La Pandemia de COVID-19 está provocando lo inimaginable, los gobiernos han solicitado que se paralicen labores industriales parcial o totalmente, se está promoviendo el teletrabajo y según expertos, lo que se avecina es una recesión económica mundial.
Mantener un flujo de efectivo positivo, es indispensable para garantizar la sostenibilidad de la empresa. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)
La recuperación económica que esperábamos en 2020 no ocurrirá y un año con crecimiento negativo es un escenario probable. Las primeras consecuencias son la imposibilidad de honrar el compromiso de los salarios de los empleados, los impuestos, los pagos a proveedores y otras responsabilidades adquiridas por el giro del negocio.
La creatividad y la innovación son las herramientas para salir de la crisis.Hay que pensar “afuera de la caja”. Habrá empresas que temporalmente deberán cambiar el giro de su negocio, pues si no lo hacen podrían cerrar operaciones. Acá se necesitará toda esta innovación puesta en acción, basada en un plan para el nuevo negocio. Esta creatividad es una “virtud chapina”.
Las MiPymes deben analizar sus propias empresas a la luz del largo plazo.
¿El producto o servicio que se ofrece tiene prioridad en sus clientes?
¿Es un producto sustituible por otro? O ¿es descartable?
¿Se puede mejorar?
¿Qué otra actividad se puede desarrollar que tenga ahora mismo una gran demanda?
¿Cuáles activos se pueden vender para capitalizarse?
¿A qué se está dispuesto para enfrentar la crisis? ¿Se hará lo que sea necesario?
Es indispensable comprender que una empresa puede subsistir varios años fiscales con pérdidas, sin embargo, no puede subsistir sin efectivo. Mantener un flujo de efectivo positivo, es indispensable para garantizar la sostenibilidad de la empresa. La creatividad puesta en acción consistirá en tener una empresa donde los clientes compren para poder contar con capital de trabajo.
Las empresas medianas, con empleados entre 50 y 250 son más estables. Cuentan con una estructura administrativa departamentalizada y una estructura financiera más solvente que les permitiría subsistir un período más largo que las micro y pequeñas. Sin embargo, ante la imposibilidad de vender o producir, despedirán a sus colaboradores, en aras de subsistir.
Las empresas grandes con más de 250 empleados son la minoría. Al igual que las anteriores pueden soportar la presión financiera, pero invariablemente provocarán desempleo para garantizar la subsistencia de la empresa.
* Rodolfo Guillén, Administrador de Empresas y Experto en Negocios y Procesos de Reingeniería del Programa Servicios Expertos de Consultoría (SEC) Guatemala; iniciativa de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico, Swisscontact.
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Desde que el coronavirus llegó a nuestras vidas es imposible no prestarle atención. La velocidad a la que se propaga por los distintos países, el aumento constante de personas infectadas, los efectos físicos y psicológicos que provoca junto a las medidas de aislamiento que se han tomado nos mantienen alerta día a día. Es casi imposible hablar o pensar sobre otro tema, lo que puede derivar en malestar emocional. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Coronavirus, ese mar de incertidumbre
Miles de dudas e interrogantes sin respuesta bombardean nuestra mente junto a las noticias que se difunden por páginas webs y redes sociales. Todo gira en torno al COVID-19, pero aún así no conseguimos calmarnos ni obtener soluciones.
Cuando nos enfrentamos a la incertidumbre, a ese no saber qué pasará, es bastante común experimentar cierta angustia y más si tenemos en cuenta que al ser humano le gusta tener todo bajo control; aunque bien es cierto que existen muy pocas cosas que podamos controlar. Y esto es lo que ocurre con el coronavirus, que a nivel psicológico nos obliga a enfrentarnos a lo inesperado, a la inseguridad. Algo normal si tenemos en cuenta que nunca habíamos estado en una situación semejante, de ahí la incomodidad.
Efectos psicológicos del coronavirus
Estrés, miedos o ansiedad son las reacciones más comunes ante la situación actual. Todo un escenario psicológico que si no se sabe gestionar puede tener consecuencias bastante negativas. De hecho, un estudio publicado en la revista The Lancet sobre el impacto psicológico del coronavirus afirma lo siguiente:
La salud mental se suele resentir aproximadamente a partir de diez días de confinamiento.
Es muy común que se experimente el miedo a infectarse o a contagiarse de forma irracional.
Suelen aparecer los pensamientos negativos y catastróficos con mayor frecuencia.
Aparecen las compras compulsivas por temor a que falten los alimentos y los suministros básicos, debido a que la mente actúa a través de impulsos.
Existe cierta tendencia a aburrirse y sentir frustración producida por la reducción de la interacción con los demás.
Surge la desconfianza hacia la información proporcionada por las instituciones y autoridades.
Las personas con problemas de salud mental pueden sentirse peor o incluso empeorar.
Como vemos, el manejo el manejo emocional del coronavirus es fundamental, ya que puede tener unos efectos psicológicos devastadores en cada uno de nosotros.
Claves del manejo emocional del coronavirus
A continuación, presentamos algunas estrategias para gestionar a nivel emocional esta situación dirigidas a todas aquellas personas se sienten sobrepasadas, nerviosas o con cierto malestar, pero que no están afectadas por esta enfermedad.
En primer lugar, es importante tener claro que todas las emociones que experimentamos tienen un mensaje que decirnos y este normalmente está relacionado con nuestra supervivencia. El miedo, la ansiedad o incluso la rabia, todas pretenden de alguna forma protegernos, lo que ocurre es que en muchas ocasiones los mecanismos que activan en nosotros no son los más adecuados. Por lo tanto, ante una situación totalmente inesperada es normal que podamos experimentar este tipo de emociones.
Ahora bien, también es importante prestar atención a nuestro pensamiento, ese que puede ser nuestro aliado, pero también nuestro peor enemigo. De ahí que también sea necesario entrenar nuestro enfoque mental. Para ello, podemos hacer lo siguiente:
Evitar la sobrecarga informativa. Esto no quiere decir que no estemos pendientes de lo que ocurre, pero sin obsesionarnos.
Cuestionar nuestros pensamientos. Como hemos hablado, es normal tener miedo, pero debemos tener cuidado de que este gobierne nuestras vidas, ya que puede originar pensamientos irracionales y negativos. Tratemos de no dejarnos llevar por el pánico y racionalizar.
Así, si tenemos miedo de infectarnos, en lugar de ponernos en futuros escenarios catastróficos, llevemos a cabo las recomendaciones y medidas de prevención; si tememos que algún familiar mayor o con alguna enfermedad se contagie, hagamos lo posible por protegerlo. Esto es tomemos medidas útiles y cuestionemos nuestras creencias, en lugar de dejarnos llevar por nuestros pensamientos.
Establecer rutinas. Planifiquemos nuestro día, pongámonos unos horarios y por supuesto no nos olvidemos de relajarnos. Estar en casa no significa estar todo el día ocupado, pero tampoco sin hacer nada. Pongámonos al menos una meta al día (leer un libro, hacer ejercicio, pintar, escribir…) Alcancemos un equilibrio y enfoquémonos en el presente, en el aquí y ahora.
