Resonancia vs disonancia en el liderazgo

por Arnoldo Arana

¿Cómo maneja usted las emociones? ¿Cuál es su coeficiente de inteligencia emocional? ¿Tiene usted una gestión emocional saludable y funcional? ¿Es usted un líder resonante o disonante?

El cerebro límbico constituye un sistema abierto, lo que quiere decir que es influenciado por el tipo de relaciones que establecemos con los demás; no se autoregula internamente (sistema circulatorio). Su regulación no es intrapersonal, sino interpersonal. Daniel Goleman dice que “la interacción con otros transmite señales que pueden llegar a modificar la tasa hormonal, las funciones cardiovasculares, el ciclo del sueño y hasta el sistema inmunológico de otra persona”. Nuestro desempeño emocional tiene un impacto en las personas con las que interactuamos. Las emociones son contagiosas, de modo que nuestra expresión emocional, como líderes, puede dar lugar a la resonancia o a la disonancia. De ahí la importancia de desarrollar inteligencia emocional (autoconciencia, autoconocimiento, autoconfianza, autovaloración, así como la gestión de las relaciones – inteligencia social, la empatía etc.). El modo en que el líder gestiona y canaliza las emociones para que un determinado grupo alcance sus objetivos depende de su grado de inteligencia emocional.

Las emociones son invisibles, pero se contagian como un virus. Es un proceso automático e inconsciente. Esta consideración es muy importante para la revisión de la gestión emocional de los líderes; pues su gestión emocional puede resultar en resonancia o disonancia.

Liderazgo resonante: Un tipo de liderazgo que sintoniza con los sentimientos de las personas y los encauza en una dirección emocionalmente positiva. La clave del liderazgo resonante se asienta en las competencias de la inteligencia emocional que posean los líderes, es decir, en el modo en que gestionan la relación consigo mismo y con los demás.

Herramientas como la escucha activa, la retroalimentación, la empatía, la flexibilidad en el uso de los diferentes estilos de liderazgo, el buen humor, la congruencia personal, entre otros, forman parte del repertorio de herramientas en las manos del líder para lograr resonancia.

Líder disonante: Crea grupos emocionalmente discordantes en los que las personas tienen la continua sensación de hallarse desconectados de los demás. Crea desmotivación.

Publicado en Líderes Efectivos. Post original aquí.

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La tecnología del líder son las conversaciones: dos tipos de innovación

Por Virginio Gallardo (@virginiog)

Quien habla de liderazgo habla de innovación. Quien habla de innovación habla de ideas. Quien habla de ideas habla de las conversaciones que permiten su creación y difusión. Hablemos de las conversaciones.

Ahora que nadie duda que la innovación es la clave de la competitividad empresarial se hace necesario pensar en cómo gestionarla y esto consiste básicamente en gestionar conversaciones.

Nuestra competitividad empresarial depende de cómo provocamos que haya muchas ideas de excelente calidad, pero sobre todo cómo aseguramos que se difundan y se hagan realidad.

Para ello deberemos dominar las conversaciones que se producen en las organizaciones en los dos tipos básicos de innovación que una empresa puede utilizar y que están estrechamente relacionados entre sí.

 

Los dos tipos de innovación: estructurada y difusa

La gestión de la innovación se ha entendido tradicionalmente como la innovación basada en una idea que se presenta de forma estructurada mediante un proyecto, que se evalúa mediante unas matrices, a veces con un software, con comités y otras herramientas y que finalmente acaba siendo un proyecto, un proyecto que suele ser complejo y que requiere equipos y una adecuada gestión del cambio mediante metodologías específicas como la del viaje de las ideas. Este es el primer tipo de innovación con conversaciones estructuradas.

Pero hay un segundo tipo de innovación, una innovación difusa o continua, que es la que se produce todos los días en nuestras empresas de forma imperceptible, en forma de conversaciones muy numerosas que afectan a todos los trabajadores de manera cotidiana. Estas conversaciones contienen ideas (memes) que se trasladan en pequeñas mejoras que se producen en cualquier puesto de trabajo. Son a menudo imperceptibles, pero sumadas y miradas con perspectiva pueden ser muy importantes.

La paradoja es que las empresas, cuando quieren sistematizar su proceso de innovación, se olvidan de este segundo tipo de innovación. No les importa tomar medidas que promuevan la creatividad y la innovación continua, sólo potencian el primer tipo de innovación estructurado, pues no creen en el poder innovador de las conversaciones organizativas.

 

La innovación con conversaciones sistematizadas: pensar dentro de las cajas

El primer tipo de innovación aún se debe potenciar más. La capacidad que tiene una organización de gestionar proyectos innovadores es limitada, pero muy superior a lo que la mayoría de las organizaciones hace. La innovación más estructurada y compleja tiene un enorme recorrido en nuestras empresas.

Todas las organizaciones deberían contabilizar sus gastos en función de lo que Vijay Govindarajan, en su famoso artículo Thinking inside the box denominó tres cajas:

  •  Caja 1: Proyectos y acciones que permiten gestionar el presente.
  •  Caja 2 : Acciones y proyectos que de forma premeditada abandonen el pasado.
  •  Caja 3: Acciones que ayuden a crear el futuro.

