Por Montse Vila @Buenhabit
Inevitablemente nos paseamos por el mundo contemplándolo desde nuestro interior. A través de nuestros sentidos percibimos las cosas que nos rodean y las juzgamos y actuamos según nuestros propios hábitos y valores. Esta es nuestra particular realidad.
Sabemos que cada uno de nosotros goza de esta particular forma de ver las cosas y que no siempre esta visión, se parece o es igual a la de los demás. De hecho, hay tantas realidades como personas. Muchas veces son similares y sirven para aunar intereses comunes. Sin embargo en muchas ocasiones estas divergencias son motivo de conflictos.
La realidad vista desde nuestro “yo” nos presenta una visión limitada del mundo. Adoptar otras posiciones nos permitirá pasar de una forma de “ver” algo de forma particular a verla de forma más empática o más general,permitiéndonos acceder a nuevas formas de afrontar las situaciones.
Primera posición
Es la posición intrínseca a nosotros. Es la perspectiva del “yo mismo”. Vivimos asociados a ella y percibimos el mundo desde este marco que delimita nuestros sentidos. Pensamos y hacemos juicios “sobre” los demás, pero sin ocuparnos demasiado en “conectar” con sus realidades. Esta posición nos es útil en el desempeño de la vida cotidiana, aunque sólo sea para realizar nuestras actividades rutinarias. Es normal ir en el tren en esta posición, cada pasajero está con sus pensamientos y lecturas y eso no quita que observe y haga, vagamente, sus propios juicios “sobre” los demás.
Segunda posición
Es la posición en la que nos ponemos en la “piel” de otra persona. Significa “salir” de nuestra particular visión y zambullirnos en la realidad del otro. Ponerse en esta posición se le llama empatía. Nos resulta muy fácil ponernos en la piel de otra persona, cuando es afín a nosotros. El amor, la familia o la amistad establecen unos lazos de empatía mútua, que permiten aunar fácilmente realidades.
Sin embargo, cuando se trata de una relación con una persona con la que no somos afines, con la que tenemos divergencias y conflictos,nos resultará muy útil adoptar esta posición, para conocer que hay que hacer al respecto. No se trata de ceder a su punto de vista, sino“ponernos en su lugar” para averiguar: ¿Qué circunstancias son las suyas?, ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué limitaciones tiene? ¿En qué es fuerte y en qué es débil? Ello nos dará muchísima información del porqué actúa de una forma y no de otra y nos puede dar claves para lograr un acercamiento o negociación.
Cuanto más pueda uno zambullirse en esta segunda posición, más entenderá a su “rival”.
Los actores para interpretar un personaje, estudian a “fondo” qué le mueve a ser así. Deben entender el mundo con los ojos del sujeto para representarlo de forma espontánea, haciendo cosas, en escena, que su verdadera personalidad nunca haría en la vida real.
Tercera posición
Situarse un poco distanciado. Observando. Esta posición nos presenta una tercera realidad. No es ni la nuestra ni la del otro, es la del observador que mira de una forma neutral. Como si contemplara desde una terraza. ¿Qué está pasando? ¿Cómo interactúan esos dos? ¿Qué pretenden? Ello nos permitirá obtener una perspectiva más general y desapegada de la situación. Increíblemente las cosas varían vistas desde una cierta altura. Quizás veamos otra salida, una nueva forma de afrontar el conflicto, que cegados por nuestro “ego” era imposible ver de cerca.
Que tengáis un buen día
Montse
Publicado en Buenhabit. Post original aquí.
Del mismo autor en este blog:
Pensamiento esbelto. Lean Thinking para la vida cotidiana
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