alguien que busca dinero de otro no se haya molestado ni en rellenar un papel es percibido como una poderosa muestra de que le importa poco el negocio y su seriedad no es demasiada.

¿Acaso nosotros le prestaríamos algo a alguien que no ha dado esa señal de (aparente) seriedad y ha venido mano sobre mano a pedir dinero sin presentar un plan o un papel?

Ellos tampoco.

3) Mi conclusión personal es que el plan de negocio, tal y como se plantea habitualmente, e insisto mucho en tal y como se plantea habitualmente, es un instrumento de venta de tu idea (es más posible que consigas financiación con él que sin él), pero como instrumento de gestión deja mucho que desear y sirve de poco o nada.

Aquí estamos hablando de dos cosas muy distintas (vender en contraposición a gestionar) y al fin y al cabo lo que sirve para una cosa (vender) no es óptimo para la otra (gestionar).

Supongo que, en parte, los planes de empresa se hacen como se hacen por el poder que encierra el que «siempre se ha hecho así», pero cuando uno quiere usarlo como guía para gestionar su negocio, es como usar una calculadora para escribir un documento, simplemente es un instrumento optimizado para una cosa y que se pretende usar para otra.

¿Qué es lo que quieres con tu plan? ¿Financiación? Ve por la ruta tradicional, entérate de qué quiere ver el inversor en el papel y ponlo, pero no esperes manejar tu día a día con eso.

La posible solución

¿Entonces la solución es no hacer ningún plan?

No. En mi opinión lo mejor que se puede hacer es romper el molde habitual con el que se realizan si se quiere usar el plan de empresa como herramienta práctica, y no sólo como instrumento de venta de tu idea.

Si uno quiere extraer alguna utilidad al plan de negocio es necesario trabajar distintos enfoques del mismo que estén optimizados para el objetivo final que pretendemos con la empresa.

Veamos los 4 escenarios más comunes.

1) Si la situación es una empresa nueva con el objetivo de obtener financiación, entonces el plan de negocio tradicional funciona. Porque es precisamente para lo que está hecho y optimizado, para conseguir financiación externa.

2) Si la empresa es nueva pero no precisa financiación o socios, sino plantearse unos objetivos de ventas y operativos (es decir sacar adelante los distintos productos y proyectos), entonces el plan debería adaptarse a lo que funciona para conseguir ventas y sacar adelante productos y proyectos.

Es decir, deja de empezar por eso de la Visión y la Misión y céntrate en lo más importante para el día a día: Mercado y Dinero. A partir de ahí y si esos puntos están en orden, ya se pueden trabajar los demás.

Algunas partes del modelo tradicional son útiles, pero muchas otras son redundantes, no tienen que ver con los objetivos o simplemente no sirven para nada. Además no encajan con la realidad del emprendedor (falta de tiempo, por ejemplo, para rellenar cuarenta apartados o un estudio de mercado que casi siempre se basa en copiar y pegar datos del INE que resultan inútiles).

3) Si la empresa está empezando y quiere financiación y además un plan práctico, debe hacer dos modelos distintos. Uno optimizado para la venta, donde nos enteramos de qué quieren exactamente ver los inversores, qué modelo les place más (muchos tienen su propio modelo para que rellenes, como las instituciones europeas que conceden subvenciones) y, si podemos, cómo lo han hecho los que ya lo han conseguido.

Y ese plan no lo usamos en el día a día ni pretendemos que nos sirva para eso. Para eso hacemos otro plan operativo, donde ponemos lo importante primero.

4) Si la empresa ya está en marcha y quiere crecer, serviría un enfoque similar al del punto 2. Ciertos conceptos como el tema de necesidades de inversión para crear la empresa y algunas otras partes de un plan no servirían, pero crear un plan operativo para una empresa en marcha recogería la mayoría de partes de un plan para una nueva empresa.

Todo el mundo tiene su solución

Llevo unos 15 años como emprendedor, me he dedicado a trabajar con otros emprendedores y en todo ese largo tiempo han sido miles. Los he visto de toda clase y obviamente tengo un enfoque propio sobre el tema.

¿Es la verdad absoluta? Ni de lejos, pero es la que he visto que mejor me ha servido, a mí y a otros muchos, en la práctica.

He reordenado puntos del plan de negocio con respecto a su importancia verdadera (primero se trabaja lo fundamental), he quitado muchísimos trozos y he cambiado el modo de hacer otros, porque, afrontémoslo, muchos apartados del plan de empresa tradicional se rellenan con pura opinión, pero un plan nunca debe ser literatura de ficción, aunque lo acaban siendo.