Las cajas 2 y 3 deberían tener presupuestos asignados que se deberían ejecutar en función de  la importancia estratégica y el impacto en resultados de cada proyecto o idea. Para ello las empresas deben crear procesos de gestión sistematizada: buzones de ideas electrónicos, procesos de comité por comunidades de innovación, personas cuya misión sea señalar ideas, procedimentar e implantar estas ideas: agentes de cambio, integradores de ideas….

En la innovación sistematizada podemos calcular el número de proyectos aceptados o rechazados, el coste y la rentabilidad de los mismos, su éxito o retraso…  Se producen conversaciones dentro de estos procesos de innovación, pero con un protocolo más “cartesiano” y preestablecido.

 

La innovación continua: gestionar conversaciones desorganizadas

Cuando se habla de innovación continua o difusa, la dificultad es establecer cómo provocamos que haya muchas conversaciones con ideas, pequeñas ideas que cambian a la organización de forma rápida e imperceptible, para hacerla más eficiente.

En este segundo tipo de innovación la gestión es más compleja, no la podemos medir con la misma facilidad ni sistematizar. De hecho, nuestras organizaciones ya cambian así, sólo se trata de acelerar y hacer más eficiente el proceso.

Para ello hay que trabajar con las denominadas culturas innovadoras, culturas que facilitan que las ideas surjan más rápido y se implanten más rápido. Hay que establecer cómo es el liderazgo transformador que es el que conoce que las culturas son conversaciones y es capaz de controlar este proceso caótico.

En la actualidad es muy fácil crear herramientas 2.0. que permiten facilitar el proceso y controlar más las conversaciones organizativas, medirlas y analizar su impacto en el negocio.

Algunas de estas conversaciones y microideas (memes) derivarán en “proyectos” que seguirán procesos estructurados, pero la mayoría serán microcambios en actitudes, en pequeños hábitos, en pequeñas tareas… Pero muchos microcambios sumados harán que esa organización cambie e innove más rápidamente y sea más competitiva.

A muchos les incomoda esta forma “serendípica” de innovación, especialmente cuando se produce en conversaciones externas mediante los principios de la organización abierta.

Pero este segundo tipo de innovación continua suele ser la clave del éxito pues además de provocar más cambio, mejora el proceso de creatividad de la innovación sistematizada (primer tipo de innovación) y lo que es igual de importante, de su implantación. Por ello se debe actuar en paralelo sobre los dos tipos de innovación.

 

La cultura innovadora son conversaciones

Tendremos que acostumbrarnos a un nuevo lenguaje en el que se hablará de la optimización de la inteligencia organizativa, de análisis de redes sociales, de hibridación de ideas, de mecanismos de dinamización de la colaboración mediante culturas innovadoras. Tendremos que conocer los secretos de la innovación, de la memética, de la gestión de las comunidades, pero especialmente la herramienta básica de la innovación: las conversaciones.

La competitividad empresarial depende del manejo de ambos tipos de innovación, por ello los líderes son los que dominan ambos tipos de innovación, procesos demasiado estratégicos para dejarlos sin gestionar.

Son líderes que conocen la naturaleza humana de sus colaboradores, que los hace creativos y sociales, con ganas de compartir y mejorar si se establece un adecuado marco cultural, pero que sobre todo dominan la principal tecnología de la cultura: las conversaciones organizativas.

 

Foto @Chris Hambly, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

Publicado en Con tu negocio. Post original aquí.

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¿Qué es la inteligencia?

por Alfonso Giménez

La inteligencia es la capacidad de relacionar conocimientos que poseemos para resolver una determinada situación. Si indagamos un poco en la etimología de la propia palabra encontramos en su origen latino inteligere, compuesta de intus (entre) y legere (escoger). Por lo que podemos deducir que ser inteligente es saber elegir la mejor opción entre las que se nos brinda para resolver un problema. Por ejemplo, si a una persona se le plantea subir al tejado de una casa, la persona seleccionará los instrumentos que cree necesario para subir, pues con los conocimientos que ya posee (lógicos, matemáticos, …) ha ideado una forma para ejecutar una acción que le permitirá subir al tejado. Unos dirán que con una escalera, otros con una cuerda, otros necesitarán una serie de instrumentos, … Una persona más inteligente que otra escogerá una opción mejor que otra. ¿Cómo se mide la inteligencia? Tristemente la mayoría de los test que miden la inteligencia de un ser humano sólo tienen en cuenta las capacidades lógica-matemática y lingüisticas. Según la teoría de las inteligencias múltiples según Howard Gardner podemos distinguir tipos diferentes de inteligencia formal:

  • Inteligencia Lógica-Matemática: Es la habilidad que poseemos para resolver problemas tanto lógicos como matemáticos. Comprende las capacidades que necesitamos para manejar operaciones matemáticas y razonar correctamente. Nuestra procesamiento aritmético, lógico, razonado, … va ligado a ella.
  • Inteligencia Lingüistica-Verbal: Es la fluidez que posee una persona en el uso de la palabra. Destreza en la utilización del lenguaje, haciendo hincapié en el significado de las palabras, su orden sintáctico, sus sonidos, … Esta inteligencia nos capacita para escribir poemas, historias, …
  • Inteligencia Visual-Espacial: Es la habilidad de crear un modelo mental de formas, colores, texturas, … Está ligada a la imaginación. Una persona con alta inteligencia visual está capacitada para transformar lo que crea en su mente en imágenes, tal como se expresa en el arte gráfico. Esta inteligencia nos capacita para crear diseños, cuadros, diagramas y construir cosas.
  • Inteligencia Corporal-Cinética: Es la habilidad para controlar los movimientos de todo el cuerpo para realizar actividades físicas. Se usa para efectuar actividades como deportes, que requiere coordinación y ritmo controlado.
  • Inteligencia Musical: Es la habilidad que nos permite crear sonidos, ritmos y melodías. Nos sirve para crear sonidos nuevos para expresar emociones y sentimientos a través de la música.
  • Inteligencia Interpersonal: Consiste en relacionarse y comprender a otras personas. Incluye las habilidades para mostrar expresiones faciales, controlar la voz y expresar gestos en determinadas ocasiones. También abacar las capacidades para percibir la afectividad de las personas.
  • Inteligencia Intrapersonal: Es nuestra conciencia. Entender lo que hacemos nosotros mismos y valorar nuestras propias acciones.
  • Inteligencia Naturalista: Consiste en el entendimiento del entorno natural y la observación científica de la naturaleza como la biología, geología o astronomía.

Ejemplos donde la separación de las inteligencias se manifiesta pueden encontrarse en personas con trastornos mentales que sorprendentemente poseen extraordinarias habilidades para realizar cálculos o componer música. Como decía anteriormente, la mayoría de los test que calculan el coeficiente intelectual no hacen un estudio exhaustivo de todas las distintas inteligencias que posee el ser humano. Los resultados de la medida de las múltiples inteligencias de una persona le puede servir para su orientación profesional, pues podría saber cuáles serían las actividades dónde se desenvolvería mejor, o qué inteligencia debería de desarrollar. Y digo yo, ¿la inteligencia de una persona se puede desarrollar? Muchos dicen que no, que una persona nace con una determinada inteligencia, incluso rematando la faena afirmando que es hereditaria (en mi opinión eso es una burrada). Un profesor de biología una vez nos comentaba en clase una anécdota: “En una ocasión Albert Einstein conoció a una exuberante actriz, la cual le propuso casarse y tener hijos, pues con la inteligencia de Einstein y la belleza de la actriz, tendrían hijos tan guapos como ella y tan listos como él. Lamentablemente la actriz no contempló la opción que Einstein le respondió: ¿Y si nuestros hijos saliesen tan feos como yo y tan idiotas como tú?”. Fue algo ameno en una clase de herencia mendeliana. En cambio, otros piensan que la inteligencia se desarrolla durante el nacimiento y muerte de la vida de un ser vivo. Aún así está demostrado que muchos niños aprenden más rápido que otros, aunque pienso que la adquisición de conocimientos y técnicas no es cuestión de inteligencia (aunque esté relacionado).También cabe mencionar la diferencia entre una persona inteligente y una persona sabia. ¿Es lo mismo ser sabio que inteligente? Pues no. La sabiduría es la posesión de conocimiento, el saber cosas. En la inteligencia se utiliza las cosas que sabemos, aún así podemos saber muchas cosas y no ser capaces de resolver un determinado problema. Es el caso de mucha gente, pueden saber mucho y ser unos auténticos imbéciles. Otro término que se confunde con la inteligencia al igual que ocurre con la sabiduría es la cultura. ¿Una persona culta es una persona inteligente?. Antes de nada tenemos que comprender que significa cultura en el sentido de la reflexión que estamos tratando. Según la RAE (Real Academia Española) un individuo culto es una persona que posee un conjunto de conocimientos. Por lo tanto una persona culta, no implica que sea más inteligente que otra inculta (sin estudios, sin conocimientos culturales). Por otro lado tampoco hay que confundir inteligencia con memoria. Existen muchas personas con grandes capacidades mnemotécnicas y que pueden recordar muchos conceptos, aunque sin la necesidad de comprenderlos.

Aún así está comprobado que definir la inteligencia es muy complicado, pues existen muchas teorías y muchos puntos de vistas en los que creer, algunos muy dispares. Sin embargo, si no quieres calentarte el coco demasiado cuando te pregunten ¿qué es la inteligencia? responde sutilmente: una palabra.

Más información | Theory of multiple intelligences en Wikipedia

Publicado en Xataka Ciencia. Post original aquí.

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La ilusión de perseguir un sueño…