Expresar cómo nos sentimos. Liberemos ese malestar, esas preocupaciones y miedos con los demás. Permitámonos estar mal, eso sí sin ahogarnos en estos sentimientos. De ahí que compartirlo sea recomendable con el fin de manejarlo entre todos.
Analizar la realidad. Mucho cuidado con minimizar los riesgos o maximizarlo tanto que nos quite el sueño. Hay que ser realista y adaptarnos a lo que sucede desde la responsabilidad y respeto.
Mantener el contacto con los demás. Tanto si vivimos solos como acompañados tenemos que preocuparnos por cuidar nuestras relaciones. En casa, podemos conversar, jugar o compartir tareas y hobbies y si esto no es posible, siempre están las llamadas, videollamadas o audios de whatsapps.
Por último, algo muy importante que no podemos olvidar es que a pesar de que no tengamos control sobre el coronavirus, sí lo tenemos sobre nuestras actitudes y comportamientos. Por lo tanto, reflexionemos sobre cómo queremos recordarnos cuando pase esta crisis y dónde podemos ejercitar nuestra responsabilidad.
Porque aunque no sabemos cuándo ni cómo acabará esto, sí somos conscientes de que poniendo nuestro granito de arena cada uno será mucho más fácil. Como decía la Madre Teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si faltara esa gota”.
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Título: Asegurar resultados en tiempos de incertidumbre Autores: Stephen R. Covey, Bob Whitman y Breck England Edita: Paidós. Barcelona. 1ª edición, septiembre 2011 Colección: Empresa Traducción: Montserrat Asensio Fernández Número de páginas: 128 págs. Encuadernación: Rústica con solapa ISBN: 978-84-493-2585-4 PVP: 12,90 €
Nos encontramos en una era, afirman los autores de Asegurar resultados en tiempos de incertidumbre, en que los riesgos calculados del pasado parecen un mero juego de niños en comparación con lo que vivimos ahora. Las crisis del futuro pueden ser más graves que cualquier otra que hayamos experimentado hasta la fecha. Todos los expertos coinciden en que acabamos de entrar en una “etapa de montaña”, adoptando, con esta imagen, el símil de la mayor dificultad en una carrera ciclista. Lo que enseña esta actividad deportiva es que el éxito de un equipo está en “confiar sin reserva los unos en los otros, lo que les permite desempeñar su trabajo con precisión”.
“ Nuestra extensa experiencia con miles de organizaciones privadas y públicas , dicen Covey, Whitman y England, nos ha enseñado que lo que marca la diferencia en las etapas de montaña es esa falta de disciplina. En FranklinCovey hemos estudiado la disciplina de equipo de más de 300.000 personas en 17.000 unidades de trabajo pertenecientes a 1.100 organizaciones. Hemos entrevistado a casi todas las personas que trabajaban en 5.000 de esas unidades. Y hemos combinado los resultados de las entrevistas con datos económicos, operativos y relativos a la lealtad de los clientes de una gran cantidad de organizaciones comparables.
Toda esta investigación les hace concluir que las empresas que intentan superar momentos de incertidumbre se enfrentan a cuatro peligros fundamentales: fallos en la ejecución, crisis de confianza, pérdida de concentración y miedo omnipresente. Esta conclusión les lleva a enunciar cuatro puntos básicos que las empresas deben seguir si quieren superar con éxitos esas circunstancias:
1. Ejecución excelente: las empresas ganadoras se marcan metas sencillas, con objetivos claros, que mantienen hasta el final. Todos los miembros saben qué hacer para alcanzar los objetivos y los ejecutan con precisión
2. Altos niveles de confianza: la baja confianza desanima e incrementa los costes especialmente en periodos tumultuosos. Peor cuando los niveles de confianza aumentan todo se acelera y los costes se reducen.
3. Conseguir más con menos: en tiempos duros todo el mundo intenta hacer más con menos. ¿qué es lo que debe hacerse y cómo? Las compañías líderes se centran en aportar más valor, n o sólo en rebajar costes.
4. Transformar el miedo en compromiso: Los tiempos de incertidumbre generan una ansiedad que nos distrae cuando más necesitamos concentrarnos. Las organizaciones ganadoras dan confianza a las personas ofreciéndoles una misión y una estrategia en la que pueden creer, canalizando su ansiedad hacia la óptima consecución de los resultados
Estos principios pueden ayudar a las empresas a ganar a pesar de las turbulencias del camino o del shock del cambio abrumador.
Sumario
Asegurar resultados en tiempos de incertidumbre
Los cuatro peligros de los momentos de incertidumbre
1. Ejecutar las prioridades con excelencia
¿Saben todos qué hacer?
Cómo mover “la media”
2. Avanzar a la velocidad de la confianza
Crisis de confianza
Los impuestos de la desconfianza y los dividendos de la confianza
¿Paga impuestos de desconfianza o cobra dividendos de confianza?
Historia de dos equipos
Reconstruir la confianza
Tres conductas que generan confianza
Estudio de un caso: recuperar la confianza durante una crisis
Una personalidad digna de confianza
Una campaña deliberada de construcción de confianza
3.Conseguir más con menos
Fomentar la lealtad de los clientes y de los empleados
Pulsar el botón de “reset”: alinear la organización con el valor para el cliente
4. Reducir el miedo
¿Cuánto le cuesta la recesión psicológica?
¿Tiene el miedo completamente desconcertada a su organización? ¿Ha paralizado la incertidumbre a todo el mundo?
¿Sabe cómo transformar toda esa ansiedad en energía productiva?
Las raíces del miedo
Conclusión
Notas
Índice analítico y de nombres
Acerca de FranklinCovey
Acerca de los autores
Datos de los autores
Stephen R. Covey (Salt Lake City, 1932) es una autoridad mundial sobre el liderazgo, además de profesor, escritor, consultor de organización y cofundador y vicepresidente de FranklinCovey Co. Licenciado en administración de empresas por la Universidad de Utah, el doctor Cobey obtuvo un MBA en Harvard y un doctorado en la Universidad Brigham Young, donde fue profesor de conducta de las organizaciones.
Autor del best seller, Los 7 hábitos de la gente altamente eficiente, publicado en 1989, traducido a 38 lenguas del cual se han vendido más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo, y considerado el libro de managment empresarial más importante e influyente del siglo XX.
Bob Whitman es presidente del consejo y consejero delegado de FranklinCovey. Obtuvo un MBA en Harvard y fue uno de los cuatro socios ejecutivos, director financiero y miembro del consejo de Trammell Crow Group. Posteriormente, como presidente y consejero delegado de la empresa de inversiones Hampstead Group, adquirió importantes participaciones y ayudó a crecer significativamente a diversas empresas pertenecientes a los sectores de la hostelería, de la restauración y de los parques temáticos.