Durante tiempo refiné ese procedimiento y creé una herramienta propia de creación de planes de empresa, destinados a ser útiles en el día a día, no a conseguir financiación externa ni vender la idea a terceros.

Y en 2016 decidí que ese software de plan de empresa lo ofrecería 100% gratis. Es para Mac y para Windows, no tiene ninguna limitación, no tiene que dejar su email a cambio, ni nada parecido. Si le sirve, genial, es mi experiencia que es útil, mucho más que los modelos tradicionales. Si no es así, eso pasa, uno no puede aspirar ser todo para todos.

Y esa es una poderosa lección que tarde o temprano siempre hemos de aprender como emprendedores.

Estudios referenciados

[1] Steven C. Perry. The Relationship between Written Business Plans and the failures of small businesses in the U.S.

[2] B. Honig. & T. Karlsson. Institutional Forces and the Written Business Plan.

[3] Lange, Julian, Bygrave, William D., Mollov, Aleksandar, Pearlmutter, Michael and Singh, Sunil , Do Business Plans Make No Difference in the Real World? A Study of 117 New Ventures. Babson College Entrepreneurship Research Conference (BCERC) 2005.

[4] F. Delmar, S. Shane. Does business planning facilitate the development of new ventures?

[5] (Barsley & Kleiner, 1990; Bruno, Leidecker, & Harder, 1987; Cooper et al., 1990; Cooper et al., 1991; Crawford, 1974; Dun & Bradstreet, 1993; Flahvin, 1985; Gaskill, Van Auken, & Manning, 1993; Hoad & Rosco, 1964; Kennedy, 1985; Lauzen, 1985; McQueen, 1989; Reynolds, 1987; Reynolds & Miller, 1989; Sage, 1993; Sommers & Koc, 1987; Thompson, 1988; Vesper, 1990; Wight, 1985; Wood, 1989). The Lussier (1995) model has been published in more journals than other models (Lussier, 1995, 1996a, 1996b; Lussier & Corman, 1996).

[6] A Comparison of Business Success versus Failure Variables between U.S. and Central Eastern Europe Croatian Entrepreneurs. Journal article by Robert N. Lussier, Sanja Pfeifer; Entrepreneurship: Theory and Practice, Vol. 24, 2000.

Publicado en Medium / Emprender. Post original aquí.

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La falacia de la planificación, o por qué los planes que haga seguramente no salgan bien

Como emprendedores amamos planear, porque la verdad es que planear es fácil. Es hasta divertido. En nuestra cabeza todo tiende a ser mejor de lo que es en realidad, nada falla, nada duele, perdemos cero euros en esos cuentos de la lechera que nos hacemos. Nos gusta construir la fantasía de una nueva Apple.

Pasa con los planes de empresa, los planes de marketing y cualquier otro plan que nos hagamos. Nos encanta imaginar y, sin embargo, además de que muchos aplican técnicas y modelos que no funcionan, como en el caso de los planes de negocio sucede otra cosa que ignoramos.

Las personas, por naturaleza, somos muy malas planificando, de hecho, hay algo dentro de nosotros que nos hace incapaces de planear bien las cosas.

Y lo peor es que, aunque la ciencia ha demostrado que es así, seguimos creyendo que somos buenos en ello.

No importa las veces que fracasemos, las veces en las que nos pusimos un tiempo y unas actividades y fallamos en completarlas, una y otra vez pensamos que esta vez sí, esta vez nuestro plan es infalible. Y de nuevo caemos en la trampa.

De hecho, eso tiene un nombre y cada emprendedor debería grabárselo a fuego, se trata de la falacia de la planificación.

CÓMO LA CIENCIA HA DEMOSTRADO QUE SOMOS MALOS PLANIFICANDO AUNQUE NOS PENSEMOS LOS MEJORES

En 1994, en The Journal of Personality and Social Psychology, Roger Buehler y otros colegas de profesión demostraron cómo fallamos sistemáticamente en nuestros planes. En cinco estudios con alrededor de 500 estudiantes, no sólo se probó que los sujetos subestimaban su tiempo para completar tareas (tanto académicas como no académicas) sino que, al igual que hacemos todos, emprendedores incluidos, no tenían en cuenta la experiencia pasada en la que una y otra vez procesos similares fallaron.

En otras palabras, que siempre se centraban en el plan futuro y nunca miraban qué había ocurrido en el pasado, cometiendo, una y otra vez, los mismos errores del pasado.