Por Manel Muntada Colell

Supongo que si me plantease hacer un viaje lejos y, posteriormente a haberlo decidido, averiguase los recursos de los que dispongo, me podría plantear ir más lejos que si primero averiguase los recursos de que dispongo y en función de estos me plantease viajar.
La diferencia entre las dos aproximaciones estriba en el hecho de viajar a dónde quiero o a dónde puedo.
Si al final decidiese ir a dónde puedo, sólo significaría, entre otras cosas, que lo que quiero, no lo quiero tanto como para invertir en ello recursos y tiempo.
Esta época del año es, para mí, tiempo de dibujar ideas, de diseñar escenarios junto a los clientes con los que colaboro y me encuentro a menudo con situaciones parecidas a la de la analogía del viaje.
En muchos casos parece imposible disociar el momento de decidir a dónde voyde los problemas que surgen mientras se piensa en ello, de tal suerte que, al final, lo más probable es que se construya o diseñe algo a la medida de la situación de la que se parte, algo que seguramente se pueda realizar pero que no llegue a la altura de lo que realmente se desearía hacer. Algo que no ilusione o que resigne a nuestra ilusión.
Desde mi punto de vista, es mejor separar la idea que nos gusta, y de la que partimos, de aquellos inconvenientes que, de momento, se tenga o se prevea que pueden aparecer, así como del método o técnica utilizados para llevarla a cabo.
En un principio, lo mejor es profundizar en ella, en las motivaciones que nos impulsan, en los beneficios y valor que añade a la organización, a sus personas, a los equipos, etc. Hemos de escribirlo, listarlo, ilusionarnos
Una vez la idea de lo que queremos esté realmente clara y alineada con nuestro deseo, ahora sí que toca identificar aquellos factores que generen inconvenientes o dudas para su logro. Aquí es donde se podría encajar el manido Diagrama de Ishikawa, aunque no para buscar determinantes de problemas sino para identificar problemas… [¿Qué diría el japo del nombre raro?]
Identificados los factores, buscar, para cada uno de ellos, los obstáculos que prevemos [que si los sindicatos, que si puede haber poca participación, que la dificultad para tratar los datos… ya sabes, los problemillas…] y plantear aquellas soluciones a los problemas detectados que preserven al máximo la idea [el sueño] inicial.
En fin, que ya sé que es muy básico, pero todo sea por hacer lo que realmente queremos hacer [o algo muy parecido] y no sólo lo que podemos hacer… es tan mediocremente común y tan aburrido…
Publicado en CumClavis. Post original aquí.

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¿Cómo despedir a mi hermano?

por Hugo Sánchez Casanova

Es muy frecuente encontrar en el ámbito de la institucionalización de las empresas familiares, la necesidad de prescindir de uno o más familiares que vienen trabajando en la empresa. En realidad, la pregunta no debería ser “¿cómo?” sino “¿por qué?”.

¿Por qué despedir a mi hermano?

Para responder esta pregunta, sugiero aislar por un momento la relación familiar (hijo, hermano, pariente en general) y hacer una evaluación del colaborador. El siguiente cuadro puede ayudarle a reflexionar sobre el futuro de cualquier trabajador en la empresa.

Hay cuatro alternativas de respuesta a las preguntas sobre la capacidad y las ganas de mejorar que puede mostrar un trabajador.

  1. Tiene voluntad y capacidad: Una persona con estas características es la que todos queremos en nuestras empresas. Lo que queda es ayudarlo a encontrar el desarrollo adecuado a su potencial en la empresa.
  2. Tiene capacidad pero no voluntad: Estas personas requieren de un acompañamiento cercano con el fin que aprenda a entregar todo su potencial. Se debe llegar a descubrir qué motiva a esta persona y, sobre todo, ayudarlo a que descubra “el servicio” como un fuente de satisfacción personal. Aunque con un alto potencial, estas personas suelen mostrar un bajo o mediocre resultado hasta que reorientan sus interesas y mejoran su disposición.
  3. Tiene voluntad pero no capacidad: Son aquellas personas ‘acomedidas’ que tratan siempre de colaborar. Para ellas lo recomendable es acotar su ámbito de acción a las capacidades que tenga y conforme vaya adquiriendo más, aumentar sus grados de libertad. Estas personas suelen tener un potencial limitado pero sus resultados suelen ser satisfactorios.
  4. No tiene voluntad ni capacidad: Estas son las personas que no deberían estar vinculadas a la empresa, pero están por error en la selección o en la evaluación (especialmente en lo que se llama el periodo de prueba) y se han mantenido en la organización por error.

Cuando hay un pariente en el cuadrante 1, con voluntad y capacidad, se ha asegurado la sucesión (si se trata de un buen gerente), especialmente si es descendencia directa. Faltará sólo asegurarse de su formación ética para tener a un directivo completo.

Los parientes en los casos 2 y 3 (con capacidad pero sin voluntad o con voluntad pero sin capacidad) plantean un gran reto. Requieren de mucha dedicación del propietario y no pocas veces de coachingexterno que lo pueden otorgar los directores de la empresa, por ejemplo. Esto debe plasmarse en un plan de formación hecho a medida.

¿Qué hacemos con un pariente sin voluntad ni potencial? Son pocos lo propietarios que encaran esa realidad y prefieren creer tercamente que sus parientes caen en los casos 2 o 3. Esta es una realidad difícil de digerir pero que en algún momento hay que afrontar. La experiencia y neutralidad emocional de un externo (director o asesor) es fundamental para dar este paso.

He visto que en algunos casos la desvinculación puede ser virtual. Es decir, no sacarlo de la planilla pero darle encargos que no afecten el desempeño de la organización, siempre que la salud económica de la empresa lo permita. En buena medida se trata de hacer un “donación familiar” y de “encapsular” el problema. Si se va por ese camino sugiero que le pidan al contador que cree una cuenta especial y ponga ahí todos los gastos que implica esta decisión. Al menos con esta práctica, cada mes tomará conciencia de su costo.

¿Cómo despedirlo?

Sólo hay una forma de cortar una relación laboral: siguiendo las leyes que rigen un desvinculación. Siendo pariente, es apropiado y recomendable, dentro de las posibilidades, ser generoso y aplicar lo que se llama una bonificación extraordinaria. Sin embargo, el principal costo no es el económico, sino el emocional. Por lo tanto, es mejor hacerlo gradualmente y como parte de un proceso más orgánico. El implantar las buenas prácticas de gobierno y prepararse para una posible venta son estrategias que pueden ayudar a aceptar este tipo de decisiones tanto al propietario, al afectado, como a sus allegados (que también son parientes).

