¿Te gustaría alcanzar un estado cerebral dominado por la alta concentración y la creatividad? En el siguiente artículo te damos recomendaciones para poder lograrlo.
¿Necesitas potenciar tu creatividad? ¿Te gustaría fortalecer, además, tu capacidad de atención? En ese caso, las claves para alcanzar el estado de flow se alzan como las mejores estrategias para mejorar tu productividad. Es más, estamos ante un proceso mental capaz de optimizar tu estado de ánimo y de permitirte sentir emociones de valencia positiva mientras trabajas.
Fue el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi quien popularizó el término «fluir», gracias a su célebre libro Fluir (Flow): una psicología de la felicidad, publicado por primera vez en 1990. Aquel trabajo nos enseñó que la concentración activa es un mecanismo excepcional para todos los ámbitos de nuestra vida. En la siguiente lectura te enseñamos cómo lograr esa experiencia tan beneficiosa.
Las personas que aprenden a controlar la experiencia interna podrán determinar la calidad de sus vidas, y esto es lo que más nos puede acercar a la felicidad.
Claves para alcanzar el estado de flow y aumentar tu creatividad
«Fluir en la vida», «estar en estado “flow”», «fluir en las relaciones»… Seguro que a diario has escuchado este tipo de frases en múltiples ocasiones. Sin embargo, ¿qué significan? ¿Cuál es su origen y auténtica finalidad? El estado de flujo se define como la capacidad del ser humano de estar involucrado por completo en una tarea sin divagar y experimentando, a su vez, una sensación de bienestar.
Asimismo, se trata de un tipo de enfoque mental que la ciencia ha estudiado desde hace tiempo. Trabajos como el publicado en Frontiers in Psychologydestacan que esta competencia cognitiva es bastante beneficiosa para nuestro rendimiento. Es un tipo de experiencia que aumenta la liberación de norepinefrina basal, logrando así una mayor excitación, interés y concentración.
A continuación, te describimos las estrategias que te sirven para alcanzar este estado.
1. Plantéate objetivos desafiantes acordes a tus habilidades
La primera de las claves para alcanzar el estado de flow y ser más creativo se focaliza en tus objetivos. Si te propones metas rutinarias, poco atractivas o incluso que están por encima de tus competencias, no alcanzarás este estado. Te sentirás desmotivado/a e incluso frustrado/a.
Tal y como nos indican en investigaciones como la divulgada en Frontiers in Psychology, el estado de flujo se alcanza con la sensación de haber salido de las rutinas de la vida cotidiana hacia una realidad diferente. Establecer metas claras e ilusionantes es un paso esencial. Te sugerimos unas sencillas orientaciones al respecto:
Clarifica tus habilidades y plantéate objetivos vinculados a ellas.
Procura que tus metas sean desafiantes, pero también realistas.
Desgrana tus objetivos en pasos pequeños para trabajarlos en el día a día.
Traza un plan de trabajo y sé disciplinado/a.
Revisa tus metas cada cierto tiempo para asegurarte de que te siguen motivando.
2. Focalízate cada vez en una sola tarea
Si hay un enemigo voraz y destructivo para tu productividad y pensamiento creativo es la multitarea. Un artículo de la revista Cerebrumrecalca que al hacer varias cosas a la vez el cerebro se ralentiza y la concentración empeora. Esto se debe a que esas áreas vinculadas al enfoque, como las redes de control frontoparietal y de atención dorsal, tienen unas capacidades limitadas.
En consecuencia, si deseas potenciar tu estado de flujo, ten en cuenta las siguientes pautas que te ayudarán a enfocarte:
Trabaja en un espacio tranquilo donde no existan estímulos ambientales.
3. Ofrécete retroalimentación positiva
¿Eres de los que duda de ti mismo cuando lleva a cabo una tarea? ¿Te suele atormentar el molesto síndrome del impostor? Si es así, te será difícil alcanzar este estado cognitivo tan valioso, porque una de las claves para alcanzar el estado flow es ofrecerte refuerzos positivos que eleven tu autoeficacia.
Si tienes problemas en este sentido, toma nota sobre cómo mejorar tu retroalimentación positiva:
Siente cómo el tiempo deja de existir mientras trabajas.
Acompaña tu labor con mensajes positivos y empoderantes.
Deléitate con las emociones gratificantes que surgen cuando haces algo que te gusta.
4. El poder de la motivación intrínseca
La creatividad y la productividad se benefician cuando te sientes motivado por tu confianza, tu satisfacción interna y amor propio. Por ende, para potenciar tu estado de flujo, es esencial que te guíes por factores endógenos y no tanto por refuerzos externos. En este sentido, en Frontiers in Psychologyse señaló algo interesante que te invitará, sin duda, a una reflexión.
En este fenómeno descrito por Csikszentmihalyi, las personas realizan actividades sin más motivo que la propia actividad en sí; sin recompensas extrínsecas. Por ello, entre las claves para alcanzar el estado de flow se halla esta dimensión nuclear que no puedes descuidar.
Con la finalidad de que trabajes dicha dimensión, te proponemos las siguientes recomendaciones:
Guíate por tus propias metas y refuerzos internos.
Tu creatividad se expandirá si no dependes de refuerzos externos.
