​La teoría del aprendizaje de Robert Gagné

por Oscar Castillero Mimenza

¿Cómo conceptualizaba las etapas del aprendizaje este psicólogo estadounidense?

Aprender es el proceso básico por el cual adquirimos información del mundo exterior o interior para posteriormente trabajar con ella. El resultado de este proceso es el conocimiento, el cual permite realizar una amplia variedad de conductas, predicciones e incluso adquirir asimismo nuevos conocimientos y esquemas cognitivos.

El aprendizaje es pues un fenómeno fundamental que nos permite la supervivencia y la adaptación al medio, siendo estudiado por muy diversas disciplinas y corrientes teóricas. Una de las múltiples teorías que han surgido respecto al proceso de aprendizaje es la teoría del aprendizaje de Robert Gagné. Y es que Jean Piaget no fue el único en hablar sobre el aprendizaje en clave psicológica.

El aprendizaje para Robert Gagné

Como hemos dicho hay maneras muy diferentes de entender lo que es el aprendizaje.

En el caso de la teoría del aprendizaje de Robert Gagné se considera como tal el resultado de la interrelación entre persona y ambiente, siendo un cambio de tipo comportamental, conductual e incluso de disposición o actitud respecto a una parte o la totalidad de la realidad.

Dicho cambio es mantenido en el tiempo como consecuencia de la interacción entre persona y ambiente, no siendo debido únicamente a cambios madurativos sino a la vivencia de experiencias y repetición de éstas.

Para Gagné, la información llega al sistema nervioso a través de los receptores sensoriales, para posteriormente procesarse y almacenarse en la memoria hasta que sea necesaria su recuperación. Si dicha información se corresponde con alguna previa puede pasar fácilmente a almacenarse, pero en caso contrario será necesaria la práctica y repetición del aprendizaje.

Las emociones intensas y las motivaciones facilitan (o dificultan. según el caso) dicho almacenamiento y posterior recuperación.

El papel de la motivación en el aprendizaje

A la hora de recuperar la información, debe suceder alguna situación o estímulo que exija utilizar el aprendizaje almacenado, el cual ante dicho estímulo pasa a un hipotético generador de respuestas interno. Tras su paso por este generador se produce la conducta, teniendo en cuenta a la hora de escoger cual aplicar el nivel de control y las expectativas propias y ajenas respecto a la conducta y la meta u objetivo a cumplir con ella.

Así, la motivación actúa como motor del aprendizaje y, a la vez hace que se creen más situaciones para poner en práctica lo aprendido, ya que crea más oportunidades en las que se detecta una situación en la que las nuevas habilidades adquiridas pueden ser útiles.

Para aprender es imprescindible que exista motivación, sea del tipo que sea, con el fin de que la información sea atendida y procesado. En caso contrario no se registraría la información ni se generaría conocimiento. Pero ¿qué aprendemos exactamente?

¿Qué aprendemos?

No siempre aprendemos el mismo tipo de cosas. De hecho existe una amplia variedad de estímulos, situaciones, habilidades y procedimientos de diferentes tipos que podemos llegar a adquirir a lo largo de la vida.

Para Gagné, la amplia variedad de posibles aprendizajes se pueden agrupar en ocho diferentes tipos de aprendizajes: el aprendizaje de reacción a señales o reflejos, el aprendizaje condicionado estímulo-respuesta, el encadenamiento de secuencias de acción motoras, la asociación verbal, la discriminación, el aprendizaje y comprensión de conceptos, el de principios con los que estructurar las valoraciones hechas por el sujeto y el de resolución de problemas.

Los productos de dichos aprendizajes, asimismo, también son clasificados en cinco categorías principales.

1. Habilidades motoras

La destreza motora es fundamental a la hora de poder actuar.

Se precisa un entrenamiento para conseguir que el movimiento sea automatizado y pueda realizarse con precisión, especialmente en el caso de conductas que exijan el seguimiento de una secuencia de acciones.

2. Información verbal

Este tipo de capacidad o aprendizaje es el que se refiere al proceso de transmisión de información y a la retención de datos concretos como nombres o recuerdos.

3. Habilidades intelectuales

Se trata de las capacidades que permiten captar, interpretar y utilizar elementos cognitivos con el fin de interpretar la realidad, incluyendo la capacidad de simbolización. Este tipo de habilidades son de gran utilidad para discriminar estímulos y asociar simbología y realidad.

4. Destrezas y estrategias cognoscitivas

Este tipo de habilidades se refieren a los procesos cognitivos que utilizamos para captar, analizar, trabajar y recuperar la información. Asimismo está vinculado con la elección de conductas adaptativas al entorno y sus demandas concretas. Atención, estilo de respuesta o planificación son varios ejemplos de este tipo de habilidades, y según la teoría de Gagné trabajan a la vez.

5. Actitudes

Se consideran actitudes a los estados internos que influyen a la hora de elegir las conductas y comportamientos hacia situaciones, personas u objetos concretos. Son, en definitiva, predisposiciones que nos inclinan más hacia una opción o hacia otra y que moldean nuestra manera de comportarnos.

Aprender puede provocar que las actitudes personales cambien, pero dicho cambio es gradual y progresivo, siendo el aprendizaje complejo y necesitando ser reforzado para que exista un cambio real y permanente.

Etapas del aprendizaje

Independientemente del tipo de conocimiento, habilidad o disposición que se adquiera, la teoría del aprendizaje de Gagné considera el aprendizaje como un proceso el cual puede dividirse en diferentes etapas antes de la adquisición del conocimiento. Dichas etapas o fases son las siguientes.

Primera fase: Motivación

La primera fase en el proceso de aprender es la fase de motivación. En esta fase básicamente se establece un objetivo, orientando la atención hacia él. De este modo sabemos hacia qué debemos dirigir nuestras acciones.

Segunda fase: Aprehensión

En esta segunda fase se utilizan procesos de atención y percepción selectiva cuando un cambio en algún estímulo atrae la atención y nos hace focalizarnos física y cognitivamente en él.

Tercera fase: Adquisición

Si bien las fases anteriores se basan principalmente en la fijación de la atención y la intención de atender, durante la tercera fase se produce la adquisición y codificación de la información. recopilando los estímulos y trabajando con ellos. Esta tercera fase es la principal en el proceso de aprendizaje dado que es el momento en que se adquiere el conocimiento.

Cuarta fase: Retención

Tras la adquisición de la información se procede a almacenarlo en la memoria, teniendo que vigilar la posible interferencia con otros conocimientos siendo favorecida dicha retención por estos.

Quinta fase: Recuperación

Una vez retenida la información el aprendizaje permanece en la memoria hasta que algún tipo de estímulo desencadena la necesidad de recuperarla. En esta situación nace el recuerdo de la información almacenada tras un procesamiento de las necesidades que surgen del estímulo o demanda.

Sexta fase: Generalización

Una parte muy importante del aprendizaje es la capacidad para generalizar la información. En esta fase del proceso de aprendizaje se construye una asociación entre el conocimiento adquirido y recuperado y las diferentes situaciones en las cuales podría demandarse dicho conocimiento.

Esta generalización permite establecer conductas adaptativas ante estímulos novedosos de los que no tenemos información. Puede ser entendida como una de las principales metas del proceso de aprendizaje, ya que es aquí donde se nota la utilidad de lo aprendido al llevarlo más allá del contexto inicial.

Séptima fase: Desempeño

La séptima fase del proceso de aprendizaje es la de desempeño. En esta fase el individuo transforma el conocimiento aprendido en acción, realizando una conducta en respuesta a la estimulación externa o interna.

Octava fase: Retroalimentación

La comparación entre los resultados de la actuación derivada del uso del aprendizaje y las expectativas que se tuvieran respecto a dichos resultados son la última fase del proceso. Si los resultados son los esperables o mejores, se fortalecerá el aprendizaje, mientras que en caso contrario se intentará modificar o se descartará en esa situación en favor de otras alternativas.

Referencias bibliográficas:

  • Gagné, R. (1970). Las condiciones del aprendizaje. Aguilar. Madrid.
  • Meza, A. (1979). Psicología del aprendizaje cognoscitivo. Hallazgos empíricos en los enfoques de Piaget y Gagné. Lima: NUCICC.

Publicado en Psicología y Mente. Post original aquí.

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¿Qué significa ser un líder ágil?

por Raúl Castro

En el mundo de los negocios modernos, muchos líderes enfatizan la importancia de ser «ágiles». Tomado del concepto de desarrollo ágil del mundo del software, este estilo de gestión requiere que un líder sea flexible, adaptable y rápido en la toma de decisiones.

Miramos lo que se necesita para poner en práctica el liderazgo ágil.

1. Estar presente para obtener ideas

Sé ágil estando más presente. Si bien la estrategia es fundamental para el éxito, es tan importante, si no más, liderar de manera efectiva en el momento presente. Estar presente crea mayor conciencia para enfrentar los desafíos correctos que enfrenta su equipo. Escuche con atención y haga preguntas poderosas para obtener información y tome la decisión correcta para ayudar a su organización a avanzar en cada problema.

Tip1 #LíderÁgil: liderar de manera efectiva en el momento presente

2. Inspirando la creatividad y la innovación en sus colaboradores

Agil es tanto una forma de trabajar como una forma de ser. Para fomentar una cultura ágil en una organización, no es suficiente establecer métodos de automatización y desarrollar una cadencia de planificación y revisión de proyectos, por lo que el trabajo se mejora constantemente. Los líderes deben inspirar creatividad e innovación dentro de los colaboradores para que, a medida que la organización avanza, los colaboradores contribuyan directamente.