No hay que olvidar que cuidar el patrimonio es una obligación como cabeza de familia y también como cabeza de una organización. Nunca más cierto el refrán español “antes mis dientes que mis parientes“.

Publicado en Semana Económica. Post original aquí.

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Las reglas de Guy Kawasaki para presentar Planes de Negocio

Como emprendedor, debes presentar tu proyecto frente a posibles inversionistas para conseguir financiamiento. Toma nota de estos tips y atrae su atención

Como emprendedor, en muchas ocasiones deberás enfrentar a inversores de capital o financistas con el objetivo de obtener un apoyo económico para iniciar tu negocio. La única forma de lograrlo será convencerlos de que tu proyecto es rentable, factible y el mejor que podrían apoyar.

¿Cómo lograr esta tarea? Lo primero es contar con un Plan de Negocios elaborado de forma profesional; luego, realizar una presentación clara, precisa y convincente.

Sin embargo, esto puede ser más difícil de lo que piensas. Un inversor de capital de riesgo habitualmente escucha a cientos de empresarios con la presentación de sus emprendimientos y la mayoría ni siquiera consigue captar su atención.

Alguien que conoce este campo es Guy Kawasaki, un innovador con más de 25 años de experiencia en las grandes ligas, que le reportan un enorme background como inversor, empresario y evaluador de proyectos.

El experto Kawasaki asegura que la Regla 10/20/30 de PowerPoint es muy sencilla y eficaz para enfrentar a los inversionistas de capitales. Además, afirma que se aplica para cualquier presentación que se oriente hacia la obtención de un acuerdo.

Aquí te entregamos la explicación de la fórmula. Toma nota:

1. Diez diapositivas

Diez es el número óptimo de diapositivas en una presentación de PowerPoint, porque un ser humano normal no puede comprender más de 10 conceptos en una reunión.

Si tienes que usar más para explicar tu negocio, probablemente no tengas un verdadero negocio.

Los 10 temas que le interesan a un inversor son los siguientes:

1. El Problema
2. Tu solución
3. El modelo de negocio
4. Ventaja Competitiva
5. Marketing y ventas
6. Competencia
7. El Equipo
8. Proyecciones Financieras
9. Situación Actual y Programa de avance
10. El Resumen y la necesidad de la acción

2. Debes exponer en 20 minutos

Aunque cuentes con margen de tiempo de una hora, recuerda que estás usando una laptop con Windows, por lo tanto te llevará alrededor de cuarenta minutos para lograr que funcione con el proyector. Incluso si la configuración va perfectamente, la gente llega tarde y tienen que salir temprano.

Por lo tanto, debes intentar hacer tu exposición en veinte minutos, para tener cuarenta de sobra para el debate.

3. Usa una fuente en tamaño de treinta puntos

Esfuérzate por no utilizar una fuente más pequeña que treinta puntos. Te garantizo que va a mejorar tu presentación, ya que te exige encontrar los puntos más importantes y saber cómo explicarlos bien.

Si “treinta puntos”, te parece demasiado dogmático, te ofrezco un algoritmo: averigua la edad de la mayor persona de tu público y divídelo entre dos. Ése es el tamaño óptimo de fuente que debes usar.

Publicado en Emprendedores News. Post original aquí.

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La falacia de la planificación, o por qué los planes que haga seguramente no salgan bien

Como emprendedores amamos planear, porque la verdad es que planear es fácil. Es hasta divertido. En nuestra cabeza todo tiende a ser mejor de lo que es en realidad, nada falla, nada duele, perdemos cero euros en esos cuentos de la lechera que nos hacemos. Nos gusta construir la fantasía de una nueva Apple.

Pasa con los planes de empresa, los planes de marketing y cualquier otro plan que nos hagamos. Nos encanta imaginar y, sin embargo, además de que muchos aplican técnicas y modelos que no funcionan, como en el caso de los planes de negocio sucede otra cosa que ignoramos.

Las personas, por naturaleza, somos muy malas planificando, de hecho, hay algo dentro de nosotros que nos hace incapaces de planear bien las cosas.

Y lo peor es que, aunque la ciencia ha demostrado que es así, seguimos creyendo que somos buenos en ello.

No importa las veces que fracasemos, las veces en las que nos pusimos un tiempo y unas actividades y fallamos en completarlas, una y otra vez pensamos que esta vez sí, esta vez nuestro plan es infalible. Y de nuevo caemos en la trampa.

De hecho, eso tiene un nombre y cada emprendedor debería grabárselo a fuego, se trata de la falacia de la planificación.

CÓMO LA CIENCIA HA DEMOSTRADO QUE SOMOS MALOS PLANIFICANDO AUNQUE NOS PENSEMOS LOS MEJORES

En 1994, en The Journal of Personality and Social Psychology, Roger Buehler y otros colegas de profesión demostraron cómo fallamos sistemáticamente en nuestros planes. En cinco estudios con alrededor de 500 estudiantes, no sólo se probó que los sujetos subestimaban su tiempo para completar tareas (tanto académicas como no académicas) sino que, al igual que hacemos todos, emprendedores incluidos, no tenían en cuenta la experiencia pasada en la que una y otra vez procesos similares fallaron.