El estado de flujo es, por encima de todo, disfrutar mientras trabajas.
No prestes atención a las críticas o comentarios poco útiles de tu entorno.
No le des excesivo valor al aspecto económico y procura disfrutar del proceso.
Los peores enemigos para alcanzar el estado de flujo son la crítica interna, tu exigencia elevada y la necesidad de recibir refuerzos externos. Lo más importante es que te sientas motivado/a y disfrutes del proceso.
5. No te fuerces, confía y déjate llevar (fluye)
Mientras trabajas, innovas y te focalizas en producir algo creativo es cuando adquiere mayor sentido el término «fluir». Esto se da porque estamos ante un ejercicio cognitivo en el cual el cerebro no siente estrés, sino que está motivado, concentrado y liberando, a su vez, dopamina y endorfinas. Son experiencias gratificantes en las que das siempre lo mejor de ti.
Por otro lado, trabajos como el publicado en Behavioral Sciencesinciden en que no es fácil alcanzar esta experiencia. El desafío está en pasar de un control cognitivo explícito (forzado) a uno implícito (automático). Para ello, te será útil reflexionar sobre lo siguiente:
Confía siempre en tus competencias.
Procura disfrutar del proceso y déjate llevar.
Apaga los pensamientos negativos y a tu crítico interno.
Recuerda que siempre que la tarea te sea motivadora alcanzarás el estado de flujo.
Reduce tu autoexigencia; no te obsesiones con ser un Leonardo Da Vinci o un Steve Jobs.
Centra tu atención en la tarea y piensa que, en ese momento, en el mundo solo existes tú y ese desafío.
6. Ten presente a los «bloqueadores» del estado flow
Todo proceso cognitivo tiene su propio elemento bloqueador o proceso que puede boicotear tu rendimiento. Es importante recordar que la experiencia de estado de flujo es un estado delicado que, como hemos dicho, cuesta alcanzar. Y la razón por la que no todos lo logran es porque no controlan una serie de procesos. Toma nota de esas variables que debes tener en cuenta:
La experiencia óptima de flujo no se alcanza si sientes ansiedad o estrés.
En caso de que la tarea no esté acorde a tus habilidades, no será posible materializarla.
Las distracciones son los peores enemigos para el flow. Asimismo, la falta de motivación y el cansancio también lo condicionan.
Beneficios del estado de flujo
Cuando Mihaly Csikszentmihalyi introdujo su teoría sobre este concepto, lo describió como una herramienta para alcanzar la felicidad. En cierto modo, cuando logras concentrarte en una tarea o situación, tu mente ofrece siempre lo mejor de sí. Gracias a ello, alcanzas metas, resuelves desafíos y se potencia tu bienestar. Se trata de un concepto tan útil como interesante.
Te describimos a continuación cuáles son los principales beneficios de implementar las claves para alcanzar el estado de flow:
Fortaleces tu autoestima.
Desarrollas la autoeficacia.
Logras crear ideas más innovadoras.
Mejoras tu compromiso con el trabajo.
Confías más en ti para lograr tus metas.
Trabajas con mayor sensación de felicidad.
Sintonizas tus emociones y pensamientos.
Mejoras la concentración y la aplicas a todas las áreas de tu vida.
Ámbitos de aplicación
Esta experiencia cognitiva es útil en muchas esferas de nuestra sociedad. Algunos ejemplos de ello son los siguientes ámbitos de aplicación:
Flow en el trabajo. Así es, las claves aquí descritas actúan como herramientas de gran trascendencia para elevar la productividad y el pensamiento innovador en todo escenario laboral.
En los ámbitos educativos. Si en la actualidad se incluyera en las escuelas la enseñanza de esta experiencia desarrollada por la psicología positiva, podríamos potenciar la creatividad y el desempeño de los alumnos.
En el mundo de los deportes. Todo atleta puede mejorar su rendimiento si aplica un enfoque mental más concentrado, en el cual se integren, a su vez, esas emociones positivas motivadas por la autoeficacia, la confianza y el bienestar.
Flow en las actividades artísticas. Seguro que lo habrás adivinado. Esta experiencia es idónea para potenciar esa mente creativa que desea desarrollarse en el mundo del arte en todas sus formas, como la pintura, la escritura, la música, etc.
Flow en el bienestar personal. Esta herramienta se alza como un mecanismo enriquecedor para optimizar el bienestar de toda persona. Es un modo de entrenar la mente para focalizarse en la realidad inmediata, dejarse llevar y sentir cómo la imaginación se expande y surgen ideas nuevas.
Fluir, un ejercicio que pueda mejorar tu vida
Las claves para alcanzar el estado de flow aquí citadas pueden ofrecerte el cambio que necesitas en tu vida. Si bien es cierto que casi siempre se orientan a la esfera laboral, como has podido ver, tienen también un gran impacto en la individual. Consiste en hacer de tu mente tu aliada para que toda actividad te sea gratificante.
Fluir con la vida gracias a un cerebro que regula el estrés y que disfruta del presente es un ejercicio idóneo. Es más, no solo te permitirá conquistar nuevos propósitos, sino que tu salud psicológica también lo notará. ¿Por qué no intentarlo?
Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.
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Esquivar la mediocridad es un libro de management escrito por Xavier Marcet que resume sus aprendizajes como consultor estratégico. Según cuenta el autor, el libro esta compuesto de notas y reflexiones que ha obtenido de las reuniones con sus clientes. Habla de complejidad, estrategia, innovación, comunicación, aprendizaje y transformación siempre poniendo a las personas y su talento en el centro.
Xavier lidera la consultora Lead To Change especializada en estrategia, innovación y transformación de organizaciones, es profesor de escuelas de negocios, conferenciante, presidente fundador de la Barcelona Peter Drucker Society y escritor.
Es un pensador pragmático e inconformista que reta la realidad empresarial y los problemas de las organizaciones y propone soluciones viables para romper la inercia. Para mí es un pensador de referencia del que siempre obtengo material para reflexionar. Valoro su sentido común, su conocimiento de la realidad empresarial y su crítica certera a la realidad que se vive en el mundo organizativo.
Si quieres leer más sobre este autor, te recomiendo que le sigas en redes sociales donde es muy activo (especialmente Linkedin) y en su blog: http://www.xaviermarcet.com/. Yo espero cada semana sus artículos en La Vanguardia que son 100% food for thought.
Algunas de ideas de “Esquivando la mediocridad” para no olvidar:
Una empresa es mediocre cuando es incapaz de deleitar a sus clientes
Una empresa es mediocre cuando las inercias pesan más que la ilusión por adaptarse a lo contextos cambiantes
Huir de la mediocridad no es huir de la complejidad, sino ensayar ágilmente nuevas síntesis que nos permitan explorar sin parar
Una empresa es mediocre cuando sus líderes son mediocres
Una forma brillante de esquivar la mediocridad es combinar buenos resultados con un output social tangible y si es posible pegado al negocio
Una empresa intenta esquivar la mediocridad cuando crea una comunidad de la que valga la pena formar parte. Un espacio donde crecer en términos corporativos y personales, no un trade off
Debemos escoger entre dos espirales en nuestra vida profesional o empresarial: la espiral del talento que atrae talento o la de mediocridad que atrae mediocridad
La brevedad es una muestra de respeto a los demás
En un mundo de transparencia total, la autenticidad es una competencia diferencial para no caer en la mediocridad
Necesitamos más estrategia y menos planificación (El mundo cambia más rápido que nuestra capacidad de planificar)
Se imponen las organizaciones ambidiestras que exploran (innovan) y explotan.
La innovación no está en la tecnología está en la mirada
No hay comunicación sin capacidad de síntesis. Capacidad de decidir sin toda la información
La autocomplacencia vive en y del pasado. La humildad nos prepara mejor para el futuro
Los directivos que saben delegar multiplican, el resto suman
Cuando en una comunidad profesional hay una cierta autoexigencia, la presión no va de arriba hacia abajo, es una presión entre pares, es un ejercicio de compromiso.
Aprender es algo que no se puede delegar, porque aprender es establecer las bases de nuevas miradas, de nuevos proyectos, de riesgos afrontados con mayor consistencia.
Las empresas crecen cuando saben ser plataformas para hacer crecer a las personas
¿Cómo las organizaciones pueden ayudar a las personas a desplegar todo su potencial?
o Gestionar no esta separado de aprender y de convivir. Meritocracia
o El talento va de exhibir resultados entre expertos
o Estableciendo cadenas de confianza y responsabilidad. Fuera se compite y se colabora, dentro también
o Definiendo retos que desborden silos
o Acostumbrando a las personas a pensar solas y razonar en equipo
o Buscando transcendencia en el trabajo
o A mayor jerarquía más servicio y más necesidad de basar el respeto en la capacidad de inspirar a los demás.
o Compartiendo crecimiento personal con resultados compartidos
La innovación es poner el futuro en la agenda del presente
La innovación vive en lo transversal
El mejor directivo es el que sabe equilibrar los resultados positivos de hoy, con una orientación de su empresa al futuro
Me pregunto qué concepción estratégica de la agenda tienen esos directivos que no tienen ni un día al año para explorar lo que su gente imagina para el futuro de la empresa.
La innovación no va de tener ideas, va de llevarlas a cabo
La diferencia entre fracaso y error es que del fracaso se aprende y del error se insiste
La única pregunta importante en innovación es sobre el índice de vitalidad ¿Qué parte de los ingresos o beneficios de una cuenta de explotación corresponden a productos o servicios que hace 2 años no existían?
La innovación empieza por uno mismo: No hay organizaciones innovadoras sin innovadores que se aplican el cuento personalmente.
Muchas grandes empresa empiezan a ver que los más peligrosos con los que competirán son los que van sin mochila, con lo cual el interés de muchas grandes empresas con los emprendedores empieza a ser real.
La innovación con transcendencia funciona mejor
El sentido último de la innovación es aportar valor a los clientes mediante fórmulas de clara diferenciación.
Los enemigos de la innovación son: el cortoplacismo, la arrogancia, la imposibilidad de fracaso, el happy flower, la rutinización de la innovación, la innovación por subvención y no por convicción, la discontinuidad, la memoria (que impide volver a probar iniciativas que fracasaron en otra coyuntura), la falta de decisión, la estrategia de portfolio equivocada.