Breck England se considera un “arquitecto de la propiedad intelectual” que ayuda a crear soluciones de efectividad de primera clase para los clientes de FranklinCovey. En sus dos décadas de experiencia como consultor, ha ayudado a algunas de las multinacionales más importantes del mundo a mejorar la efectividad en los procesos de liderazgo y de comunicación. Ha dirigido proyectos para empresas del Fortune 50 y en países que abarcan desde Suiza a Arabia Saudí
Para leer este libro en Google Books haga click aquí.
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El cambio forma parte de la vida y constantemente tenemos que adaptarnos a las diferentes circunstancias que van apareciendo. Cambios en el puesto de trabajo, cambio de jefe, cambio de residencia, ruptura de pareja o inicio de nuevas relaciones, cambios en el grupo de amigos, casarse, convertirse en padres, mudarse de ciudad o país… todos estos son ejemplos de situaciones que forman parte de la vida de todos nosotros y que nos ponen en el brete de tener que hacer modificaciones en nuestras rutinas y costumbres y nos obligan muchas veces a tomar decisiones.
Los cambios, sobre todo cuando son bruscos o imprevistos, o cuando están relacionados con aspectos importantes de la vida, generan cierto miedo, pues nos obligan a romper con el modo de vida al que estábamos habituados y en el que nos encontrábamos relativamente cómodos. El cambio implica incertidumbre y lo desconocido, aquello que escapa a nuestro control y que nos resulta impredecible, genera temor e inseguridad.
Sentirnos dubitativos e inseguros a la hora de enfrentarnos a los cambios es una reacción normal y relativamente adaptativa, pues nos ayuda a analizar y explorar cuidadosamente las nuevas circunstancias, pues un exceso de confianza inicial podría tener consecuencias muy negativas (que se lo pregunten si no a nuestros antepasados, a los que la prudencia les salvó la vida en más de una ocasión). ¡Pero cuidado! Experimentar cierto miedo al cambio es normal y adaptativo, pero que este temor nos paralice y nos impida actuar y afrontar adecuadamente las nuevas situaciones o tomar decisiones con claridad, puede convertirse en un problema.
Debemos aceptar que las circunstancias difíciles, inesperadas y cambiantes forman parte de la vida, y que por tanto, la adaptación a los cambios también es un esfuerzo que tenemos que realizar por nuestra parte, si queremos aprender a vivir la vida de manera más plena, saludable y feliz. No podemos controlar todas las circunstancias de nuestro entorno, pero lo que sí está en nuestra mano es el modo en que las gestionemos y afrontemos.
Los cambios en nuestra vida nos obligan la mayoría de las veces a tomar decisionesmás o menos relevantes. A veces vamos aplazando estas decisiones por miedo a lo que nos deparen. Este miedo está muy bien reflejado en el dicho popular “mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. La comodidad de lo que ya conocemos nos lleva muchas veces a no dar pasos hacia adelante, incluso aunque lo que tengamos no termine de convencernos o satisfacemos, porque ¿y si lo que viene después es peor?
Estos miedos y anticipaciones son frecuentes cuando nos enfrentamos a una toma de decisiones, pero el hecho es el siguiente: Si nunca damos el paso y nos exponemos a lo nuevo, nunca podremos mejorar el momento presente, y nunca podremos comprobar si realmente nuestros temores eran ciertos.
A la hora de afrontar una toma de decisiones debemos contar con que no es algo fácil de afrontar y tener en cuenta que no hay solución ideal y perfecta, pero mantener la situación presente muchas veces tampoco es la mejor solución. Toda toma de decisiones supone inclinar la balanza a favor de una opción y en detrimento de otra/s, por lo que inevitablemente implica hacer una renuncia y asumir un riesgo:
Asumir un riesgo: Porque nadie garantiza que la opción tomada sea la mejor a la hora de la práctica y porque siempre puede haber factores externos con los que no contábamos y que pueden escapar a nuestro control. No obstante, en nuestras manos también está aprender a gestionarlos y poner en marcha estrategias para darles solución.
Realizar una renuncia: Porque nos veremos privados de los aspectos positivos de otras opciones, pero también de las consecuencias negativas de esas mismas opciones. Y no podemos olvidar que, si nos decantamos por una opción, es porque la consideramos la mejor después del proceso de análisis realizado.
Existen procedimientos para ayudarnos a tomar decisiones de la manera más racional y acertada posible, con el fin de elegir aquella alternativa que maximice las ganancias y minimice las consecuencias negativas, pero nadie nos librará del factor riesgo y de la renuncia. En la toma de decisiones nos ayudará realizar los siguientes pasos:
Definir la situación o problema sobre la que hay que decidir.
Exponer todas las alternativas posibles (incluso las más sorprendentes) a modo de “lluvia de ideas”. Las claves son la cantidad y la variedad.
Posponer inicialmente la valoración y el juicio sobre cada alternativa. Desechar nuestros miedos y prejuicios sobre cada una de ellas con el objetivo de que no sesguen la decisión ni nos disuadan de tomarla.
Descartar aquellas opciones inviables.
Analizar pormenorizadamente los pros y los contras de cada una de las alternativas viables, teniendo en cuenta varios aspectos fundamentales: 1) En qué medida resuelve la situación, 2) En qué medida me siento bien con esta solución, 3) Cuál es el balance de coste/tiempo, 4) Cuál es el balance de coste/beneficio.
Optar por la decisión que maximice lo positivo y minimice lo negativoy empezar a llevarla a la práctica, anticipando previamente los obstáculos que nos podemos encontrar. Esto nos ayudará a saber afrontarlos cuando aparezcan.
Algo con lo que debemos contar es que ninguna solución es perfecta, pero una vez tomada, debemos estar seguros de que ésa es la mejor decisión que podríamos haber tomado. Ya no es momento de pensar cómo hubiera sido todo si hubiéramos decidido algo diferente, pues eso nunca lo sabremos. Para nuestra tranquilidad, debemos contar con que NADA ES INSALVABLE. Incluso aquellos obstáculos que puedan aparecer, podremos irlos afrontando poco a poco, pero lo que está claro es que si no hay cambio, no hay mejoras y dejar que nuestros miedos nos paralicen puede cortarnos mucho las alas e impedirnos descubrir lo que otros modos de vida (situaciones, parejas, trabajos…) nos deparan.
Publicado en el Blog de Miriam Rocha Díaz. Post original aquí.
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Nuestra vida se topa en ocasiones con situaciones imprevistas, acontecimientos desconcertantes y giros que pueden superar la imaginación del mejor autor de ficción…
La vida no es previsible
Y, sin embargo, nos empeñamos en hacer previsiones de todo. Seguimos con interés las encuestas ante cualquier cita electoral –como si nos fueran a vaticinar el resultado final, cosa que sucede cada vez menos–, buscamos qué dicen las previsiones económicas, hacemos proyecciones a futuro del déficit de la Seguridad Social, queremos saber las tendencias para los próximos 20 años…
Cuando en realidad no sabemos qué hecho imprevisto puede suceder mañana y cómo puede cambiar todo.