En otras palabras, que siempre se centraban en el plan futuro y nunca miraban qué había ocurrido en el pasado, cometiendo, una y otra vez, los mismos errores del pasado.

Sin embargo he aquí otro hecho fascinante de la naturaleza humana, cuando pasaban de ser observados a ser observadores y juzgar desde fuera los planes de otros, lo opuesto resultaba cierto: sobreestimaban los tiempos de ejecución y consideraban más las experiencias pasadas.

Vamos, que somos ciegos para con nosotros mismos, pero la paja en el ojo ajeno la vemos a la primera.

Hay multitud de estudios a este respecto. En otro, la gente que tenía que estimar el tiempo que necesitarían para completar un cierto trabajo, dio estas cifras de media: 27 días si todo iba perfecto, 34 si todo iba normal, 49 días si las cosas se torcían por el camino. Cuando se pusieron a la tarea y se recogieron los datos, la cifra media de días fue de 55,5.

Sistemáticamente cuantificamos a la baja cuánto nos cuesta realizar tareas. Ese es uno de los principales motivos por los cuales se produce la falacia de la planificación y se caen nuestros castillos en el aire.

Eso, unido a que no importa el pasado, sino que creemos que aunque hayamos fallado siempre la próxima vez sí que lo haremos bien (como de nuevo se demostró en el 97 en un curioso estudio sobre personas y sus impuestos) hace que la falacia de la planificación nos afecte sin remedio y nuestros planes sean, prácticamente siempre, inútiles.

¿SIGNIFICA ESO QUE ES MEJOR NO PLANIFICAR?

No, obviamente.

De hecho, se ha demostrado que quien se pone objetivos consigue más cosas. Pero la cuestión es que nuestros planes no son buenos por naturaleza, que somos demasiado optimistas en ellos, (sí, usted lo es y yo también, nadie se libra por mucho que se piense que sí, eso forma parte del problema). Con lo cual, para mejorarlos, hemos de:

  1. Primero ser conscientes de que estamos afectados por esa «miopía» humana e innata con respecto a los planes.
  2. Ser conscientes de que el historial del pasado es más fiable que nuestros pensamientos bonitos respecto al futuro. No, esta vez, seguramente, no va a ser muy diferente de cómo lo hemos hecho en anteriores ocasiones.
  3. Ser consciente de que sobreestimamos nuestra capacidad para completar tareas en poco tiempo. Así que si algo nos costó dos semanas en el pasado y no una, seguramente nos volverá a costar dos semanas, no me importa la motivación que arda por dentro.

Con eso en mente, uno puede tirar de las riendas en sus planes de marketing, de empresa o de lo que sea y ajustarlos.

La falacia de la planificación nos seguirá afectando, y lo cierto es que no nos podemos librar al 100% de ella, pero lo hará mucho menos, que es lo que cuenta. No podemos ni debemos aspirar a la perfección, pero sí a hacer lo que podamos.

A eso se une el hecho de que, en general, cualquier plan no resiste su primer contacto con la realidad. De modo que no importa lo mucho que pensemos en nuestra cabeza, en cuanto nos pongamos en marcha surgirán cosas, así que hemos de considerar al plan como un rumbo general, estando dispuestos a ajustar el timón enseguida según escuchemos el feedback del mundo exterior.

Pero si sabemos esto, y si lo tenemos muy presente, lo cierto es que ya tendremos una ventaja sobre el 99% del resto de emprendedores, que seguirán siendo demasiado optimistas, demasiado miopes.

Publicado en Recursos para Pymes. Post original aquí.

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Cuando la única certeza es la incertidumbre

por Cristian Kuklis

El 65% de los jóvenes recientemente encuestados afirma que si el dinero no fuese una preocupación en sus vidas, no necesariamente ocuparían su tiempo en lo que lo invierten actualmente, sino que, en estricto orden del ranking de respuestas: en primer lugar viajarían y conocerían culturas diferentes y en segundo, trabajarían en “algo que les guste”.

En la misma sintonía, destacan las experiencias positivas de trabajo por sobre la retribución monetaria a sus esfuerzos. El dinero no figura en ningún ítem consultado como motivación ponderada al buscar un empleo, pero casi dos de cada tres jóvenes desearían que sus trabajos les permitiesen conocer otros países y culturas, y son contundentes en los atributos que buscan en un trabajo: Debe ser creativo, innovador y permitirles desarrollarse personal y profesionalmente. Es revelador que en una encuesta que busca identificar la empresa de los sueños, el 57% de los encuestados considere que ninguna compañia merece tan destacado atributo.

Para las nuevas generaciones, no hay, o no debería haber al menos, distinciones entre vida laboral y vida personal. Han crecido con la premisa de que “ser feliz” es una obligación y no un horizonte utópico e inocuo, lo cual justifica sobradamente la necesidad de que exista un real emparejamiento entre vida y trabajo. Pretender bienestar y plenitud en el ambiente laboral no es visto por los encuestados como un deseo exagerado que debe mantenerse en secreto. Al contrario, es una proclama válida, es una suerte de “Declaración de Principios”.