Tip 2 #LíderÁgil: los líderes deben inspirar creatividad e innovación dentro de los colaboradores

3. Moviéndose rápidamente

Agil significa poder moverse rápido. La velocidad es esencial para el éxito del negocio. La empresa que se mueve más rápido para resolver un problema, crear un producto o responder a una necesidad será el negocio que gane. La agilidad suele estar más disponible cuando las acciones son guiadas por la aspiración. Cuando todos saben para qué están trabajando, las personas se vuelven más creativas para lograr la visión.

Tip 3 #LíderÁgil: la empresa que se mueve más rápido para resolver un problema crear un producto o responder a una necesidad será el negocio que gane

4. Adaptándose a cualquier situación que suceda

Ser ágil significa que puedes adaptarte rápidamente a las situaciones a medida que surjan. Cada día trae nuevos desafíos para los líderes, y no siempre puede confiar en lo que funcionó ayer para resolver los problemas de mañana. Los líderes siempre deben usar su experiencia como herramienta, pero no confiar en ella únicamente para resolver problemas.

Tip 4 #LíderÁgil: los líderes siempre deben usar su experiencia como herramienta, pero no confiar en ella únicamente para resolver problemas 

5. Tener la flexibilidad para tomar acciones rápidas pero seguras

Los líderes deben ser ágiles en sus decisiones y acciones. Los líderes que pueden ver el panorama general, dividirlo en partes más pequeñas y luego ejecutar son simplemente más productivos que aquellos que no comparten esta flexibilidad. Al implementar porciones más pequeñas del plan, uno puede determinar fácilmente dónde se deben hacer los ajustes para prevenir el drenaje de recursos y desarrollar sistemas más eficientes.

Tip 5 #LíderÁgil: los líderes ágiles implementan porciones más pequeñas del plan para determinar fácilmente dónde se deben hacer los ajustes

6. Ser resistente y creativo

La agilidad es una señal de que alguien es flexible, está abierto al cambio y al crecimiento. Las empresas deben ser adaptables y flexibles en su enfoque para mantener la competitividad. Los líderes ágiles no se atascan en lo que significa el cambio para ellos y su ego; en cambio, se enorgullecen de ser resistentes y creativos en su enfoque.

Tip 6 #LíderÁgil: los líderes ágiles se enorgullecen de ser resistentes y creativos en su enfoque

7. Navegando por nuevas aguas y trazando nuevos éxitos

Los líderes ágiles usan su intuición para leer la sala, la persona que está frente a ellos y las personas que dan energía a su búsqueda de una gran experiencia laboral. Ellos conocen sus activos para el liderazgo y los implementan diariamente. Hacen preguntas definitorias y escuchan activamente para determinar la próxima prioridad. Los líderes ágiles se comunican y motivan a medida que navegan por nuevas aguas para trazar nuevos éxitos.

Tip 7 #LíderÁgil: los líderes ágiles se comunican y motivan a medida que navegan por nuevas aguas para trazar nuevos éxitos

8. Aprender continuamente y encarnar una mentalidad de crecimiento

Los líderes ágiles son aquellos que pueden adaptarse a un entorno incierto y en constante cambio. Cuando se propone ser un aprendiz continuo y tener una mentalidad de crecimiento, siempre está buscando formas de mejorar su producto, sus servicios y usted mismo como gerente y líder. Aprender de cada oportunidad lo prepara para manejar lo que suceda y lo convierte en un excelente ejemplo para otros.

Tip 8 #LíderÁgil: los líderes ágiles son aquellos que pueden adaptarse a un entorno incierto y en constante cambio con una mentalidad de crecimiento

9. Abrazar el cambio impulsando el valor

Los líderes ágiles prosperan ante la incertidumbre y el cambio rápido. Lo hacen creando un entorno donde las partes interesadas impulsan el cambio impulsando la adopción a través de cambios frecuentes e incrementales que producen valor constantemente.

Tip 9 #LíderÁgil: los líderes ágiles prosperan ante la incertidumbre y el cambio rápido

10. Dejar ir lo que no funciona

Ser ágil significa estar dispuesto a dejar ir rápidamente lo que no funciona y probar otra cosa. Como me enseñaron, el problema con nuestras creencias es que tendemos a creerlas. Una vez aceptadas, las creencias pueden convertirse en una realidad difícil de alterar. Los líderes ágiles desafían constantemente sus creencias y suposiciones para que puedan satisfacer las necesidades del momento en lugar de aferrarse a una causa que quizás ya esté perdida.

Tip 10 #LíderÁgil: los líderes ágiles están dispuestos a dejar ir rápidamente lo que no funciona y probar otra cosa

11. Escuchar, aprender y adaptar

Vivimos en un mundo donde se espera que los líderes sean consistentes, firmes y resueltos. Sin embargo, también vivimos en un entorno acelerado y caótico con pocas constantes. Los líderes que son firmes pueden parecer fuertes, pero a menudo no se adaptan. La capacidad de escuchar, aprender y adaptar la posición de una persona es una habilidad valiosa que requiere vulnerabilidad, confianza y seguridad psicológica. Los líderes ágiles consiguen esto.

Tip 11 #LíderÁgil: los líderes ágiles tienen la capacidad de escuchar, aprender y adaptar la posición de una persona

12. Conectando los puntos

La agilidad no es una excusa para el caos, un giro continuo sin estrategia o indecisión en su equipo. En el desarrollo tecnológico, es un enfoque definido. En el liderazgo, la agilidad implica un deseo de velocidad, compromiso con el cambio, la capacidad de iterar y habilidades de comunicación para navegar por la ambigüedad mientras se mantiene conectado diariamente. Promueve la conexión de los puntos y el funcionamiento como uno solo.

Tip 12 #LíderÁgil: los líderes ágiles promueven la conexión de los puntos y el funcionamiento como uno solo

13. Cambiando su estilo de gestión para que coincida con sus colaboradores

Hay muchas formas en las empresas de ser ágiles, pero una de las formas más poderosas es demostrar agilidad con sus colaboradores. A las personas les gusta ser comunicadas y reconocidas de manera diferente. Nunca es una talla única para todos. Muestra cuánto valoras la contribución de tu equipo al comprender y ser lo que necesitan. La productividad y el compromiso se beneficiarán enormemente.

Tip 13 #LíderÁgil: hay muchas formas en las empresas de ser ágiles, pero una de las formas más poderosas es demostrar agilidad con sus colaboradores

Fuente: Forbes

Publicado en DPersonas. Post original aquí.

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Crisis, zona de aprendizaje y lecciones aprendidas

Por Manel Muntada Colell

El concepto de zona de confort es de sobras conocido, por su uso habitual, para hacer referencia a aquel ámbito de la vida cotidiana que transcurre sin sorpresas, donde no se espera nada nuevo. De ahí que el término “confort” haga, en este caso, referencia al bienestar que resulta de la ausencia de incertidumbre y no al placer al que remite, engañosamente, la palabra “confortabilidad”. Para entendernos, popularmente se suele recomendar la bondad de mantenerse en la zona de confort con el familiar: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

 

Salir de la zona de confort sitúa a la persona en su zona de aprendizaje, un concepto menos utilizado y que hace referencia a aquel lugar en el que suceden cosas nuevas y conlleva una dosis de incertidumbre que, aunque sea soportable, genera cierta incomodidad por la sensación de desprotección que despierta.

 

Se denomina “de aprendizaje” justamente por esto, porqué pone en marcha todo el mecanismo de adaptación que hace que se generen nuevos aprendizajes que permitan reducir o asimilar la ansiedad de la incertidumbre ante lo desconocido, de hecho, sólo aprendemos cuando estamos en esta zona ya que un aprendizaje lo es cuando modifica nuestras decisiones o nuestra manera habitual de comportarnos, de lo contrario, lo que hacemos es adquirir conocimiento, no aprender.

 

Más allá de la zona de aprendizaje se halla la “zona de pánico”, donde el descontrol sobre la situación eleva tanto los niveles de incertidumbre, que no es posible aprendizaje alguno y donde la única obsesión es la vuelta atrás, disminuyendo o huyendo de la ansiedad que se experimenta.

 

Si en algún momento adquieren todo su sentido estos términos, es en momentos de crisis social y, en las últimas décadas, nunca han tenido tanto significado como ahora, donde la crisis global ocasionada por la pandemia ha expulsado a prácticamente toda la humanidad de su zona de confort situando a una porción de ella en la zona de pánico y a una parte aún mayor en una verdadera zona de aprendizaje que se ofrece como la oportunidad que anida en el núcleo de cada amenaza.