Las organizaciones son conscientes de la necesidad de lidiar con esta incertidumbre. Estos últimos días he tenido la suerte de trabajar con una compañía multinacional estadounidense tremendamente innovadora, que se dedica a investigar, desarrollar y comercializar tecnologías en varios ámbitos, una compañía líder que sigue invirtiendo en formación para que esa innovación sea una constante, y es extraordinario comprobar el nivel de sus profesionales a la hora de trabajar con un reto ante ellos.
También debe trabajarse con la incertidumbre en el mundo de la Educación. He podido compartir también mi experiencia en el Congreso Nacional de Formación FOL para profesores, donde expliqué mi modelo «Vamos» para aplicar las metodologías emprendedoras en el aula, y compartir unas horas con un grupo de profesores maravillosos.
Tenemos el reto de formar a futuros adultos capaces de
gestionar la incertidumbre del siglo XXI
Por ello, es necesario fomentar nuevas habilidades como la creatividad, la autoconfianza, la capacidad de trabajar en equipo… Las personas deben ser capaces de cuestionárselo todo, de explorar nuevas soluciones, en vez de partir de certezas y de reglas. Porque vivimos rodeados por la incertidumbre.
Vivimos rodeados por la incertidumbre. El futuro es más impredecible que nunca. Debemos convivir con la incertidumbre, porque no parece que se vaya a ir. Y ello supone no solo tolerarla o aceptarla, sino ir más allá: aprender a transformar la incertidumbre en oportunidad, buscar el poder del pensamiento positivo que propugna Martin Seligman y conseguir resultados en medio de esta incertidumbre.
Donde nada es seguro…
todo es posible
A lo largo de nuestra vida, debemos hacer frente a muchos retos habiendo llegado al límite de nuestros conocimientos. Ya no sirve repetir conceptos. En esos momentos, nuestra capacidad personal para buscar soluciones adecuadas será determinante.
La incertidumbre y sus consecuencias es un concepto ampliamente analizado por distintos autores, y particularmente me gusta la visión que le dieron Steven D’Souza y Diana Rennerien su libro Not knowing –’No saber’–. Los autores explican que en el límite entre lo que sabemos y lo que no sabemos hay un lugar lleno de posibilidades. El límite es el lugar en el que puede emerger algo nuevo y explorarlo puede llevarnos a experimentar, a aprender cosas nuevas y encontrar oportunidades.
Las soluciones, en ocasiones, no se encuentran en el saber. D’Souza y Renner nos muestran algunos peligros del saber:
El saber nos otorga seguridad ante cualquier circunstancia. Sin embargo, debemos ser conscientes de que el saber ya no es algo inamovible y, en consecuencia, creer que ‘sabemos’ entraña algunos peligros.
Saber nos da poder, pero también es un estorbo cuando nos aferramos a ese saber como algo inalterable, y nos puede bloquear a nuevos aprendizajes.
Puede producir ceguera por excesiva confianza.
Los límites de la especialización pueden reducir nuestra capacidad de ser originales.
La pretensión del conocimiento, si nos lleva a fingir conocer todas las respuestas sobre un tema es un riesgo, cuando lo razonable es admitir el desconocimiento cuando se produce.
El riesgo del líder que sabía demasiado y la obediencia a la autoridad. Muchas personas prefieren seguir ciegamente a ciertos líderes, ya que así se sienten aliviadas por no saber cómo actuar, pero la obediencia ciega puede tener consecuencias negativas a la hora de tomar decisiones.
El cambio continuo del conocimiento impide que nos podamos situar en una posición invariable de «saber». Todo cambia, por lo que deberemos aprender continuamente.
Más complejo, más ambiguo. Vivimos en un mundo más VUCA que nunca.
Mala relación con la complejidad: es difícil hacer un buen diagnóstico de situaciones complejas. Las soluciones rápidas aplicadas a problemas complejos son soluciones temporales, que no abordan las cuestiones más profundas, y que normalmente no acaban con el problema.
Cuando nos encontramos en el límite entre lo conocido y lo desconocido, aparece la sensación de vulnerabilidad o de miedo. Sin embargo, es necesario aceptar la situación del «no saber» que nos obliga a salir de nuestra zona de confort y a aprender algo nuevo. Como dicen los autores ‘es necesario cruzar el límite’. En ciertos momentos llegamos a Finisterre, que debe su nombre a la expresión latina finis terrae, que significa ‘fin del mundo’, donde está el límite de lo conocido y que supone la frontera que separa nuestra realidad actual de lo desconocido.
En el límite entre lo que sabemos y lo que no sabemos,
hay un lugar lleno de posibilidades
En el límite surge, generalmente, una sensación de incompetencia, que debemos superar si decidimos cultivar nuevas habilidades y capacidades.
Aceptar el hecho de ‘no saber’ algo supone admitir que existe la posibilidad de ganar y la de perder ante la situación que afrontamos y puede suponer una manera muy efectiva de buscar la solución al reto que se nos plantea. Los consejos que te dan los autores para conseguir que te muevas adecuadamente en el límite son los siguientes:
Cambia la sensación de control por la sensación de confianza.
Debes aferrarte a la finalidad y a los valores. Cuando nos adentramos en lo desconocido, tener unos valores y una finalidad claros pueden ser las únicas cosas a las que podemos aferrarnos. En momentos que no sabemos hacia dónde vamos, es importante tener claro el por qué.
Permítete decir«no lo sé». No pasa nada por admitirlo, es un acto de sinceridad que te permitirá buscar otras fórmulas.
Alberga dudas. Siempre es necesario aprender a dudar de lo que ves, cuestionar las cosas y admitir que tu punto de vista es subjetivo.
Cierra los ojos para ver. En ocasiones es necesario cerrar los ojos a las fuentes de información a las que acudimos normalmente para explorar otras nuevas, y conseguir así un nuevo punto de vista.
Observa y crea un espacio para el silencio, detente un rato para ver realmente qué está sucediendo.
Desafía las suposiciones, la autoridad y el conocimiento. Es el camino para conseguir avanzar. Ya sabes que la frase más peligrosa es aquella de «siempre lo hemos hecho así».
Es el único modo de conocer nuevas respuestas.
Ante los cambios, la improvisación es imprescindible y lo comparan a tocar jazz, que obliga a estar completamente presente para afrontar los imprevistos que surjan y dispuesto a abandonar el plan previo cuando sea necesario.
Genera muchas hipótesis y busca diferentes perspectivas.
Asume riesgos. Explora y experimenta. Al final, siempre es necesario probar si realmente funciona tu solución… en el mundo de los emprendedores se aplica a través de la metodología de «Lean Start Up» de Eric Ries, como hablaremos en el próximo capítulo.
Haz locuras, juega.
Ejercita el sentido del humor.
