¿Quién es más inteligente Einstein o Messi? o ¿Quién es más inteligente Dalai Lama o Mozart? Los cuatro poseen inteligencias excepcionales que pertenecen a campos diferentes y que se han desarrollado en diferentes partes del cerebro.
El profesor Howard Gardner, autor de la teoría de las inteligencias múltiples, ha sido galardonado a lo largo de los años con múltiples premios, lo que me ha motivado a plantear estas preguntas y especialmente, a pensar si la tecnología puede colaborar en el desarrollo de estas inteligencias.
La teoría de las inteligencias múltiples se basa en que todos los humanos poseemos al menos ocho formas de inteligencia, que por lotería genética, se presentan en distintos estados de desarrollo cuando nacemos. Gardner remarca que la brillantez en matemáticas o lengua, las inteligencias más favorecidas en el sistema educativo tradicional, no son suficientes para desenvolverse en la vida.
Dicho de otro modo, puedes ser excelente en cálculo mental pero si no sabes cómo relacionarte con los demás, estarás limitado en tu carrera profesional y personal. De ahí, la importancia que los centros educativos trabajen el desarrollo de todas las inteligencias para que el alumno pueda afrontar su futuro con muchos recursos.
Gardner define la inteligencia como una capacidad, que no es innata e inamovible, como muchas veces se piensa, sino que la educación puede desarrollarla.
Teniendo en cuenta, que la tecnología no debe marcar las metas educativas, pero sí puede ayudar a conseguirlas, he elaborado un mapa mental que pretender agrupar y relacionar recursos TIC con cada una de las ocho inteligencias de Howard Gardner:
Lingüística: Esta inteligencia consiste en la capacidad de usar el lenguaje para expresarse, ya sea a través de la escritura o oralmente, así como aprender idiomas con facilidad. Pérfil profesional: Escritores, poetas y políticos. Un ejemplo excepcional: Shakespeare
Lógica-Matemática: Esta inteligencia consiste en la capacidad de analizar problemas de forma lógica, realizar operaciones matemáticas e investigar temas de forma científica. Pérfil profesional: Ingenieros y científicos. Un ejemplo excepcional: Einstein.
Musical: Consiste en la capacidad de tocar, componer y apreciar piezas musicales y reconocer los ritmos y tonos. Según Gardner, esta inteligencia funciona de forma paralela con la inteligencia lingüística. Pérfil profesional: Músicos y compositores. Un ejemplo excepcional: Mozart.
Espacial: Consiste en la capacidad de presentar ideas visualmente, crear imágenes mentales, visualizar con precisión, dibujar y confeccionar bocetos. Pérfil profesional: Arquitectos, escultores, fotógrafos y diseñadores. Un ejemplo excepcional: Gaudí.
Corporal-Cinética: Consiste en la capacidad para realizar actividades que requieren fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación óculo-manual y equilibrio. También se incluyen trabajos manuales o expresión corporal. Pérfil profesional: Deportistas, bailarines y cirujanos. Un ejemplo excepcional: Messi o Nadia Comaneci.
Interpersonal: Consiste en la capacidad de entender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas. Permite trabajar y relacionarse de forma efectiva con los demás. Pérfil profesional: Docentes, psicólogos y políticos. Un ejemplo excepcional: Barack Obama.
Intrapersonal: Consiste en la capacidad de entenderse a uno mismo, y apreciar las motivaciones, los sentimientos y los miedos que se sienten. Implica crear un modelo de nosotros mismos que funcione para trabajar de forma efectiva y poder regular nuestras vidas. Un ejemplo excepcional: Dalai Lama
Naturalista: Consiste en la capacidad de observar, identificar y clasificar a los miembros de un grupo o especie, e incluso para descubrir nuevas especies. Su campo de observación más afín es el mundo natural, donde pueden reconocer e investigar sobre la flora y la fauna. Pérfil profesional: Biólogos, veterinarios y excursionistas. Un ejemplo excepcional: Felix Rodríguez de la Fuente.
Mapa Mental: Recursos TIC para desarrollar las inteligencias múltiples de Howard Gardner.
Un profesor hace poco comentaba en su blog que un alumno en clase con una inteligencia lógica-matemática predominante se veía incapaz de leer un libro. El profesor, entendiendo como este alumno aprendía mejor, le recomendó un libro de misterio.