 

Si esto sucede a nivel personal y social no lo es menos en el ámbito organizacional, la situación de confinamiento a la que se ha visto sometida toda la población o la magnitud de los retos, impacto de las vivencias e hiperactividad que súbitamente han experimentado aquellos ámbitos profesionales considerados esenciales, han expulsado literalmente a las y los profesionales de la respectiva zona de confort situándolos en una zona de aprendizaje que, se quiera o no, va a dejar una impronta más o menos estable en cada persona debido a la irrupción brusca de necesidades a las que buscar una solución y al conocimiento práctico de alternativas de trabajo que han sustituido, de un día para otro, a las tradicionales.
Realmente, la crisis, ha puesto de manifiesto la resiliencia y la antifragilidad de las organizaciones y de los profesionales generando aprendizajes en las personas, pero cabe la posibilidad de aumentar su estabilidad y de convertirlos en verdaderas lecciones aprendidas para la organización si se provoca un análisis consciente y colectivo de lo que ha sucedido, de las decisiones que se han tomado, de las actuaciones que hemos llevado a cabo, de los resultados que se han obtenido y de lo que la situación ha puesto de manifiesto y que otras circunstancias, más confortables, no nos permitían ver. De hecho, no hacerlo sería un verdadero despilfarro del conocimiento que tanto se dice valorar.
A la hora de realizar este análisis es muy importante tener en cuenta que hay ciertos factores que han adquirido un particular protagonismo y una especial relevancia en este nuevo escenario profesional, que son muy importantes pero que, debido a su carácter instrumental y utilitario, es fácil que invisibilicen y no se lo pongan fácil a otros factores cuyo carácter más orgánico y basal los hace pasar más desapercibidos aunque, en realidad, sean determinantes para el buen funcionamiento, el equilibrio y el bienestar profesional de los equipos y de las personas.
Así pues, es muy fácil que acudan en primer lugar las tecnologías de comunicación debido al papel que han tenido la video reuniones, webinarios y videoconferencias a lo largo de este período. De hecho, en un mes se han logrado más avances en aprender a utilizar este tipo de tecnología que lo conseguido, durante décadas, destinando ingentes esfuerzos de sensibilización y recursos de formación. Es importante asentar estos aprendizajes y hallar un lugar para estas tecnologías en el nuevo escenario que se abre después de la crisis.
En consecuencia, es muy posible que la utilización de esta tecnología haya puesto también en evidencia la necesidad de cambiar comportamientos y realizar ajustes en metodologías y hábitos que ahora se antojan poco eficientes o menos eficaces y que requieren de un replanteamiento.
También es probable que se haya aprendido mucho de la falta de adecuación de protocolos, de la necesidad de simplificar procesos y de la pérdida de relevancia o necesidad de cambio de ciertas actuaciones, prestaciones o servicios.
Pero, junto a todos estos aspectos sin duda muy importantes desde el punto de vista, como he dicho, instrumental o utilitario, es fundamental aprovechar la oportunidad que plantea el escenario de la crisis como zona de aprendizaje, para analizar decisiones o actuaciones que tienen que ver con aspectos que por ser más difíciles de conceptualizar, menos visibles y más complicados de medir, peligran de pasarse por alto o no tenerse en cuenta, pero que, en cambio, son fundamentales para la capacidad de resiliencia, las ganas de estar, el buen funcionamiento y, en definitiva, la vitalidad de la organización.
Así pues, es importante aprender también de aquellas actuaciones que han sido determinantes para:
  • Contribuir con nuestra fuerza de trabajo a superar las incidencias y problemas que se le han planteado a la organización o a sus usuarias y usuarios.
  • Sentirnos “equipo”.
  • Trabajar colaborativamente.
  • Aprovechar el talento de cada persona.
  • Maniobrar y reorientar los esfuerzos.
  • Adaptarnos rápidamente a los sucesivos cambios del entorno.
  • Ser resilientes y superar las diferentes adversidades.
  • Hacer una gestión optima de la incertidumbre del momento.
  • Poner de manifiesto la importancia de empatizar y prestar atención a la singularidad de cada cual.
  • Sentirnos apoyadas o apoyados y darnos soporte mutuo.
Para ello es necesario articular una metodología que permita sistematizar las decisiones y actuaciones transformándolas en lecciones aprendidas con capacidad para incidir en el futuro comportamiento de la organización.
Esta metodología ha de ser completa pero sencilla, muy sencilla, para que ella misma no genere resistencias y tenga alguna oportunidad de llevarse a cabo, mi propuesta es la siguiente:
  • Identificar anécdotas significativas o situaciones vividas que exigían, en aquel momento, de una actuación explícita que pusiera de manifiesto cada uno de los aspectos relacionados.
  • Describir qué, de nuevo, se hizo exactamente o qué no llegó a hacerse.
  • Formular la lección aprendida concluyendo la máxima o forma de proceder se destila de la experiencia que pueda ser de utilidad para nosotros y para otros equipos o personas.
Siendo coherentes con los valores que orientan la construcción de conocimiento organizativo, todas estas lecciones aprendidas han de desprenderse del debate y la contraposición de los diferentes puntos de vista de las personas que han participado de la misma experiencia, sólo de esta forma adquirirá la fuerza suficiente para remontar la inercia de la costumbre e impactar en la cultura corporativa.
La primera imagen forma parte de la obra de Thomas Benjamin Kennington [1856-1916]
La segunda imagen es un detalle de los Náufragos, de Joaquín Bárbara y Balza [1896]

Publicado en CumClavis. Post original aquí.

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¿Quién no quiere ser feliz?

Por Elsa Rodriguez Díaz

Supongo que nadie de vosotros lo duda: todos queréis ser felices aunque a veces, sed sinceros, no hagáis todo lo posible por serlo o incluso os empeñéis en lo contrario. Pero está claro: todos queremos ser felices, lo que nos falta a veces es el cómo.

Y todo el mundo habla de la Felicidad en estos días. Como dice Daniel Kahneman en su conferencia en TED “El enigma de la experiencia frente a la memoria”

“Hice que alguien contara el número de libros con la palabra “felicidad” en el título, publicados en los últimos cinco años y se dieron por vencidos después de unos 40, y había muchos más. Hay una enorme oleada de interés sobre la felicidad, entre los investigadores. Hay un montón de asesoramiento sobre la felicidad. A todo el mundo le gustaría hacer a la gente más feliz. Pero a pesar de toda esta multitud de trabajos, hay varias trampas de tipo cognitivo que hacen casi imposible pensar con claridad acerca de la felicidad.”

¿Cuáles son esas trampas cognitivas? Kahneman distingue tres:

  1. La primera sería nuestra reticencia en admitir su complejidad: Ser feliz es algo muy complejo. No es lo mismo que estar contento o alegre, ni que sentir placer o ilusión. Es eso pero es también más que eso. El problema es que utilizamos la palabra felicidad para demasiadas cosas y, de este modo, la banalizamos.
  2. La segunda trampa es la confusión entre experiencia y la memoria: No es lo mismo los recuerdos que tenemos de la vida y la valoración subjetiva que hacemos de nuestra felicidad que lo que sentimos.
  3. Y la tercera trampa que es fundamental: la ilusión de enfoque. Es imposible que valoremos cualquier circunstancia que afecte a nuestro bienestar sin distorsionar su importancia.

 

¿Y por qué caemos en esas trampas?

Principalmente por nuestro Yo dual. Todos somos duales:

  1. Tenemos un primer Yo que es el que vive el presente y tiene experiencias.
  2.  y un segundo Yo que es el que recuerda, inclinado hacia el pasado para traer la realidad de nuestras vidas al presente.

La Persistencia de la Memoria del Gran Dalí

Y podréis preguntar ¿qué tiene que ver la existencia de este Yo dual con la Felicidad? Pues mucho y para explicároslo empezamos con un sencillo ejemplo:

“Alguien dijo que había estado escuchando una sinfonía y que era una música absolutamente maravillosa y al final de la grabación, hubo un sonido chirriante horrible. Y luego añadió, realmente muy afectado, que eso había echado a perder la experiencia por completo. Pero no fue así. Lo que se había echado a perder fueron los recuerdos de esa experiencia. Había tenido la experiencia. Había tenido 20 minutos de una música gloriosa. Y no contaron en absoluto porque se quedó con un recuerdo, el recuerdo se había arruinado, y era todo lo que había quedado.”

Ya lo habéis visto, podemos vivir una experiencia maravillosa pero si nuestro segundo Yo, el yo que recuerda, pone su énfasis en un pequeño detalle que ensombrezca ese atisbo de felicidad, dicha experiencia tomará la forma de un recuerdo triste. El recuerdo de algo que pudo hacernos felices pero que no pudo ser, olvidando los instantes que disfrutamos de verdad.  Porque lo que define una experiencia son los cambios, momentos importantes o finales: los hitos como se llama en Project Management. Sólo los hitos prevalecen en el recuerdo de una historia.

Y por eso es tan importante el “Yo” que recuerda. Porque además de recordar es el que nos conduce a tomar decisiones. Porque no elegimos entre diferentes experiencias, elegimos entre los recuerdos de esas experiencias. Incluso en el futuro. Cuando visualizamos un nuevo plan, un viaje, ir al teatro o al cine… lo hacemos condicionados por recuerdos que tenemos de experiencias previas, o bien por las expectativas creadas en base a opiniones de otras personas. Y esto no es malo pero sí nos impide disfrutar del momento. Lo evaluaremos siempre en función de unas expectativas creadas de felicidad que a lo mejor no llega a cumplir y si es ése el caso, lo recordaremos como una decepción, como un fracaso, en vez de sentir los buenos momentos que esa experiencia nos ha regalado.

Esta distinción entre los dos “Yo” plantea dos nociones de Felicidad:

  • La Felicidad que sentimos: muy difícil de medir porque se basa en emociones rápidas y pasajeras.
  • La Felicidad del recuerdo: que mide cuán satisfecha está una persona con su vida.

 

Es esta última felicidad la que podemos medir y evaluar con mayor fiabilidad.

Si aún dudáis sobre esta dualidad, haced la siguiente prueba:

Imaginad que en vuestras próximas vacaciones sabéis que al final de las mismas se destruirán todas vuestras fotos, y os administrarán una droga amnésica de modo que no recordareis nada. Ahora, ¿elegiríais las mismas vacaciones? Y si eligierais unas vacaciones diferentes, habría un conflicto entre vuestros dos yos, y hay que pensar en cómo dirimir ese conflicto, y en realidad no es tan evidente, ya que, si lo pensáis en términos de tiempo, entonces obtendréis una respuesta. Y si lo pensáis en términos de recuerdos, obtendréis otra respuesta. ¿Por qué elegimos las vacaciones que elegimos?, es un problema que nos remite a una elección entre los dos yos.