No consideres la vulnerabilidad como una debilidad. Al contrario, es una fórmula de crecimiento. Un estudio de Harvard Business Review muestra que ver el coraje de las personas que aceptan su vulnerabilidad inspira a los demás.
Ten compasión, empatía y solidaridad. La compasión que demostremos con nosotros mismos nos permitirá sentir compasión por los demás y su sufrimiento. Relacionarnos con los demás con empatía y solidaridad nos permitirá conectar con otras personas que están viviendo algo parecido y nos ayudará a encontrar el camino.
Una extensa lista de consejos para cruzar ese camino en el límite. Estamos obligados a convivir con la incertidumbre.
Taleb define a los «cisnes negros» como aquellos sucesos que ocurren contra cualquier pronóstico o previsión, y que tienen lugar con mucha más frecuencia de lo que pensamos. Lo que el autor denomina «cisne negro» es un evento que presenta tres características principales:
1
Es inesperado
Nada de lo sucedido en el pasado apuntaba a que pudiera suceder.
2
Tiene gran impacto
Probablemente porque es inesperado, cuando sucede encuentra a las personas desprevenidas y captura toda su atención.
3
Genera explicaciones a posteriori
Por ese temor que produce lo incierto, cuando aparece esta figura se buscan a posteriori todo tipo de argumentos que justifiquen por qué ha sucedido.
Los sucesos demuestran que se producen continuamente hechos imprevisibles. La incertidumbre se ha instalado en nuestra cotidianeidad.
Pero en cada situación de incertidumbre, nace una oportunidad. Las situaciones de incertidumbre nos obligan a dar el máximo de nosotros mismos, potencian nuestra creatividad y nos hacen crecer hasta dónde no sabíamos que podíamos llegar.
Convertir la incertidumbre en oportunidad es el gran reto, para el cual siempre será necesario aceptar nuestra dosis de vulnerabilidad y saber que vamos a asumir un riesgo, porque no hay garantías de que vaya a salir bien.
Sin embargo, el mayor peligro ante la incertidumbre es no hacer nada… habrá que arriesgarse. Debemos acostumbrarnos a convivir con cisnes negros, con hechos que no tienen una explicación racional, así que, en lugar de intentar controlarlo todo, es mejor estar abiertos a esperar lo inesperado.
Y no dejarnos dominar por el miedo, si aceptamos que la vida es cambio y una sorpresa constante, sabremos gestionar mejor el universo de nuevas posibilidades que nos llevan al futuro.
Nos acostumbraremos a avanzar entre cisnes negros,
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La innovación, además de ser vista como un resultado, puede también verse como un proceso. Cuanto mejor se aborde el camino que separa la identificación de una oportunidad del lanzamiento al mercado de la solución que permita aprovechar dicha oportunidad, mayores serán las probabilidades de éxito de la nueva oferta. Existe por lo tanto cierta relación de dependencia entre el resultado y el proceso.
Muchas empresas, abordan la innovación sin un conocimiento profundo de los diferentes aspectos que afectan a este proceso, que trata de convertir oportunidades en soluciones concretas. En muchos casos se utilizan métodos excesivamente rígidos, en otros, por el contrario, no se utiliza ningún tipo de proceso formal. Sin negar que sería posible encontrar casos de éxito en ambos escenarios, en mi opinión los dos enfoques dificultan la ya de por si compleja tarea de innovar.
Estas circunstancias generan en muchos directivos la creencia errónea de que no es posible sistematizar la innovación, llegando a verla como algo que sucede tan sólo a partir de momentos fugaces de inspiración, o de la genialidad de ciertos individuos, especialmente talentosos. Sin embargo, la innovación empresarial no es magia, es una disciplina, y como tal es posible sistematizarla. Si bien, a diferencia de otras disciplinas, la innovación presenta niveles de incertidumbre que pueden llegar a ser muy elevados.
Me gusta definir la incertidumbre como la brecha existente entre la cantidad y la calidad de información necesaria para tomar una decisión, con una certeza absoluta acerca de los resultados que se obtendrían de ella, y la información realmente existente. Para reducir esa brecha debemos adquirir nueva información y que nos permita aprender, que es justamente el papel del proceso de innovar.
Por lo tanto, hay que abordar el proceso de innovación, especialmente la fase inicial, como un proceso de aprendizaje, que debe conducir a una reducción de la incertidumbre y el riesgo. A lo largo de este proceso de aprendizaje aparecerán problemas, y situaciones inesperadas. Debe asumirse que este es un hecho inherente a la innovación. Lo importante es tomar las medidas adecuadas, para que la mayoría de estas situaciones se produzcan lo antes posible, ya que esto comportará una serie de ventajas:
En las etapas iniciales del proceso de innovación estamos en mejor disposición de influir en el resultado final, ya que todavía no hemos realizado grandes inversiones y los costes hundidos no son una barrera para proponer cambios.
El coste de resolver imprevistos aumenta de manera exponencial a medida que el proceso avanza, y se tarda en identificarlos y solucionarlos. Cuanto más avanzado esté el proceso, mayor será el compromiso con una solución concreta y menor el nivel de flexibilidad. Cada cambio puede acarrear una cascada de modificaciones.
Si la identificación de los problemas asociados con el desarrollo de la solución se produce demasiado tarde, se deberán dedicar más recursos, tanto humanos como financieros para intentar salvar el proyecto.
Se puede dividir al proceso de innovación en tres grandes partes: descubrimiento, implementación y comercialización. La fase inicial de descubrimiento es la que ofrece mayores niveles de incertidumbre, y es la que va desde la identificación de oportunidades hasta la concepción de la solución. A lo largo de esta etapa, debemos centrarnos tanto en explorar el espacio del problema como el espacio de la solución.
Esto puede hacerse de manera secuencial o en paralelo. Pero en cualquier caso el origen del proceso de innovación no es la generación de ideas, sino que debe ser siempre un problema sobre el que se debe aprender, tanto como sea posible. De este modo, las personas responsables de crear nuevos conceptos, podrán hacerlo con un conocimiento profundo del reto al que pretenden dar respuesta y del contexto en el que la solución deberá encajar.
Para transitar esta etapa de descubrimiento, es recomendable utilizar metodologías que aporten cierta estructura y formalidad, pero que sean a la vez suficientemente flexibles para incorporar la información que se irá generando a lo largo del proceso. Esta metodología debe ser iterativa, permitiendo avanzar y retroceder entre las distintas subetapas en función de las necesidades del proyecto.
Algunas de las prácticas utilizadas en esta fase inicial, para lograr avanzar la aparición de problemas y generar una adquisición rápida de conocimiento, pueden ser la aplicación de diferentes métodos de investigación de mercado, entre los que cabe destacar la etnografía por la riqueza de los “insights” generados, la utilización de de técnicas creativas, en algunos casos con la participación de clientes, la construcción de prototipos de baja resolución y la posterior obtención de feedback a partir de la realización de tests.