El alumno quedó cautivado con esta lectura al incluir un elemento de deducción y lógica. No todos aprendemos igual y éste es un buen ejemplo de cómo aplicar la teoría de las inteligencias múltiples atendiendo a las capacidades individuales de nuestros alumnos.
¿Reconoces estas inteligencias en tus alumnos? ¿Piensas que la tecnología puede ayudar a desarrollarlas? ¿Qué inteligencia te parece más importante para el futuro de un estudiante? Puedes dejarme un comentario debajo.
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Realmente a la mayoría de nosotros nunca se nos enseñó a sentir, a saber como comportarnos ante las emociones incómodas… y a muchas personas incluso se les reprendió en ese momento durante su infancia; reprensión debida a la propia incomodidad de los padres o tutores que tuvieran, los cuales realmente no sabían como actuar de una forma más adecuada en esos momentos pero que a la postre les hizo a esos niños desconectar de su propio mundo interior, verlo como algo vergonzante y siniestro que había de ser ignorado y tapado a toda costa.
Hoy me permito dar algunas indicaciones que aprendí en mi camino acerca de la forma de afrontar estas emociones, recomendaciones que a mí personalmente me ayudaron mucho.
La próxima vez que sientas una emoción incómoda (incómodas son al fin y al cabo y no malas o negativas como las suele llamar a veces alguna gente por miedo o desconocimiento), siéntela en toda su dimensión como la alerta que es, como el mensaje que te está enviando tu propio cuerpo …y no como una enemiga de la que hay que huir o de un familiar o conocido del que te avergüenzas y que has de mantener oculto, ya que de esa forma sólo estarías inyectándole sufrimiento extra a esa situación, ya de por sí poco grata. Sólo cuando tu cuerpo entiende que has recibido y comprendido correctamente el mensaje implícito en esa emoción, vuelve a la calma.
Estas emociones son algo natural que nos pasa a todos y aunque seguro que lo sabes, te repito que no es nada vergonzoso sentirla porque es TU SENTIR, es quien eres realmente y no quien crees ser, es tu inconsciente mostrándose ante ti. Quien pudiera reírse de ti y no entenderte en esos momentos, más allá de faltarte al respeto, está simplemente mostrando a los demás que a si mismo no se permite SER, y demostrando que no se respeta a sí mismo en sus propios momentos emocionalmente incómodos.
Entiende tu emoción poco grata o incómoda como si fuera el llanto de un niño que llora (el propio niño o niña interior, temeroso y desorientado en muchos casos, que todos llevamos dentro) no trates de taparle la boca, deja que se exprese… atiéndela y escúchala (si la ignoras o rechazas, será como el bebé que se frustra ante la falta de atenciones de sus padres y se siente abandonado y desconsolado) verás como, si es incómoda, pronto dejará de incomodarte y volverás a la calma y paz interior MUCHO antes de lo que esperas. No es posible aclarar el agua turbia, pero si no la tocamos y solo la observamos, ella misma se aclara (y con mayor rapidez) que si andamos metiendo la mano en el charco para forzar su aclarado. No es saludable tapar una herida infectada, hay que limpiarla y oxigenarla para que nuestro cuerpo la sane por sí sola.
Ten también presente que esa emoción incómoda te está hablando de ti mismo, así que es una oportunidad magnífica de conocerte mejor, para saber tus necesidades y anhelos, tus miedos, y poder ponerles presencia, luz y empezar a solucionarlos (para desenredar un nudo hay que saber antes como está hecho). Alégrate a partir de ahora de tener esos momentos, porque te están ofreciendo OPORTUNIDADES PRECIOSAS para conocerte mejor y más profundamente cada día; y para ello, para aprovechar estas oportunidades correctamente, has de intentar en la medida de lo posible, observarte a ti mismo como si fueras una persona ajena a tu cuerpo y sobre todo a tu mente, pero SIN CRITICARTE NI JUZGARTE, tan sólo obsérvate por dentro como quien mira las nubes pasar, de eso se trata la autoconsciencia (solamente podemos aprender cada situación y comprendernos verdaderamente a nosotros mismos si nos miramos desde una posición que no emite juicios ni críticas, que no se muestra ni a favor ni en contra, que no clasifica lo que ve siente, que solamente observa lo que hay y NO lo que “debiera” haber o no haber) entiende ese episodio como algo que es natural y usual en la vida de cada persona y verás como ya no resulta tan fatal ni tan doloroso como antes el sentir ese tipo de emociones.