Dos “Yo” que nos plantean inevitablemente dos nociones de felicidad.

¿Soy feliz? ¿Recuerdo mi vida como feliz?

¿Qué emociones se pueden medir?

¿Cómo medir la Felicidad?

Ya sabemos que el dinero no es lo más importante, que nuestras metas sí son importantes. Que necesitamos estar satisfechos con nosotros mismos y rodearnos de la gente que nos gusta. Es el momento de concentrarnos en el “ahora”, de disfrutar de cada momento, de hacer del “Carpe Diem” nuestro lema a seguir. Tenemos que recordar en positivo, por partes, no en global, intentando siempre rescatar momentos buenos en experiencias negativas. Sin obsesionarnos con ser felices sino sintiéndonos privilegiados con cada instante de felicidad que la vida nos brinda.

Os dejo el vídeo de la genial conferencia de Daniel Kahneman, “El enigma de la experiencia frente a la memoria”

Y el enlace a un artículo interesante del Blog Marketing de Guerrilla “Concentrarse en ser feliz a largo plazo no ayuda al bienestar”.
Recordemos esos instantes felices, tan sólo rememorándolos, ya obtenemos otro instante de felicidad;))

Publicado en Nuevas Empresas y Nuevos Trabajadores para Nuevos Tiempos. Post original aquí.

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Las pequeñas empresas y las causas de sus fracasos

 por Mauricio Lefcovich

Este trabajo tiene por principal objetivo y pretensión servir como elemento de prevención para todos aquellos que son o pretendan ser propietarios de pequeñas empresas. Basada en una profunda investigación queremos servir a todos los individuos que poseyendo un sueño, depositan su tiempo, trabajo, esfuerzo y capital en la búsqueda de un mejor futuro.

El mundo no es tan estable como era ayer y lo será menos mañana. Operar un negocio pequeño va a ser más difícil en el futuro, a menos que se tomen los recaudos, planificando, organizando, dirigiendo y controlando de manera eficaz. Para aquellos que pretenden sobrevivir en un negocio pequeño, no sólo es necesario el trabajo duro sino también hacerlo de manera inteligente. Para lograr triunfar deberán continuamente revisar la validez de los objetivos del negocio, sus estrategias y su modo de operación, tratando siempre de anticiparse a los cambios y adaptando los planes de acuerdo a dichos cambios.

Quienes crean empresas pequeñas lo hacen desconociendo las escasas probabilidades de supervivencia o a pesar de ellas. La experiencia demuestra que el 50% de dichas empresas quiebran durante el primer año de actividad, y no menos del 90% antes de cinco años. Según revelan los análisis estadísticos, el 95% de estos fracasos son atribuibles a la falta de competencia y de experiencia en la dirección de empresas dedicadas a la actividad concreta de que se trate.

En los últimos años, incluso a las empresas mejor dirigidas les ha costado trabajo mantener, ya no elevar, su nivel de beneficios. También han tropezado cada vez con mayores dificultades a la hora de trasladar los aumentos de coste a sus clientes subiendo el precio de los productos o servicios.

La mejor forma de prevenir el descalabro y apuntalar sobre bases sólidas la continuidad y crecimiento de la empresa es reconociendo todos aquellos factores pasibles de comprometerla. A tales efectos en Anexo al presente se da una larga lista de factores a los cuales el o los propietarios deberán regularmente chequear a los efectos de evitar los dañinos efectos por ellos causados.

A continuación se desarrollarán cada uno de los factores explicando su razón de ser y los riesgos que los mismos acarrean.

