Estilo de liderazgo. Cinco pautas para relacionarte con el otro.

Por Joaquín Barsanti

Mucho se ha escrito sobre liderazgo, sus clasificaciones, y diferenciaciones teóricas. Pero la práctica es mucho más dinámica y rica que cualquier clasificación.  A continuación, ofrezco cinco pautas que un buen líder debe cultivar:

  1. Humildad. Es quizás la más importante de las virtudes de una persona. Es cierto que si solamente se es humilde, no por eso obtendrá seguidores. Pero… ¡atención! El arrogante, el egocéntrico, nunca tiene seguidores genuinos, sino que tiene interesados de ocasión.
  2. Interés real por el otro. En este punto, el humilde comienza a despertar su liderazgo, porque aprende del otro, le interesa su vida, su trabajo cotidiano, su oficio. Y conoce sus dolores, y también sus alegrías. Esto permite al otro abrirse, mostrarse tal como es.
  3. La capacidad de escuchar y leer al otro. Esta capacidad está por supuesto enraizada en las dos anteriores. De nada sirve que alguien se abra si luego no será escuchado. Una persona que no es humilde, raramente tendrá tiempo para el otro, ni se interesará por nadie. Estará ensimismado en su propia persona. En cambio, el humilde tiene menos dificultades para ver y escuchar al otro, y entenderlo.
  4. Intimidad. La intimidad es vincularse con el otro en un nivel más profundo, y exige respeto hacia la otra persona, secreto en las conversaciones, mutua confianza y libertad.
  5. Largo plazo. El liderazgo no se logra de un día para el otro, ni se ejerce de a ratos. El liderazgo se construye lentamente, como en cualquier otra relación. Conoce plenamente que la complejidad de las organizaciones y las personas distancia, en tiempo y espacio, las causas y los efectos.

Las organizaciones tantas veces buscan soluciones mágicas, que olvidan estas pautas básicas. Los líderes de largo plazo son los que las organizaciones necesitan, porque comprenden mejor la naturaleza compleja de los hechos que, a priori, se presentan como simples.

No importa el nivel jerárquico, estas cinco pautas están para ser aplicadas. En el liderazgo, la jerarquía es accesoria.

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La comunicación, la habilidad directiva clave

por Helena López-Casares  @helenacasares

Si las habilidades de comunicación son esenciales para el desarrollo de nuestro trabajo, un buen ejercicio sería el analizar cómo comunicamos en el momento presente, qué resultados obtenemos, cuán importante es la comunicación en nuestra tarea directiva y cómo debemos comunicar para llegar a nuestros objetivos.

Piensa que del impacto de un mensaje un 93% corresponde a la comunicación no verbal y sólo un 7% a la verbal. De ese 93%, un 38% tiene que ver con el paralenguaje, es decir, con el tono de voz empleado, la velocidad, el ritmo, los matices vocales, la respiración, las pausas, entre otros, y un 55% se desprende de la kinésica: los gestos, las posturas o las miradas.

Estos son algunos consejos generales que te ayudarán a mejorar tus habilidades de comunicación en cualquier circunstancia:

– Mantén la mirada con la persona que se está expresando. La calidez que transmiten los ojos es muy potente.

– Indica que estás escuchando diciendo sí, sin entorpecer el discurso del otro, y afirmando con la cabeza.

– Utiliza la sonrisa como elemento de confianza y cercanía y para relajar tensiones.

– Responde a los sentimientos que están detrás de las palabras, mostrando que los comprendes. No se trata de ser simpático ni empalagoso, sino empático y asertivo.

– Mira a la cara de la persona que tienes enfrente, tanto cuando te toca hablar como cuando escuchas. Es un acto que refrenda al otro como identidad singular. Quien sabe escuchar y se interesa por los sentimientos de sus interlocutores atrae sentimientos positivos.

– Ten en cuenta tu movimiento corporal y expresión facial y coordínalo con tu forma de hablar y de escuchar. Una descoordinación ofrecerá una señal de incongruencia.

– Atiende a tu respiración, tono y modulación de voz, ua que te informan de tus emociones y te ayudan a que transmitas bien el mensaje.

– Huye de los estereotipos, ya que marcan y condicionan las respuestas y las actitudes. En cualquier caso, siempre debemos validar nuestras primeras impresiones.

– No expreses inicialmente el propio acuerdo o desacuerdo. Los seres humanos solemos acompañar de argumentaciones a nuestras afirmaciones, deja que fluyan.

– Si te encuentras dentro de un bucle y no estás seguro de estar entiendo el mensaje en su totalidad, resume de vez en cuando lo que escuchas para comprobar si lo has comprendido o no.

– No menosprecies al que habla ni a su forma de hacerlo. Recuerda que todos somos iguales, que no te pierdan los modos.

– Comparte opiniones, sentimientos y emociones con quienes te rodean. No seas tan reservado porque no conduce a nada.

– Piensa que aceptar opiniones diferentes a las nuestras es de sabios porque nos ayudan a ver todas las caras del mundo y nos abren nuevas puertas. Reflexiona sobre las nuevas visiones y analiza si hay algo que quieras aprovechar de ellas.

– Elimina los obstáculos que frenan y entorpecen la comunicación: acusaciones, exigencias, juicios de valor, prejuicios, generalizaciones, negatividades y silencios.

– Todos tenemos un espacio vital ponemos nuestros límites físicos y emocionales. Es bueno conocerlos para no invadir un terreno que alguien puede entender como exclusivo.

– La ternura, la amabilidad y la afabilidad en la charla sólo traen cosas buenas, no les tengas miedo.

Publicado en Canal CEO. Post original aquí.