Cuanto aprendas a mantenerte en calma en esos momentos, cuando los veas y los sientas con la naturalidad que trato de hacerte ver (no resignándote a esas emociones ni repudiándolas, ni forzándote a tener que poner buena cara o “ser positivo” por no crear “mal ambiente”, por temor a sentirte débil, o porque creas en la falacia de que “lo que se espera de ti” es que estés bien SIEMPRE) verás como automáticamente, tu empatía y comprensión del mundo emocional de los demás también aumenta (ya que no podemos ver en los demás lo que no vemos en nosotros mismos primero) y podrás servirles de gran ayuda en sus momentos incómodos (porque les comprenderás perfectamente), al igual que espero yo haberlo sido para ti.
Finalmente, decir que hay padres que piensan que hacen un favor a sus hijos no mostrándoles sus emociones incómodas ni su sentir en esos momentos… yo personalmente opino que les sería de gran ayuda el que sus hijos vieran que ellos pueden hacer frente a esos momentos emocionalmente incómodos con naturalidad, de esta forma les estarían dando buen ejemplo y herramientas emocionales para el futuro, que a su vez, les tocará afrontar. Obviamente no estoy diciendo que se tenga que hacer partícipe a los niños de cada angustia, ni presionarlos y estresarlos con problemas de adultos (sería contraproducente someterlos a tal presión), pero sí que observen que sus mayores también tienen esas emociones a veces, al igual que ellos y que vean que no las reprimen o se las niegan (ni a sí mismos ni a ellos como hijos), sino que aprendieron a sacarles partido y a gestionarlas con habilidad, habilidad emocional ;o).
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Normalmente lo que sabemos acerca de la empatía va dirigido a examinar sus mecanismos cerebrales implicados, ya que es una campo de investigación de gran interés y de gran utilidad.
Sin embargo en el presente artículo nos vamos a centrar en qué es la empatía, cómo se desarrolla en el ser humano desde la infancia, y qué ventajas tiene la empatía para nuestra vida diaria, así como la necesidad de inculcar y permitir el desarrollo de este elemento en los niños y adolescentes para promover la inteligencia emocional.
¿Qué es la empatía y por qué se produce?
Desde una visión integradora en la que se considera que la empatía es una capacidad que se compone de aspectos cognitivos y afectivos, Davis (1980) establece que la empatía es un constructo multidimensional que incluye cuatro componentes diferentes aunque relacionados entre sí.
Por un lado, dentro de la dimensión cognitiva (a nivel de los pensamientos) distingue: Fantasía, referida a la tendencia a identificarse con personajes de ficción y Adopción de perspectivas, refiriéndose a la consideración de la perspectiva cognitiva del otro.
En relación a la dimensión afectiva (a nivel de las emociones) este autor propone dos escalas: Angustia empática, que es la tendencia a experimentar sentimientos de compasión y preocupación por el otro y Aflicción Personal, que se refiere a la ansiedad que se experimenta la persona al ser testigo de un suceso desagradable para otro.
Por otra parte, desde los años 90 se viene estudiando la empatía desde la Inteligencia Emocional, en la que los modelos más relevantes son, en primer lugar, el de Mayer y Salovey (1997), que se considera la empatía como un elemento que incluye la percepción de emociones de los otros, así como la comprensión de las mismas.
Podría tener relación también con la regulación emocional, tanto de las emociones de uno mismo como de la persona con la que se empatiza, según las conductas seleccionadas como consecuencia de experimentar la emoción.
En segundo lugar, otro modelo de gran relevancia ha sido el de inteligencia socio-emocional de Bar-On (1997, 2000), en el cual se postula que la empatía es un componente de un factor denominado habilidades interpersonales, y es considerada como la capacidad de ser consciente y comprender las emociones, sentimientos e ideas de los otros.
Estos dos modelos, no son tan integrados como el propuesto al principio del artículo ya que en ellos no tiene cabida el componente emocional, centrándose más en el componente cognitivo.
