“La planeación financiera no se refiere simplemente a la construcción de un flujo de caja para evaluar la liquidez y definir planes de acción. Los empresarios deben trazar una ruta que promueva la generación de valor y preparar al negocio para reaccionar ante situaciones imprevisibles para no quedar en condiciones de vulnerabilidad.”
Con un panorama global de incertidumbre económica, muchas empresas han visto afectada su relación de ingresos y gastos. La pregunta que surge es ¿En qué deberían enfocarse ahora los empresarios para sostener y hacer sus negocios rentables?
Para entender el contexto general debemos hablar del tamaño de las empresas y el impacto que generan en la sociedad. En América Latina y el Caribe (ALC), el 99,5% de las empresas son micro, pequeñas y medianas (MiPymes), responsables del 25% del PIB y del 60% del empleo de la región según datos de la OECD.
El problema principal que enfrentan hoy estas empresas es la falta de liquidez, por la disminución de ventas y el incremento en la rotación de su cartera. En consecuencia, precisan disminuir costos de operación o acceder a créditos para cumplir con sus obligaciones.
¿Qué origina estos problemas? La falta de planeación financiera o la poca velocidad para ajustar sus proyecciones, ya que nadie anticipaba una pandemia.
La planeación financiera no se refiere simplemente a la construcción de un flujo de caja para evaluar la liquidez y definir planes de acción. Los empresarios deben trazar una ruta que promueva la generación de valor y preparar al negocio para reaccionar ante situaciones imprevisibles para no quedar en condiciones de vulnerabilidad.
Esta capacidad de reacción se deriva principalmente de un análisis de la estructura de costos y gastos, las empresas tienen la responsabilidad de variabilizar sus costos para lograr eficiencias y disminuir riesgos, además acelerar la consecución de puntos de equilibrio.
Hay varias formas de lograr una relación sana entre costos fijos y variables, por ejemplo, estructurar sistemas de comisiones más agresivos para los empleados, incentivando mayores ventas y al mismo tiempo aliviando el flujo dirigido al pago de nóminas cuando los ingresos no tienen un comportamiento tan positivo.
En segundo lugar, buscar eficiencia en inventarios para mantener niveles que permitan responder con rapidez a la demanda , pero que roten de forma frecuente. En ocasiones los empresarios tienden a adquirir materias primas en volumen para optimizar costos, sin embargo, sacrifican el flujo de caja teniendo inventario ineficiente. En la toma de decisiones se le debe dar prioridad al flujo de caja por encima del margen.
Otra alternativa para variabilizar los costos, es aligerar la planta administrativa y concentrar los esfuerzos en la operación. La inversión en tecnología juega un papel importante reemplazando los gastos administrativos.
En las últimas décadas la evaluación de la efectividad de la gestión ha contemplado principalmente estos indicadores: ROI y márgenes de rentabilidad; pero todavía algunas empresas no se han percatado que el valor de las compañías radica en su posibilidad de generar flujo de caja y mantener liquidez. Uno de los objetivos principales de los empresarios para sus modelos financieros es cómo ganar valor a través de la generación de flujos futuros.
Con las problemáticas de falta de liquidez y/o la falta de estrategia en la generación de valor en las compañías, ¿Qué pueden hacer los empresarios para enfrentar la incertidumbre?
Lo primero es tener una estructura financiera organizada, clara y eficiente que permita la toma de decisiones en tiempo real. Esta recomendación está dirigida principalmente a los directivos que no tienen las cifras claras sobre sus negocios y utilizan los estados financieros exclusivamente para presentarlos ante entes fiscales o a entidades financieras. Las cifras precisas habilitan a los directivos para tomar decisiones acertadas y evitar así convertirse en víctimas de las circunstancias.
Una estructura financiera organizada contempla: flujo de caja, balance general y estado de resultados.
El flujo de caja mide el nivel de ingresos y egresos de una empresa. Recordemos que el objetivo ahora es mantener liquidez para solventar la reducción de ingresos. Analizar el flujo de caja facilita tomar oportunamente acciones concretas:
- Renegociación de plazo con proveedores, para extender plazos de pago y mantener liquidez. Esta política bien aplicada permite cumplir con las obligaciones y mantener buenas relaciones con los terceros involucrados en la operación.
- Renegociación de plazo con clientes. Las empresas grandes aprovechan su posición dominante en la negociación para financiarse con pequeños proveedores que generalmente cuentan con un flujo de caja apretado, está renegociación es amparada por una nueva ley “ley de pago a plazos justos” que regula el máximo plazo de pago, lo que permite a las compañías dinamizar su flujo de caja y detectar con más rapidez la cartera de difícil recaudo.
- Disminución de costos es una de las políticas más adoptadas por las empresas durante esta época. La terminación de contratos con proveedores y la disminución de la planta de personal actúan como un acelerador ante la recesión en la economía de la región. Esta política debe ser muy bien evaluada en términos financieros, no únicamente en el corto plazo, sino contemplando escenarios en el mediano y largo plazo, porque el costo de estas medidas puede ser muy alto en estos dos últimos horizontes de tiempo.
- Reducción de costos de créditos reducir tasas de interés y considerar la ampliación de plazo de la deuda con el ánimo de disminuir la exigencia de caja para el pago de obligaciones financieras. Esta opción es oxígeno puro en términos de liquidez.
- Obtención de financiamiento: Empresas con proyecciones financieras post COVID-19, pueden considerar la alternativa de financiamiento que cubra las obligaciones del 2020 y parte del 2021, previendo un periodo de ventas reducidas.
Fondo de Reserva: La construcción de un presupuesto para imprevistos y el continuo mantenimiento de este rubro les permitirá a los empresarios tener un margen de maniobra mayor y evitar verse en la necesidad de implementar otro tipo de políticas.
El siguiente paso es hacer una evaluación minuciosa del Balance General para medir la rentabilidad de los activos, evaluar el costo de los pasivos y calcular el crecimiento del patrimonio, esta medición ayuda a los empresarios a entender qué tan bien han realizado su gestión y a identificar oportunidades de mejora.
El Estado de Resultados mide la rentabilidad de las empresas, pero es además una herramienta muy valiosa para analizar la relación de costos y gastos frente a los ingresos y visualizar oportunidades en planeación tributaria que disminuyan la carga fiscal.
Los gobiernos se han visto en la necesidad de tomar medidas para apoyar a las empresas y a la población en condición de vulnerabilidad como consecuencia del COVID-19. El costo de estas medidas lo estaremos pagando en los próximos años, ya se habla de reformas fiscales, por lo que se hace necesario hacer una buena planeación tributaria desde ahora, buscando aprovechar los alivios y evitando pagar de más en los próximos años.
Algunos empresarios suelen pensar que al tener contratado un servicio contable o un contador in house en sus organizaciones tienen todo cubierto en términos fiscales, pero desconocen que hay una gran diferencia entre llevar una contabilidad de registro y hacer una planeación tributaria. La primera registra todos los hechos, la segunda busca entender la historia, las proyecciones financieras y definir una ruta con el ánimo de aprovechar los alivios fiscales que ofrecen los gobiernos.
Todo lo anterior se resume en que los empresarios deben conocer muy bien su estructura financiera para tomar decisiones acertadas que les permitan la construcción de valor en sus organizaciones.
Publicado en Revista Empresarial. Post original aquí.
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