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Escuchar no es lo mismo que oír

Por Ciara Molina

Uno de los principales inconvenientes que nos encontramos dentro del proceso comunicativo es que no sabemos escuchar, el mensaje no llega como debiera y muchas veces nos sentimos poco valorados e incomprendidos. Por eso decimos que oímos pero no escuchamos.

Oír se hace de manera pasiva, se trata simplemente de percibir vibraciones de sonido. No es más que un aspecto fisiológico relacionado con las sensaciones. En cambio escuchar implica, además de oír, interpretar lo que se oye. Se trata de la capacidad de captar el mensaje en toda su amplitud, no sólo prestando atención a lo que se percibe verbalmente, sino también a lo que observamos a través de la comunicación no verbal, tono de voz y lenguaje corporal de la persona que habla. Podemos decir entonces que se trata de entender, comprender y dar sentido a lo que se oye. Se escucha de manera activa, por ello los psicólogos acuñamos el término de Escucha Activa al referirnos a este primer paso de la comunicación.

Entendemos, por tanto, que la Escucha Activa nos es imprescindible para poder relacionarnos de una manera emocionalmente saludable, ya que no sólo presta atención a lo que la persona está diciendo, sino también a los sentimientos, ideas o pensamientos que se derivan de lo que está diciendo. Facilitando de este modo poder ponernos en el lugar del otro, lo que llamamos empatía.

Aspectos a tener en cuenta cuando pretendemos escuchar activamente:

– Estar preparados mental y físicamente antes de la escucha, ya que requiere un esfuerzo de atención y predisposición mental para captar el mensaje.
– Tener una actitud positiva.
– Reflexionaremos sobre la forma de ser y actuar del emisor para tratar de adaptarnos lo máximo posible a él.
– Mostraremos interés en lo que nos está diciendo para que sienta que lo estamos escuchando.
– Trataremos de ponernos en su lugar, a través de lo que se conoce como escucha empática. Entenderemos, respetaremos y nos interesaremos por sus problemas, pensamientos y emociones.
– Buscaremos un espacio de calma que le ayude a sentirse cómodo, facilitando de esta manera la comunicación.
– Respetaremos la distancia con el emisor, en función de la relación personal que tengamos con él. Siendo más cercana en caso de amigos y familiares, y algo más lejana ante personas desconocidas o relaciones profesionales.
– Escucharemos con los ojos, igual que con los oídos. Es decir, prestaremos especial atención al lenguaje corporal para poder interpretarlo.
– Tendremos en cuenta el tono, la intensidad y el ritmo de la voz, ya que a través de ellos se transmiten emociones.

Deberemos evitar entonces:

– Crearnos expectativas. Tendremos la mente abierta sin esperar nada.
– Hacer caso de nuestras emociones, prejuicios y opiniones antes de comenzar la comunicación.
– Distraernos con otras cosas mientras estamos escuchando.
– Interrumpir a la persona que habla. Se cortará la comunicación y el mensaje no llegará de la misma manera.
– Juzgar. Seremos conscientes de la persona que tenemos delante tratando de entenderla, valorarla y comprenderla desde el respeto.
– Dar consejos, aleccionar, llevar la contraria y cambiar de tema.
– Contraargumentar. Por ejemplo: la persona dice “estoy cansado” y nosotros le respondemos “yo también”.
– No prestar atención a los sentimientos de la otra persona. Por ejemplo restándole importancia a un malestar que siente “No te preocupes, verás que no será nada”.
– Hablar de nuestra experiencia mientras el otro tenga la necesidad de seguir hablándonos.

Dentro de la comunicación no verbal prestaremos especial atención a determinados aspectos, principalmente a la mirada. El contacto visual es una muestra clara de si una persona nos está escuchando o no. Nos fijaremos en si es capaz de mantenérnosla mientras le estamos hablando o si parpadea. El parpadeo es un signo de atención, dado que sirve para fijar la imagen y la información que recibimos. Otros aspectos a tener en cuenta serán, los movimientos de cabeza hacia abajo o hacia un lado, éstos nos indican que estamos siguiendo la comunicación y que pretendemos seguir haciéndolo de manera activa; y la expresión facial, ya que a través de las gesticulaciones de la cara podemos llegar a saber el estado emocional en el que la persona se encuentra.

Pero como toda comunicación, no es unidireccional, es cosa de dos. No sólo escucha el receptor, sino que el que habla a su vez también tiene que saber captar los mensajes que su interlocutor le emite, por lo que la escucha activa vendría a ser en ambos sentidos.

Sé que resulta complejo retener tantos datos en la cabeza antes de ponerse a escuchar, pero no requiere más que práctica para conseguirlo. Si nos acostumbramos a ir haciéndolo asiduamente, al final la mente lo interiorizará y conseguiremos escuchar activamente sin que nos resulte difícil. Nos resultará mucho más sencillo si utilizamos algunas de las siguientes habilidades comunicativas:

– Empatía. Intentar entender que es lo que siente la otra persona, hacerle ver que intentamos ponernos en su lugar para comprenderlos. Por ejemplo “noto tu dolor”.

– Parafrasear. Se trata de intentar decir con nuestras propias palabras lo que creemos que ha sido el mensaje que el otro nos ha querido transmitir. Es un ejercicio básico si queremos cerciorarnos de que le hemos entendido. Por ejemplo “¿quieres decir que…?”, “Entiendo que te refieres a…”.

– Emitir palabras de refuerzo o cumplido. Consiste en dar nuestra aprobación, bien sea a través de un halago o a la demostración de que estamos de acuerdo con lo que nos está diciendo. Por ejemplo “Me gusta mucho hablar contigo”, “Veo que se te da muy bien…”.