Etapas del desarrollo de la empatía
Para una mayor comprensión de este concepto, a continuación, se propone el desarrollo de la empatía desde la primera infancia de los seres humanos, siendo éste un análisis propuesto por Hoffman (1987).
Comenzando por la primera etapa (empatía global) que comprende el primer año de vida de la persona, consiste en que el niño todavía no percibe a los demás como distintos de sí mismo, por lo que el dolor que percibe en otro, se confunde con los propios sentimientos desagradables, como si les estuviera sucediendo a ellos mismos.
En cuanto a la segunda etapa (empatía egocéntrica) que se corresponde con el segundo año de vida, es consciente de que es otra persona la que experimenta la situación desagradable, sin embargo, asume que los estados internos que experimenta el otro son los que está experimentando él.
Con respecto a la tercera etapa del desarrollo de la empatía del niño (empatía hacia los sentimientos de los demás) que va desde el segundo al tercer año, el niño tiene conciencia de que los sentimientos que experimenta son diferentes a los que está vivenciando la otra persona y responde a ellos de manera no egocéntrica.
Y por último, la cuarta etapa (empatía hacia la condición de vida del otro), que comprende el periodo final de la niñez, se perciben los sentimientos de los demás, no sólo como reacciones del momento, sino como expresiones de su experiencia de vida general, es decir, responde de manera diferente a los estados de dolor transitorios y crónicos, ya que tienen en cuenta la condición general del otro.
¿Qué ventajas ofrece la empatía?
Hay numerosas ventajas de practicar la empatía, aprenderla, desarrollarla y recibirla, ya que fomenta conductas prosociales y por lo tanto la inteligencia emocional, muy necesarias en el progreso desde la infancia, permitiendo el desarrollo de una personalidad adecuada para mantener una calidad de vida óptima, evitando por ejemplo, comportamientos o estilos de comunicación agresivos, estilos narcisistas de personalidad o la introversión, entre otras cosas.
Igualmente es importante decir, que todos los excesos tienen sus inconvenientes y sus consecuencias negativas, por lo que se recomienda que este tipo de capacidad se desarrolle de forma controlada y razonable.
Las ventajas principales son las que se muestran a continuación:
Validación de la experiencia emocional: de la otra persona y la de uno mismo cuando es otro el que empatiza, es decir, se confirma que se está experimentando una emoción en concreto y se comprende el por qué.
Refuerza que la persona con la que se está comunicando pueda transmitir la información de forma relajada y con incremento de la seguridad. Incrementa la confianza en el interlocutor, ya que fomenta la expresión de ideas, sentimientos, sentirse rechazado o juzgado.
A su vez, facilita la comunicación, ya que se aumenta la escucha y la atención hacia la persona que transmite esa empatía.
Fomenta la reciprocidad con los otros, aumentando el conocimiento de uno mismo y de los demás. Ayuda a la exploración emocional, la cual es importante para saber identificar y controlar nuestras propias emociones y las de los demás.
Refuerza el aprendizaje de nuevas conductas, ya que causa efectos sobre la expresión de emociones frente a la inhibición de estas, ayudando además al control de las mismas.
Permite que se desarrollen relaciones íntimas a un tiempo adecuado y dentro de las disposiciones de los implicados en dicha relación.
Desahogo, alivio, motivación, reducción de la tensión emocional y una respuesta de aceptación producida por la persona que empatiza.
Se ofrece para su descarga como complemento al presente artículo el documento «Empatía: Medidas, teorías y aplicaciones en revisión», firmado por Irene Fernández-Pinto, Belén López-Pérez y María Márquez (Universidad Autónoma de Madrid), en el que se realiza una revisión de las principales aportaciones teóricas y metodológicas al estudio de la empatía, y se comentan las aplicaciones prácticas más importantes del estudio de la empatía en los ámbitos clínico y organizacional.
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Un fotograma de la serie La Que Se Avecina, de Telecinco.Mediaset
En el mundo hay una gran variedad de personas con distintos niveles de coeficiente intelectual, pero los que lo tienen bajo tienen estos elementos distintivos.
Si reconoces a alguien en uno de estos puntos, es muy probable que esa persona sea poco inteligente.
Estos puntos van desde la falta de empatía hasta la agresividad o el problema a la hora de reconocer algún error propio.
