La Gestión por Objetivos (Drucker)

por Daniel Blanco

Concepto definido por Peter Drucker en 1954* la Gestión por Objetivos se basa en la necesidad de planteamiento por parte de la Dirección de cualquier organización de una serie de metas u objetivos globales así como la determinación de las “líneas maestras y el “desglose” y planificación general del “camino” necesario para su consecución.

Observación. Concepto adelantado en su libro “La Práctica del Management”.

La Gestión por Objetivos (MBO en inglés: Management by Objectives) tiene su origen en evitar la llamada “trampa de la actividad”, es decir, que las tareas rutinarias de los directivos y líderes de las empresas no “paralizaran” la evolución de las organizaciones. Su pilar básico es que la gestión de las entidades se focalice a los resultados y no a las actividades de modo que se mejorase su eficacia.

Drucker determina el Management por Objetivos como primer escalón de las cinco operaciones esenciales de la llamada administración de empresas, seguido de la organización (¿cómo la diseñamos para llegar a dichos Objetivos?), la motivación y la comunicación (¿cómo difundimos lo que la entidad quiere conseguir?), la medición (¿cómo vamos a controlar su evolución y logros?) y situando en el último lugar el desarrollo del personal (¿qué necesidades de recursos humanos precisamos?).

Los pasos necesarios para delimitar y “trabajar” la gestión por objetivos son los siguientes:

–       Determinación por parte de la Dirección de las metas u objetivos centrales de la empresa en su conjunto, los cuales en la mayoría de las ocasiones precisarán de un análisis previo considerando nuestra evolución y las circunstancias del entorno en el cual se mueve la entidad (análisis DAFO) y por otro lado deberán tener en cuenta la llamada misión y valores de que la empresa defiende (este es un factor que comienza a ser tenido en cuenta por muchas organizaciones en los últimos años pues se comienza a tener la constancia de que no todo vale y que nuestras actuaciones deben encontrarse alineadas con el espíritu de la entidad).

–   Despliegue en tareas concretas y con las responsabilidades definidas por áreas, procesos o unidades de negocio (productos, servicios, regionales, etc.) que deben ser efectuadas por las diversas “áreas” de la empresa para conseguir los objetivos generales definidos (en muchas organizaciones es lo que se conoce como objetivos o metas secundarios o de segundo nivel). Este “paso” sitúa a los diferentes cargos intermedios o responsables regionales o locales en el punto de decisión y responsabilidad de consecución de la estrategia definida de la empresa.

–      Delimitación de controles y análisis periódico de los resultados. Esto se sitúa como una conclusión lógica de todo el proceso pues al quedar definido y “acotado” el enfoque de la organización así como las metas parciales a conseguir éste proceso debe ser controlado de modo que se observe el grado de consecución de lo planificado inicialmente. Por otro lado también esta sistemática de control debe permitir cierto grado de flexibilidad e incluso de modificación de los objetivos planteado pues en muchos negocios la gestión del cambio es una constante a tener en cuenta y ciertos parámetros iniciales (tanto externos como internos) pueden cambiar.

Como consecuencia de su propio planteamiento la Gestión por Objetivos va acompañado tanto de una necesidad de mayor “horizontalidad” de las empresas así como un cierto “empowerment” debido a que la alta dirección traslada la metodología y la decisión en relación a las decisiones particulares de cada “área” para el logro de cada uno de sus metas u objetivos “locales” a los líderes, directivos o cargos intermedios.

Por otro lado la gestión por objetivos alinea la estrategia de la organización (definida por la Dirección) con su aplicación en los niveles intermedios e inferiores de la empresa actuando de vínculo bajo una planificación que es controlada y en su caso revisada con la información recabada. En este sentido la participación de los niveles intermedios en dicha planificación y la atención a las propuestas y datos suministrados por el conjunto de trabajadores que desarrollan los trabajos (ver MBWA) se convierten en elementos vitales para su correcta implementación de modo que se puede comprobar que funciona y que es necesario modificar.

Es importante reflejar las cualidades necesarias (o exigidas) a los objetivos que se plantean y que se conocen con el acrónimo de SMART (por sus siglas en inglés):

–      Specific (específico). Deben plantearse objetivos focalizados, bien definidos y contrastados. Las metas o los deseos generales no sirven.

–   Measurable (medibles). La cuantificación de los objetivos es un requisito fundamental primero para que todos los implicados sepan hasta donde se pretende llegar y segundo para comprobar de un modo correcto su evolución progresiva.

–   Achievable (alcanzable). Debe haber un equilibrio entre la facilidad del objetivo y su dificultad. No se recomienda marcar metas demasiado ambiciosas ni actuaciones cuya consecución apenas necesite de esfuerzo por parte de la empresa.

–       Realistic (realistas). Los recursos (humanos, infraestructura, tecnológicos, de conocimiento, etc.) o su posibilidad de acceso a los mismos, determinarán en gran medida los objetivos que puedan ser planteados, su planificación y consecución precisan de tener muy en cuenta este factor, punto muy relacionado como la llamada Compatibilidad Estratégica.

–      Time-related (situado en el tiempo). La programación de los objetivos precisa de una fecha máxima para su consecución así como la determinación de hitos intermedios a alcanzar que también se encuentren situado en el tiempo para la comprobación de su evolución.

La Gestión por Objetivos también ha recibido sus críticas y tal y como se planteó inicialmente hoy en día su modelo ha sido adaptado y revisado. Aspectos como la pesada burocracia asociada (se debía dejar escrita toda su planificación así como datos sobre su evolución y control), su excesiva linealidad (la posibilidad de modificaciones y adaptaciones no era un hecho muy permitido inicialmente) así como su falta de adaptación a entornos excesivamente cambiantes (que actualmente afectan en mayor o menor medida a todos los sectores) hacen que su desarrollo actualmente se haya visto “refrescado” por su planteamiento menos rígido y el intento de una mayor participación (al menos por los cargos intermedios de la organización) en la toma de decisiones*.

Nota*. Este tipo de “actualizaciones” son las que he ido incluyendo en los diferentes  puntos de este artículo.