– Resumir la conversación para ver si hemos entendido el mensaje. Con ello mostraremos a la persona nuestro grado de comprensión. Si vemos que éste no ha sido del todo satisfecho, le pediremos una aclaración con la finalidad de alcanzar un entendimiento total.

De forma complementaria a la Escucha Activa tenemos, lo que conocemos con el nombre de Escucha Reflexiva. Ésta requiere de una respuesta ante la primera, tratando de demostrar que la persona ha sido escuchada y comprendida en sus sentimientos ante las circunstancias que nos ha estado relatando.

Desde un punto de vista terapéutico sería primordial cuando se nos presentan casos de personas a las que les cuesta muchísimo expresarse emocionalmente, ya que nos permite formular preguntas abiertas de forma reflexiva, que ayudan a la persona a explayarse en el discurso sin pensar demasiado en si lo está transmitiendo bien o no. De esta manera conseguimos que no haya interpretaciones y juicios, que no harían más que entorpecer la comunicación.

El uso de la Escucha Reflexiva, ayuda a ver la situación de una manera más clara, ya que la reflexión favorece el cambio de pensamiento. Ver las cosas desde una perspectiva más positiva ayuda a que la persona se suelte en el momento de expresar sus emociones y en definitiva eso es lo que perseguimos, ser capaces de poder decir lo que sentimos para descargar con ello las tensiones acumuladas.

¿Cómo conseguimos Escuchar reflexivamente?

– Parafraseando. En esta ocasión repetiremos la afirmación del hablante en forma de pregunta, consiguiendo de este modo hacerlo reflexionar sobre el mensaje que emite. Por ejemplo, ante la afirmación contundente de “Mi mujer nunca me escucha” nosotros le preguntaremos “¿Sientes que ella no te escucha lo suficiente?”. De esta manera podemos hacer pensar a la persona que quizás fue algo exagerado al afirmar con rotundidades que nunca era escuchado.

– Intentar descubrir la emoción subyacente. En ocasiones la persona no dice como se siente pero lo podemos llegar a deducir por sus palabras. Por ejemplo, si nos dice “Mi hermano es un idiota”, le diremos “veo que estás enfadada con él”. Poco a poco iremos consiguiendo que la persona exprese su emoción, sin tener que averiguarla.

– Haciendo preguntas para asegurar la comprensión. Es importante entender bien el mensaje, por lo que todo lo que no se entienda se debe preguntar. Por ejemplo, si nos dice “¡No soporto a ese hombre!”, le diremos “Pareces molesta ¿te ha sucedido algo con él?”. A través de esta pregunta abierta conseguiremos que vaya abriéndose más a explicar su sentir interno.

– Alentando a la persona a continuar hablando haciéndole saber así que le estamos escuchando. Mediante el contacto visual directo y con una actitud receptiva, le haremos ver a través del lenguaje verbal y no verbal que lo estamos escuchando. Asintiendo con la cabeza a modo de aprobación o a través de expresiones como “Entiendo”, “Continua”.

Después de todo lo expuesto podemos afirmar que saber escuchar es primordial para construir relaciones emocionales sanas. ¿Nos quitamos los tapones de los oídos y nos ponemos a ello? Seguro que la mente y el cuerpo nos lo agradecerán.

Publicado en El Rincón del Coach. Post original aquí.

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El falso debate de RRHH sobre comunicación 2.0.

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La dimensión emocional del cambio: 4 claves para líderes innovadores

Por Virginio Gallardo

El principal protagonista del proceso de cambio que se produce en nuestras organizaciones es el talento humano, por esto es necesario asegurar que entendemos que el principal freno y motor de la innovación pesa algo menos de un kilo y medio y se llama cerebro. Pero especialmente que entendemos que no está preparado para el cambio que vivimos.

Tenemos un cerebro emocional construido biológicamente en periodos remotamente antiguos de la evolución humana, diseñado para vivir en entornos estables , no para tomar decisiones estratégicas en entornos hipercomplejos de cambio constante que se exige a los líderes y a los profesionales de nuestra era de la innovación.

La seguridad que nos da el hábito, la energía cerebral que ahorramos por no replantearnos las cosas que hacemos, las emociones, convierten nuestro cerebro en generadores de resistencia organizativa, el principal escollo de los procesos de innovación.

Pero, no se trata de negar o luchar contra la naturaleza emocional de nuestro cerebro (lo cual además es imposible) se trata de desarrollar esta naturaleza emocional para que tomemos las mejores decisiones para que sean nuestras aliadas en los procesos de innovación.

Los profesionales y líderes que buscan la excelencia en la gestión del cambio deberán ser expertos en gestionar la emociones de los demás y para ello se comienza por gestionar las propias emociones. Por esta razón los estilos emocionales están en el centro del Modelo de Liderazgo (ver Gráfico) ya que son los que permiten en el funcionamiento de los demás.

Fueron Boyaztis, Mckee y Goleman los que con sus modelos de Inteligencia emocional y Liderazgo más ayudaron a popularizar el impacto que tenía sobre el comportamiento directivo las competencias emocionales. Después de analizar estas competencias de liderazgo con muchos directivos en entornos de cambio te proponemos analizar los cuatro comportamientos que siguiendo los modelos de estos autores son más críticas para el líder innovador.

1. Autoconciencia: Humildad para saber dónde reinventarse
Un líder debe comenzar por liderarse a sí mismo. La más difícil y rentable de todas las habilidades que una persona puede tener es conocerse a sí mismo. La condena de los que no tienen esta cualidad es que no saben dónde debe focalizar sus esfuerzos para adaptarse a un entorno cambiante, para cambiar sus paradigmas y comportamientos.