  1. Falta de experiencia. La carencia de experiencia tanto en la administración de empresas, como en la actividad que se ha de desarrollar comporta un elevadísimo riesgo para los pequeños propietarios. Carecer de experiencia constituye en sí la base fundamental de todas las demás causas que llevan al fracaso. Es necesario volver a subrayar el hecho de que no basta con contar con experiencia en materia de negocios, además es necesario contar con experiencia en el ramo en particular a la cual se dedique.
  2. Falta de dinero/capital. Es fundamental contar con la suficiente cantidad de fondos que hagan innecesario por un lado la solicitud de préstamos, y por otro contar con lo necesario para desarrollar las operaciones básicas que la actividad en cuestión requiere. Así por ejemplo cierto tipo de actividades requieren de egresos fijos mensuales, como lo es el caso de la publicidad en diarios por parte de los negocios inmobiliarios, no disponer de los suficientes fondos para amparar dichos egresos hasta tanto las operaciones propias de la empresa permitan abonarlos sin mayores problemas, es de fundamental importancia para ocupar un lugar en el mercado.
  3. Mala ubicación. La ubicación suele ser un factor no tenido debidamente en cuenta a la hora de comenzar determinadas actividades. Ella tiene suma importancia en cuanto a la facilidad de estacionamiento para los clientes, las características del entorno, las especialidades propias de la zona, los niveles de seguridad del lugar, la cantidad de personas que pasan por el lugar, los niveles de accesibilidad entre otros. Ubicarse en el lugar incorrecto en función de la actividad constituye desde un principio un problema. Ubicarse en el mejor lugar comporta mayores gastos en concepto de alquiler y menores niveles de gastos en publicidad; razones éstas, como las anteriormente mencionadas que deben evaluarse convenientemente a la hora de evitar inconvenientes para el desarrollo de las futuras operaciones de la empresa.
  4. Falta de enfoque. La ausencia o escaso nivel de enfoque constituye uno de las principales causas de fracasos. Querer serlo todo para todos es algo insostenible en el tiempo. Ello está motivado en la incapacidad de atender eficaz y eficientemente todos los rubros y clientes, debido a no contar ni con los recursos humanos, ni materiales, ni dirigenciales para atenderlos de manera óptima. Generalmente ésta falta de enfoque lleva entre otras cosas a un mal manejo de inventarios, donde se acumulan artículos de baja rotación que aparte de reducir los niveles de rentabilidad, quitan liquidez a la empresa.
  5. Mal manejo de inventarios. Relacionado al punto anterior, como así también a la carencia de información relevante y oportuna, lleva a la empresa a acumular insumos y productos finales, o artículos de reventa en una cantidad y proporción superior a la necesaria. Este punto se relaciona también muy directamente con los altos niveles de desperdicios y despilfarros.
  6. Excesivas inversiones en activos fijos. Querer hacer efectos demostrativos mediante costosos gastos en remodelaciones, y máquinas por encima de las necesidades y capacidades inmediatas de la empresa. Estos gastos en activos fijos quitan capacidad de liquidez. Muchas veces lo que pretende el empresario es tener lo último en materia tecnológica sin saber bien porqué. Sólo contando con importantes fondos propios, y estando motivados ellos en un efecto directo sobre los niveles de ingresos, estará justificados tales tipos y niveles de gastos.
  7. Falencias en materia de créditos y cobranzas. No basta con diseñar buenos productos y servicios, tener buena atención a los clientes y consumidores, producir de manera excelentes los productos o servicios, y venderlos en buen numero y buen margen de rentabilidad, es fundamental en caso de vender a crédito seleccionar convenientemente los clientes, sus límites crediticios, los plazos de pago y gestionar correctamente las cobranzas. No hacer correctamente éstos últimos pasos llevará a la empresa a una situación de peligrosa iliquidez. Estos aspectos están directamente vinculadas con otras falencias de la empresa como son la falta de sistemas confiables de información interna y la falta de adaptación al entorno.
  8. No contar con buenos sistemas de información. La información inexacta, poco confiable y fuera de tiempo, llevará a no adoptar las medidas precautorias a tiempo, además de dar lugar a pésimas tomas de decisiones. Este es un aspecto fundamental a la hora tanto de evaluar el control interno, como el control de gestión y presupuestario. Ejemplo: en una empresa de con máquinas o rodados es de fundamental importancia un sistema de información que permita realizar el mantenimiento preventivo de forma tal de evitar daños en dichos activos. Las empresas que carezcan o posean información poco precisa y / o fuera de tiempo, o que contando con ella, la misma se limite a datos patrimoniales y financieros, dejando de lado datos de carácter operativo, vinculados a los procesos y niveles de satisfacción de los clientes, tendrá graves inconvenientes a la hora de adoptar decisiones efectivas, dejando a la competencia mejor informada la capacidad de quitarle participación en el mercado. El éxito en los negocios depende, entre otras cosas, de una buena gestión de su dinero, su tiempo y el activo físico de la empresa. Además, como empresario, deben elaborarse planes, trazarse estrategias y motivar al personal. Para todo ello es fundamental contar con información. Es importante que el empresario comprenda cómo la información, tanto financiera como de otra índole, es recopilada, analizada, almacenada y entregada a los efectos de tomar decisiones que garanticen la buena marcha de la firma.
  9. Fallas en los controles internos. Las falencias en los controles internos es fundamental tanto a la hora de evitar los fraudes internos, como externos. Una importante cantidad de empresas quiebran todos los años producto de los fraudes. Este es un punto vinculado directamente con las falencias en materia de seguridad. Cabe acotar además que al hablar de controles internos no sólo estamos haciendo referencia a evitar fraudes, también se trata de evitar la comisión de errores o falencias que lleven a importantes pérdidas para la empresa, como podría ser los errores en materia fiscal.
  10. Mala selección de personal. No elegir al personal apropiado para el desarrollo de las diversas tareas que se ejecutan en la empresa, ya sea por carencia de experiencia, aptitudes, actitudes o carencias de orden moral pueden acarrear pérdidas por defraudaciones, pérdidas de clientes por mala atención, e incrementos en los costos por improductividades, aparte de poder llegar a generar problemas internos con el resto del personal o directivos por motivos disciplinarios.
  11. Falencias en política de personal. Las fallas en materia de selección, dirección, capacitación, planificación de necesidades, motivación, salarios, premios y castigos lleva con el transcurso del tiempo a disminuir tanto la productividad del personal, como la lealtad de estos para con la empresa, lo cual es motivo de aumento en la rotación de personal con sus efectos en los costos de selección y capacitación, niveles de productividad y satisfacción del cliente, y como resultante de todo ello caída en la rentabilidad.
  12. Fallas en la planeación. Producto tanto de la falta de experiencia y / o de la ausencia de capacidades técnicas puede llevar al empresario o directivo a no fijar correctamente los objetivos, no prever efectivamente las capacidades que posee la empresa y aquellas otras que debe conseguir, desconocer las realidades del entorno y las posibilidades reales de la empresa dentro de su ámbito de acción. Debe recordarse una famosa frase que al respecto dice “Quien no planifica, planifica para el desastre”. Es de importancia fundamental conocer cuales son las demandas o necesidades de los consumidores, y nuestra capacidad para cubrirlas, o dicho de otra forma, debemos conocer la real potencialidad de nuestros productos o servicios.
  13. Graves errores en la fijación de estrategias. Vinculadas directamente al punto anterior implica la comisión de graves falencias a la hora de fijar y / o modificar la misión de la empresa, su visión, los valores y metas, como así también reconocer sus fortalezas y debilidades, y las oportunidades y amenazas cambiantes en el entorno. De igual modo implica no evaluar los cambios en las capacidades y potencialidades de sus clientes, proveedores, competidores actuales, posibles nuevos competidores y proveedores de bienes y servicios sustitutos. No cambiar las estrategias del negocio en función a los cambios producidos en el entorno pueden llevar a la empresa a su ruina. Ello implica la necesidad de monitorear de manera continua los cambios a nivel económico, social, cultural, tecnológico, político, y legal.
  14. Falta o ausencia de planes alternativos. Limitarse a un solo plan, no tomando la precaución de analizar y redactar planes alternativos o de contingencia ante posibles cambios favorables o desfavorables en el entorno, llevarán a la empresa a no aprovechar las circunstancias y tardar en reaccionar ante los sucesos.
  15. Falta o falencias en el control presupuestario y de gestión. La nueva realidad hacen necesario más que nunca hacer un seguimiento constante de la actuación de la empresa mediante un efectivo control de gestión, además de presupuestar convenientemente de manera tal de mantener en todo momento la situación bajo control. Dentro de éste factor de riesgo debemos mencionar claramente los errores de previsión. Este puede dar lugar a un exceso de inversión o gastos previendo ingresos o ventas que luego al no tener lugar ocasionan graves desequilibrios patrimoniales y financieros para la empresa.
  16. Graves fallas en los procesos internos. Altos niveles de deficiencia en materia de calidad y productividad, sobre todo si no están acordes con los niveles del mercado y de la competencia, llevará a elevados costos y perdida de clientes.
  17. Problemas de comercialización. Los mismos tienden a dificultar y hacer poco rentables inclusive a los mejores productos y servicios que se tenga en oferta. Planificar debidamente los sistemas de comercialización y distribución, gestionando debidamente los precios, publicidad y canales de distribución es de importancia fundamental.
  18. Problemas de materias primas. La dependencia de determinadas materias primas o productos, los cuales por diversas razones puedan ser difíciles o costosas de adquirir, pueden impedir el normal desenvolvimiento de las actividades de la empresa.
  19. Ausencia de políticas de mejora continua. Creer que con los éxitos y logros del pasado puede seguir obteniéndose resultados positivos en el presente y en el futuro es uno de los más graves errores. Tanto los productos y servicios, como los procesos para su generación deben ser mejorados de manera continua, sobre todo en éste momento de mercados globalizados donde se ven expuestos a la competición con empresas de otras naciones, las cuales tienen una clara estrategia de mejora continua sacando el máximo provecho de la curva de experiencia.
  20. Falta de capacitación del empresario y directivo. Lleva a desconectarse del entorno, en cuanto a lo cambios de gustos, servicios y requerimientos del entorno, aparte de los cambios tecnológicos. Es una forma de adormecimiento intelectual.
  21. Altos niveles de desperdicios y despilfarros. Ellos llevan por un lado a mayores costes con la consecuente pérdida de competitividad. Por otro lado éstas falencias redundan en una reducción del flujo de fondos, e inclusive llegar a pasar a un flujo de fondos negativos. El no detectar las falencias propias de los procesos y actividades, que generando costes no agregan valor para el cliente son factores que condicionan la marcha de la empresa. Entre los principales desperdicios tenemos: sobreproducción, exceso de inventarios (de insumos y productos en proceso), falencias de procesamiento, excesos de transportes internos y movimientos, fallas y errores en materia de calidad, scrap, actividades de corrección, actividades de inspección, tiempos de espera excesivos, roturas y reparaciones de maquinarias, tiempos de preparación, errores de diseño.
  22. Graves errores en materia de seguridad. Con ello hacemos referencia a la gestión del riesgo por un lado, o sea todo lo atinente a la contratación de seguros, tanto por incendios, como por riesgos ante terceros, o por falta de lealtad de empleados y directivos. No menos importante son los seguros por riesgos climatológicos (granizo) o aquellos que tiene relación con el tipo de cambio (ello resulta fundamental sobre todo cuando se poseen deudas en moneda extranjera). Por otro lado es de suma importancia prevenir tanto los robos y fraudes de carácter interno, como externo. Cuando de proteger bienes se trata es también trascendental la protección de marcas y fórmulas.
  23. Graves falencias a la hora de resolver problemas y tomar decisiones. La falta de definición del problema, o lo que es más grave aún su no detección, el no detectar las causas del mismo, la incapacidad para generar soluciones factibles, y la falta de capacidad para su puesta en ejecución, lleva en primer lugar a no solucionar los problemas, o a solventar momentáneamente sólo los síntomas, o bien a que al no dar solución a los mismos estos persistan en el tiempo y se agraven. Una gran mayoría de los empresarios actúan por impulso, intuición o experiencia, careciendo de un método sistemático para dar solución a los problemas y adoptar decisiones de manera eficaz y eficiente. Ello es algo que también debe ampliarse a una gran mayoría de los profesionales que los asesoran.
  24. La resistencia al cambio. Aplicable ello tanto a empleados y directivos, pero sobre todo al propietario, quién subido al podio por sus anteriores triunfos cree que los logros del pasado servirán eternamente para conservar su cuota de mercado y satisfacer plenamente a clientes y consumidores de manera eficaz.
  25. Incapacidad para consultar. Vinculado al punto anterior, es la posición del propietario o directivo quien creyendo saberlo todo no consulta o lo hace a quién no corresponde. Así tenemos al propietario consultando de todo y para todo a su contador, se trate de política de precios, procesos internos, logística o marketing.
  26. Excesiva centralización en la toma de decisiones. En este caso el directivo o propietario se convierte por falta de delegación y ante los tiempos que tarda en adoptar decisiones críticas en un verdadero cuello de botella para la organización. Esta conducta además desmotiva al personal, alejando a este del compromiso. Cabe recordar al respecto que no hay compromiso sin participación.
  27. Mala administración del tiempo. Los empresarios que triunfan de la mejor manera, saben muy bien que el tiempo que pasa no retorna jamás. Alguien que no quiere correr el riesgo de fracasar en sus negocios debe proceder de manera tal de no desperdiciar ninguno de los sesenta minutos de cada hora. La organización, la planificación y el respeto de los plazos fijados son las claves de una buena administración del tiempo.
  28. Mala gestión financiera en materia de endeudamiento y liquidez. Contraer deudas de corto plazo para inversiones de largo plazo, o la adquisición de mercaderías, o bien depender de líneas crediticias no adecuadas para financiar la cartera crediticia suele terminar de manera nefasta para la marcha de la empresa. Debe tenerse muy en cuenta la real capacidad de venta sin caer en excesos de optimismo, de igual forma no deberán realizarse grandes inversiones sobre la base de financiación bancaria, siendo lo correcto ampliar las capacidades sobre la base de la reinversión de las ganancias generadas o bien mediante la participación de nuevos socios. Debe tenerse muy en cuenta que cambios en los ciclos económicos con la aparición de prolongadas etapas recesivas harán caer las ventas de manera que la situación de liquidez pasará por graves zozobras en caso de poseer deudas con entes financieros. También es común el caso de aquellos empresarios que viendo la posibilidad de concretar grandes negocios aprovechando bajos precios de productos de reventa o insumos, adquieren grandes cantidades con financiación bancaria. En el mercado de insumos y productos terminados suele ocurrir algo muy parecido a lo que acontece en el mercado bursátil, los operadores que ven a tiempo la llegada de la recesión o caída de la demanda liquidan de la manera mas rápida posible sus stock y cancelan sus deudas, quedándose los menos informados con stock y deudas. De igual forma deberá controlarse de manera estricta los flujos de fondos, verificando que la velocidad de ingresos de fondos sea siempre superior como promedio a la velocidad de egresos de los mismos. Establecer un presupuesto en base a los ingresos y egresos, y adoptando los ajustes periódicamente es fundamental, no hacer ello implica hacer caer a la empresa en un estado de incapacidad para continuar operando. Debe siempre guardarse una correcta relación entre la financiación de los activos con capital propio y con créditos comerciales y financieros.
  29. Mala gestión de los fondos. En este particular punto hacemos mención a la utilización de fondos ajenos cuyos costos son superiores a la rentabilidad conseguida con su inversión, o bien a la utilización de fondos propios en proyectos con niveles de rentabilidad inferiores a sus costes de oportunidad.
  30. Error en el cálculo del punto de equilibrio, o operar en una actividad con elevado punto de equilibrio. Escasos márgenes de contribución marginal o la existencia de elevados costos fijos llevará a la empresa a tener que realizar elevados montos de transacciones para llegar al punto muerto y a partir de allí obtener beneficios. Si las cuotas de mercado a las cuales puede acceder dificultan o hacen difícil llegar al punto muerto con comodidad, la empresa tendrá una mayor inclinación o tendencia a generar pérdidas que ganancias.
  31. Tener expectativas poco realistas. Vinculado al punto anterior, y a la planificación y presupuestación / previsiones de ventas, está la generación de expectativas poco realistas, lo cual lleva a un exceso de gastos e inversiones, como así también de deudas, pensando en la posibilidad de ingresos superiores a los que realmente luego se dan. Ello no sólo trae aparejado problemas financieros, sino también lleva a estados depresivos y profundas caídas en los niveles de optimismo.
  32. Sacar del negocio mucho dinero para gastos personales. Gastando a cuenta, o bien sobre utilizando los ingresos generados en momentos de bonanza, la falta de ahorro, y la fijación de un costo de oportunidad para si mismo superior a lo realmente factible lleva ineludiblemente a la empresa a su destrucción.
  33. Mala selección de socios. No encontrar socios con iguales intereses y objetivos, hasta en oportunidades carentes de ética o moral, y no dispuestos a trabajar duro, sumados a una auténtica química de grupo, genera más temprano que tarde dificultades para la continuidad de la empresa.
  34. No conocerse a sí mismo. Es fundamental que el empresario reconozca sus propias limitaciones, capacidades, y sus comportamientos habituales ante determinadas circunstancias. Reconocer ello a tiempo permitirá no sólo evitar errores a la hora de tomar decisiones, sino además actuar de manera tal de poder sobrellevar los momentos difíciles que todo negocio tiene.
  35. Dejarse absorber por las actividades agradables. Ello lleva al empresario a dar preferencias a los factores técnicos o comerciales en desmedro de los administrativos y financieros, con las consecuencias que ello acarrea. Es el claro ejemplo del mecánico, odontólogo, o dueño de un restaurante que privilegian su actividad, pero descuidan los aspectos de la cobranza como así también los impositivos.
  36. No conocer los ciclos de vida de cada tipo de actividad. Llevará a adquirir negocios que están en el techo de su ciclo, o bien a no introducir las mejoras e innovaciones que todo negocio necesita para evitar caer en sus niveles de ingresos y beneficios.
  37. Tener una mala actitud. No poseer una actitud de lucha y sacrificio, sumados a una clara disciplina y ética de trabajo impedirá el crecimiento y sostenimiento de la empresa.
  38. Nepotismo. Dar preferencia o colocar en puestos claves a familiares por el sólo hecho de ser tales, dejando de lado sus auténticas capacidades y niveles de idoneidad llevan a la desmotivación al resto del personal, como así también a una caída en los niveles de rendimientos.
  39. Mala gestión del riesgo. Gestionar correctamente el riesgo implica analizar: a) los atractivos de cada alternativa; b) su mayor o menor disposición a aceptar la posible pérdida; c) las posibilidades de éxito o fracaso de cada alternativa, y d) el grado en que juzgue factible en cada caso aumentar las probabilidades de éxito y disminuir las probabilidades de fracaso gracias a sus propios esfuerzos. De tal forma en la medida en que evalúe los riesgos debidamente en función a los anteriores puntos evitará caer en una mala gestión del riesgo, lo cual ampliará significativamente sus probabilidades de fracaso.
  40. No contar con aptitudes o sistemas que le permitan descubrir y aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado. Las empresas que tienen buenos productos o servicios son muchas, pero pocas pueden venderlos si no descubren y aprovechan las oportunidades del mercado. Para ello hay que efectuar estudios de mercado, recopilar información de diversas fuentes y, en el caso de ciertos negocios, elegir su ubicación con mucho cuidado. “Un empresario necesita estar informado sobre su mercado en todo momento”.
  41. El incumplimiento liso y llano de obligaciones impositivas y laborales. La falta de controles internos, de planificación, el descuido o improvisación, sumados a la falta de una correcta organización, como así también el pensar que sólo evadiendo impuestos y trabajando de manera irregular con los empleados, puede generar mayores ingresos en el corto plazo, pero pone en riesgo la capacidad de generación de beneficios sustentables en el largo plazo.