El mundo está poblado de una gran variedad de personas con diferentes niveles de coeficiente intelectual. A todo el mundo le gusta pensar —e incluso decir— que es inteligente, aunque a veces, las personas con más coeficiente no lo tienen tan fácil.
Por otro lado, quienes tienen menos coeficiente intelectual suelen tener hábitos de comportamiento que las revelan como tales. Eso en algunos ambientes, sobre todo en el aspecto profesional, puede ser muy perjudicial.
De hecho, la gente estúpida suele sobreestimar sus competencias, mientras que los más listos las suelen recortar. Lo dijo Shakespeare: “Un tonto piensa que es sabio, pero el sabio sabe que es tonto”.
Algunas señales de que puedes ser más inteligente de lo que crees son bastante evidentes: te preocupas demasiado por las cosas, eres curioso, quizá algo desordenado, eres divertido… Otras quizá no lo son tanto: prefieres vivir por la noche, eres zurdo, has probado drogas, consumes alcohol regularmente…
Pero antes de adentrarnos en discernir cómo distinguir a la gente inteligente, mejor tener estos cinco puntos para saber reconocer cuándo y por qué la gente es estúpida, tal y como ha publicado Business Insider Alemania.
1. Culpan a los demás de sus errores
Un problema técnico y dos personas intentando repararlo.PeopleImages
Es algo muy evidente, muy poco profesional y algo que la gente inteligente nunca hace: quien de forma constante culpa de sus propios errores a los demás se expone como alguien sin muchas luces.
Las personas menos inteligentes son reacias a asumir la responsabilidad de sus fallos: prefieren compadecerse de sí mismas o culpar a los demás. Sin embargo, las personas más inteligentes saben que los errores también significan una oportunidad para aprender y mejorar para la próxima vez.
2. Siempre creen llevar la razón
Un jefe discute con un empleado.Getty Images/Fertnig
Cuando hay una discusión, las personas menos inteligentes tienen más problemas a la hora de escuchar los argumentos de su contrario y tratar de rebatirlos. Además, ni siquiera consiguen incluir ideas nuevas al debate y ni mucho menos reconsiderar sus opiniones.
Un punto claro que demuestra la inteligencia de una persona es la capacidad de comprender algo desde varios puntos de vista. Las personas inteligentes suelen abrir sus mentes tanto a nuevas ideas como a nuevas perspectivas.
Por el contrario, las menos inteligentes continúan la discusión insistiendo en su punto de vista, ignorando por completo los argumentos del rival.
Esto no implica que las personas inteligentes sean siempre justos en sus discusiones. Sin embargo, suelen intentar escuchar atentamente a los demás y sopesar todos los argumentos a la hora de tomar una decisión.
3. Reaccionan con ira y agresividad a los conflictos
Getty Images
Por supuesto, entre las personas inteligentes también ocurre: la gente se enfada.
Pero para las personas con menor coeficiente intelectual, esta reacción es un estándar. Cuando algo va como no le gustaría, y sienten que ya no tienen la situación bajo su control, tienden a comportarse de forma agresiva para expresar sus ideas.
4. Tienen menos empatía e ignoran las necesidades y sentimientos de los demás
Unos padres discuten delante de su hija.Getty Images/skynesher
La gente inteligente suele tener la capacidad de ponerse en la piel de los demás. De esta forma son capaces de entender otros puntos de vista distintos al suyo.
Las menos capacitadas, por el contrario, ni siquiera son capaces de imaginar que hay gente con ideas distintas a las suyas, y que por lo tanto, no estarían de acuerdo.
Todos podemos ser egoístas, es algo muy normal y humano. Lo importante es alcanzar un equilibrio entre la necesidad de perseguir nuestras propias metas y la necesidad de respetar los sentimientos y necesidades de los demás.
5. Creen que son mejores que los demás
Una persona junto a un monitor de ordenador.Getty Images/skynesher
Intentar motivar y ayudar a los demás para que mejoren y se superen así mismos es algo propio de las personas más inteligentes. Esto se debe a que no tienen miedo de que puedan ser eclipsados por los demás: tienen autoestima y confianzas en sí mismo, y son capaces de apreciar sus propias habilidades.
Por el contrario, las personas menos capaces procuran pisotear a los demás: hacer que los demás queden mal para ser ellos mejores. Creen que pueden estar por encima de los demás y tratan de lidiar con los prejuicios, lo cual es síntoma de falta de inteligencia.