Buen ejemplo de ello son los Sistemas de Gestión de Calidad actuales que tienen como uno de sus pilares centrales la planificación y control de objetivos y que bajo los parámetros de la nueva versión de la norma UNE-EN ISO 9001:2015 incorporan para su planteamiento la necesidad de “cuantificación” de aspectos internos y externos a la entidad además de mantener el espíritu del ciclo PDCA (Plan, Do, Check y Act) o de mejora continua de W. E. Deming con el cual la sistemática de programación, desarrollo, control y revisión de los objetivos, su apoyo por medición de indicadores y su parametrización temporal enlazan con el modelo SMART definido anteriormente.

Por último y como defensa del planteamiento de Drucker la gestión por objetivos se ha convertido con los años en uno de los principios rectores (considerando todas las adaptaciones y factores que han ido influyendo: desarrollo de la misión de la organización, potenciación de las capacidades de los trabajadores y libertad de decisión, etc.) de gran parte de las empresas con objeto de mantener una visión estratégica a medio y largo plazo la cual marca las líneas necesarias de su estructura y determina la necesidad y el alineamiento de los recursos necesarios para su consecución considerando, revisando por tanto los objetivos y adaptándolos al entorno cambiante donde nos movemos*.

Observación*. Su integración en las llamadas Cinco Claves como parte del proceso de planificación de una estrategia, que considera la propia misión de la organización así como los requisitos reales de nuestros clientes, puede ser considerada una de sus últimas integraciones.

La fama de la gestión por objetivos es tal que incluso el término es conocido incluso por aquellos a quienes el management o la administración de empresas no infunde el más mínimo interés.

“Sólo es una herramienta más. No es la cura definitiva para la ineficiencia de la gestión empresarial. El MBO funciona si conoces los objetivos. Y el noventa por ciento de las veces uno no los conoce”. Comentario atribuido a Peter F. Drucker padre estadounidense de la gestión moderna del managment

Autor. J. Daniel Blanco Alons

Publicado en DBCalidad. Post original aquí.

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John Kotter: “Los líderes establecen la visión para el futuro y causan el cambio”

John Kotter, autor, consultor y profesor de la Universidad de Harvard, se ha convertido en una autoridad en temas de liderazgo y cambio organizacional, aspectos que en los últimos años han cobrado especial relevancia en el gerenciamiento de empresas.
Si bien sus primeros libros encararon diversos temas de management, desde los 90 se ha enfocado con éxito en el estudio de los procesos de transformación y la conducción que requieren, temas sobre los que ha dictado conferencias y brindado seminarios, así como editado videos y libros de capacitación. En 2001 fue elegido como el gurú de liderazgo más importante de Estados Unidos por la revista Businessweek.

En su libro Al frente del cambio (1996) y en otros posteriores, ha planteado la necesidad de planificar y dirigir los procesos de transformación, con un liderazgo que promueva la formación de una visión y una nueva cultura, y no sólo con gerentes que propongan medidas de corto plazo, por lo general basadas sólo en los números.

Su propuesta más difundida es un proceso en ocho pasos para implementar transformaciones organizacionales exitosas y con resultados perdurables:

1- Crear un sentido de urgencia, que ayude a otros a darse cuenta de la necesidad de cambiar y los impulse a actuar rápidamente.
2- Reunir un equipo guía con autoridad, credibilidad, liderazgo y habilidades analíticas, para que esté al frente del cambio.
3- Desarrollar la visión y la estrategia del cambio, para clarificar en qué el futuro será diferente y qué se debe hacer para alcanzarlo.
4- Comunicar la visión con claridad para asegurar la comprensión y apoyo de la mayor cantidad de gente posible.
5- Dar poder a otros para que actúen y promuevan transformaciones, eliminando las barreras que pueden dificultar la tarea de alcanzar la visión.
6- Generar resultados a corto plazo, que alimenten la motivación y el espíritu del proceso.
7- No dejarse estar frente a los primeros resultados, sino por el contrario, apoyarse en ellos para impulsar los cambios más importantes.
8- Crear una nueva cultura que incorpore los comportamientos adquiridos y permita sostener la transformación en el tiempo.

En su libro más reciente, Nuestro témpano se derrite, publicado en 2006, presenta una alegoría de estos ocho pasos para mostrarlos en acción y hacerlos accesibles a un público más masivo. En la actualidad prepara la edición de su próximo libro, también acerca de la transformación organizacional, titulado El sentido de la urgencia.

Una propuesta de desarrollo gerencial y personal, para vivir y trabajar en el cambiante mundo de las organizaciones del siglo 21.

Mini-bio: estadounidense, nació en 1947 Se graduó en el Massachussets Institute of Technology (MIT) y en la Universidad de Harvard. A los 24 años ingresó al cuerpo académico de Harvard, donde fue nombrado profesor titular a los 33 años, en 1980. Es autor de 15 libros, numerosos artículos, y ha recibido varios premios y honores.

Temas: liderazgo, cambio.
Bibliografía destacada: Al frente del cambio, La verdadera labor de un líder, El liderazgo de Matsushita, Nuestro témpano se derrite.
Más información: página personal www.johnkotter.com; sitio de su último libro: www.ouricebergismelting.com

Publicado en Revista Mercado. Post original aquí.

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Autodiagnóstico

Autodiagnóstico
Define cómo se encuentran hoy los integrantes de tu empresa o tú mismo

por Adriana Bandera

Resulta más fácil contemplar nuevas alternativas empresariales o laborales cuando estamos contentos y plenos en nuestros trabajos; en cambio,cuando no estamos a gusto nos bloqueamos y podemos llegar a tomar decisiones precipitadas.

Le ocurre a los emprendedores que trabajan por su cuenta y también a los que trabajan para otros. En la primera etapa laboral hay una luna de miel, una fase de idealización: se sienten plenamente realizados en su sitio de trabajo, identificados con la misión y visión del negocio, con las funciones del puesto que desempeñan, el salario y sus beneficios, la vida personal y social…

Una estancia placentera, casi perfecta, que no deseamos que termine. Pero las cosas cambian. Difícilmente un lugar puede cubrir todas sus expectativas, ya que por una parte, sus objetivos y necesidades personales se transforman. Por otro lado, las condiciones del negocio varían: cambia la dirección, se pierde o se descubre otro mercado, arrecia la competencia interna o externa, hay recortes presupuestales, complicaciones operativas… o todo junto.