Hacer posible y factible la continuidad de la empresa implica verificar sinceramente cada uno de los puntos anteriores por parte del empresario, adoptando las medidas correctivas necesarias.

Anexo

FALENCIAS SI NO
1 no contar con buenos sistemas de información
2 mala selección de personal
3 fallas en los controles internos
4 falta de enfoque
5 falta de planes alternativos o planes de contingencias
6 falta o ausencia de presupuesto
7 fallas en el control de gestión
8 falencias en materia de créditos y cobranzas
9 fallas en materia de calidad y productividad
10 fallas en materia de servicio al cliente
11 ausencia de una política de mejora continua
12 altos niveles de desperdicios y despilfarros
13 resistencia al cambio
14 incapacidad para consultar
15 excesiva centralización en la toma de decisiones
16 graves falencias a la hora de resolver problemas y tomar decisiones
17 no monitorear debidamente el contexto o entorno de la empresa
18 falencias en politica de personal
19 falta de inversión en capacitación propia y para el personal
20 mala gestión financiera en materia de endeudamiento y liquidez
21 errores en la gestión de la seguridad (robos, incendios, patentes, etc.)
22 excesivos costos fijos
23 elevado punto de equilibrio
24 errores de previsión
25 graves errores de planificación estratégica (fortalezas, debilidades, oportunidades, amenazas, misión)
26 falta de experiencia
27 falta de dinero/capital
28 mala ubicación
29 mal manejo del inventario
30 mucho capital gastado en activos fijos
31 mala política para otorgar crédito
32 sacar del negocio mucho dinero para gastos personales
33 fallas de planeación
34 tener una mala actitud
35 mala selección de socios
36 no conocerse a sí mismo
37 tener expectativas poco realistas
38 nepotismo
39 incapacidad para delegar
40 mala gestión del riesgo
Total
Porcentaje

Las respuestas \”SI\” implican deficiencias, y las \”NO\” significan no estar cometiendo la falencia o error.
Para cada respuesta positiva deberán adoptarse medidas correctivas.
Si bien cualquier falencia puede llevar a la empresa por sí sóla a su fracaso, saber que tantos errores estamos cometiendo nos permitirá tener una clara idea de la gravedad de la situación.

Bibliografía:

Inicie su propio negocio Charles L. Martín Editorial Iberoamericana 1994

Las causas del fracaso de las empresas Enrique Zamorano Grijalbo 1997

Como destruir una empresa en 12 meses …..o antes – Luis Castañeda Ediciones Poder 1994

El empresario ¿víctima o culpable de las crisis de su empresa?  Jorge Hermida 1981

Principios y práctica de gestión financiera Michael M. Coltman Deusto – 1987

Lo que todo pequeño empresario debe saber G. Meredith / R. Nelson / P. Neck Oficina Internacional del Trabajo 1986

Como crear empresas rentables Miguel Cañadas Ediciones Gestión 2000 1996

Kaizen Detección, prevención y eliminación de desperdicios Mauricio Lefcovich www.gestiopolis.com – 2004

Estrategia Kaizen Mauricio Lefcovich www.monografias.com – 2003

Mauricio Lefcovich

Título profesional: Contador Público Nacional por la Universidad Nacional de Entre Ríos y Postgrado en Mejora Continua por la Georgia Tech. Especialista en Reingeniería y Mejora Continua por la Universidad Nacional de Buenos Aires Actividad profesional: Consultor en: Calidad – Productividad – Mejora Continua – Control y Reducción de Costos…

Este artículo es Copyright de su autor(a). El autor(a) es responsable por el contenido y las opiniones expresadas, así como de la legitimidad de su autoría.

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  4. se provea un enlace al artículo original (https://degerencia.com/articulo/las_pequenas_empresas_y_las_causas_de_sus_fracasos/)
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¿Qué tanto confía usted en su intuición para tomar decisiones?

Los empresarios suelen confiar en el “olfato”, pero la idea es minimizar los riesgos. Cuanto más experiencia tenga un ejecutivo, más útil será el uso de esta herramienta emocional.

Por César Antúnez de Mayolo
Docente de Pacífico Business School

Usted tiene un cargo directivo de responsabilidad y acaba de entrevistar a tres candidatos para un puesto gerencial en su área. Hay información objetiva que indica que uno de los tres candidatos está menos calificado que los otros dos, sin embargo, usted cree que “hay algo” en ese candidato que le dice que es el mejor para el puesto.

Mientras la gerencia de recursos humanos le muestra resultados de pruebas de rasgos de comportamiento y un informe de verificaciones laborales, usted sostiene que por su “kilometraje”, no cree equivocarse y como quien más se perjudicaría con una mala elección sería usted mismo, quiere tomarse el riesgo de contratarlo.