Para reinventarse, la cualidad básica de un líder innovador, la clave es la “humilidad” que recordemos que es una palabra que viene del latín “humus” tierra, donde se puede crecer. Pero, el cerebro mediante procesos cómo la disonancia cognitiva no nos cuenta la verdad, no nos ayuda a percibir por qué debemos cambiar, por qué tenemos que cambiar lo que pensamos, nuestros hábitos y nuestros comportamientos.

Ser un profesional innovador es estar en permanente estado beta, cuestionarse que hacemos y que pensamos ayudándonos del feed-back para poder evaluar de la forma más objetiva posible dónde evolucionar. Sin líder innovador no hay innovación.

 

2- Autogestión: Resilencia y acción
Todos vivimos en una revolución organizativa, no importa el sector, ni nuestra posición, todo se transformara por ello es tan importante que lo hagamos nosotros, por ello la clave de nuestro tiempo es la resiliencia.

Saber cómo somos (autoconciencia) y por qué debemos reinventarnos y que aspectos nuestros debemos cambiar no es suficiente, si no tenemos la capacidad de autoregulación. Es mucho más fácil saber que cambiar o que debemos hacer que hacerlo. Los líderes no son los que dicen lo que hay que hacer, son los que lo hacen.

La autogestión emocional exige fomentar el equilibrio emocional, la confianza y el optimismo cómo facilitadores del cambio. Las emociones positivas, más allá de parecer una moda humanista estúpida y bienintencionada, aumentan el repertorio de pensamiento, aportan más creatividad, neutralizan las emociones negativas que provoca el cambio (miedo, incertidumbre,…) y por tanto potencian nuestra capacidad de acción para generar nuestra capacidad de adaptación frente la innovación.

Si no gestionamos activamente nuestras emociones los viejos mecanismos de nuestro cerebro emocional actuarán conforme su diseño: actuemos, demos sentido al cambio mediante creatividad, iniciativa y acción que son los propulsores de la resiliencia. El cambio personal del líder innovador se produce con la acción y de la evaluación que hace de los nuevos comportamientos.

 

3- Consciencia Social: empatía y escucha abierta
El principal problema de los líderes es adentrarse en el futuro con los ojos del pasado, sin cambiar paradigmas, la no comprensión de lo que sucede crea un estado de malestar que es una de las principales claves de la resistencia organizativa.
Por ello innovar implica estar abierto a lo que sucede en nuestro entorno organizativo o de negocio para poder percibir cuándo y cómo es necesario cambiar y entender cómo los demás se comportarán.

El cerebro nos engaña, escuchamos y nos socializamos con quien nos proporciona información amiga. Pero es obligatorio dialogar con los diferentes, con los que piensan distinto que tú, sobre todo si te dicen cosas que no te gustan para encontrar las nuevas claves del cambio.

El comportamiento innovador exige escuchar no lo que dicen los demás sino entender que realmente siente para poder predecir y adelantarse a sus reacciones. Exige mirar con curiosidad con nuestro entorno, ser un eterno aprendiz y como ellos hacerse preguntas constantemente y exige apasionarse con las respuestas.

 

4- Gestión de Relaciones: Conectar emocionalmente la base del cambio
Liderar implica ser expertos en configurar nuestras relaciones y las de nuestro equipo para generar compromiso, esfuerzo, inteligencia o creatividad al servicio del cambio. Entender cómo se sienten los demás (empatía) es el primer paso, pero para crear emociones positivas, inspirar canalizar la energía y el talento es necesario comunicar e influir.

Los líderes consiguen convertir el miedo, la pasividad, la incertidumbre o la angustia frente al cambio en ilusión y acción. Saben conectar con los intereses, valores y motivos de sus colaboradores, y a veces, con la dimensión más espiritual de estos.La pasión, la confianza y el coraje del líder se transmiten cómo se transmiten las palabras, pero tienen más credibilidad y se contagian más rápidamente.

Necesitamos una nueva forma de entender lo profesional que deje de minusvalorar la importancia de la gestión de las emociones de nuestros equipos, que las saque de esa semiclandestinidad a las que las tenemos condenadas, que busque entender sus mecanismos de funcionamiento y que las potencie como la parte más valiosa del talento.

Publicado en Supervivencia Directiva. Post original aquí.

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Liderazgo con inteligencia emocional

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Infografía educativa: Habilidades sociales

por Celia Rodríguez Ruiz

Las habilidades sociales son necesarias para el ser humano. Las personas somos seres sociales por naturaleza, necesitamos de los demás para ser y para desarrollarnos. Las habilidades sociales, por lo tanto van a ser la garantía de unas relaciones e interacciones sociales sanas y satisfactorias. Es muy importante desarrollar las habilidades sociales de los niños y niñas desde un primer momento.Las habilidades sociales básicas son:

  1. Comunicación. La comunicación es la base de toda interacción y de toda relación. Es muy importante desarrollar habilidades que nos permitan comunicarnos con los demás de manera verbal y no verbal.
  2. Empatía. La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro. Ser capaces de entender a los demás, nos va a garantizar unas habilidades sociales sanas y satisfactorias.
  3. La asertividad es la habilidad de defender los propios derechos, opiniones e ideas, sin atacar a los demás, desde el respeto. La asertividad es una postura o reacción que se sitúa entre la respuesta pasiva y la agresiva. Ser capaces de dar nuestro punto de vista sin dañar a los demás es la base de las relaciones sociales.
  4. Escucha Activa. La escucha activa implica mucho que la escucha. Se trata de escuchar al otro desde el corazón y de demostrar que le estamos escuchando.
  5. El apego es una necesidad humana básica, ser capaces de establecer lazos afectivos parece algo natural, pero a veces puede ser necesario desarrollar esta capacidad, eliminar barreras, miedos e inseguridades.
  6. Cooperación. Relacionarnos con los demás implica aprender a cooperar para lograr objetivos comunes. La cooperación es una de las habilidades sociales básicas.
  7. Autocontrol. El autocontrol de la propia conducta en diferentes situaciones sociales nos va a permitir mejorar nuestras competencias. Se trata de analizar nuestras interpretaciones y ser capaces de gestionar nuestras emociones en las diferentes interacciones.
  8. Resolución de conflictos. Finalmente la capacidad de resolver conflictos. La interacción social no está libre de conflicto.