Peter Drucker: “Lo más importante en comunicación es escuchar lo que no se dice”
La cultura de la empresa se mira en el espejo de sus inercias
Somos nuestras agendas: el único modo de cambiar la cultura de la empresa es generar agendas personales de cambio desde la alta dirección a la base de la organización.
Peter Drucker “Las reuniones son un síntoma de mala organización. Cuantas menos reuniones mejor”.
Las empresas necesitan líderes que asuman los riesgos estratégicos en primera persona y que se preparen ellos y a sus organizaciones para la complejidad
Las organizaciones auténticas son aquellas en las que las cosas tienden a ser verdad. En cambio, aquellas organizaciones donde las propuestas de valor y las convicciones sean a medias no podrán esquivar la mediocridad
Las paredes de las empresas ya son transparentes y lo que las hace transparentes son la gente que esta dentro, mucho más que la gente de fuera.
Las comunidades crean un tipo de transversalidad compatible con las jerarquías muy domadas por la proximidad.
El respeto es nuestra forma primera y natural de responsabilidad social
Publicado en Gestionando Talento. Post original aquí.
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Es artículo fue publicado en La Vanguardia el 15 de Octubre de 2018
Es frecuente que muchas compras de empresas acaben mal. Una compañía con recursos y ganas de crecer compra a otra para expandirse. La compra puesto que le ve recorrido en su propio perímetro corporativo. Algunas veces pagan incluso más de lo que valen porqué ya se sabe que la relación entre valor y precio es compleja. Pasa el tiempo y los resultados no son los esperados. La empresa comprada se diluye en la empresa compradora, pero su impacto empequeñece. Algo se rompió en este viaje. Algo que hacía que cuando la pequeña empresa estaba sola, a pesar de todas sus imperfecciones, daba mejores resultados que cuando se incorporó a un proyecto mayor. La empresa compradora pudo comprar recursos físicos, pudo comprar la cartera de clientes, pudo mantener las mismas personas, pero no pudo comprar y mantener el alma de la empresa.
No pretendo hacer un tratado teológico sobre el alma de las empresas. No sabría. Hablamos del alma de la empresa en referencia a ese intangible que hace que las situaciones cotidianas de la empresa tengan sentido y que las adversidades se resuelvan por una cadena de complicidades y de inspiraciones que no pueden ser planificadas. No sabemos qué es el alma de una empresa, pero detectamos cuando el alma ya no está. Notamos que ya no es lo mismo. Lo notamos como clientes porqué simplemente nos sentimos decepcionados, el servicio o producto que percibimos ya no es lo que era. Lo notamos como trabajadores porqué las formas cambiaron y los resortes internos del compromiso se alteraron. Lo notamos como accionistas porqué más allá de los beneficios no sabemos en qué momento perdimos la brújula del futuro. A veces lo nota también la sociedad cuando algunas empresas exhiben arrogancia o una evidente falta de sensibilidad ante problemas sociales. El alma se encuentra más cerca de la humildad que de la arrogancia.
Una empresa es un ecosistema complejo y frágil. Las empresas no son simplemente un lugar dónde ir a trabajar. No son solamente una cadencia de vender – producir – cobrar. No todas, pero algunas empresas son mucho más que eso. Hay empresas que se reconocen en un porqué, en un propósito que va más allá de una cuenta de resultados. A veces es la relación que se establece entre las personas que forman una comunidad que hace las cosas con honestidad implícita. Hay empresas que tienen su alma en la trascendencia social con la que saben acompañar su negocio. A veces el alma la alumbra alguien con un liderazgo que sabe cuadrar un triángulo de visiones, transiciones y emociones equilibrado.
El alma de las empresas tienen mucho que ver con un propósito y con la cadena de compromisos que es capaz de suscitar. Cada vez hay más empresas que quieren sintetizar una misión que sepa combinar los beneficios necesarios para sobrevivir con un impacto social significativo. No se trata de empresas que ganan dinero con un modelo de negocio y luego, por responsabilidad social, dan una parte de beneficios a una causa aleatoria. Se trata de modelos de negocio que anidan en su corazón un resultado que es a la vez corporativo y social, que permite ganar dinero y mejorar la sociedad a la vez. En empresas con propósitos relevantes parecen más fáciles los compromisos sostenidos y las almas reconocibles más allá de campañas de marketing. Soy optimista, veo cada vez más empresas que quieren afrontar desde su lógica corporativa la solución de problemas relevantes del mundo. No se trata de menospreciar y sustituir a los estados como hacen algunos profetas del capitalismo consciente, se trata de trazar complementariedades desde empresas con propósitos trascendentes. Es esperanzador que muchos jóvenes con talento no quieran acercarse a las empresas sin alma, que entiendan que invertir sus energías en empresas sin propósitos significativos es enfocar mal su carrera profesional y su vida.