Sin embargo he aquí otro hecho fascinante de la naturaleza humana, cuando pasaban de ser observados a ser observadores y juzgar desde fuera los planes de otros, lo opuesto resultaba cierto: sobreestimaban los tiempos de ejecución y consideraban más las experiencias pasadas.

Vamos, que somos ciegos para con nosotros mismos, pero la paja en el ojo ajeno la vemos a la primera.

Hay multitud de estudios a este respecto. En otro, la gente que tenía que estimar el tiempo que necesitarían para completar un cierto trabajo, dio estas cifras de media: 27 días si todo iba perfecto, 34 si todo iba normal, 49 días si las cosas se torcían por el camino. Cuando se pusieron a la tarea y se recogieron los datos, la cifra media de días fue de 55,5.

Sistemáticamente cuantificamos a la baja cuánto nos cuesta realizar tareas. Ese es uno de los principales motivos por los cuales se produce la falacia de la planificación y se caen nuestros castillos en el aire.

Eso, unido a que no importa el pasado, sino que creemos que aunque hayamos fallado siempre la próxima vez sí que lo haremos bien (como de nuevo se demostró en el 97 en un curioso estudio sobre personas y sus impuestos) hace que la falacia de la planificación nos afecte sin remedio y nuestros planes sean, prácticamente siempre, inútiles.

¿SIGNIFICA ESO QUE ES MEJOR NO PLANIFICAR?

No, obviamente.

De hecho, se ha demostrado que quien se pone objetivos consigue más cosas. Pero la cuestión es que nuestros planes no son buenos por naturaleza, que somos demasiado optimistas en ellos, (sí, usted lo es y yo también, nadie se libra por mucho que se piense que sí, eso forma parte del problema). Con lo cual, para mejorarlos, hemos de:

  1. Primero ser conscientes de que estamos afectados por esa «miopía» humana e innata con respecto a los planes.
  2. Ser conscientes de que el historial del pasado es más fiable que nuestros pensamientos bonitos respecto al futuro. No, esta vez, seguramente, no va a ser muy diferente de cómo lo hemos hecho en anteriores ocasiones.
  3. Ser consciente de que sobreestimamos nuestra capacidad para completar tareas en poco tiempo. Así que si algo nos costó dos semanas en el pasado y no una, seguramente nos volverá a costar dos semanas, no me importa la motivación que arda por dentro.

Con eso en mente, uno puede tirar de las riendas en sus planes de marketing, de empresa o de lo que sea y ajustarlos.

La falacia de la planificación nos seguirá afectando, y lo cierto es que no nos podemos librar al 100% de ella, pero lo hará mucho menos, que es lo que cuenta. No podemos ni debemos aspirar a la perfección, pero sí a hacer lo que podamos.

A eso se une el hecho de que, en general, cualquier plan no resiste su primer contacto con la realidad. De modo que no importa lo mucho que pensemos en nuestra cabeza, en cuanto nos pongamos en marcha surgirán cosas, así que hemos de considerar al plan como un rumbo general, estando dispuestos a ajustar el timón enseguida según escuchemos el feedback del mundo exterior.

Pero si sabemos esto, y si lo tenemos muy presente, lo cierto es que ya tendremos una ventaja sobre el 99% del resto de emprendedores, que seguirán siendo demasiado optimistas, demasiado miopes.

Publicado en Recursos para Pymes. Post original aquí.

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Ahora es el momento

now

Por David Torné

Es apasionante planificar , crear una visión de futuro , definir los objetivos a alcanzar y las acciones para llegar, pero el factor para convertir la oportunidad en realidad no se mueve en el futuro , se decide en el presente, en entender y saber usar el poder del momento , del ahora ‘.

Si la fuerza del cambio reside en la acción esta se desarrolla en el momento presente. Nos dispersamos pensando en las fechas de vencimiento cercanas, en lo que tenemos que hacer durante la semana, durante el día. Esa dispersión mata al AHORA y a la atención que debemos prestarle para conseguir resultados alejados de la caustica sensación de estrés.

Que es lo que tienes que hacer en este momento , centrarse en ella y ejecutar con la máxima precisión . No me refiero al Focus , va un poco más allá.

La capacidad de enfocar diluye preocupaciones por temas no relacionados , por cuestiones de un futuro inmediato aún por llegar, o por cualquier interrupción no programada. Se trata de un componente del engranaje que nos hace entrar en la zona.

Para hacerlo posible se deben implementar las condiciones para que el engranaje entero empiece a girar.