Es lógico que las presentes reflexiones de las nuevas generaciones impacten en los valores y creencias de las anteriores, que fueron formadas bajo premisas muy distintas. Durante mucho tiempo, la lógica de que el trabajo duro en la juventud y la adultez casi ineludiblemente permitía una vejez digna y sin sobresaltos fue absolutamente válida. No obstante, la máxima que proclamaba que el sacrificio del presente implica un futuro próspero y tranquilo fue jaqueada, y por consiguiente, los más jóvenes analizan con apatía y desconfianza cualquier indicio de supresión de la satisfacción en el ”aquí y ahora”, y expresan su deseo de sentirse plenos mientras trabajan, aprender de sus líderes y tener experiencias que los enriquezcan.

La única certeza para las nuevas generaciones que comienzan a dar sus primeros pasos en el ambiente laboral es que deberán lidiar con la incertidumbre. En el contexto actual no existe un camino certero y unívoco para lograr el éxito. No hay garantías de trabajos perfectos ni tampoco hay carreras universitarias que aseguren la felicidad. Es probable, como se expresa en la encuesta, que para la mayoría de los jóvenes ya no existan empresas con las cuales soñar ingresar a trabajar. Por lo tanto, un desafío atractivo y vital para las nuevas generaciones en el futuro es precisamente crearlas.

Director de Centras RH, Consultoría en Recursos Humanos.

Publicado en Clarín. Post original aquí.

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Derechos asertivos

por Mario López de Avila

Hace unos meses, en el marco de un cometido para uno de mis mejores clientes, me encontré con la necesidad de preparar a un equipo de voluntarios para la complicada tarea de entrevistar a la práctica totalidad de la plantilla con relación a un tema muy delicado.

En la preparación de este equipo de entrevistadores interno, un componente crítico del aprendizaje fue una introducción a los principios y técnicas de la Comunicación Asertiva – es decir, aquella que afirma los propios derechos y aspiraciones sin necesidad de manipular los ajenos, sin connotaciones defensivas o agresivas.  En definitiva, una comunicación sana.  Incluso, según creo, “terapéutica”.  Debería ser la forma ‘normal’ de relacionarse, pero no lo es.  Desde muy corta edad, vamos adoptando estrategias de relación “no adecuadas”, pero que dan resultado – al menos al principio, o a corto plazo.   Lo hacemos porque ‘funcionan’, pero también, en realidad, porque no conocemos ninguna alternativa.  Nadie nos enseña a ser asertivos.  Es más, la mayoría de nosotros aprende a NO serlo.  Algunos de nosotros aprendemos a usar la violencia verbal para conseguir lo que queremos – la coacción, la agresión.  Otros aprenden a manipular, chantajear, engañar o mentir.  Otros optan por intentar pasar desapercibidos o… en fin, hay tantas ‘estrategias’ como personas.  La mayoría de ellas apestan, incluso – o especialmente – las que empleamos con nuestros seres queridos.

La comunicación asertiva utiliza “técnicas” para interactuar con los demás desde el respeto, a nosotros mismos y a nuestro interlocutor.  Está pensada para resolver el tipo de dilemas a los que nos enfrentamos con frecuencia en nuestras relaciones personales o profesionales, por ejemplo cuando te sorprendes pensando “Si digo NO, me sentiré culpable, pero si digo SÍ, sentiré asco de mí mismo”.  Las técnicas son importantes, pero aún más lo son los principios sobre los que se sustentan.  Escribo este post para darlos a conocer a los hipotéticos lectores que no tengan noticia de su existencia.  Nuestros ‘derechos asertivos’ constituyen “una estructura básica para la sana participación de cada individuo en toda relación humana”.  Todos deberíamos conocerlos, darlos a conocer, ejercerlos y defenderlos. Ahí van.

1. Tenemos derecho a juzgar nuestro propio comportamientonuestros pensamientos nuestras emociones, y a tomar la responsabilidad de su iniciación y de sus consecuencias.
2. Tenemos derecho a no dar razones o excusas para justificar nuestro comportamiento.
3. Tenemos derecho a juzgar si nos incumbe la responsabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras personas.
4. Tenemos derecho a cambiar de parecer.
5. Tenemos derecho a cometer errores… y a asumir la responsabilidad por los mismos.
6. Tenemos derecho a decir “no lo sé”.
7. Tenemos derecho a ser independientes de la buena voluntad de los demás a la hora de relacionarnos con ellos.  Dicho de otra forma, el comportamiento del otro no es una excusa para que no nos relacionemos con los demás de forma sana, asertiva.
8. Tenemos derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
9. Tenemos derecho a decir “No lo entiendo”.  Mil veces, si es preciso.
10. Tenemos derecho a decir “No me importa”.

Uno de los grandes divulgadores de la terapia asertiva – como él la denomina – es el Prof. Manuel J. Smith.  Ha publicado varios libros sobre entrenamiento asertivo que al ojo poco entrenado pudieran parecer “verborrea new age” o “panfleto de autoayuda”, pero nada más lejos de eso.  Sus libros siguen siendo, 20 años después, las mejores referencias de que dispongo sobre los principios, metodologías y técnicas de la comunicación asertiva.  Creedme, se ha publicado mucho sobre el tema, pero los suyos siguen siendo los mejores.  Si queréis educar a vuestros hijos para que sean personas asertivas, os recomiendo su magnífico libro “Sí, puedo decir no”, publicado hace un millón de años por Editorial Grijalbo.  Si queréis algo más ‘adulto’, su clásico “Cuando digo NO me siento culpable” es la mejor opción.  Podéis encontrarlo en prácticamente cualquier librería, puesto que han sido reeditados una y otra vez.