Cuando una empresa respira autenticidad en las relaciones entre personas (respeto, empatía, autoexigencia), cuando la centralidad del cliente es algo que se vive con naturalidad, cuando liderar es servir sin vehemencias barrocas, sabemos que tiene alma. Sabemos que, sin convocarla, el alma asiste a las reuniones y se filtra en las decisiones. Por eso, el reto más grande es crecer mucho y no perder el alma. De las empresas que lo consiguieron decimos que tienen culturas corporativas sólidas dónde los valores son algo más que discursos impostados o póster que rezan consignas. En las empresas consistentes esa alma, esa cultura, se plasma en las agendas. Las agendas sin alma reflejan empresas sin alma, inercias sin pulso, rutinas de negocio que se estrellan ante las primeras disrupciones.
Muchas veces me pregunto cómo será el alma cuando las empresas tengan un management muy determinado por el Big Data, la inteligencia artificial, el Blockchain o la robótica. Me resisto a pensar que el alma de la empresa pueda ser un algoritmo. Me resisto a imaginar que no resida en una comunidad de talento que no sea una suma de inteligencias ( naturales y artificiales) que sirvan a un propósito que permita alumbrar un alma intangible y consistente. No creo en robots que ruboricen ni algoritmos que nos quiten la angustia. Creo en un nuevo management con gran protagonismo de las nuevas máquinas inteligentes pero sin desplazar la centralidad de las personas.
Nuestro reto es hacer que las nuevas start- up llamadas a cambiar el paisaje empresarial, esas con alma fresca y natural sepan crecer mucho sin perder ese perfume profundo que impregnó sus propósitos iniciales. Que el éxito no perturbe el propósito. Que la tecnología no sepulte el alma.
( La imagen es de una obra de Andrea del Castagno)
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“Esto fue lo que se le contó a Gonnojo: -Ahora mismo es el momento actual y el momento actual es ahora mismo. Uno no llega a tiempo y sencillamente deja escapar el momento crucial porque cree que el ahora mismo y ese momento crucial son momentos diferentes”
maestro Yamamoto Tsunetomo, Hagakure, siglo XVIII
Este artículo, lector o lectora, pretende exponer en un formato directo y accesible aquellos elementos de trabajo y comportamiento vital en los que me apoyo para acompañar el cambio en personas y sistemas complejos. Está especialmente dedicado a todos esos profesionales que se dedican en alguno u otro grado a trabajar por el cambio y la mejora de diferentes realidades.
Son ya muchas las personas con las que hablo y me preguntan acerca de mi trabajo y mi labor. Me hacen preguntas sobre cómo puedo mantener mi ritmo de trabajo, servir a realidades tan diferentes a diario (culturales, sectoriales, situacionales,…), tener el resultado e impacto de mis acciones, pero sobre todo cómo puedo conservar mi salud emocional y mental con tanto meneo. Intentaré responder por escrito aquí a todas esas cosas. Comenzamos.
LA REALIDAD
El enfoque que expondré corresponde al modelo de vida que he llevado en los últimos años para poder mejorar la realidad diaria de organizaciones y equipos por toda España.
En concreto, y como muestra, en este año 2016 he seguido lo que aquí se expone para disfrutar de mi vocación en 20 ciudades a nivel nacional por toda la geografía con una dedicación (en conversaciones, reuniones y sesiones presenciales y a distancia) de más de 600 horas a equipos y más de 400 horas a personas individuales dedicadas a la gestión de esos equipos.
Esto equivale en la práctica a haber acompañado en un año a una suma de unas 300 personas que tienen responsabilidad sobre unas 40.000 personas, tras viajar en más de 150 trenes (y alguna que otra docena de aviones), y dormir en varias decenas de hoteles y viviendas.
Por mucha humildad que quiera practicar, me he visto obligado a reconocer -y me ha costado hacerlo- que estos datos multiplicados por varios años hacen de mí uno de los facilitadores de cambio más experimentados en España. Excluyo de este recuento anual las conferencias, entrevistas, mesas redondas, desayunos y ponencias varias que en momentos muy puntuales he dado porque en mi opinión nada tienen que ver con acompañar el cambio.
En esta realidad asisto a personas que se enfrentan a situaciones de diferentes niveles de gravedad, desde la recuperación o el reflote de organizaciones a punto de morir hasta el trabajo con equipos de alto desempeño que quieren mejorar aspectos puntuales. Entre medias, conflictos relacionales, mal ambiente laboral, resistencias, falta de habilidades directivas o de gestión y pérdidas de foco.
Mi trabajo incide sobre todo en dos ejes: el relacional y el emocional. A través de diferentes modelos pedagógicos de acompañamiento (facilitación, mentoring o coaching) accedo a realidades que no son ni deben ser la mía. Hasta aquí la realidad que vivo a diario.
MI ACTITUD
Pero ninguno de todos los datos anteriores dice nada de lo que soy. Lo que soy es mi actitud ante esta realidad, es decir lo que hago con la vida que tengo.
Yo elegí la realidad que tengo, no me eligió a mí. Sin esta base, todo lo que voy a exponer carece de sentido.
Si hay una palabra que puede resumir mi modo de vida es la disciplina. Soy disciplinado con esa imagen del mundo y de las personas en la que creo. Vivo y trabajo cada minuto de mi vida para seguir creyendo en las personas.