  1. Saber que tienes que hacer . ¿Cuál es la siguiente acción a realizar ? Si eres lector del blog sabrás que no basta con una lista de tareas . Trabajando con un método integrado como GTD sabremos qué podemos hacer en el contexto en que nos encontramos. Si el sistema está bien calibrado , proporcionará la próxima acción sin reflexión previa.
  2. Saber hacia dónde vas . ¿Enfocas tu esfuerzo a una dirección concreta ? ¿Es la dirección correcta ? Estableciendo prioridades, las acciones vinculadas con tus objetivos prevalecerán por encima de aquellas con un carácter casual .
  3. Saber generar intensidad. Sin interrupciones ni dispersión . De la misma forma que evitas que un imprevisto mueva rompa la magia del momento , a nivel de proyectos el exceso de proyectos en paralelo – del mismo tema o no – puede causar una distribución errónea de los recursos y de tu atención .
  4. Saber dejarlo para más tarde . Una interrupción o un nuevo input debe terminar registrado y depositado en tu bandeja de entrada. Hablaba en el anterior post , aprender el mecanismo es sencillo pero aplicarlo quiere voluntad y constancia .

Una buena gestión del momento , creando el hábito de abstraerse , proporciona la claridad de mente necesaria para producir . Más allá del trabajo, mejora nuestra higiene mental y repercute en el resto de nuestra jornada. El hecho de descargarte de cuestiones innecesarias evita el consumo de energía y ayuda a no acabar ‘quemado ‘ .

Evita preocuparte en exceso por algo que está por llegar. Es inútil pero a menudo lo convertimos en inevitable . GTD me ha enseñado a prevenir que las incidencias se conviertan en problemas. El hecho de recopilar , procesar y colocar ese algo nuevo en nuestro horizonte, me obliga a tomar las decisiones oportunas para resolverlo.

Llevándolo a la gestión del momento , huir del pensamiento reiterativo en problemas o cuestiones pendientes es sencillo implantando los hábitos de la recopilación y el procesado diario de todo lo que anotamos . Si lo hacemos de manera estricta y reiterada, tendremos la confianza de disponer de un momento concreto para pensar en lo que llevamos en la mochila y tomar decisiones . Sabremos que ahora no toca y lo demoraremos para continuar con lo que toca.

Para llegar a un nivel de maestría en la gestión del ahora necesitas una infraestructura en forma de sistema para gestionar la actividad (gtd , autofocus , ZTD ..) y tiempo para asentar hábitos , pero por algún sitio hay que empezar . Mi propuesta es hacerlo con cambios sencillos:

  1. Proponte empezar y terminar de una sentada las tareas que hagas .
  2. Trabaja con un papel y un bolígrafo a tu lado. Cada vez que venga una idea , un detalle, un pensamiento o algo que te preocupe.  Anótalo y continúa con lo que hacías.
  3. Intercala pequeños descansos entre las tareas . No les dediques a navegar por internet ni a ‘jugar’ con ningún dispositivo , toma un café , mira por la ventana , habla con alguien , da una vuelta. Dedica 5 minutos a hacer un reset .
  4. Dedica 15 minutos cada día a procesar las anotaciones generadas . Toma una decisión en forma de siguiente acción a realizar, piensa cuando la puedes hacer y introdúcela en tu rutina .
  5. Intenta procesar cada asunto en modo caja estanca. Si vas a dedicarle 2 horas, piensa solo en esas 2 horas, donde no hay ningún otro problema, donde no hay nada más a resolver, solo tú, tu asunto y tranquilidad para trabajar.

Todo enfocado a descargar nuestra mente de elementos innecesarios , permitiendo dedicar toda tu atención en tu siguiente acción. Son medidas de aplicación instantánea , pero te costará semanas hacerlas funcionar a pleno rendimiento . Debes crear automatismos , nuevas costumbres de trabajo . El cambio será evidente , y cuando lo sea me gustaría que lo compartieras conmigo , en un comentario en este post , o a través de @davidtorne

Imagen vía Theen … bajo licència Creative Commons

Publicado en David Torné Productividad y Desarrollo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Maximizando tu capacidad de focalización

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Planificar o no, no es la cuestión

 GTD: ¿Hasta Dónde hay que Planificar?

“Quo Vadis” (Planificar es sólo trazar un rumbo)

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Comerse el elefante

comerse el elefantePor Montse Vila

Supongamos que tu tarea consistiera en contar mil hojas de papel, mientras estás sujeto a interrupciones periódicas de clientes o de llamadas telefónicas. Habrá muchas posibilidades de que en una interrupción pierdas la cuenta y tengas que volver a empezar de nuevo. ¡Y esto te puede ocurrir varias veces! Algo tan sencillo como contar hojas puede resultar un trabajo abrumador y frustrante.