¿Qué tanto influye en su decisión la certeza versus su propia terquedad? ¿Por qué a veces minimizamos información objetiva por efectos de darle más peso a nuestro “olfato”, “buen ojo” o “feeling”? ¿En qué tipo de situaciones nos sirve más la intuición?

Decisiones directivas

Además de desarrollar gente, la esencia misma del trabajo de un directivo consiste en tomar decisiones, generalmente bajo presión y analizando información incompleta.

Los errores al tomar las decisiones en la empresa son costosos, pues nos pueden llevar a contratar a la persona incorrecta, lanzar al mercado productos antes de tiempo o asociarnos con una empresa que no nos convenga.

Incluso, solemos confiar mucho en nuestra intuición, pero la incertidumbre siempre estará presente y la idea es que tanto en decisiones estratégicas, tácticas u operativas, minimicemos el riesgo.

La intuición versus la razón

Las decisiones que tienen que ver con nuestra intuición son generalmente más rápidas, automáticas, fáciles, implícitas y emocionales.

En dichas situaciones, los inputs son procesados automáticamente, casi sin percatarnos de ello, llevándonos a un sentimiento casi espontáneo. En contraste, las decisiones que tienen que ver con el razonamiento son más lentas, conscientes, laboriosas, explícitas y lógicas.

La buena intuición

Como la intuición no lleva consigo soporte lógico, analítico o evidencias comprobables, solemos pensar que tiene que ver con puro instinto. Sin embargo, cuando la usamos correctamente, si bien decidimos rápidamente de manera inconsciente, es realmente con base en experiencias pasadas, según nuestros fracasos y lecciones aprendidas, por lo que es difícil seguirle la pista a la lógica que nos lleva a la decisión final.

El valor de la experiencia

Cuanto más experiencia tengamos más útil nos será el usar nuestra intuición, pero esta será una mala consejera en situaciones totalmente nuevas.

Como decía el gurú del management Peter Drucker, la intuición no debería de ser una “corazonada” de artistas, por lo que deberíamos de confiar en ella solo en situaciones en las cuales podemos controlarla.

Publicado en Gestion.pe. Post original aquí.

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La falacia de la planificación, o por qué los planes que haga seguramente no salgan bien

Como emprendedores amamos planear, porque la verdad es que planear es fácil. Es hasta divertido. En nuestra cabeza todo tiende a ser mejor de lo que es en realidad, nada falla, nada duele, perdemos cero euros en esos cuentos de la lechera que nos hacemos. Nos gusta construir la fantasía de una nueva Apple.

Pasa con los planes de empresa, los planes de marketing y cualquier otro plan que nos hagamos. Nos encanta imaginar y, sin embargo, además de que muchos aplican técnicas y modelos que no funcionan, como en el caso de los planes de negocio sucede otra cosa que ignoramos.

Las personas, por naturaleza, somos muy malas planificando, de hecho, hay algo dentro de nosotros que nos hace incapaces de planear bien las cosas.

Y lo peor es que, aunque la ciencia ha demostrado que es así, seguimos creyendo que somos buenos en ello.

No importa las veces que fracasemos, las veces en las que nos pusimos un tiempo y unas actividades y fallamos en completarlas, una y otra vez pensamos que esta vez sí, esta vez nuestro plan es infalible. Y de nuevo caemos en la trampa.

De hecho, eso tiene un nombre y cada emprendedor debería grabárselo a fuego, se trata de la falacia de la planificación.

CÓMO LA CIENCIA HA DEMOSTRADO QUE SOMOS MALOS PLANIFICANDO AUNQUE NOS PENSEMOS LOS MEJORES

En 1994, en The Journal of Personality and Social Psychology, Roger Buehler y otros colegas de profesión demostraron cómo fallamos sistemáticamente en nuestros planes. En cinco estudios con alrededor de 500 estudiantes, no sólo se probó que los sujetos subestimaban su tiempo para completar tareas (tanto académicas como no académicas) sino que, al igual que hacemos todos, emprendedores incluidos, no tenían en cuenta la experiencia pasada en la que una y otra vez procesos similares fallaron.

En otras palabras, que siempre se centraban en el plan futuro y nunca miraban qué había ocurrido en el pasado, cometiendo, una y otra vez, los mismos errores del pasado.

Sin embargo he aquí otro hecho fascinante de la naturaleza humana, cuando pasaban de ser observados a ser observadores y juzgar desde fuera los planes de otros, lo opuesto resultaba cierto: sobreestimaban los tiempos de ejecución y consideraban más las experiencias pasadas.

Vamos, que somos ciegos para con nosotros mismos, pero la paja en el ojo ajeno la vemos a la primera.

Hay multitud de estudios a este respecto. En otro, la gente que tenía que estimar el tiempo que necesitarían para completar un cierto trabajo, dio estas cifras de media: 27 días si todo iba perfecto, 34 si todo iba normal, 49 días si las cosas se torcían por el camino. Cuando se pusieron a la tarea y se recogieron los datos, la cifra media de días fue de 55,5.

Sistemáticamente cuantificamos a la baja cuánto nos cuesta realizar tareas. Ese es uno de los principales motivos por los cuales se produce la falacia de la planificación y se caen nuestros castillos en el aire.

Eso, unido a que no importa el pasado, sino que creemos que aunque hayamos fallado siempre la próxima vez sí que lo haremos bien (como de nuevo se demostró en el 97 en un curioso estudio sobre personas y sus impuestos) hace que la falacia de la planificación nos afecte sin remedio y nuestros planes sean, prácticamente siempre, inútiles.

¿SIGNIFICA ESO QUE ES MEJOR NO PLANIFICAR?

No, obviamente.

De hecho, se ha demostrado que quien se pone objetivos consigue más cosas. Pero la cuestión es que nuestros planes no son buenos por naturaleza, que somos demasiado optimistas en ellos, (sí, usted lo es y yo también, nadie se libra por mucho que se piense que sí, eso forma parte del problema). Con lo cual, para mejorarlos, hemos de:

  1. Primero ser conscientes de que estamos afectados por esa «miopía» humana e innata con respecto a los planes.
  2. Ser conscientes de que el historial del pasado es más fiable que nuestros pensamientos bonitos respecto al futuro. No, esta vez, seguramente, no va a ser muy diferente de cómo lo hemos hecho en anteriores ocasiones.
  3. Ser consciente de que sobreestimamos nuestra capacidad para completar tareas en poco tiempo. Así que si algo nos costó dos semanas en el pasado y no una, seguramente nos volverá a costar dos semanas, no me importa la motivación que arda por dentro.

Con eso en mente, uno puede tirar de las riendas en sus planes de marketing, de empresa o de lo que sea y ajustarlos.

La falacia de la planificación nos seguirá afectando, y lo cierto es que no nos podemos librar al 100% de ella, pero lo hará mucho menos, que es lo que cuenta. No podemos ni debemos aspirar a la perfección, pero sí a hacer lo que podamos.

A eso se une el hecho de que, en general, cualquier plan no resiste su primer contacto con la realidad. De modo que no importa lo mucho que pensemos en nuestra cabeza, en cuanto nos pongamos en marcha surgirán cosas, así que hemos de considerar al plan como un rumbo general, estando dispuestos a ajustar el timón enseguida según escuchemos el feedback del mundo exterior.

Pero si sabemos esto, y si lo tenemos muy presente, lo cierto es que ya tendremos una ventaja sobre el 99% del resto de emprendedores, que seguirán siendo demasiado optimistas, demasiado miopes.

Publicado en Recursos para Pymes. Post original aquí.

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El diseño de experiencias y el Queso Fresco vendido en el almacén de Don Raúl

almacendonraulUna cosa es un local en donde lavan autos. Otra cosa es un Lavaderos de Autos con la exhibición de un McLaren último modelo, una cafetería especializada en aperitivos, un equipo profesional de “asesores en cuidado automotor” y una gran variedad con opciones de tunning para volantes, llantas, techos y puertas.

El local básico está pensado desde la función: lavar autos. El otro, está pensado desde la experiencia: hombres orgullosos de sus autos, llevándolos a lavar, mostrándolos y hablar de ellos.

Ofrecer una “experiencia” es eso: vender mucho más que un producto o un servicio.

La experiencia vista desde lo más simple

La gente siempre compró experiencias. Tal vez sin saberlo. Tal vez sin un diseño deliberado por parte de quien las ofrece.

Cuando yo era un niño, el pequeño almacén de mi barrio no tenía ni nombre. Lo atendía Don Raúl (y, excepcionalmente, lo ayudaba su hermana, Aurora). El almacén de Don Raúl era un himno a la limpieza. Y, aunque estaba lejísimos de ser un almacén super provisto, tenía todo lo que necesitaba un almacén: queso, leche, fiambres, galletitas en lata, bolsas de papas fritas, varias marcas de vino común, velas blancas, gaseosas, rollos de papel higiénico, un par de toneles con aceitunas y no mucho más.

La única manera de no hacer cola en el almacén de Don Raúl era ir a comprar un miércoles de enero a las 3 y media de la tarde con 36 grados de calor.

En todas las otras ocasiones el almacén de Don Raúl estaba repleto. Y no es que no existiesen otros almacenes. Había incluso más grandes. Pero el almacén de Don Raúl ejercía una especie de magnetismo.

La clave era él (Don Raúl) y su forma de atender. Verlo atender a Don Raúl era un ejercicio de maduración emocional (OK, exagero un poco).

Adusto, casi mudo, con la sonrisa justa, limpio (insisto), prolijo, pulcro, con el ritmo preciso.