Si te encuentras en un momento así, considera lo siguiente: es algo común en tiempos económicos tan oscilatorios como los que actualmente vivimos. Lo segundo es que para todo hay una solución.Aquí encontrarás cómo salir de ese bache laboral.

Diagnóstico
Como punto de partida, lleva a cabo un autodiagnóstico.¿Cuál es tu ánimo camino a la oficina?, ¿estás animado? A lo largo del día, ¿te siente creativo y orgulloso de la compañía?, ¿estás contento con tu puesto y compañeros de trabajo?

¿Cómo reaccionarías si te enteras, como rumor, que tu puesto o el área desaparecerá?, ¿o que la empresa se acaba de fusionar con otra compañía más fuerte y posiblemente exista un recorte de personal?

De ser propietario del negocio, ¿cuál sería tu reacción al encarar pérdidas y reducción de gastos operativos? Dicho de otra forma, ¿qué pasaría si tuvieras que cerrar la empresa porque ya no resulta solvente?

Sí, sabemos que la primera reacción, ante cualquier punto arriba mencionado, sería de tensión y preocupación. Pero trata de ir más allá: ¿te sentiría con ánimos de dar un giro y lanzarse al rescate de la situación?, ¿o en tu caso, sientes alivio y ganas de empezar algo totalmente distinto?

Las respuestas que des a estos planteamientos te señalarán en qué punto te encuentra, hecho que resulta fundamental para generar una solución. Debe saber, exactamente, cómo te encuentras:

Desesperado. “No me queda de otra y me tengo que quedar en esta empresa o puesto o salario porque no consigo empleo”.

Aburrido. “Llevo muchos años haciendo lo mismo… es monótono. Ya no tengo qué aprender o hacia dónde desarrollarme”.

Tenso. “El ambiente de trabajo es muy estresante, trabajamos bajo mucha presión y los bomberazos son cosa de todos los días”.

Corto de dinero. “Con lo que gano no cubro mis gastos”.

Fuera del mercado. “Casi todos mis colegas ganan más que yo”.

Cansado. “Trabajo más de 10 horas al día, también los fines de semana. Casi no veo a mi familia o no tengo actividades fuera dela oficina”.

Crisis vocacional. “Me dedico a esto porque es la empresa familiar, o por costumbre… me hubiera encantado ser médico en lugar de administrador”.

Frustrado. “Me gustaría seguir estudiando idiomas o cursar una maestría, pero la carga laboral no me lo permite”.

Dificultades geográficas o ambientales. “Invierto más de dos horas diarias en trasladarme a mi sitio de trabajo”, o bien, “Las oficinas que tiene la compañía no están presentables, estamos apretados, con poca iluminación y no muy buena distribución”.

Puede haber muchas otras situaciones (las señaladas son las más comunes). Lo importante es identificar por qué no estás a gusto.

¿Por qué sigo aquí? Luego hay que pasar a las acciones. Las hay desde mudarse de oficinas, pedir vacaciones o solicitar una promoción, hasta decidir que lo que haces ya no es funcional para ti y que llegó el tiempo de abrir tu perspectiva.

¿Cómo hacerlo? En dos puntos: abrir el abanico de oportunidades,que en un lenguaje empresarial implica buscar nuevos nichos de mercado y, número dos, reforzar tus habilidades.

Esto se relaciona con redescubrirte en aquellos aspectos que no te has atrevido a realizar por la inercia de la rutina, porque tienes miedo a sentirte inseguro o a perder poder. Si quieres romper este círculo vicioso, ejecuta las acciones que se marcan en nuestra edición impresa, junio 2005.

Publicado en Entrepreneur. Post original aquí.

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6 claves para gestionar la incertidumbre en el mundo actual

por Roser Claramunt

Estamos en un mundo complejo y cambiante, a una velocidad vertiginosa. Gestionar la incertidumbre en el mundo actual es realmente un reto. Hemos pasado de un mundo donde muchas cosas eran previsibles y estructuradas a un mundo donde todo fluctúa en cada momento. Con el ritmo actual, las prisas, cambios y tecnología, todo esto forma parte del pasado.

No obstante, en general, todos tenemos un guion o expectativas sobre la vida, el trabajo, la pareja, la familia, sobre nosotros mismos. Y tenemos muy arraigado el valor de la seguridad. Pero, como decía Lennon, “la vida es aquello que nos pasa, mientras tenemos otros planes”.

Convivir con el cambio constante, pide una buena dosis de habilidades personales para gestionar la incertidumbre, y todas las cosas que nos preocupan. Entre todo lo que nos preocupa, algunas puede que ocurran, otras, la mayoría, no. Algunas, la solución depende de nosotros, de nuestra actuación, otras, muchas, no.

Debemos tener claro y aceptar, que la incertidumbre está y estará siempre. Y, que no lo podemos tener todo controlado. Toca aprender a convivir con ella, si o sí.

Recientemente, una persona muy joven me decía que le daba miedo no tener trabajo de aquello que está estudiando. Miedo a que no le sirva para nada lo que ahora está estudiando. Sin ser consciente, que esto genera una trampa: es la excusa perfecta para decirse uno mismo que no vale la pena estudiar o esforzarse.

En el mundo de los adultos también pasa: cuando tenemos trabajo estable, tenemos miedo a perderlo. Cuando lo tenemos inestable (trabajemos para un tercero, o por cuenta propia), tenemos miedo que surjan imprevistos que no podamos asumir, o a que pase el tiempo sin encontrar un nuevo proyecto. Todo esto, a menudo se traduce en desazones y ansiedad. Y en este estado emocional actuamos menos, ya que el miedo nos paraliza e impide que veamos otras alternativas.

La ansiedad implica anticiparse a algo que todavía no ha pasado, y que el cerebro procesa como real (independientemente que sea una cosa real o imaginaria, fruto del pensamiento). Y tiene una función adaptativa que nos ha permitido sobrevivir: la ansiedad es una señal de alerta que invita a huir o luchar.