En el próximo post describiré cuatro aspectos que juegan un papel clave en esta etapa de descubrimiento. La gestión adecuada de la fase inicial del proceso de innovación, es clave para la comercialización exitosa de nuevos productos o servicios.
Publicado en The Jazz Musician. Post original aquí.
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Todas las empresas están expuestas a la dinámica del entorno
Los cambios políticos, económicos, el mercado, la competencia, las regulaciones, la tecnología, que avanza aceleradamente, entre otros factores, afectan a las organizaciones, por lo que es necesario desarrollar estrategias de éxito.
Ante tales cambios del entorno las empresas deben buscar la manera de anticiparse, para poder manejarlos adecuadamente.
Los líderes de las organizaciones deben anticiparse al futuro incierto, para que puedan tomar decisiones de manera apropiada y enfrentar los riesgos de forma correcta.
Cada día se evidencian cambios en el mundo, en algunas regiones se notan más los impactos políticos y económicos que afectan a las organizaciones.
En otros países más sólidos a nivel político o económico igual las organizaciones se enfrentan a otros factores del entorno como por ejemplo la evolución de la tecnología, por lo que las empresas deben pensar en su futuro.
Entorno país
Existen países que lamentablemente atraviesan por condiciones políticas o económicas desfavorables, que presionan a las empresas, en muchos casos estas empresas se enfrentan a situaciones de total incertidumbre.
La implementación de políticas fiscales, políticas monetarias, condiciones inflacionarias, políticas regulatorias, devaluación de la moneda, el descontento social, entre muchos otros aspectos pueden hacer tambalear la estabilidad de las organizaciones.
Si este el caso de tu empresa seguramente sientes que el entorno la está afectando o que en el corto plazo la afectará. Si es así anticípate a estos cambios para que tu negocio no se vea impactado.
Evolución de la tecnología
Desde la Revolución Agrícola Británica (1600-1740), no han parado los cambios en el entorno, luego siguieron la Revolución Industrial (1780-1840), la Revolución Técnica o Segunda Revolución Industrial (1880-1920), la Revolución Verde (1940-1970), la Revolución Información y Telecomunicación o la Era de la Información (1985-2000), la Tercera Revolución Industrial, conocida como la Revolución Científico-Tecnológica o Revolución de la Inteligencia por la importancia de la tecnología y las comunicaciones.
Esta evolución de la tecnología ha generado inevitablemente transformaciones en las empresas y en la forma de hacer negocios. Actualmente, se habla de la Revolución 4.0, la era digital y la era de la inteligencia artificial y seguiremos viviendo revoluciones tecnológicas, a lo mejor más rápido de lo que nos imaginamos.
¿Qué tan vulnerable a la tecnología es la forma de hacer negocios de tu empresa? ¿Puede tu organización subsistir en el mediano y largo plazo? ¿Pueden aparecer competidores con nuevas formas innovadoras de hacer negocio? ¿Cuánto tiempo dedicas a pensar en los posibles escenarios futuros de tu negocio?
Un momento de reflexión para desarrollar estrategias de éxito
El entorno siempre ha afectado a las empresas, el tema es que ahora la velocidad del cambio es mayor, es muy acelerado.
Se habla que en pocos años desaparecerán muchas profesiones y los empleos que estarán disponibles serán de profesiones que en la actualidad no existen. Eso significa que todas las empresas se verán afectadas inevitablemente por el entorno.
¿Qué está haciendo tu organización para enfrentar estos cambios? El futuro es ya!!
Tómate unos segundo para responder las preguntas que se formulan a continuación:
¿Sientes que el entorno afecta negativamente a tu negocio?
¿El entorno está afectando a tu empresa y no sabes qué hacer? ¿Tu organización se encuentra en un entorno incierto y no sabes cómo manejarlo estratégicamente?
¿Te gustaría prepararte para enfrentar los cambios del entorno que pudieran afectar a tu empresa?
¿Necesitas desarrollar estrategias de éxito para que el entorno no afecte a tu empresa?
¿Quieres estar preparado para tomar decisiones adecuadas ante los escenarios futuros que podría vivir tu organización?
¿Te gustaría saber cómo moverte en cada escenario que presente el futuro para tu negocio?
Sea cual sea el elemento del entorno que afecta a tu empresa debes estar preparado para enfrentar al futuro de manera versátil. No dejes que el entorno afecte a tu empresa, anticípate a ello.
¿Cómo desarrollar estrategias de éxito para el futuro?
Debido a esa diversidad de factores o eventos que pueden afectar el desenvolvimiento de una organización, es necesario realizar una planificación flexible, para adaptarse a las condiciones cambiantes que determina el entorno de la empresa.
La Planificación por Escenarios, es sin duda una herramienta poderosa de la Planificación Prospectiva, que sirve para la toma de decisiones dentro de las organizaciones, permitiéndoles visualizar mejores respuestas frente a eventos futuros, con poca o mucha probabilidad de ocurrencia, y que de no tomarse las previsiones del caso, afectarían de manera significativa la gestión de la organización.
Por otra parte, planificar dentro de cada posible escenario que puede vivir una empresa en el ambiente en el que se desempeña, le confiere flexibilidad y dinamismo para moverse en su entorno, además de permitirle dar respuestas certeras frente a las eventualidades futuras.
Se hace imprescindible, en toda organización, planificar estratégicamente respondiendo a los distintos escenarios que pudieran presentarse.
Publicado en OPM Integral / Blog. Post original aquí.
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La teoría prospectiva o teoría de aversión a las pérdidas afirma que las percepciones de beneficio y pérdida de las personas son asimétricas. Es decir, las personas tienen más miedo a sufrir una pérdida de lo que son atraídos por el posible beneficio. Si las personas se les da la opción de dos perspectivas diferentes, van a escoger el que se piensa que tiene menos posibilidades de terminar en una pérdida, en lugar de la que ofrece la mayor cantidad de ganancias.
Vayamos con un ejemplo para entenderlo mejor. Si nos proponen que se lanzará una moneda al aire y que el supuesto que aparezca cara ganaremos 100 euros pero en el supuesto contrario, que salga cruz, deberemos pagar 100 euros, ¿Terminaríamos aceptando la apuesta? matemáticamente, la apuesta tiene un planteamiento de valor esperado cero mediante el siguiente cálculo:
Valor esperado = (0,5 x 100 euros) + (0,5 x -100 euros) = 0 euros
Los psicólogos Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía en el 2002) y Amos Tversky (Tversky murió en 1996), padres de la teoría, llevaron a cabo este experimento en una amplia muestra, variando las cantidades que se ganaban para observar a partir de que punto se induciría al sujeto a aceptar la apuesta. Sus conclusiones finales fueron que bajo el planteamiento anterior, deberían ser 250 euros el beneficio esperado, por lo que el valor esperado de la puesta finalmente sería aceptada a partir de 75 euros.
