Con frecuencia hay aspectos de nuestro “yo actual” que deseamos mejorar e incluso cambiar. Pero el proceso de cambio hacia el “yo ideal” se ve obstaculizado por la dificultad en obtener una imagen “precisa” de nosotros mismos. A menudo, esta imagen se distorsiona ya que de forma lenta e inadvertida vamos adaptándonos a modificaciones que apenas son perceptibles, hasta que el cambio se hace totalmente evidente.
Normalmente no nos damos cuenta de cuanto han crecido nuestros hijos hasta que les hemos de comprar zapatos nuevos o viene a visitarnos un pariente, que hace meses que no vemos y se queda boquiabierto al comprobar lo que han cambiado.
También es frecuente que, al acumular un par de kilos, decidamos posponer el inicio de una dieta para unas semanas más tarde y puede que este par de kilos se conviertan en un par de tallas más. El autoengaño y la complacencia juegan un papel muy importante en este caso.
Personas con preparación para ocupar un mejor puesto de trabajo o emprender un negocio posponen tomar una decisión al respecto, se auto-engañan pensando en hacerlo más adelante, se aclimatan en su zona de confort y cuando se dan cuenta el mercado de trabajo ha variado, su edad ha aumentado, y ya no están tan bien preparados.
¿Hay algo acerca de nosotros que en una ocasión dijimos que no dejaríamos que pasase, pero que ha sucedido? Las transiciones en la vida o en la carrera profesional pueden ocasionar cambios en el comportamiento que pasen desapercibidos hasta que interfieren de golpe en el funcionamiento cotidiano.
Para no quedarnos “hervidos” es importante saber tomar conciencia real de nuestra imagen, forma de actuar y de relacionarnos con los demás.
Autoevalúate con rigor. Sin condescendencia. Observa como te ves, que deseas mejorar y que aspectos de ti deseas mantener.
Pregunta a personas de tu entorno más cercano, qué opinan de ti y que consideran deberías mejorar. Esta opinión, si es sincera, te servirá para vislumbrar qué imagen tienen los demás de ti, y poder cotejarla con la tuya propia.
Cuando notes cualquier desvío en tu comportamiento que se aparte de tu objetivo,endereza tus hábitos lo más rápido posible.
No procrastines tareas. Sigue rigurosamente tu planning de trabajo.
Cuida tu salud, tu dieta y tu imagen. No esperes a estar enfermo o viejo para hacerlo.
Mantén ordenada tu casa y tu escritorio. No te laxes en la intendencia, podrías habituarte y considerar normal no bajar diariamente la basura o dejar siempre tu cama por hacer.
Observa tu entorno, puede ser que se produzcan cambios a nuestro alrededor y no nos demos cuenta de ellos hasta quedar………….. hervidos.
Que tengáis un buen día.
Montse
Fuente: Buenhabit, por Montse Vila. Post original aquí.
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Y… de repente…un día, delante del espejo, como todos los días, consigo verme… y no me reconozco. Es cuando me doy cuenta de ser rana y a la vez cocinero.
O de cómo soñamos con ser los cocineros, mientras aumenta la temperatura del agua. Muchas gracias por tu participación!