Esto es lo que hago para hacerlo:
No soy Dios, elijo ser persona
No ser Dios significa ser vulnerable, imperfecto y terriblemente pequeño. Me encanta mostrarme así cuando tengo la mínima ocasión. Y cuando a veces me despisto e intento mostrarme fuerte, procuro engañarme solo a mí mismo y no a los otros.
No ser Dios implica que no puedes llegar a todo ni estar en todas partes. Hace poco le dije a un equipo uno de los grandes secretos de mi satisfacción personal en el trabajo: me lo pongo fácil. Yo no me comprometo a cambiar las organizaciones sino que me comprometo a acompañar el cambio que las personas a las que acompaño quieren para sus organizaciones. Esto, que es una declaración de humildad, lo es también de compromiso y de satisfacción.
No ser Dios implica que en las sesiones no estoy obsesionado con cumplir tal o cual escuela de coaching u otro tipo de acompañamiento, o en ser perfecto de acuerdo a lo que yo traía preparado, sino en ser fiel a la persona que tengo delante y a su necesidad. Llamo a esto Facilitación total.
No ser Dios implica que mi nivel de autoexigencia en términos de conocimiento sobre modelos, herramientas y teorías es siempre muy alto, al menos para luego poder relajarme en las sesiones y no estar preocupado porque me falten argumentos. Visito la Casa del Libro dos veces al mes, hago un barrido mediante lectura transversal -y detallada si encuentro algo interesante- algo más de 1500 artículos a la semana (la media de actualización de mi feed). Tener certeza de lo que hablo y solidez en mis conocimientos me ayuda a demostrar y defender ante otros que nada de todo esto es importante salvo las personas para la que trabajo.
No ser Dios implica en mi trabajo que ninguno de los modelos que empleo es más importante que las personas a las que sirvo. Las teorías las utilizo para adaptarlas, hackearlas o moldearlas a la realidad de las personas, no al revés. Si noto que lo hago al revés, procuro pedir disculpas. No soy fiel a gurús ni a escuelas, sirvo a personas reales que tienen problemas reales. A ellas soy fiel.
En mi caso no ser Dios implica ser una persona normal, con necesidades normales, que intenta comprender y conectar con otras personas normales aunque esto último que hago cada día sin duda sea algo extraordinario. Simplemente eso.
Me cuido generando hábitos saludables
Me sirvo a mí para poder servir a otros. Si no me sirvo a mí, no le sirvo a otros. La forma en la que me cuido hace que cuide bien de los demás y tiene que ver con hábitos sencillos que me ayudan a centrarme en las cosas que yo creo importantes (las personas a las que acompaño o la calidad de los instantes que vivo a diario). Por eso creo hábitos saludables para todo lo que creo que no es importante tanto como para lo que lo es. Pongo tan solo algunos ejemplos:
Ropa: Sigo siempre el mismo proceso para lavar, planchar y colocar la ropa. Tiendo la ropa de forma ordenada y evitando que se arrugue tras sacarla de la lavadora. Doblo los calzoncillos y los calcetines en el cajón de forma que luego pueda empacar mi mochila de viaje sin esfuerzo. Plancho frecuentemente para evitar grandes acumulaciones de ropa y porque me relaja mucho. No voy de compras sino que aprovecho mis espacios entre clientes para comprar ropa necesaria, a menudo incluso cuando estoy acompañado de ellos 🙂 He simplificado al máximo mi armario. No uso más de cinco pares de calzado (siempre cómodo para estar de pie mucho tiempo y caminar a gusto), dos colores de pantalón (claro u oscuro, siempre vaqueros), tres tipos de camisas (blanca, vaquera o azul) y dos colores de calzoncillos (negro o gris).
Viajes: Siempre viajo con una mochila impermeable negra de 51 x 31 x 16,5 cm con muchos compartimentos que me ayuda a tenerlo todo a mano. Incluso en viajes de 4 días, llevo solo esa mochila en la que he aprendido a maximizar el espacio y minimizar lo que necesito para mi trabajo y mi vida. Mi mochila contiene todo lo necesario para sentirme en casa en cualquier parte del mundo: artículos de higiene que me ayudan a sentirme limpio, ropa limpia ordenada que he aprendido a doblar sin arrugas, estuches con material de papelería listo para ser usado de forma rápida, gadgets tecnológicos que llevo para intentar ser productivo en los desplazamientos,… Además siempre procuro imprimir en formato passbook mis billetes de viaje para almacenarlos en mi teléfono y tenerlos a mano ahorrando tiempos de impresión en la estación o aeropuerto.
Hogar y oficina. Mi hogar es el lugar donde estoy en cada momento de mi vida. Nunca doy por hecho que voy a dormir en casa. Siempre tengo un plan que está en mi agenda pero si necesito desconectar y cambiar mi calendario, priorizo mi salud mental y emocional para que en todas y cada una de las sesiones yo esté a tope. Mi realidad es muy cambiante y a menudo tengo que estar preparado para lo que decida que necesito hacer en cada momento. No dar por hecho que dormiré en casa me ha ayudado bastantes veces por ejemplo en el último año a improvisar ganando calidad de vida al disfrutar de tiempo junto a la gente que quiero y aprecio. Ante la duda, siempre llevo conmigo mi cuaderno de sesiones. Mi oficina es mi teléfono móvil. Últimamente he incorporado un nuevo gadget que me ayudará a tener más tiempo libre tras los viajes o sesiones y por tanto más salud emocional y mental propia.