Pero esto ocurrirá si te planteas contar las mil hojas en una secuencia única. Sin embargo, si las hojas las juntas en grupitos de 10 y luego éstos grupos de 10 los juntas en grupos de 100, el recuento se te hará mucho más fácil, primero sólo deberás de preocuparte de cada “subsistema” de 10, y luego de cada “subsistema de 100” , lo cual te resulta mucho más relajado y asumible. La probabilidad de completar el conteo con éxito,será mucho más elevada.

Dividir una tarea compleja en fragmentos pequeños, factibles y concretos nos permite divisar el horizonte del éxito a corto plazo, lo cuál nos genera confianza y optimismo. Conseguir un pequeño logro nos motiva para un intento de cumplir con otro pequeño logro.

Patricia Ramírez, psicóloga del Betis balompié y de diversos ciclistas y maratonianos, explica que algunos deportistas que han de recorrer largas distancias, se motivan con metas parciales pequeñas que los acercan al objetivo final. Por ejemplo si se trata de completar 50 Kilómetros corriendo, una buena táctica psicológica es subdividir la distancia total en cinco tramos de 10 kilómetros y concentrarse cada etapa en una cosa distinta (el primer tramo en la técnica, el segundo en la respiración, etc.).

Uno de los fines de la planificación es definir cada una de las distintas etapas de un proyecto, para que todas sean visibles y alcanzables. Cada etapa superada, es un pequeño triunfo que nos alienta a seguir adelante.

Tener claro cuál es la próxima acción física a realizar es la clave para seguir centrados en el objetivo.

El alpinista no se concentra en la meta final de alcanzar la cima sino en la tarea inmediata de hacer el siguiente movimiento para ir ascendiendo, sin caerse. El jugador de ajedrez se concentra no en ganar la partida sino en  mover la ficha adecuada  para conseguir la posición más estratégica .

Comerse un elefante no es imposible, se trata de partirlo en porciones digeribles e ir masticando, una a una.

Que tengáis buen provecho.

Montse

Fuente: Buenhabit, por Montse Vila. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

El vuelo de los gansos

Afrontando la complejidad. La simplicidad inherente

Buscar problemas. Pensamiento productivo vs. pensamiento reproductivo

Para seguir leyendo:

15 formas de pensamiento para la creatividad y la resolución de problemas

¿Que es el Pensamiento Estratégico?

Las trampas en la toma de decisiones estratégicas

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Planificando un Proyecto

Por Montse Vila 
planificar-1Definimos como proyecto cualquier objetivo que requiera de más de una acción.
El objetivo de un proyecto puede ser sencillo y no precisar de muchas acciones, personas ni recursos o por el contrario puede ser complejo, precisar de la coordinación de bastantes personas y del consumo de un gran volumen de recursos.
Sea la que sea, la dimensión de un proyecto, siempre precisará de una planificación previa. 
Un proyecto tiene seis características:
1.- Tiene un principio y un fin
2.- Un timming de calendario definido para su ejecución
3.- Plantearse íntegramente de una sola vez.
4.- Precisar de varias acciones y/o de varias personas para su ejecución.
5.- Contar con un limitado número de recursos.
6.- Constar de una sucesión de actividades o de fases.
En realidad, el éxito de un proyecto consiste en que se realice a tiempo, dentro del presupuesto y conforme con las expectativas de calidad puestas en él.
¿Cómo se logra esto?
 Planificando.
Aunque a veces estamos tentados a lanzarnos rápidamente a la acción, es preciso siempre tomarse un tiempo en planificar. Ir despacio al principio nos podrá permitir apretar luego el acelerador.
Planificar podría consistir en alejarse lo más posible de las improvisaciones. Organizar de forma secuencial y estructurada el devenir de las acciones a implementar.
A veces, un proyecto plantea tareas que abordamos por primera vez y que requieren de la concurrencia de personas que normalmente no trabajan juntas. Hacer intervenir en esta planificación a todo el equipo, permitirá hallar un terreno de entendimiento común y definir las expectativas de cada uno, con respecto al resultado final. Conocer las habilidades de cada miembro nos facilitará asignar las tareas a realizar de una forma más eficiente.
La “lluvia de ideas” hará plantear preguntas como ¿y si ocurriese tal cosa? ¿Qué podría fallarnos aquí?  ¿Cómo conseguir más recursos?
Para acertar en lo que se debe hacer, es preciso situarse mentalmente al final y recorrer el camino en sentido inverso. Cuanto mejor definido tengamos el resultado final de nuestro proyecto, mejor podremos programar el camino que nos conduzca a él.
Cuando se trata de un proyecto dirigido a unos usuarios o clientes hay que imaginar cuál será su punto de vista¿Quién es el usuario final? ¿Qué espera de nosotros? Un cliente, un proveedor, un jefe o un paciente. Hay investigaciones que demuestran que los usuarios suelen ser los iniciadores de la mayoría de innovaciones técnicas. Hacer un estudio de mercado, conocer cual es el público objetivo y sus necesidades, nos permitirá captar realmente qué necesitan y conseguir verdaderas oportunidades de negocio.
Para que un proyecto sea un éxito, la opinión del usuario final, en cuanto a satisfacer sus necesidades o aportarle soluciones, deberá coincidir con el objetivo que se había definido al inicio del proyecto.
Una vez recopilada toda la información necesaria, estudios de mercado, público objetivo, posibilidades de financiación, y haber estudiado los posibles problemas que puedan surgir, es el momento de establecer la secuencia de acciones a realizar.
Algunas se podrán realizar simultáneamente y repartirse entre el equipo. Mientras unos realicen ciertas acciones, otros podrán efectuar otras de otra índole. Optimizar el tiempo es crucial.  Otras precisarán esperar que se realice una primera fase, para poderlas llevar a cabo.
Un planning de acciones, es sin duda imprescindible.
Pero en cualquier proyecto, surgen desviaciones imprevistas. Implementar un plan de mejora continua nos ayudará a reconducir las desviaciones que se produzcan.
PDCA :Planificar-Hacer-Verificar-Actuar