6 CLAVES PARA RELATIVIZAR Y GESTIONAR MEJOR LA INCERTIDUMBRE:

1. Preguntarnos qué depende de nosotros, ¿podemos hacer algo? Y si la respuesta es positiva, centrarnos en aquello que podemos hacer. Si dedicamos la energía y la atención a cosas donde no podemos actuar, que no dependen de nosotros, o donde no podemos influenciar, estamos perdiendo nuestra energía y crece nuestra preocupación.

2. Observar la situación desde la distancia (o bien imaginando que estamos sobrevolando la situación, como si fuéramos una águila, o imaginándonos que es lo que pensaremos de aquello que nos preocupa actualmente dentro de 10 años.

3. Planificar y/o prever un plan de acción si aquello que pensamos que puede pasar y nos preocupa, pasa de verdad. Dado que estamos actuando desde aquello que podemos hacer, nos da mayor sensación de control, y ganamos tranquilidad.

4. Agradecer aquello que si tenemos, centrando la atención y dando las gracias por aquello que tenemos, aquello que vivimos, por sencillo que sea, más que en aquello que nos falta. Cuando perdemos algo (salud, amigo o familiar, trabajo, etc), es cuando nos damos cuenta de su valor. ¿Por qué no celebrarlo en la vida cotidiana y tenerlo presente cuando se tiene?

5. Informarnos y prepararnos al máximo sobre la situación que nos preocupa. Todo es aprendizaje. Y en cualquier momento, nos puede ser útil. Analizar y aprender de situaciones ya vividas.

6. Volver al momento presente, estar en el aquí y ahora. El Mindfulness o atención plena, invita a prestar atención a aquello que está pasando mientras está pasando, en el momento presente. E invita a que, ante una situación compleja o difícil, centremos la atención en aquello que depende de nosotros. La desazón surge a menudo de no poder controlar, aquello que no es controlable. En muchas situaciones, podemos hacer algo para provocar cambios o encontrar soluciones. En las que no, se invita a aceptarlo desde la amabilidad y a convivir con ello. El psicólogo Carl Jung decía que “Aquello a lo que te resistes, persiste. Aquello que aceptas, se transforma”.

Confucio decía “Si los problemas tienen solución, ¿de qué te preocupas?. Y si no la tienen, ¿por qué sigues preocupándote?”. No es fácil no preocuparse, pero también es verdad, que a menudo, hace que nos sintamos mal y nos paralicemos para actuar. Y eso, tampoco soluciona gran cosa, ¿no te parece?, ¿qué opinas?

PD: Si crees que ahora es el momento adecuado para pasar de la intención a la acción, y crees que puedo ayudarte a gestionar mejor la incertidumbre en alguno de tus retos o proyectos, ponte en contacto conmigo.

Publicado en Kaizen Singular. Post original aquí.

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Incertidumbre, la emoción de no saber

por Luis Reyes Ceniceros
Cuando se emprende un negocio, se aplica una nueva estrategia, se compra un activo bursátil o simplemente se inicia una nueva actividad y no se conoce de antemano con certeza cuales serán los resultados que se obtendrán se genera una emoción conocida como incertidumbre.
Aceptar la incertidumbre implica darnos la oportunidad de asombrarnos en la vida, sentir pasión, emoción, gozo y maravillarnos. Cuando renunciamos a la necesidad de saber, la vida se vuelve vibrante y, ciertamente, un poco riesgosa.
La Intolerancia a la incertidumbre en cambio, lleva a las personas a desbordarse en las preocupaciones, a cometer errores y a comportamientos que pueden llegar a ser exagerados como por ejemplo los preparativos excesivos, revisar constantemente y creer en las supersticiones de las que hablamos en la nota anterior.

Las personas que no toleran la emoción de no saber que pasará o cuales serán los resultados que se obtendrán sufren de preocupación porque generalmente asumen que el resultado de la incertidumbre será malo y, por tanto, exigen certidumbre, condición difícil de lograr al menos en un determinado porcentaje pues siempre existirán los imponderables o factores que no están dentro de nuestro control.

Que hacer ante la incertidumbre?

Manténgase alerta, receptivo, observe los cambios que se generan en el entorno; analice cuidadosamente las posibilidades y prepárese para actuar con oportunidad, tome las decisiones necesarias y ejecútelas con diligencia.

Alimente su optimismo pero sea realista y recuerde que en la mayoría de los casos, si se equivoca, puede corregir.

Publicado en Cashflow, Jugando con el Flujo de Caja. Post original aquí.

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El fin del planeamiento estratégico

por  Aldo Tapia

¿Te has preguntado por qué fallan tus planes estratégicos, aun cuando éstos se mostraban como la catapulta al éxito?

La respuesta es sencilla: los planes estratégicos hoy están atascados. En la mayoría de reuniones, todavía se debaten estrategias que tuvieron por base ideas y estructuras de trabajo, diseñadas para una época de tiempo diferente.

Los mejores exponentes de aquella época (siglo XX), como las “Cinco fuerzas competitivas”, de Michael Porter; la “Matriz de crecimiento y participación”, del BCG para analizar el portafolio de productos, o el modelo de Core Competence, de Hamel y Prahalad, fueron todas, sin ninguna duda, grandes herramientas, cuyo principal objetivo era lograr una ventaja competitiva sostenible.

Pero ¿cuán eficiente y viable es una ventaja competitiva sostenible en un mercado tan dinámico?

LA CRISIS DE LA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA

De acuerdo con Rita Gunther, profesora en Columbia Business School y consultora en estrategia, la obsesión del proceso de estrategia tradicional —de querer planear todo y buscar ventajas competitivas sostenibles— se vuelve peligroso en la economía actual.

Este mindset induce a que se creen reflejos equivocados en las empresas, que se quedan estancadas durante demasiado tiempo y no cambian antes de necesitar hacerlo. Sólo lo hacen cuando entran en crisis. Entonces todos corren de un lado a otro, tratando de apagar el incendio mientras exclaman: ‘Tenemos que cambiar, tenemos que cambiar”.