Itinerarios: Siempre recorro el mismo camino desde casa hasta la parada de autobús que me lleva al comienzo de cualquier viaje. Al viajar tanto, he creado este hábito saludable que me permite comenzar siempre de la misma forma, como si fuera una persona más que va a trabajar a su oficina. Por el contrario trato siempre de disfrutar un poco las ciudades a las que viajo, cenando con gente o pidiendo gastronomía local.
Higiene mental y corporal: Me ducho por las mañanas con música, tardo mucho y lo disfruto, siempre lo hago después de afeitarme y haberme cortado el pelo (sí, me lo corto yo desde hace 17 años). Siempre digo tres veces GRACIAS antes de dormir esté en la parte del planeta en la que esté. Me lavo los dientes tres veces al día sin excepción, coma fuera o dentro de casa porque -repito- mi hogar es cualquier sitio donde soy. No conduzco, lo que facilita mucho mi salud física: siempre voy andando a todos los sitios, eso me permite mantenerme. En el metro sonrío. Si voy por la calle miro a la gente a los ojos.
Carga de trabajo: Solo trabajo con un equipo al día como norma con independencia de sesiones individuales o reuniones. Mis sesiones de equipo duran 4 o 5 horas y suelen ser muy intensas y repletas de contenido y reflexión. Me obligo a no forzar mucho la máquina más importante que tengo (mi cabeza). Además me obligo a intentar no tener más de 2 o 3 sesiones individuales al día, lo cual es una media de 4 a 6 horas. Siempre me levanto de la silla o el despacho entre sesiones y doy una pequeña vuelta o miro el teléfono buscando distraerme y desconectar. Esto me evita mucha contaminación mental o confluencia con las personas a las que acompaño. Además no dejo que el hecho de llevar veinte o treinta días sin publicar un artículo me agobie. Porque eso no es tan importante como mi labor diaria, es tan solo un añadido necesario. En definitiva, todo gira en función de un solo objetivo: que cuando yo esté en las sesiones, tenga toda mi plena atención en la persona y en el momento, como decía el maestro Tsunetomo en la cita que encabeza este artículo. Esa es la única prioridad en mi trabajo.
Relaciones personales: Solo paso mi tiempo libre con aquellas personas que verdaderamente quiero ver o conocer, de las que quiero disfrutar. Si siento que no es el momento para alguna de estas tres cosas, simplemente sigo el consejo de mi corazón y me dejo guiar por su criterio (hasta ahora no me fue nada mal). Todos los días hablo o escribo mensajes con algún amigo o amiga. Procuro siempre preocuparme y preguntarle por él o ella y por su vida. A veces mando mensajes de ánimo a personas a las que admiro. Lo hago sin motivo especial más allá de acordarme de ellas. Siempre escribo en un foro de amigos de toda la vida que tenemos en whatsapp y leo al menos dos veces al día las novedades del grupo (alguien ha tenido un hijo o un sobrino, han quedado, las fotos, etc…) Esto me ayuda mucho a sentirme conectado a ellos. Con mi familia me comunico dos veces a la semana. Ahora que mi hermano es padre, quiero estar con él más a menudo. Con mi padre he aumentado desde hace poco la frecuencia a todos los días. No es que siempre tengamos de que hablar, es el simple hecho de estar ahí y hablar. Estoy pensando en mudarme para estar más cerca de mi núcleo de relaciones personales. El hecho de que mis decisiones giren ahora en torno a la necesidad de mejorar aún más mis relaciones personales, me dice que mi salud emocional y mental no solo no se resiente con mi trabajo sino que aumenta.
Tiempo libre: En mi caso el concepto de tiempo libre es muy relativo. Tengo mi propio negocio y elijo a qué dedico todo el tiempo de mi vida, luego todo mi tiempo en estos términos es completamente libre. Esto quiere decir que todo lo que hago lo hago porque quiero hacerlo e invertir mi tiempo en hacer eso. Esta perspectiva me ha ayudado a centrar mucho mis esfuerzos y a aumentar mi foco. Logro más cosas y mejor porque tengo propiedad sobre mi tiempo. Duermo cinco horas y media como mínimo. Estoy aprendiendo desde hace un año a comer despacio. Me gusta tomar cervezas con mis amigos y hablar de cosas mundanas y reírnos, soy muy sencillo en este sentido.
No dejo que nada me interrumpa
Estoy mejorando el mundo y no dejo que nada me interrumpa si estoy centrado en algo que tengo que concluir. Incluyo ladrones de tiempo como el teléfono, la televisión o las alertas. Solo hago excepciones si estoy bajo de tono o de motivación y necesito una noticia agradable que me alegre el día. Estos días no son muy frecuentes pero a menudo llegan y en esos momentos eligo empaparme de mensajes y personas que me sumen para recuperar mi ánimo, más allá de las tareas que tenga pendientes.
Mi teléfono está siempre en silencio por norma. No recibo alertas de correos, consulto las cuentas de correo solo cuando yo lo decido.