El ritual con el que Don Raúl inauguraba una horma de queso fresco era una experiencia inolvidable. Varias (varias) veces he visto a los clientes agregar fiambres a sus pedidos mientras apreciaban la prolijidad con la que Don Raúl extraía, con su pinza, finísimas fetas de jamón cocido (jamás Paleta) totalmente enteras.

Lo mismo cuando sacaba (con su mano enguantada en una bolsa de nylon) galletitas de las latas, o cuando pesaba los pepinos en vinagre, o cuando empaquetaba, en papel de periódico, los huevos de a 6 ejerciendo la presión justa como para evitar que se rompan.

La ceremonia (esta es la palabra) en la que Don Raúl convertía la atención al cliente era el diferencial de su almacén. Un diferencial casi imposible de copiar.

Esta ceremonia amplificaba la experiencia de comprar en lo de Don Raúl. Por eso las esperas eran tan llevaderas. Por eso la lealtad a Don Raúl.

Las experiencias y las marcas

Aunque en otra escala, ceremonias como estas son las que propician todas las marcas que saben que la clave de la innovación está en crear experiencias impactantes y duraderas para sus clientes.

Kinder nos ofrece la ceremonia de armar un juguete con nuestros hijos. Abercrombie nos ofrece la experiencia de comprar en un entorno con las mismas características que una discoteca. Columbia nos remonta la experiencia de los escaladores con la sola compra de una chaqueta.

Además de las ceremonias, las marcas recurren a otros elementos para diseñar experiencias: íconos, ritos, símbolos, lenguajes especiales, pertenencia a tribus, etc.

Las bolsas de las marcas de moda femenina son mucho más que contenedores de prendas. Son íconos bien claros que hacen que la experiencia de “tener algo” de la marca Urban Outfitters comience cuando salimos del local con una bolsa que dice “Urban Outfitters”.

El cocodrilo de Lacoste es otro ícono, la marca Babolat en el encordado de una raqueta es otro. Obvio, la manzana mordida también es un ícono.

El diseño de experiencias nuevas y valiosas es una de las mayores oportunidades en el mundo de la creatividad aplicada a los negocios. Ampliaré en un próximo post.

Publicado en Kastika, Micro-Blog. Post original aquí.

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Creatividad y creativ@s

Por Manel Muntada Colell
CreatividadNo hace mucho comentaba, en relación a la creatividad, que “la diferencia entre ser creativo o no está en hacerle caso a las propias ideas”, lo cual dirige la atención al hecho de que la creatividad no es tanto una cuestión de tener buenas ideas como de considerar que cualquier idea, por disparatada que parezca, puede ser buena.
Esto que escrito así, de izquierda a derecha, parece a simple vista sencillo, es, por el contrario, harto complicado, ya que por tod@s es sabido que lo que se nos ha enseñado a lo largo de todo nuestro aprendizaje es, mayormente, a considerar como válidas aquellas ideas que partan de una experiencia ya contrastada o que sean expresadas por alguien con una cierta relevancia social, que tenga un conocimiento reconocido sobre el tema del que se trate o, en el caso de las ideas geniales, que incluya en su repertorio personal un cierto grado de excentricidad.
Respecto a este último punto, el de la excentricidad, suele haber la idea generalizada de que la creatividad es directamente proporcional a la cantidad de una serie de atributos, muy concretos, que se den cita en una misma personalidad. Así pues se suelen asociar a la persona creativa rasgos, hasta cierto punto,antisociales, imagen heredada de la rebeldía que han exhibido algunos iconos del arte. También se asocia la creatividad con el despiste, el desorden y la locura, por aquello de prestar poca atención e ignorar el orden establecido y poder remontar la fuerte corriente del “pensar y proceder como Dios manda” .
Las cosas se han llevado tan lejos que incluso se ha llegado a suponer una actividad cerebral determinada, atribuyéndoseles a aquellas personas consideradas como creativas un dominio incuestionable del hemisferio derecho, mientras que el poder del izquierdo va extendiéndose y abarcando la base de una pirámide en la que creen encontrarse la gran mayoría de las personas. Algo que, sin lugar a dudas, responde más a una necesidad tayloriana de comprender nuestro cerebro que a lo que realmente están apuntando los avances en neurociencia cuando nos hablan de que las funciones cognitivas superiores parecen ser más el resultado de una actuación holística que no localizada.

 

En otro orden de cosas, en los entornos en los que me muevo y trabajo he comprobado que considerarse creativo y aportar buenas ideas [útiles, posibles, sencillas y originales] no siempre está relacionado. Pudiéndose dar el paradójico caso, por otro lado tan común en este momento donde el marketing personal está en auge, de personas que se autodenominan o son consideradas creativas, como si de una característica cromosómica inherente al propio código genético se tratara, del mismo orden que lo es el ser rubio o tener los ojos verdes. O personas de las que hay evidencias de haber aportado alguna idea distinta y válida pero que, en cambio, no son rescatadas del carácter uniforme y átono del conjunto de la población.

Sin entrar en temas de personalidad, pseudocientíficos ni esotéricos, desde mi punto de vista, la persona “creativ@” ha de reunir dos elementos imprescindibles e inseparables: Por un lado la capacidad de lanzar ideas [propias o no] y hacerlas rebotar como si se tratara de aquellas pelotitas de goma que salían disparadas hacia todas direcciones, creando trayectorias imprevisibles [¿te acuerdas?] y por otro lado una estructura mental capaz de configurar cuatro paredes y un techo en las que esta pelotita vaya rebotando in aeternum, sin el peligro de que se pierda por falta de contención. En la metáfora, las paredes representarían un marco metodológico sólido. Para terminar, esta cajita ha de tener la capacidad de ensancharse y aumentar la distancia entre sus paredes para poder ofrecerle a la pelotita más posibilidades en cuanto a la longitud de sus trayectorias. Esto sería el equivalente a tener “amplitud de miras”.
Este enfoque me permite distinguir cuatro maneras de abordar el proceso creativo que identifica a distintos tipos de individuo:

1.- Tener ideas [pelota rebotando] más cuatro paredes en continua expansión: Persona creativa capaz de generar una diversidad de ideas y de desarrollarlas funcionalmente considerando un contexto determinado.

2.- Tener ideas pero sin un marco metodológico claro que las contenga, seleccione, analice, priorice y conecte con un objetivo[falta de paredes]: Dispersión mental, diarrea de ideas, desconexión con la realidad, falta de orientación al tema.

3.- Tener un marco metodológico claro [hay paredes] pero sin ideas [la pelota, en caso de haberla, se deposita en el suelo y se deja ahí, quieta]: Persona aquejada de hiperpragmatismo, rigidez mental, inflexibilidad y sumisión al método.

4.- Tener ideas rebotando pero en una cajita tan pequeña que ahoga rápidamente su movimiento: Inseguridad, desconocimiento, especialización, cortedad de miras, enfoque estrábico por aquello de hacer coincidir cualquier punto de vista con la punta de la propia nariz.

Del mismo autor en este blog:

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Visión estratégica y predicción

Por Mercedes Hortelano VdP @MyKLogica

prediccion

Hace tiempo, en una tertulia entre amigos, una de las personas preguntaba la posibilidad de predicción … me llevó a recordar mis inicios, cuando comencé a trabajar en la que, entonces, era una de las empresas líderes en el sector tecnológico, Digital Equipment Corporation, DEC.

Corría el año 87 y ya nuestra forma de comunicarnos, entre nosotros, era vía correo electrónico. Hablar de ‘correo electrónico’ en la calle, en esos años, era hablar de marcianos, a menos que fuera con profesionales del sector. Lo cierto, es que ninguno éramos adivino pero casi todos sabíamos que en X tiempo llegaría al resto del mercado y que en X tiempo más, llegaría al público en general.

La predicción se puede contemplar como una espiral en la que la investigación, la experiencia y las pruebas que se van realizando te van dando pautas para nuevas ‘predicciones’ … cuanto más experiencia se tiene -como empresa, como profesional y como persona- mayor capacidad de predicción se adquiere, puesto que se ha ido viviendo diferentes ciclos, experiencias, tensiones, formas de ‘no hacer’ -como decía Eddison- … El ‘hecho’ es que en estos momentos, muchas empresas se están deshaciendo de aquellos profesionales con mayor capacidad de predicción en aras de aquellos que ‘cuestan menos’, sin darse cuenta de que con las jubilaciones anticipadas o prejubilaciones están perdiendo gran parte de la inversión en conocimiento y experiencia que con ellas habían adquirido, es decir, memoria histórica de cómo se llegó a donde se ha llegado. Si a todo ello se le une el punto de la ‘miopía sectorial’, es decir, empresas que sólo se fijan en su propio segmento de mercado y obvian los avances de otros sectores perfectamente aplicables al propio (benchmarking sectorial ¿?) … nos encontramos en un bucle que lleva a tropezar, una y otra vez, en la misma ‘piedra empresarial’.

Y con esto no digo que los ‘más antiguos’ sean mejores (muy a menudo hay quienes confunden 20 años de experiencia con 1, 2 o x años, repetidos x veces), sino que cada ciclo profesional es necesario y tiene sus desventajas y sus ventajas … una empresa con muchos profesionales ‘dinosaurio’ puede morir de anquilosamiento pero una empresa sin ninguno que le modere, le recuerde ciclos, pautas de guía, visión transversal de mercado, etc. tiene muchas posibilidades de pasar del estrellato al ‘estrellado’.

Publicado en MyKLogica.es. Post original aquí.

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