“El fin de la ventaja competitiva”, de Rita Gunther

El problema central es el siguiente: estamos en el siglo XXI, y aunque duela a muchos líderes y gerentes, la gran mayoría ha sido formada con un mindset del siglo XX, donde se vivía una realidad muy diferente a la actual: no existía la competencia global.

La administración estratégica tradicional toma tiempo y considera conceptos que deben ser estables a medio-largo plazo y justamente la ‘estabilidad’ es un término que no tiene cabida en la actualidad.

En estos días, las ventajas competitivas ya no son sostenibles y son copiadas rutinariamente con tanta velocidad que sólo es patrimonio de la marca durante pocos meses, o inclusive semanas.

Hoy se vive en un mundo dinámico y veloz, donde las empresas tienen competencia global y se encuentran en hipercompetencia, en la que ya no sólo compiten contra otras empresas, sino pueden competir contra otras industrias, e inclusive, contra otros modelos de negocio disruptivos, como Uber, que pueden cambiar para siempre tu posición en el mercado. La competencia hoy puede aparecer desde cualquier lado.

MODELO DE APRENDIZAJE ESTRATÉGICO, EL NUEVO ENFOQUE

En este punto quizás estés pensando qué deben hacer las empresas hoy. Deben cambiar de chip: dejar de enfocar la estrategia en el planeamiento, dejar de perder tiempo, que hoy es el recurso más escaso y preciado de todos, dejar la típica parálisis por análisis y pasar a un modelo de aprendizaje estratégico.

Este modelo busca modificar las premisas tradicionales de estabilidad por premisas de cambio. Se anticipa al tiempo, retando el statu quo, en lugar de reforzar estrategias existentes. Busca ser rápido y aproximadamente correcto y deja de lado la precisión con lentitud anterior.

Se enfoca principalmente en lo externo y está abierto a cometer errores inteligentes, en lugar de evitarlos. Deja de lado la orientación a la predicción típica del planeamiento para orientarse hacia el descubrimiento.

Empieza en DESAPRENDER los conocimientos actuales y experiencia acumulada, ya que éstos limitan la creatividad e innovación, para luego APRENDER de las tendencias del mercado y DESCUBRIR insights antes que los demás. Éstos servirán para generar rápidamente alternativas estratégicas, que permitan seleccionar una propuesta exitosa, que debe ser rápidamente puesta en acción (EJECUTAR y EXPERIMENTAR) para empezar nuevamente el ciclo.

Las empresas necesitan encontrar un nuevo camino para ser exitosas, capturar oportunidades muy rápido, aprovecharlas decididamente y moverse hacia el próximo paso antes que los demás.


Si te gustó este artículo y quieres conocer más de mí, puedes revisar mi web aldotapia.pe

Si te interesa que escriba acerca de un tema en particular, puedes enviar un e-mail a consultas@aldotapia.pe

Publicado en Semana Económica. Post original aquí.

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Desmontando los mitos de la Planificación Estratégica

por Alberto Terol Conthe

Últimamente son numerosas las ocasiones en las que he tenido que salir a defender el rol de la Planificación Estratégica en la empresa. El argumento que he tenido que desmontar más habitualmente es que “en un entorno de incertidumbre tan grande como el actual, ningún plan sobrevive a la realidad y los procesos de planificación apartan el foco de lo que realmente es importante ahora, la ejecución”. 

Mito 1: La actual incertidumbre hace inútil cualquier planteamiento estratégico

 “Suelen hacer falta tres semanas para preparar un discurso improvisado”.

 Mark Twain

Los ciclos tecnológicos se están acortando vertiginosamente en todas las industrias, los modelos de negocio evolucionando a toda velocidad, los mercados muestran volatilidades nunca antes observadas,… Ante este panorama a las empresas nos quedan dos opciones. La primera es quedarnos a esperar y ver cómo evoluciona este entorno en modo reactivo. La segunda es formar parte de esa evolución, ser agentes del cambio. ¿Adivina cuál te coloca en mejor posición para competir? Como dice el viejo proverbio: “quien falla en planificar, se planifica para fallar”. Justificarse para no definir una estrategia en que las dinámicas empresariales cambian a toda velocidad y es muy complicado definir el estado futuro del entorno competitivo, es como decir que ya no necesitas fotógrafos porque se ha pasado del carrete a la fotografía digital. Si ha cambiado la velocidad de los ciclos comerciales, los estrategas deberemos adaptar las herramientas, no renegar de la función. Por cierto, no planificar o no elaborar una estrategia, constituye en sí mismo una estrategia. Roger Martin explica en HBR de una manera muy sencilla la excusa de la incertidumbre para no dedicar tiempo a la estrategia y posponerla para cuando lleguen tiempos mejores: “La vida es y siempre ha sido incierta. Si el mundo es tan incierto hoy como para tomar decisiones ¿por qué va a ser más claro en el futuro? ¿Cuándo va a llegar ese día?Aunque las empresas no formalicen su estrategia, sus comportamientos del día a día constituyen en sí mismos una estrategia, y si no formalizan una  definición de la estrategia corren el peligro de que sus comportamientos se encuentren absolutamente desalineados”. Para desmontar el argumento de la incertidumbre resulta interesante recordar el origen militar de la Planificación Estratégica y observar la transición que se está produciendo en los ejércitos modernos desde unos planes detallados a lo que se denomina “commander’s intents” o formulaciones estratégicas con mayor grado de autonomía. Ningún Plan Estratégico resiste el contacto con la realidad, pero coloca a la empresa en mucho mejor lugar para reaccionar al entorno cambiante. Cuentan por ejemplo que el éxito de la captura de Osama Bin Laden se debió entre otras cosas a ese enfoque dinámico de las modernas estrategias militares. Aunque el primer helicóptero fue abatido, el grado de autonomía de los soldados permitió ejecutar la misión sin ver truncados sus planes.