Valor esperado = (0,5 x 250 euros) + (0,5 x -100 euros) = 75 euros
Debido a ésto, Kahneman y Tversky comprobaron que las pérdidas eran 2,5 veces más indeseables de lo que eran los beneficios equivalentes. Dicho en otras palabras, la pérdida de un euro es 2,5 veces más doloroso que el beneficio que éste reporta. La gente demuestra una extremada aversión a la pérdida, aunque 100 euros es una cantidad que podría pasar prácticamente desapercibida para todos aquellos que cuentan con suficientes recursos para su subsistencia.
Otro planteamiento curioso que descubrieron los psicólogos, es que en aquellas situaciones en las que se estableció una pérdida segura las personas solían aceptar la apuesta por amplia mayoría. Pensemos en las siguientes alternativas posibles:
Pérdida segura de 750 euros.
Un 75% de probabilidades de perder 1000 € en 25% de posibilidades en no sufrir pérdida alguna.
A pesar que el valor esperado de ambos planteamientos son iguales, es decir una pérdida de 750 euros, el 90% de los sujetos encuestados se mostraron partidarios de la segunda alternativa, es decir apostar. Por lo que si nos encontramos ante una pérdida segura, la gente tiende a la búsqueda del riesgo para tratar de esquivarla.
Para los profesionales financieros que gestionan y asesoran nuestras inversiones, el reto consiste en crear una cartera satisfaciendo el perfil de riesgo de cada cliente, en lugar de recompensa desea. Para el inversor, el reto es superar las predicciones de la teoría prospectiva decepcionantes y llegar a ser lo suficientemente valiente para obtener las ganancias que desea.
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“Esta era de la ansiedad es, en gran parte, el resultado de querer hacer las tareas de hoy con las herramientas de ayer”. Marshall McLuhan
Partiendo de la fuente para este post o artículo, que os recomendaría si podéis acceder a ella: Es la de los autores Wiltbank, R., Dew, N., Read, S. y Sarasvathy, S. D. (2006) “What to do next? The case for non-predictive strategy,” Strategic Management Journal n°27: pp981-998.
El objetivo de la estrategia es decidir qué hacemos en una situación dada, para que logremos un objetivo determinado. Básicamente, las decisiones estratégicas las reducimos en una sola pregunta “¿qué vamos hacer a continuación?” o “¿qué queremos hacer en un futuro a largo plazo?”. En mercados, en ambientes caracterizados por la incertidumbre (definida como falta objetiva de la información que podamos tener en un momento dado), no es simple una cuestión, podemos encontrar varios enfoques que nos sean posibles para abordarla. Dos dimensiones las podríamos caracterizar en estos dos posibles enfoques: la predicción y el control.
El Control: nos preguntamos cómo podemos controlar la evolución de nuestro entorno. Si tenemos la supuesta suposición sobre la estrategia clásica, en la que nos encontramos en la organización dada que podemos observar que tiene poca influencia en su entorno, que en su mayor parte se mueve. Todo lo que la organización puede hacer es encontrar un lugar, donde encontremos este entorno (la planificación / el posicionamiento) o adaptarnos cuando cambiamos (adaptación). De ahí la importancia de la noción del “ajuste” que el campo insiste en (el ejemplo de Michael Porter en 1996). En el lado opuesto del espectro, el campo de la innovación, el emprendimiento hacía un nuevo entorno, podemos observar que una organización, puede cambiar su entorno de manera profunda, a veces desde una visión definida con anterioridad, o a través de la lógica de la transformación progresiva del entorno o clima en el futuro. Hay muchos ejemplos de organizaciones y empresarios que comienzan con las probabilidades aparentemente apiladas contra ellos, completamente transformando sus ambientes de trabajo: Michael Dell, Richard Branson, por nombrar sólo algunos, así como las empresas IBM, Lenovo etc.
La predicción: preguntémonos hasta qué punto nuestro enfoque se basa en una previsión del entorno para futuro a largo plazo. La fuerte predicción corresponde a un enfoque de planificación, creamos una predicción detallada del futuro antes de iniciar la acción que queremos hacer, ya sea para innovar, crear o cambiar, o un tipo de visión: imaginemos el futuro y nos esforzamos por hacer realidad esta visión. La predicción baja corresponde a un enfoque más adaptativo: no tratamos de predecir el entorno futurista, sino que nos movemos y nos adaptamos a los cambios a lo largo del camino.
Si tenemos una Fuerte Predicción y un Control Fuerte (arriba a la derecha): en esta configuración, puede que seamos unos visionarios, tengamos una visión fuerte del entorno de nuestro futuro, por lo que estamos comprometidos a hacer que esta visión, sea una realidad a través de nuestras acciones, porque podemos, o creemos que somos capaces de cambiar el ambiente de trabajo. Esta configuración si la asumimos con las prácticas estratégicas que tomamos, será para nosotros como un punto de partida para poder obtener nuestra visión y una misión para ir a generar el cambio.
2. Si tenemos una Baja Predicción y un Control Bajo (abajo a la izquierda): Como en la configuración anterior, seremos los “tomadores” del entorno, sobre el cual no desarrollamos una visión o una predicción para poder anticiparnos. Pero tampoco podemos influir en ella. Es parte de la estrategia clásica, pero actualizada para dirigir o liderar dentro del caso de las industrias afectadas por la turbulencia que está siendo “machacada” en los diferentes mercados, como el sector de alta tecnología. El paradigma es el de ajuste o prueba y el error. La clave del éxito en esta configuración sino está en la flexibilidad, es decir, la capacidad de adaptarnos a una nueva situación, de forma rápida y a bajo coste. Si bien este enfoque es popularmente (especial en el mundo aparentemente impredecible de hoy en día), nuestra limitación estará en que la adaptación por definición es de forma reactiva, es decir, si tomamos el riesgo de llegar siempre tarde, el dejar esto es para mañana, conocidos como el “Tomorrow Country” (El país del mañana – Mañana lo haremos, mañana lo recibirá, mañana etc.)(Tomorrow Is Another Country) Escrito por Alliste Sparks,Allister Spakrs.
Esto se debe a que la mayoría de los indicadores fiables están poco actualizados, están rezagados, si no diseñamos a medida nuestros propios Kpi´s , porque tomamos demasiado tiempo para reaccionar, por muy ágiles que podamos ser. Además, ser puramente reactivos significará que asumiremos el riesgo de no tener los bienes adecuados (tanto en el conocimiento, la experiencia, materiales) en el momento adecuado. Como tal, la adaptación nos será importante, pero no será el único enfoque de la organización a largo plazo que podamos tener, dado que nos tocará transformarnos.