Verificar los resultados reales que se están obteniendo y compararlos con los resultados esperados, nos permitirá aplicar acciones correctivas para no desviarnos del plan inicial.

Analizar las diferencias para determinar sus causas y determinar dónde hay que aplicar los cambios para lamejora del proceso. Esta fase es de vital importancia. Cuanto más preciso se haga el seguimiento más fácil será corregir las desviaciones.

Como decía John Young, antiguo director general de Hewlett Packard :

“No es sólo cuestión de saber hacer las cosas, sino que además, hay que saber que cosas hacer.”

Que tengáis un buen día.
Montse

Referencias: El arte de gestionar y planificar en equipo de W.Alan Randolph y Barry Z.Posner de Grijalbo

Fuente: Buenhabit, por Montse Vila. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Siguiendo a un buen líder

Buscar problemas. Pensamiento productivo vs. pensamiento reproductivo

Remix de ideas. Cuando la productividad potencia la creatividad

Hay tácticas y tácticas (I parte)

Hay tácticas y tácticas (II parte)

El rendimiento óptimo se sitúa justo “al borde del caos”

Saber preguntar. Conversaciones productivas

Palabras productivas

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GTD: El Modelo de Planificación Reactivo

por José Miguel Bolívar

luz-activada-por-vozMucha gente cree que planificar consiste en aplicar el Modelo de Planificación No Natural y, como no le ven valor alguno de cara a su trabajo, casi nadie planifica.

Se suele asociar planificar con burocracia, pérdida de tiempo, limitación de la creatividad y la espontaneidad… Es lógico, porque lo que habitualmente se considera planificar, no es planificar.

Nos solemos resistir por tanto a planificar las reuniones, las presentaciones y, en general, cualquier cosa. Además, cuando planificamos, muchas veces lo dejamos para el último minuto.

Lo que suele suceder cuando no se planifica, o cuando se hace tarde y rápido, es que se acaba produciendo una situación de crisis. Es entonces cuando ponemos en marcha el Modelo de Planificación Reactivo.

Este modelo consiste en sobreactuar, es decir, tomar mucha más acción de la que una planificación adecuada hubiera requerido. Sobreactuamos dedicando más horas, más esfuerzo… El resultado es más trabajo y más estrés para más gente.

Cuando demasiada gente estresada se pone a trabajar en un mismo problema, lo habitual es que no sólo no lo resuelvan, sino que lo compliquen aún más. Suele ser entonces cuando alguna mente preclara exclama “¡Necesitamos organizarnos!”, grito de guerra que desencadena una frenética actividad de “pinta, etiqueta y colorea”, más conocida como “diseño organizativo“.