Publicado en Nodos en la Red. Post original aquí.

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5 Recomendaciones para tener resultados en tu negocio

por Aida Baida Gil

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas consiguen resultados y otras no, aunque parezca que hacen lo mismo? Yo lo hago continuamente y la cuestión es que aunque “parece” que hacen lo mismo, seguramente no es así. Entonces, ¿qué marca la diferencia?

Yo le he estado dando vueltas a qué hago yo en mi negocio para tener resultados y estas son las cosas que considero que son sido imprescindibles para tener resultados tanto en tu negocio como en tu profesión:

1. Hacer lo que tienes que hacer

Me escriben muchas personas diciéndome que no hacen algo porque “es que no estoy motivada, es que no me apetece, es que estoy cansada” y un largo etc. Cada uno tiene sus circunstancias y prioridades, pero una cosa está clara, si quieres que tu negocio (o tu profesión) salga adelante tienes que hacer, no solo pensar o planear, HACER. Como escuché una vez decir a Juanjo Azcárate: “Ni miedo, ni pereza, ni vergüenza”.

Solo hay una excepción, cuando realmente no quieres hacer algo porque no concuerda con tus valores, por ejemplo, eso es otra cosa. Pero como siempre les digo a mis clientas de coaching, si te da vergüenza/miedo/pereza, te aguantas.

Hacer en vez de pensar y planificar marca la diferencia. Y sí, todos somos humanos y podemos flaquear algunas veces, no pasa nada, se acepta y se sigue adelante.

2. No hacer las cosas al azar. 

Que hagas lo que tienes que hacer no significa que hagas cualquier cosa. Mis clientas saben que yo siempre hablo de seguir una estrategia para todo. Nada de levantarte y decir “a ver qué hago hoy”, así lo único que consigues es perder el tiempo. Siempre tienes que tener claro cuál es tu siguiente paso y esto sirve tanto para negocios como para tu carrera. Aquí es donde entra en juego la planificación, saber en cada momento donde estás y dónde quieres llegar, para poder decidir qué movimiento es el más práctico en este momento.

Esto es especialmente importante porque estamos desbordados de información y si no tienes claro qué tienes que hacer, acabarás perdida, ocupada con mil cosas pero sin hacer nada de verdad relevante o que saque adelante tu negocio.

3. Mejorar. 

Personalmente, yo siempre estoy experimentado y probando como mejorar mis resultados, continuamente aprendiendo cosas útiles para mi negocio, no me quedo estancada ni aunque me vaya bien. Cuando tienes una estrategia y sabes donde estás también sabes qué puedes mejorar y te centras en eso. Por supuesto hay etapas de menor actividad donde en vez de remar dejas que te lleve la corriente, por así decirlo, pero solo para tomar un respiro.

También puede suceder que estés completamente satisfecha como estás y no quieras crecer o cambiar nada, entonces perfecto sigues haciendo lo que funciona mientras te vaya bien. Eso dependerá de tus objetivos y del tipo de negocio que quieras. No tienes por qué hacer lo que los demás están haciendo, puedes quedarte como estás o puedes ir a por más, es tu decisión, lo importante es que estés contenta con lo que haces.

4. Divertirte. 

Yo disfruto mucho con lo que hago en mi negocio, desde hablar con mis clientas, hasta escribir artículos, o aprender como aumentar porcentajes de conversión o a vender mejor. Me encanta. Por supuesto, no todo me gusta, siempre hay alguna parte que te gusta menos y es normal, que nadie piense que te tiene que gustar absolutamente todo, eso no es real.

Para mi es imprescindible disfrutar con lo que hago, no tiene por qué ser cierto para ti también, quizá para ti el trabajo es simplemente un medio para conseguir otras cosas y está bien. En mi caso disfrutar hace que no me canse, que persista y, cómo no, cuando te gusta lo que haces, los demás también lo notan. No es lo mismo.

No sólo eso sino que también es importante divertirte en tu tiempo libre porque, por un lado, quién sabe, puede ser una nueva fuente de ingresos en un futuro. Como cuando me apunté al curso de coaching simplemente porque me gustaba, por ejemplo, y mira donde estoy.

Además, cuando cuidas tu desarrollo personal y disfrutas, también se nota en la parte profesional.

5. Invertir

En mi opinión es fundamental invertir para aprender a hacer las cosas bien. Intentar hacerlo todo tu sola para ahorrarte dinero no funciona y cuanto antes lo aceptes, antes prosperarás. Mucha gente quiere tenerlo todo sin invertir nada, lo siento pero no funciona así. En primer lugar si tu no inviertes en nada por qué alguien va a invertir en ti. No seas el tipo de cliente que no quieres para ti…

Para mi negocio, invertir en programas y mentores ha supuesto un antes y un después en todos los aspectos, motivación, energía, resultados e ingresos. Poco más hay que decir. Empieza con lo que puedas y ya sabes, si tienes un negocio no te queda otra, es parte del juego.

Estos son mis cinco imprescindibles, y tu ¿qué estás haciendo para salir adelante? Cuéntame en los comentarios qué consideras tu imprescindible o con cual de mis puntos te identificas más.

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5-recomendaciones-para-tener-resultados-en-tu-negocio
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Publicado en De Gerencia. Post original aquí.

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