Celia Rodríguez Ruiz

Psicóloga y Pedagoga

@Celia_RodrigRu

Publicado en Educa y Aprende. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Las Neuronas Espejo y el aprendizaje

Para seguir leyendo:

La Inteligencia Emocional como un componente del liderazgo

Desarrollo Personal: 14 claves para mejorar tu asertividad y tus mensajes

La importancia de la inteligencia Social

El sistema de aptitudes de la inteligencia emocional. Enfoques y propuesta

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Saber escuchar para saber hablar

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por 

Muchas veces habrás estado hablando con otras personas y no has sabido cómo hacer para dominar la conversación. No es difícil, solo hace  falta paciencia. La suficiente como para dejar que tu interlocutor hable a su gusto, incluso por los cuatro costados, mientras tú le escuchas.

Piensa que quien domina una conversación no es quien está hablando, sino quien está escuchando. Escuchar te permite conseguir una gran cantidad de información que no lograrás mientras hablas. Por ejemplo, podrás saber sobre los gustos de tu interlocutor y sus posibles debilidades y fortalezas.

Si escuchas detenidamente, toda esa información te va a permitir saber cosas de quien está hablando, te podrás hacer una composición de lugar y conocer mejor al otro.

Luego, te resultará mucho más fácil negociar con esa persona porque tú dispondrás de una información de la que él carece; desventajas de hablar por los codos. Así que si, por ejemplo, tienes que negociar te va a resultar mucho más fácil que a la otra parte porque has estado recibiendo información del otro.

Él, que se lo ha pasado en grande hablando de sí mismo pero que no ha obtenido información relevante sobre ti, está en desventaja.

Volviendo al tema del carisma al que me he referido en otras ocasiones. Si tú quieres ser carismático tienes que aprender las destrezas de los grandes escuchadores; la principal de ellas, aunque parezca de Perogrullo, es escuchar. Y después saber sacar la información adecuada y de interés de esa conversación.

Por eso no interrumpas nunca al que te está hablando, le harás sentirse mal y dejarás de recibir información. Bueno, he dicho nunca y quería decir casi nunca. Hay ocasiones en las que nuestro interlocutor es tan insufriblemente pesado que hay que huir de él a toda prisa. Pero eso sí, debemos huir con elegancia.

Si vas a interrumpir, porque consideras que debes hacerlo, intenta que sea en un momento en el que haya terminado una frase, para que no dé la sensación de que le dejas con la palabra en la boca.

Piensa que la gente te va a asociar con los sentimientos y sensaciones que provocas, por lo que debes intentar evitar crear asociaciones negativas; no hagas que se sientan mal o equivocados.

Y cuando te llegue el turno de hablar intenta ser lo más claro y gráfico posible.  Procura utilizar imágenes, metáforas y lenguaje rico para transmitir y convencer con un mensaje carismático.

No olvides que la ventaja de una persona carismática es que deja de ser persona para convertirse en personalidad.

Publicado en Pruebate Magazine. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

El arte del buen escuchador

Seguir leyendo:

Saber escuchar. Conversaciones productivas

Habilidades comunicativas (III): la escucha activa

¿Qué es la escucha activa y cómo se puede aprender la escucha activa?

De que hablamos cuando no hablamos de lo que deberíamos hablar?

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Habilidades comunicativas (III): la escucha activa

En anteriores posts hemos hablado de los componentes paralingüísticos y componentes no verbales que intervienen en el proceso comunicativo y debemos aprender a controlar en aras de la comunicación eficaz. Este post dedicado también a habilidades comunicativas lo dedicaremos a una de las tres actitudes imprescindibles para el buen comunicador, junto con la asertividad y la proactividad: la escucha activa. 

La escucha activa

La naturaleza nos dio dos ojos, dos orejas y una boca para que pudiéramos observar y escuchar el doble de lo que hablamos. Epícteto.
Escucha activaSaber escuchar es igual, o incluso más difícil, que saber hablar. La escucha activa es un elemento indispensable en la comunicación eficaz y se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a una persona se precisa cierta empatía. La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla.
Existen algunos obstáculos que impiden que escuchemos con eficiencia y debemos ser conscientes de estos para poder superarlos:
  • Atención dividida: tratar de hacer demasiadas cosas al mismo tiempo nos coloca y coloca al usuario en una posición inadecuada e incómoda.
  • Atención a nosotros mismos: comprometemos nuestra capacidad de escuchar a la otra parte. Ej: cuando estamos intentando escuchar activamente, a veces nos fijamos en nosotros mismos, enviándonos mensajes internos de lo bien o mal que estamos escuchando al otro, cuando en realidad estamos más centrados en cómo lo hacemos que en escuchar en sí a la otra persona.
  • Pretender que escuchamos: cuando en realidad no es así. Ejemplo: cuando estamos frente a otra persona y le mandamos señales de que le estamos escuchando, aunque internamente estamos pensando en otros problemas que tenemos, pretendemos escuchar, pero no lo estamos haciendo.

Querer hablar primeroEl error más habitual es querer hablar primero y expresar nuestro punto de vista a toda costa, de ahí que nos concentremos únicamente sobre la idea que queremos transmitir, y no sobre lo que nos están diciendo. Esta forma de distraerse perjudica seriamente la comunicación.