Priorizo mi salud mental a la burocracia necesaria asociada a mi trabajo. Es por ejemplo muy conocida, advertida y aceptada por mis clientes mi costumbre de tardar de media entre 15 y 40 días en entregar informes o documentos con el material trabajado en sesiones, porque priorizo mi salud mental y emocional antes que la redacción de documentos. Creo que este hábito ayuda más a mis clientes a contar con un profesional oxigenado, fresco y atento en las sesiones que el contrario.
Cuando hablo, atiendo y mido lo que digo
Cuido mi lenguaje. Una de las corrientes en las que me formé de forma autodidacta es la corriente ontológica, muy relacionada con la construcción de lenguaje y la influencia de éste en nuestra vida. Creo profundamente que lo que decimos nos determina. Pongo algunos ejemplos:
Cuando alguien me pregunta algo sobre mí -cualquier cosa- siempre añado las palabras “De momento” a mi respuesta. He cambiado tres veces de profesión, he tenido 7 parejas, he vivido en 6 casas y he estudiado algo más de 6 disciplinas científicas sociales. Me han pasado y he hecho que me pasen tantas cosas en mi vida, que solo estoy convencido de que la vida es puro cambio. Por eso suelo responder “De momento” a todas las preguntas. Esta actitud me habilita a tres cosas: tener una mentalidad abierta capaz de abrazar nuevas realidades, no agarrarme a estados o creencias; dar la oportunidad de cambio a aquellas personas que la necesitan (incluido yo). Aunque suene cómico, lo hago en toda ocasión. Ejemplos: -¿Necesitas algo? – De momento no; – ¿Eres cirujano? -De momento no; -¿Entonces tú debes de ser psicólogo? – De momento no; -¿Tienes hijos? – De momento no; -¿Has estado en Oviedo alguna vez? – De momento no; -¿Crees que podemos sacar adelante esta empresa? -De momento sí; -¿Crees que debemos apostar por este equipo? – De momento sí. Se que muchos taxistas flipan conmigo, pero nos lo pasamos siempre bien en las conversaciones. Solo hago dos excepciones a este hábito. Cuando me preguntan si creo en las personas y cuando me pregunto si lo que creo que voy a decir es más importante que lo que quiere decir otra persona a la que acompaño. En el primer caso respondo siempre SÍ. En el segundo caso me respondo siempre NO.
Cuando hablo procuro hacerlo en primera persona recordando que no soy portavoz de nadie ni expongo verdades universales sino solo mi opinión o sentimientos. Esta destreza asertiva que he entrenado durante años me ayuda a conservar perspectiva y a restar importancia a mi discurso para permitir sumar a otros. No hablo para tener razón sino para tener paz. He insistido mucho en esto en varios artículos anteriores.
Para hablar correctamente, escribo, leo y escucho. Algunas personas quieren comunicarse bien sin apenas leer o sin mantener conversaciones ni enriquecer su vocabulario. Creo que esto es imposible. El vocabulario activo de una persona está integrado por unos pocos centenares de palabras. El vocabulario pasivo (aquellas palabras que conoce y no utiliza) por unas 10.000 palabras. Pude comprobar esto hace poco: Cuando conviví con los nómadas, aprendí unas 150 palabras de mongol de uso diario sin añadir gramática con las que me comunicaba perfectamente con ellos. Leo filosofía, psicología, historia, cuentos, artículos, poesía, dirección de empresas, carteles, champús, lo que sea… Y también escribo en piezas de papel que encuentro en los hoteles o que redacto en tránsitos de autobuses, trenes, aviones, estaciones…
Cuando hablo, mido el compromiso que supone lo que digo. Si hablo, mido la intensidad, la duración pero sobre todo el significado de mis palabras en términos de compromiso. No me comprometo a algo que no puedo cumplir.
Reconozco el valor de la mentira y del silencio. Incluso si me arriesgo a que la personas que tengo delante se ofenda, elijo decir la verdad. Si usted me pregunta cómo se cual es la verdad, yo solo escucho mi corazón y el corazón del resto de personas. Esa es mi única verdad. Pero creo en las mentiras piadosas, en pequeños enmascaramientos de verdad (omisiones, ocultaciones, pequeños cambios de palabras) que ayuden a crecer a otros y me ayuden a crecer a mí. También creo en el silencio y ejercito el extraordinario poder de estar callado si no tengo nada interesante, útil o apropiado que decir.
Si estoy hablando con una persona, elijo prestarla atención solo a ella. La dispersión y la falta de foco provocada por la hiperconectividad me mata e intento combatirla a diario con este hábito. En cualquier pequeño hueco que tengo, incluso entre clientes o entre ciudades. Cualquier momento es bueno para mejorar la realidad de mis clientes.
Valoro lo que hago
… porque es todo lo que soy y lo que soy es lo único que tengo, como creo y reza en cada uno de mis perfiles en redes sociales. He aprendido a relativizar la vida y las posesiones que en uno u otro momento tenemos. Nada salvo lo que soy con respecto a otros es ahora importante para mí. Nada salvo lo que trabajo cada día por mejorar requiere mi atención. Cada personas que acude a mí, se necesita. Y yo estoy ahí para acompañarla. Esa es mi vida, esa es mi vocación.
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