Si nos encontramos con que tenemos una Fuerte Predicción y un Bajo Control (arriba a la izquierda): En esta configuración, desarrollaremos una visión fuerte del mercado para un futuro, pero básicamente no somos capaces de influir de manera significativa. El paradigma es el que corresponde a la estrategia clásica, de la planificación, basada principalmente en el descubrimiento de una posible posición aceptable (realizando un ajuste) para la organización dentro de un entorno sobre el que tenemos poca influencia. Por este motivo, la calidad de nuestra planificación, nuestra predicción es esencial, y la mayor parte del trabajo estratégico que le dedicamos (esta fase la llamamos el análisis estratégico). Si tenemos nuestra planificación o predicción correcta, lo lograremos. Si nos equivocamos, entonces estaremos en problemas; Por lo que esta estrategia también puede sernos frágil, especialmente en entornos de incertidumbre y turbulentos. Tengamos en cuenta que para el éxito de conseguir nuestros objetivos, tales estrategias nos dependerán de una capacidad única para hagamos, en la medida de lo posible, una predicción exacta, o simplemente, si somos sólo seguidores de una tendencia más.
Si estamos en con una Predicción Baja y un Control Fuerte (abajo a la derecha): Lo más interesante es que nos encontramos en la configuración final, en la que no desarrollamos la visión o la planificación, la predicción del entorno futuro, pero sin embargo buscamos ejercer un fuerte control sobre nuestra evolución. Este punto lo podemos hacer a través de alianzas, coaliciones, influencia en los estándares, etc. Se dice que el enfoque es transformador, porque en él, nos transformamos (al menos en parte) nuestro ambiente, aunque sea de manera limitada. Más específicamente, lo co-creamos con las partes interesadas y seleccionadas para ir a la transformación.
El enfoque, tendrá mucho en común con la “estrategia integrada”, la que corresponde a la acción, una teoría de la innovación, del emprendimiento dentro o fuera de la organización. La acción que nos describe cómo las organizaciones crea nuevos mercados cuando se enfrentan a una situación de fuerte incertidumbre. Es este enfoque no predictivo de la estrategia que hoy en día nos ofrece más perspectivas para el desarrollo de la estrategia, también funciona bien para las grandes organizaciones: podemos aprender de las organizaciones de los empresarios, de los líderes que, después de todo, son los expertos en la dirección de la incertidumbre. Desarrollaremos el concepto de estrategia no predictiva en futuros puestos de trabajo que ya estamos hablando, en el futuro de nuevos mercados, nuevas necesidades etc.
“Aprender es comprender la relación que existe entre las cosas”. Jean Renoir
Gracias por leernos, por disfrutar, por compartir.
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La semana pasada se celebró en Barcelona un interesante simposio, organizado por la Fundació Joan Maragall, y que llevaba por título “Razón y emoción: sociedad, política y religión”. Durante dos días Barcelona tuvo la oportunidad de disfrutar de un conjunto de debates alrededor de una cuestión que tiene una importancia fundamental.
Sabemos que el binomio razón vs emoción –o, de forma más compleja, razón vs pasión– puede reseguirse de forma clara en las explicaciones antropológicas y éticas de toda nuestra tradición filosófica. Por supuesto, la mera perdurabilidad de una cuestión de debate no garantiza su importancia –a veces hablamos largamente sobre auténticas memeces. Pero, en caso que consideremos que los filósofos reflexionan sobre cuestiones permanentes por lo que tienen de humanas, mientras haya humanidad existe la posibilidad de aprender algo de ellos, de los de ahora y de los de antes. Esta posibilidad no parece desaparecer ni tan siquiera ante las afirmaciones más contundentes que científicos, psicólogos, teólogos y estudiosos de la filosofía propusieron la semana pasada en el citado simposio. Porque ni toda nuestra ciencia, ni su imponente y contrastada capacidad para decir cosas nuevas sobre el mundo, es capaz de llegar tan lejos en la radicalidad de sus preguntas como la filosofía, si es que es filosofía genuina. Ante aquella a veces un tanto arrogante seguridad de algunos, la humildad de ese escépticoprovisional que es el filósofo genuino resulta más interesante en su profundidad para buscar el conocimiento. Si es que lo que interesa es buscar verdades y no seguridades, claro está.
Así pues, si volvemos la mirada al pasado con un genuino interés por aprender alguna cosa, nos encontraremos con una interesante tradición de debate girando alrededor de la cuestión de la razón y la pasión. Ya los primeros grandes psicólogos de la historia –es decir, los primeros estudiosos del alma– nos dijeron que podíamos distinguir en nosotros una parte racional y una parte irracional, siendo la primera propiamente humana y, por lo tanto, la que debía orientar a la segunda. Sócrates, Platón y Aristóteles insistieron en la necesidad –no de eliminar la pasión– sino de guiarla con la ayuda de la razón. Esta tradición de equilibrio con predominio de la facultad intelectiva tuvo gran resonancia en nuestra historia y, aún en el siglo XVI, Erasmo de Rotterdam le recordaba a Guillermo, duque de Cléveris, que “la razón hace al hombre y que no hay espacio para la razón allí donde todo sigue el dictado de las pasiones”.
Sin embargo, y a pesar de todo el racionalismo desarrollado a lo largo de la modernidad, los modernos fueron planteando, paulatinamente y de manera sutil, una alternativa fundamental al equilibrio que habían planteado los clásicos –con la notable excepción de los estoicos. Entre los primeros modernos, encontramos a un Hobbes que en su Leviatán afirmaba que lo más fundamental en nosotros es el miedo a la muerte y la consecuente búsqueda de seguridad. Una pasión a la que se añade la razón como calculadora de los medios para satisfacer lo que la primera indica. Algo fundamental había sido alterado de forma radical. Le siguió Spinoza, que a pesar de su crítica a las pasiones y la defensa de la razón planteadas en su Tractatus, dejó claro en su Ética que lo más fundamental en nosotros es un esfuerzo por perseverar en nuestro ser, un conatus que no es otra cosa que un apetito o un deseo consciente –algo que cae en el ámbito de la pasión. El recorrido sería completado por Nietzsche, quien intempestivamente afirmó que somos voluntad de poder y que la razón y el conocimiento son solo instrumentos al servicio de esta pasión fundamental.
No es extraño que todo este recorrido terminara en una edad contemporánea caracterizada por lo que podría llamarse una crisis de la razón, esto es, por la desconfianza en la capacidad racional para resolver las grandes cuestiones de la humanidad. A espaldas de gigantes llegamos a un presente donde esta crisis se conjuga, tal vez no por casualidad, con una sociedad donde consumimos tantas emociones como productos, donde la tecnología nos permite una expresión constante y estridente de lo que sentimos, donde el relativismo afecta por igual a creencias y a emociones y donde, a pesar de que la ciencia cada vez nos cuenta más sobre cómo son las cosas, seguimos sin tener respuestas a la cuestiones más decisivas. Empezando por la pregunta sobre qué vida merece la pena ser vivida o aquella otra sobre qué fin debería orientar nuestra educación. Así, parece que pasado y presente nos invitan a seguir pensando esta decisiva cuestión y, como no podía ser de otra forma, haciéndolo con una actitud abierta pero también prudente ante aquellas perspectivas, como el racionalismo científico o la postmodernidad filosófica, que nos piden abandonar lo que se consideran dualismos caducos.
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