Lo de cambiar “cajitas” de sitio tampoco suele aportar demasiado a la resolución del problema. Hace falta más creatividad para resolverlo, ¿Qué tal una “tormenta de ideas“? Pregunta alguien…

Como esto tampoco suele funcionar, antes o después se acaba contratando un consultor que, a poco bueno que sea, tendrá que plantear en un momento dado “la” pregunta: “A ver, ¿qué es lo que realmente quieren hacer?” (es decir, ¿cuál es la visión o propósito?).

El Modelo de Planificación Reactivo es el contrario al Modelo de Planificación Natural, porque sigue un enfoque de arriba a abajo, es decir, actuar > organizar > tormenta de ideas > visión > propósito, que es precisamente el orden inverso al que sigue el Modelo de Planificación Natural.

Si queremos lograr resultados, al final habrá siempre que aplicar el Modelo de Planificación Natural de todos modos. La pregunta es cuándo y a qué coste.

Publicado en Óptima Infinito. Post original aquí.

De la misma serie:

GTD: Los 5 Pasos de la Planificación Natural

GTD: El Modelo de Planificación No Natural

Seguir leyendo sobre Planificación:

¿Que es el Planeamiento?

El Proceso de Planeamiento (serie de ocho post)

Pensamiento y Planeamiento Estratégico

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Planificas o mortificas

Por Antonio José Masiá

planomort

 

 

Hace unos días leía un tuit de Alfonso Alcántara@yoriento, que decía así “Tu falta de planificación no es mi emergencia.” Frase asertiva que tal vez necesites hoy”. Realmente demoledor y real como la vida misma.

La falta de planificación es uno de los grandes problemas dentro del campo de la productividad. Este hecho provoca fuertes desajustes dentro de las organizaciones y en las propias personas que las integran, dando lugar a tensiones extras innecesarias y un aumento considerable del estrés procedente de las situaciones paradójicas que suelen darse.

Cuando se encuentre en un agujero, deje de cavar | Will Rogers

Para muchas personas u organizaciones, sentarse previamente a planificar reuniones, presentaciones o en general cualquier cosa de calado que desean alcanzar, les resulta tremendamente artificial y al final se dan cuenta que han de hacerlo en el último minuto. Ello deriva en las situaciones que seguro todos nosotros hemos vivido en alguna ocasión. Comenzamos a sobreactuar, aparecen las horas extra, la falta de recursos y el volumen de trabajo se dispara por momentos por añadidura al que ya tenemos, con el correspondiente aumento desorbitado de los costes del proyecto. A este modelo se le conoce como planificación reactiva.

He trabajado muchos años en el gremio de la edificación y a modo de broma, en casi todos los proyectos, en las casetas de obra aparecía la siguiente secuencia de desarrollo del proyecto: Optimismo general, fase de desorientación, desconcierto general, periodo de cachondeo incontrolado, búsqueda implacable de los culpables, sálvese quien pueda, castigo ejemplar a los inocentes, recuperación del optimismo perdido, terminación inexplicable de la obra y condecoración y premio a los no participantes. Resulta simpático pero triste a la vez.

La solución a esta situación es planificar de forma natural previamente a actuar. Pero atención, planificar no significa definir todos y cada uno de los pasos que hemos de dar. Planificar de forma natural implica en primer lugar aclarar cual es el resultado que queremos alcanzar con el desarrollo del proyecto y cuales van a ser los principios por los que nos regiremos para ello. Por otra lado visualizar dicho resultado para con ello generar una lluvia de ideas a cerca de las distintas posibilidades de actuación que tenemos. Posteriormente identificar y organizar los distintos hitos del proyecto y luego definir las próximas acciones necesarias para que el proyecto comience a dar frutos.
Es cierto que la mayoría de proyectos no precisarán de tanta definición, pero si al menos generar una pequeña lluvia de ideas, organizar dichas posibilidades y lo fundamental, definir su próximas acciones.

Planificar en exceso puede llevar en ocasiones a la misma situación de reactividad dado en la constante incertidumbre en la que nos vemos inmersos. Planificar de forma natural supone tener trabajo definido para que el proyecto avance, de ahí la necesidad de revisar de forma periódica el estado del mismo para evitar que pueda quedar estancado en algún momento. Una revisión al menos semanal al respecto resulta crucial.

Uno de los hábitos mas saludables para tu productividad es el de planificar los resultados que quieres alcanzar  Ello minimiza las emergencias no deseadas y garantiza el éxito del proyecto dado que clarificas el resultado final y los pasos simples que has de dar para llegar. ¿Qué prefieres planificar o mortificar a tu equipo?