Existen algunas actitudes que nos van a permitir mejorar nuestra escucha activa: 

  1. No interrumpir cuando el usuario está hablando ni valorar o enjuiciar las palabras del otro de inmediato.
  2. Comprender que no somos los únicos que hablamos, esto se traduce en dejar hablar a los demás sin anticiparnos a lo que nos van a decir.
  3. Consideración y amabilidad hacia las personas con quienes uno habla, esta consideración podemos demostrarla con hechos como: valorar lo que dicen, prestarles atención etc.
  4. Voluntad de hacer que la escucha sea parte activa del proceso de comunicación, ser conscientes de que debemos escuchar y mostrar a la otra persona que queremos escucharla, con mensajes no verbales como asentimientos de cabeza, mirada centrada en la persona que habla…
  5. Aprender a escuchar entre “líneas”, en algunos mensajes que escuchamos es igual de importante lo que dicen que lo que no dicen, debemos estar atentos a ver lo que se dice entre líneas en una conversación.
  6. No adoptar una actitud hostil ni emocional mientras se escucha, esto impedirá que la persona se sienta escuchada, porque puede hacerle sentir incómoda.
  7. Aprender a evitar las distracciones, si sabemos que es demasiado tarde y nos tenemos que marchar, sin embargo, deseamos escuchar lo que nos dicen, debemos evitar mirar el reloj constantemente, pues al final estaremos más atentos del reloj que de la otra persona.
  8. Especialmente, cuando el otro tiene un problema, hay que escucharle con mayor interés. Es el momento de aplicar la escucha activa, pues la otra persona necesita ser escuchada y comprendida.

Pirámide de escucha

Ventajas que la escucha activa tiene, tanto sobre la persona que escucha como sobre la que se siente escuchada:

  • Crea un clima de confianza y cercanía que facilita la comprensión mutua.
  • Se puede comunicar aceptación e incrementar la motivación del usuario.
  • Se reduce la tensión, las diferencias de criterios.
  • Se aprende del otro.
  • Se facilita la reducción de conflictos.
  • Ayuda a tomar mejores decisiones y con mayor seguridad. 
  • Se aprende a trabajar mejor.
  • Se gana tiempo para pensar.
  • Se estimula la cooperación del usuario.

En próximos posts hablaremos sobre la asertividad y la proactividad.

Publicado en Comunicación en Cambio. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Habilidades comunicativas (I): componentes paralingüísticos

Habilidades comunicativas (II): componentes no verbales

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¿Qué es la escucha activa y cómo se puede aprender la escucha activa?

El arte del buen escuchador

Saber escuchar. Conversaciones productivas

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Felicidad en el trabajo. El día a día del “Chief Happiness Officer”

obgozvthrxtl7yvmycqfkdkitmboqscqTradicionalmente los signos de felicidad en el trabajo se han asociado con una ausencia de rendimiento.  Por contra la seriedad, silencio y disciplina han sido las señales de un entorno de trabajo donde las cosas se hacen bien.

Esta línea de pensamiento ha sido la hegemónica en buena parte de la historia de la humanidad, incluido el siglo XX.

Afortunadamente en el siglo XXI las compañías y los países más punteros son conscientes de una premisa revolucionaria: el trabajador feliz hace mejor su trabajo y es menos probable que se vaya a otra empresa de la competencia.

Aparecen entonces en las empresas más innovadoras espacios para el esparcimiento, gimnasios, videojuegos, peluqueros, futbolines, masajistas… que son iniciativas que replican con mayor o menor éxito por el resto de compañías , y el interés por conocer las causas de felicidad del empleado, con iniciativas tan ambiciosas como el gDNA, estudio desarrollado por Google entre sus empleados que esperan mantener durante los próximos 100 años.

Y es precisamente en estas organizaciones innovadoras donde surge la figura del “chief happiness officer”, un puesto de responsabilidad que sitúa al mismo nivel de importancia la felicidad de los empleados que el marketing o la seguridad laboral.

Sin embargo, hay claras diferencias entre trabajar en incrementar las ventas y aumentar la felicidad de su gente: por un lado, la felicidad es una búsqueda personal de cada individuo y pensar que como empresa sabemos qué hace feliz a los empleados es simple paternalismo. Por otro, la felicidad es subjetiva: dos personas, en dos situaciones idénticas, pueden tener estados de felicidad completamente opuestos.

No obstante, sí hay una serie de palancas desde las que se puede trabajar para crear un entorno laboral propicio para la felicidad:

Escucha continua: como hemos dicho, pensar que sabemos qué hace felices a nuestros empleados es paternalista. Hay que preguntar de manera frecuente y directa por ello a  todos los empleados a través de todos los canales posibles.

Acciones basadas en datos: el método científico es una vez más la mejor manera de saber si estamos haciendo bien nuestro trabajo en pro de la felicidad. No valen intuiciones, no valen conversaciones de café ni el manager puede hablar por todo su equipo. Medición, acción y nueva medición deben ser el día a día de un Chief Happiness Officer, empleando técnicas de una nueva disciplina llamada “People Analytics”.

Flexibilidad: el empleado debe poder adaptar su jornada a sus necesidades personales y profesionales. Desde el horario hasta la localización o el tipo de proyectos encomendados, cuantas menos restricciones impongamos a nuestro equipo más felices (y productivos) serán. La conciliación no es una excusa para trabajar menos, es la necesidad de adaptar las tareas profesionales a otras personales, como criar una familia.

Opinión a la hora de elegir a su jefe y proyecto: uno elige a su pareja, a sus amigos, sus aficiones e incluso a su alcalde o presidente. Quién es nuestro jefe es uno de los principales motivos de felicidad o infelicidad, y el empleado debe tener la capacidad de elegir.