Y es que como decía Richard Rumelt en la edición de Junio de 2009 del McKinsey Quarterly, la estrategia tiene más que ver con saber surfear la ola de la realidad que con tener una visión absolutamente cierta de lo que deparará el futuro. Es entender qué fuerzas modelarán esa realidad y cómo sacar partido de ellas más que conocer el estado final de las cosas. Los clásicos modelos de Michael Porter que buscaban generar una “ventaja competitiva” estable y sostenible a largo plazo que bloqueara la entrada de nuevos competidores están siendo revisados por grandes pensadores actuales en el mundo de la gestión. Ya no se trataría de dar con la piedra filosofal de la “ventaja competitiva” y construir barreras que la protejan sino que acaso la ventaja competitiva podría ser el poseer las competencias y los sistemas para ir descubriendo “ventajas competitivas transitorias” y ser capaces de reinventarse. En esta línea recomiendo el artículo de Rita Gunther McGrath en HBR “Transient advantage” que profundiza en estos conceptos.

Mito 2: El choque con la realidad echa a perder cualquier plan

“Todo el mundo tiene un plan hasta que le pegan el primer golpe en la cara”.

Mike Tyson

Estoy absolutamente de acuerdo con que las hipótesis elaboradas para diseñar el plan inicial pocas veces sobreviven el contacto con la tozuda realidad, pero en esos casos creo que la aproximación más inteligente al proceso de planificación es la que apuntaba el general y después presidente americano Dwight D. Eisenhower: “Al prepararse para una batalla, siempre he visto que los planes no sirven para nada, pero planificar es fundamental”. En efecto, lo importante no es el plan en sí sino las conversaciones que se producen en ese proceso de planificación, la madurez como organización que adquirimos con ellas, la mejora en el conocimiento de mercado que se consigue. Nunca el desarrollo de los acontecimientos coincidirá con lo previsto, pero el haber trabajado diferentes escenarios nos habrá dejado en mejor lugar al enfrentarlos. Además, los estrategas deberemos revisar las viejas herramientas de la Planificación clásica e incorporar aproximaciones más propias del mundo “Lean Start-Up” como la iteración, la prueba, el error y el aprendizaje (Ciclos del tipo: Dispara-Corrige-Apunta). Adaptemos las herramientas clásicas de la Planificación e incorporemos nuevas, pero no renunciemos a la misma. En ese sentido, auténticos defensores del movimiento “Lean Start-Up” como Steve Blank, reconocen que la Planificación sigue siendo absolutamente necesaria si bien proponen aproximaciones diferentes mediante las que validemos hipótesis con nuevas herramientas (ej: Business Model Canvas, Prototipado,…) en las fases iniciales y solo al final realicemos ejercicios clásicos de modelización financiera y planificación operativa siguiendo el mantra del “falla rápido y falla barato” antes de seguir avanzando.

Mito 3: Lo importante ahora no es pensar sino ejecutar

“It is far better to do the right thing wrong than to do the wrong thing right.” 

Russell Ackoff

 ¿En qué proceso de “lavado de cerebro” se le mete a la gente el concepto de que la estrategia y la ejecución no van de la mano? Creo que la fuente de ese error conceptual parte del abuso del adjetivo “estratégico” que se le coloca a cualquier decisión relacionada con el largo plazo. Todo lo que es calificado como “estratégico” por el político o gestor de turno tiene que ver con niveles de abstracción muy altos en el mejor de los casos y con “pájaros y flores” en el peor de ellos.

Sin embargo los grandes estrategas son “doers”, magníficos ejecutores. Definen objetivos muy específicos, con un plan de acción detallado y con sistemas de medición y control de desviaciones muy precisos. Como decía Keynes “a largo plazo, todos muertos”. Los estrategas debemos avanzar en alcanzar las metas desde el primer minuto. Además, la época de las grandes corporaciones centradas en la pura ejecución aprovechando sus economías de escala y avanzando en la búsqueda de la mejora en la eficiencia operativa quizá esté próxima a su fin. Nassim Taleb destaca al respecto el ejemplo del elefante y el ratón. Mientras que el elefante es uno de los animales con un metabolismo más eficiente, el ratón es un ejemplo de “despilfarro” en términos biológicos. Sin embargo, hay más ratones en la ciudad de Nueva York que elefantes haya habido en la historia de la humanidad. Es decir, aunque un ratón aislado sea poco eficiente (casi un “fungible” dentro de su comunidad) y un elefante pueda sobrevivir muchos años, la ventaja para la supervivencia de la especie cae dramáticamente del lado del ratón. El elefante es un ejecutor muy eficiente, el ratón uno muy eficaz que observa el entorno y se adapta a él. Por último y para cerrar la contra argumentación sobre los mitos de la Planificación Estratégica, si tuviera que elegir otro “abogado” que defendiera mi causa, me quedo con el padre del Management, Peter Drucker, y su frase en la que desmonta los tres argumentos en contra: “La Planificación Estratégica es el proceso continuo de toma de decisiones arriesgadas de forma sistemática con el mayor conocimiento posible de su resultado futuro, organizando de forma sistemática los esfuerzos necesarios para llevarlas a cabo y midiendo sus resultados en relación con las expectativas mediante sistemas organizados de retroalimentación. No es un conjunto de técnicas ni trucos. No consiste en realizar predicciones. No tiene nada que ver con decisiones futuras sino con el momento presente. No es un intento de eliminar el riesgo”.  Si he conseguido, amable lector, convencerte de la falsedad de los tres mitos más frecuentes en contra de hacer estrategia, en próximas entregas expondré el por qué desde mi punto de vista es fundamental incorporar un “Chief Strategy Officer” en cualquier empresa, qué cualidades debe tener y a qué retos se va a tener que enfrentar. Un saludo, ¡estrategas!

Nota:fotos vía Shutterstock.

Publicado en Sintetia. Post original aquí.