Publicación original en Cambiando Creencias (post original aquí)

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¿ Qué es un Plan de negocios? (segunda parte)

Por: Mariano Ramos Mejía

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Continuamos el desarrollo del tema Plan de negocios, que comenzamos aquí. Hoy nos ocuparemos de los objetivos, características y el contenido del plan.

¿Qué contiene un Plan de negocios?

Veamos: ante todo Información, fundamentalmente de la idea original que ha sido evaluada en cuanto a su factibilidad, y que ahora se presenta desarrollada en sus componentes principales. Esa información es cuantitativa, o mejor dicho se la cuantifica para poder efectuar comparaciones, fijar objetivos numéricos, metas a alcanzar en el tiempo.

Pero el plan de negocios no debe referirse únicamente a planillas de cálculo, a cálculos de montos de ventas y de rentabilidad sino que debe sustentarse en información cualitativa y debe probar la factibilidad de ideas (lo que significa que la información cuantitativa debe estar sustentada en propuestas relativas a la estrategia, descripción de las estrategias comerciales, de operaciones y de recursos humanos, de cuya descripción y desarrollo se ocupa justamente el Plan de negocios).

Por supuesto la principal característica es precisamente la necesidad de evaluación de los escenarios futuros en los que se desarrollará el negocio, la evaluación de las alternativas futuras, al descripción de los posibles caminos que serán potencialmente recorridos por el proyecto en un proceso que tiene dos características principales:

  • Es iterativo, o sea no constituye un proceso lógico o lineal, definiendo este como un desarrollo en el cual un paso es sucedido por otro, primero se hace tal cosa, segundo tal otra, etc, sino que cada paso ratifica o rectifica el anterior, y entonces es necesario volver a los pasos que se han recorrido para corregir los detalles que provocan los resultados no deseados y llegar a los que se están buscando.
  • Es interactivo, dado que para su realización se moviliza todas las posibilidades y recursos disponibles para provocar los resultados deseados.

En otro orden de cosas, puede decirse que el Plan de Negocios debe reunir otro tipo de características:

  • En primer lugar debe ser eficaz, o sea, el único plan de negocios factible y que puede considerarse terminado es el que muestra el desarrollo de los pasos necesarios para conseguir los resultados esperados, que estos sean atractivos para propios y ajenos, en una descripción lo mas detallada posible del camino a recorrer para obtener esos resultados. En otras palabras, no debe contener ni mas ni menos que todos los elementos necesarios para comprender la factibilidad de la idea, en el caso del emprendedor, y poderla describir adecuadamente a los terceros que pudieran estar interesados.
  • En segundo lugar debe estar estructurado, o sea mostrar un desarrollo lógico de la idea y sus componentes fundamentales, asi cómo de la articulación entre ellos, resaltando los objetivos que deben alcanzarse con responsables y tiempos para lograrlos, los principales problemas y obstáculos, y las estrategias previstas para su solución. El lector del documento, ya sea el propio emprendedor cómo el potencial financista o inversor debe encontrar una guía clara y simple del desarrollo del proyecto.
  • Cómo tercera característica es necesario que sea comprensible. Comprensible para cualquier interesado en el desarrollo (otra vez pensamos en los posibles financistas, inversores o socios) pero fundamentalmente comprensible para aquel o aquellos que han de llevarlo a cabo. De esta manera el Plan de Negocios se convierte casi podríamos decir en un verdadero “manual de instrucciones” para convertir la idea en realidad. O, por lo menos, en una detallada descripción de los pasos posibles para lograrlo. Debe tener simpleza en el lenguaje utilizado, evitando la terminología excesivamente técnica de forma de explicar adecuadamente el desarrollo de la idea.
  • En cuarto lugar, el plan de negocios tiene como característica muy importante, y que debe resaltarse, la de ser Breve, en el sentido de no incluir tediosas descripciones de lo que se quiere (o se desea) hacer, o incluir cálculos muy detallados que, si bien son necesarios para el desarrollo y cuantificación del proyecto, podrían resaltar e inclusive ocultar los detalles importantes del desarrollo del proyecto que por el contrario deben ser resaltados. Se considera que en conjunto, un buen plan de negocios no debe superar las veinticinco a treinta páginas.
  • La última característica detallada es la de ser cómodo, fácil de leer, presentado con cuadros sencillos y comprensibles para el lector. Una buena descripción del camino para alcanzar la realización de los objetivos.

Continuaremos con el desarrollo del tema en próximas entregas.

Para ver los post anteriores de esta serie:

¿Que es un Plan de Negocios? (primera parte)

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