Misión y valores de la compañía compatibles con la felicidad: sea cual sea la misión de la compañía (desde organizar toda la información del mundo como Google o ser el mejor restaurante como McDonalds), debe contemplar la necesidad de que el día a día de sus empleados no sea incompatible con su felicidad.

No a los símbolos de estatus innecesarios: ascensores especiales para directivos, cafeterías de acceso restringido, despachos innecesarios, plazas de garaje… crean estratos sociales dentro de la compañía que dificultan la colaboración.

Tolerancia al error: salvo que hablemos de una central nuclear o de un criadero de pirañas asesinas comunicado con el servicio de alcantarillado de una ciudad, castigar las equivocaciones es el mayor freno para la innovación en las organizaciones. Nadie es infalible, el que no se equivoca es porque no hace nada.

Mantener un ambiente de trabajo cordial: No es posible la felicidad en un entorno marcado por la tensión o el miedo. Es la obligación de todos esforzarse por mantener una atmósfera sana.

Respeto por los valores y creencias personales: y, por consiguiente, evitar todo comportamiento que suponga una falta de sensibilidad hacia las personas. La ausencia de esta sensibilidad hacia los demás no puede ser compensada por una capacidad sobresaliente en otras áreas.

Transparencia: la información debe fluir en todas las direcciones y ser accesible para cualquier empleado, desde cuentas anuales, nombramientos, nuevos clientes, ascensos, balas…

Hemos dejado fuera de este decálogo, e intencionadamente, el salario, un tema complejo que trataremos en un siguiente artículo.

Pero en lo que se refiere a la felicidad, hay elemento tremendamente emocional que pocas veces se trata de la manera apropiada, y es la comunicación de la revisión salarial anual.

La revisión salarial anual es el mayor gesto de afecto que una empresa puede tener con sus colaboradores. Si está por debajo de lo esperado, pese a que la situación del mercado lo justifique, tendrá un fuerte impacto en su felicidad y su rendimiento.

Publicado en S|ngular. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

La felicidad y el happy manager: una estrategia para impulsar el bienestar y desarrollo de una organización

La verdadera felicidad y alegría que nos transforma ¿Qué es? ¿Dónde la encontramos?

El Principio de Peter: Incompetencia e Infelicidad

Reflexiones sobre felicidad y trabajo: siete pasos de una agenda

7 empresas que aplican felicidad para innovar

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¿Qué es la escucha activa y cómo se puede aprender la escucha activa?

por Beatriz Soto

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La escucha activa favorece una comunicación eficaz y fluida mediante el “saber escuchar”, además  de que ayuda a conseguir información que no se conseguiría de otra forma. Se trata no sólo de oír, sino de saber escuchar.

El escuchar deja de ser un proceso pasivo a ser un proceso más activo donde se hace el esfuerzo de entender, valorar el mensaje y conocer más allá de él. Se utilizan todos los recursos disponibles para escuchar de forma interesada y consciente, incluso aunque lo que le digan vaya en contra de lo que se piensa. Así se consigue escuchar todo el mensaje de forma global, incluido lo que no se dice.

En la escucha activa no sólo cuentan las palabras, también otros elementos como la respiración, tonos y demás.

¿Cuáles son los principales beneficios de la escucha activa?

  • Con ella se puede conseguir más información, y la información es muy importante
  • Se evitan los malos entendidos o situaciones confusas
  • La otra persona se siente mejor, valorada
  • Aumenta el valor social y reputación de quien escucha
  • Abrirás mejor tu mente y te abrirás nuevos campos en la vida

Hay personas que nacen con la capacidad de escucha activa, aunque son otras las que pueden aprender practicando y conociendo más sobre ella. Aunque no tengas capacidad de escucha activa ¡puedes aprenderla!

¿Cómo puedes conseguir esto?

  • Escucha, no te limites a oír
  • Presta atención a lo que se dice
  • No interrumpas a la otra persona, escucha todo lo que tiene que decir
  • Haz las preguntas oportunas en el momento adecuado
  • No lleves la contraria a la otra persona, intenta entender su postura
  • Busca ofrecer soluciones si son necesarias
  • A veces las pausas y el silencio son buenos
  • No desvíes la conversación o cambies de tema
  • Olvida tus prejuicios
  • Utiliza el lenguaje positivo
  • Mantén contacto visual
  • Intenta que la otra parte se sienta cómoda
  • Ten en cuenta el lenguaje corporal
  • Elimina las barreras del lenguaje y obstáculos de la escucha activa
  • Piensa cómo te gustaría que te trataran a ti y tenlo en cuenta

Algunos trucos y recursos que se utilizan en la escucha activa son:

  • Resume lo que se ha dicho, parafrasea. No resumas todo sino lo que más te llama la atención. Esto ayuda a que la otra parte amplíe información.
  • Muestra tu total acuerdo con lo que dice. La persona se sentirá a gusto contigo y conocerá tu nivel de empatía.
  • Usa fórmulas de reconocimiento, como que te gustaría saber más y otras.
  • Refleja el estado emocional. Indícale que le entiendes, que sabes cómo se siente o algo similar.
  • Valida lo que dice aunque no estés de acuerdo en la totalidad.
  • Intenta mostrar lo que pienses pero indicando que es tu opinión, siempre con el máximo respeto.
  • Utiliza la comunicación no verbal.

Si no tienes la capacidad de escuchar activamente es posible que al principio te cueste, sobre todo a concentrarte o a conocer más allá de tus opiniones y forma de ver la vida, pero poco a poco y con la práctica aprenderás a dejarte llevar para conseguir escuchar de verdad. Y si tienes esta capacidad aprovéchala.