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Arrojo, resiliencia y liderazgo, habilidades clave para el futuro

por Pablo Aristizabal

Ya no alcanza con saber cálculos matemáticos; hay que desarrollar otras competencias

La tecnología está transformando nuestra sociedad y nuestra cultura a una velocidad exponencial. En esta última década vemos cómo la inteligencia artificial (IA) está presente en nuestro día a día. Netflix recomienda series en función de tus preferencias; Instagram asigna publicidad con base en tus gustos; Siri (el asistente virtual de Apple) te brinda soporte en función del comportamiento que tenés con tu smartphone , y Amazon envía tu compra a tu casa, todo bajo un proceso de selección de tu pedido hecho por medio de algoritmos. Ya no se trata de una historia de robots y algoritmos; se trata de seres humanos y de cuál es su vínculo en un mundo altamente manejado por máquinas con procesos cada día más inteligentes.

Muchas veces escuchamos decir que la educación está en crisis. No sabemos bien por qué, pero sí sabemos que la velocidad con la que puede adaptarse -o más difícil aún, adelantarse- a los cambios es una tarea titánica que requerirá que sus dirigentes sepan a dónde ir y hacer que las cosas sucedan sostenidamente.

Educar alumnos del siglo XXI, arraigados en una cultura personalizada y rodeada de inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes, nos obliga a pensar de manera divergente. Una de las preguntas obligadas es si este cambio implica que estamos frente a una humanidad aumentada por esta inteligencia de las máquinas o si nos encontramos frente a una humanidad reducida.

Las máquinas nos recomiendan mejores recorridos, películas que nos gustarán e incluso de quién enamorarnos. Pero esta inteligencia artificial ¿aumentará nuestra inteligencia biológica para todos igual? ¿Seremos capaces de crear una pedagogía que no deje a nadie sin capacidad de aumentar su inteligencia biológica? ¿O vamos hacia un abismo de brechas salvajes, donde la nueva aristocracia estará dada por los dueños de los algoritmos que nos rigen y quienes no adquieran las habilidades requeridas quedarán fuera del sistema?

Propongo analizar el éxito de las GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon), que de manera muy resumida reside en la personalización que alcanzan, donde el algoritmo se centra en cada usuario y es a partir de la información que recaban de su comportamiento que mejoran el modelo de la experiencia. ¿Y si pudiéramos replicar este éxito a favor de una educación personalizada?

Si a este aprendizaje personalizado le sumáramos una didáctica basada en lo más humano que tenemos -creatividad, innovación- y una pedagogía de la creación -que genere asombro y promueva aprender a aprender y aprender a aumentar-, la escuela recuperaría su eje operativo como órgano de contracultura, que revierta la debilidad que produce la delegación en el avance de la tecnología.

Así podremos lograr chicos y jóvenes auténticos, transformadores y protagonistas, que dándole sentido a lo que aprenden le den sentido a su vida, lo que redundará en promover una mayor cohesión social. Para eso no podemos enseñar las habilidades requeridas para este futuro de una forma tradicional. Las habilidades básicas como conocer las operaciones matemáticas no bastan. Necesitamos forjar habilidades socioemocionales como arrojo, resiliencia, liderazgo, empatía, entre otras, que nos lleven a promover habilidades cognitivas superiores, como el pensamiento crítico, el divergente y la abstracción.

Esto no puede pensarse como compartimientos estancos, sino como una coconstrucción: para lograr un pensamiento crítico necesito desarrollar mi curiosidad; para un pensamiento deductivo, necesito contar con imaginación, mientras que para un pensamiento abstracto, necesito tener empatía para poder salir de mí y empezar a reconocer mi entorno.

La propuesta no apunta a qué, sino a cómo enseñamos a las nuevas generaciones. En esta nueva sociedad del conocimiento se trata de forjar espíritus, además de formar saberes. Y nada de esto será posible queriendo copiar estrategias, que es distinto de tomar referencias; la clave estará en construir nuestro modelo, ya que la adopción requerirá una autenticidad que solo la dará aquello que nosotros mismos creemos.

El autor es profesor de la UBA, conferencista y CEO del Grupo Competir

Publicado en La Nación. Post original aquí.

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La utilidad del tiempo perdido

Por Manel Muntada Colell

Los principales obstáculos al cambio en las organizaciones no suelen emerger en el momento en que éste va a producirse, ni mucho menos, sino que suelen estar presentes ahí, desde siempre, inoculados en el torrente de la cultura organizativa y bombeados rítmica y periódicamente hacia cada rincón de la organización a partir de aquellas inercias, hábitos y comentarios que se realizan de manera normal y espontánea.

 

Las más de las veces, suelen formar parte del mantra de la organización, de los tics comportamentales, de lo que se dice y se dice que se hace, tenga que haber cambio o no, y normalmente están muy relacionados con aquello por lo que se valora y reconoce a las personas en aquel entorno.

 

De ahí que la principal resistencia al cambio suela venir, aunque parezca paradójico, de parte de quienes deberían liderarlo.

 

Esta familiaridad dota a estos obstáculos de la invisible evanescencia de lo cotidiano y los hace muy difíciles de detectar o de tomar clara consciencia de ellos, ya que suelen formar parte de los componentes nutritivos del líquido amniótico en el que flota la organización.

 

De hecho, normalmente, por no existir no existe ni la acción de resistirse al cambio sino que es el cambio el que acaba disolviéndose inocuamente por una narrativa organizativa que lo ignora sin necesidad de poner empeño en ello. De hecho, al igual que sucede con las personas, cada organización, lejos de estar condenada al aislamiento, goza de su propio lugar en el mundo y tiene quien le quiere tal y como es.

 

La clave para entender la dificultad ante cualquier cambio hemos de buscarla, pues, en ese relato en el que la organización cree, en el que se inspira, en el que fundamenta todos sus argumentos y a partir del cual, aquellos y aquellas que lo proclaman en voz alta obtienen más influencia dentro de ella.

 

Evidentemente, en este aspecto, cada organización tiene sus singularidades, pero hay algunos rasgos compartidos en las culturas de gran parte de las organizaciones de este hemisferio.