Publicado en Gestión.org. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Mitos y falsas creencias sobre el liderazgo

El liderazgo situacional

Para seguir leyendo:

El arte del buen escuchador

Saber escuchar. Conversaciones productivas

Liderazgo transformacional y comunicación

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El arte del buen escuchador

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por 

A todos nos gusta hablar por los codos, que nos escuchen, que la gente esté pendiente de lo que decimos nosotros. Que digan lo majos que somos, cuánto sabemos y cómo sabemos dirigir una conversación. Todo eso está muy bien, pero como te comenté en otra ocasión lo importante no es gustar a los otros, sino que los otros estén convencidos de que te gustan a ti.

Es decir, no se trata de que yo te impresione a ti, sino de que yo sea capaz de conseguir que tú me impresiones a  mí. Si lo logro, habré ganado la partida. Si no lo consigo puede que te gane o puede que no. Probablemente la perderé.

Y ahí es donde entra en juego el arte del buen escuchador. Se trata de dejar hablar al otro y conocer algunas pequeñas técnicas que nos permitan salir  victoriosos de ese difícil arte que es lograr que los otros nos impresionen.

Para ser un buen escuchador solo hay que seguir una regla muy simple; eso sí, a rajatabla: no interrumpir nunca. No interrumpas incluso aunque te sientas compulsivamente impulsado a hacerlo. Permite que la otra persona acabe de hablar. Tú puedes decirme que puede que no acabe de hablar. Bien, en ese caso, y dependiendo del interés que tengas en la conversación, improvisa. Una supuesta llamada al móvil te puede permitir, con una excusa, salir airoso de ese trance donde no te dejan meter palabra y marcharte a otro lugar.

Por supuesto, esto no sirve para los debates de radio ni de televisión ni, tampoco, para los tertulianos, que suelen tener la fea costumbre de interrumpir a los otros, aunque apenas haga diez segundos que terminaron su turno de palabra.

Si eres un buen escuchador no solo no interrumpirás sino que sabrás permitir a los otros interrumpirte. No creas que es fácil, ni mucho menos. Es todo un arte y, como tal, sometido a los vaivenes del momento. Esto no es una ciencia exacta, sino que hay que saber adaptarse a cada situación.

Tú, como gran escuchador que se supone que eres, permitirás a los otros que te interrumpan. Lo que no significa que estén en su derecho de hacerlo. Piensa que probablemente no te hará ninguna gracia que el otro te corte en medio de una frase. En ese caso tienes tres opciones: pegarle un tiro, lo que no te recomiendo porque no merece la pena acabar en la cárcel hablando con las paredes, lograr que ese otro se sienta mal o conseguir que se sienta bien.  Es decir, intentar impresionarle o permitir que él te impresione a ti.

Y si ves que tu interlocutor está agitado intentando hablar, procura hacer tus frases más cortas y dejar frecuentes pausas para que pueda interrumpirte. Repito, es todo un arte.

Para dominarlo tienes que practicar la llamada escucha activa, interesándote por conocer las necesidades y sentimientos de tu interlocutor mediante preguntas  y reflexionando sobre las respuestas obtenidas. Saber escuchar es difícil, pero no imposible.

No siempre se acierta. Yo suelo preguntar mucho cuando conozco a alguien y me cuentan de todo, algunas de esas cosas por su crudeza no se podrían repetir en público. Generalmente esto ocurre la primera vez que nos vemos esa persona o yo. Aunque no siempre funciona. En una ocasión le pregunté a un tipo que quería participar en el programa de televisión en el que trabajo si tenía hijos y su respuesta fue: ¿Qué pasa, es esto un interrogatorio? No lo hizo en broma sino con muy mala leche, así que no volví a interesarme por él. No nos hemos vuelto a ver.

Generalmente cuando le preguntas a alguien por sus hijos te cuentan lo maravillosos que son, abren su corazón y tú consigues que ellos logren impresionarte, que es de lo que se trata, ¿no?

En otras ocasiones te cuentan de todo, desde que tienen problemas familiares o de pareja hasta que no logran quedarse embarazadas o que tienen miedo de perder su trabajo. Todo ello la primera vez que nos hemos visto, no porque yo sea más listo que otros a la hora de mantener una conversación y obtener información, sino simplemente porque muestro interés por los sentimientos de las personas con las que hablo. Me estoy refiriendo a la empatía.

Por cierto, la empatía no es un arte, es un don, el don de la humanidad. Ser humano y comportarte como tal te hace empático. Puede que alguna vez no funcione, como en el caso que te comentaba antes, pero generalmente sí. Claro que para ello tienes que mostrar verdadero interés en esa persona, ponerte a su altura y no ser hipócrita intentando demostrar que empatizas con una situación que te trae al pairo.

Para lograrlo intenta mantener el contacto visual, muestra interés y empatía con tu tono de voz, evita el impulso incontrolado de contestar antes de que el interlocutor haya finalizado su intervención o de argumentar cuando muestre algún tipo de enfado. Tampoco está de más asentir con la cabeza indicando atención, controla tus emociones si estás en desacuerdo, sé flexible y trata de adaptarte a la personalidad que tienes delante. No olvides que nos estamos refiriendo a encuentros cordiales, no a debates a cara de perro.

La escucha activa no es ni más ni menos que escuchar con interés para entender el punto de vista de la otra persona, lo que no significa que lo compartas. A esto añádele que es necesario observar su lenguaje corporal y controlar el tuyo.

¡Qué no es fácil! ¡Ya lo sé! ¡Nadie ha dicho que lo sea!

Publicado en Pruebate Magazine. Post original aquí.

Seguir leyendo:

Saber escuchar. Conversaciones productivas

El arte de comprender emociones, la empatía

6 temas que frenan la empatía

William Ury: “Sin Comunicación no hay Negociación”

 

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