 

Entre esas peculiaridades, quizás una de las que tienen más relevancia, es el supuesto pragmatismo que suele utilizarse para argumentar que el valor del tiempo empleado es directamente proporcional a la utilidad inmediata de aquello que se obtiene.
El culto a la utilidad evidente e inmediata ha llevado a que una conversación sobre filosofía corporativa, una reunión que acabe sin unas conclusiones “aplicables”, debatir sobre un concepto o reflexionar sobre ideales futuros, sea visto y vivido como una gran pérdida de tiempo y que practicarlo sea un deporte de riesgo para aquellos equipos y personas que ven en ello una necesidad.
Pero, desde un punto de vista práctico, cultivar aquellos aspectos relacionados con atender a la diversidad de formas de pensar, establecer un lenguaje común, debatir sobre los valores reales que han de determinar la vida corporativa o unificar criterios respecto a los propósitos que han de orientar las actuaciones, son la clave para cosechar una utilidad insospechada que genera rendimientos sólidos y permanentes en la salud organizativa.
Dejar de hacerlo es abocar a la organización a la superficialidad del discurso, al desconocimiento mutuo, a la disparidad de actuaciones, a la inmadurez, al conflicto, a la falta de motivos, a la ignorancia conceptual, a la veneración de lo inmediato, a la ausencia de propósito y al tristemente conocido no tener tiempo que perder para decidir sobre nada nuevo que no forme parte de la liturgia de siempre.
Una extendida y mal entendida orientación a resultados es la responsable de que actualmente se ignore, abiertamente y sin ningún pudor, que se requiere de tiempo que perder para que pueda ser de provecho.
Algo tan importante y común como difícil de hacer ver y de cambiar.
La segunda imagen corresponde a Alice in Wonderland [1879] de George Dunlop Leslie

Publicado en CumClavis. Post original aquí.

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Cómo mueren las ideas en la empresa

por 

En cualquier empresa, es difícil que un empleado exprese su opinión en voz alta sin que le pregunten. A veces, las compañías piden la opinión de sus empleados para mejorar sus procesos, y sólo raramente para hablar de decisiones estratégicas. Cuando lo hacen, suele ser por sus normas de calidad internas o como gesto de deferencia a los trabajadores, pero es difícil que una empresa haga una reflexión profunda sobre sus aspectos a mejorar.

Una de las causas más frecuentes es que algunos jefes se sienten amenazados profesionalmente. A menudo tienen la falsa concepción de que una idea para mejorar, conlleva una crítica implícita hacia él o hacia la empresa. Todo el mundo suele aplaudir decididamente las ideas de su jefe (aunque sea completamente descabellada), se muestra escéptico con las ideas de sus iguales (no interesa que otro destaque más que yo), y descarta automáticamente las ideas de cargos inferiores (o, peor aún, se las apropia).

Otra de las causas suele ser la dejadez o la falta de implicación con la empresa. Un manager es por definición un hombre ocupado, y no tiene tiempo de pararse a pensar o a investigar una idea que le puede suponer mucho más trabajo. Es más sencillo seguir solucionando los problemas que se van acumulando sobre su mesa, sin preocuparse demasiado qué los está causando o de lo que suceda en el resto de la compañía, el llamado firefighting. Un manager no debe olvidar que su principal tarea, por encima de dirigir un equipo, es la (re)organización de la empresa.

En ocasiones una empresa se encuentra en una inercia negativa que es muy difícil de cambiar. Todo el mundo sabe que la empresa hace aguas, pero esperan a que se hunda para decir “se veía venir”. Ya decía Keynes que es más fácil equivocarse junto a los demás, que enfrentarse a la multitud y decir la verdad.

El psicólogo Chris Argyris describió una reunión con altos mandos de una planta industrial, en la que identificaron más de treinta áreas a mejorar en dicha planta. Se eligieron seis, sobre las que se emprendieron acciones, que al cabo de los tres meses reportaron unos ahorros de 210.000 dólares. Cuando Argyris preguntó desde cuando conocían de la existencia de esos defectos respondieron “Entre uno y tres años, todo el mundo lo sabía”.

A menudo, son los trabajadores quienes mejor conocen la operativa diaria y quienes mejor pueden identificar problemas, mientras que los managers o directivos, se hallan completamente aislados de lo que ocurre en las capas más bajas. Esto suele ocurrir porque los engranajes de la empresa, los cargos intermedios, no estarn transmitiendo adecuadamente la información.

¿Y qué puedo hacer yo para hacer que mi empleado le de más a la empresa?.

En primer lugar, es muy importante que el empleado tenga la plena certeza de que no va a sufrir represalias por sus ideas. Ya sea por parte de sus compañeros, de sus jefes, o de la organización. Hasta que una idea se de por buena, se debe tratar siempre de forma anónima.

En una ocasión envié varias ideas por email a un buzón de sugerencias de la empresa supuestamente anónimo y la idea se reenvió directamente, con mi nombre y apellidos a mi jefe. Afortunadamente ya le había puesto en copia, porque de no haberlo hecho habría tenido un problema serio. Es necesario además, que las ideas permeen varias capas de la empresa, ya que diferentes puntos de vista siempre pueden enriquecer una idea.

En segundo lugar, conviene animar al trabajador a que formalice sus ideas en una presentación, y si funciona incluso lo puede presentar el mismo a sus compañeros, ¿por qué no?. Tal vez detrás de un gris empleado exista un gran potencial desperdiciado, por simple timidez o porque nadie le ha dado una oportunidad. Todo el mundo debería tener los 15 minutos de gloria de los que hablaba Warhol.

Por último, y no menos importante, para involucrar al empleado hay que hacerlo partícipe en cierta medida de los beneficios que sus ideas le han generado a la empresa. Hay que pensar en lo que los anglosajones llaman el WIIFM “What Is in It For Me?” o “¿En qué me beneficia a mí?”. Parece inocente pensar que  un empleado se tomará la molestia de hacer algo por nada.

Mis conclusiones personales acerca del tema, es que siempre es positivo defender las ideas  constructivas, con altas dosis de tacto y sin caer nunca en la beligerancia. Es imprescindible no actuar  a espaldas de los superiores, pero tampoco es justo que se apropien siempre de tus ideas. Intenta que lo sepa alguien de tu confianza y deja trazabilidad por escrito. Quien trabaja duro, presenta ideas consistentes, y trata de aportar un más de lo que la empresa le exige, siempre obtiene recompensa a medio o largo plazo.

Publicado en Managers Magazine. Post original aquí.

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