Muchos biólogos consideran que la capacidad humana de cooperar ha contribuido significativamente al desarrollo de nuestra especie. Quizá este sea, con toda probabilidad, el mayor indicador de inteligencia.
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Es frecuente que, cuando se habla acerca de factores psicológicos que nos pueden hacer ganar más con menos, se hable de la importancia del liderazgo. Un buen líder es capaz de sacar lo mejor de un equipo, de sacar partido de las potencialidades de cada persona y hacer que entren en una dinámica de trabajo en el que todos se complementen entre sí. Sin embargo, a menudo olvidamos un elemento tan o más importante que este. Se trata del autoliderazgo.
A fin de cuentas, para poder crear cierto orden alrededor de un proyecto, es necesario en primer lugar ordenarse a uno mismo, hacer que las acciones que realizamos encajen realmente con nuestros objetivos a medio y largo plazo, y que no aparezcan inconsistencias entre lo que decimos que queremos hacer y lo que realmente estamos haciendo. A lo largo de este artículo veremos en qué consiste exactamente el autoliderazgo y de qué manera podemos potenciar y desarrollar esta cualidad.
¿Qué es el autoliderazgo?
El autoliderazgo es el conjunto de habilidades psicológicas que dan sustento al autocontrol, a la capacidad para no caer en distracciones y a la monitorización de las propias acciones según su grado de compatibilidad con las metas a medio y largo plazo, de acuerdo a las capacidades que se estima que uno mismo tiene.
Así pues, se puede decir que el autoliderazgo está conformado por procesos psicológicos encargados de hacer que tengamos las máximas posibilidades de llegar a metas a medio y largo plazo, teniendo en cuenta que siempre existirá un cierto grado de incertidumbre en lo que nos depara en el futuro, y que tenemos unos recursos limitados para conseguir lo que queremos. Saber tomar decisiones de manera adecuada, y utilizar de un modo inteligente lo que tenemos, son dos elementos clave del autoliderazgo.
Por otro lado, el autoliderazgo está relacionado con la autoeficacia y con el autoconcepto, ya que para poder hacer que nuestros proyectos lleguen a buen puerto hay que ser realistas y no aspirar a objetivos poco razonables; pero también está relacionado con las estrategias necesarias para saber canalizar bien nuestros esfuerzos, de modo que no nos pongamos a nosotros mismos . Entre estas estrategias encontramos, por ejemplo, las que nos permiten priorizar tareas y focalizar la atención.
Componentes del autoliderazgo
Entre los elementos que conforman el autoliderazgo, encontramos los siguientes.
1. Pensamiento detallado en el objetivo
Estas habilidades son aquellas que nos permiten formular del modo más concreto posible una meta a la que se quiere llegar. Son, principalmente, tres:
Imaginación del objetivo por grados de complejidad (de lo abstracto a lo completo).
Valoración de la coherencia interna del objetivo.
Valoración de las implicaciones de la meta de cara a terceros (imaginar a quién perjudica y a quién beneficia).
2. Competencias de evaluación de la situación y planificación
Se trata de las habilidades que permiten realizar un buen diagnóstico del momento presente y que permiten obtener una radiografía de aquellos elementos relevantes de cara a desarrollar un proyecto en el que hay que pensar a medio o largo plazo. Fundamentalmente, son las siguientes:
Evaluación de las propias fortalezas y debilidades.
Imaginación de diferentes situaciones futuras
Análisis del grado de incertidumbre.
Priorización y secuenciación de las acciones a seguir.
3. Competencias de atención y monitorización
Estas aptitudes son aquellas que tienen que ver con la implementación del plan y con la focalización de los recursos cognitivos en la puesta en práctica y el seguimiento de este. Este tipo de aptitudes de autoliderazgo son tres:
Tal y como ocurre con muchos otros fenómenos psicológicos, es posible entrenar este conjunto de habilidades y hacer que con la práctica vayan perfeccionándose. A continuación puedes leer varios consejos y pasos a seguir para mejorar en autoliderazgo.
1. Crea jerarquías de hechos al analizar el presente
A la hora de crear planes y subdividir objetivos, es importante procurar que todo forme una jerarquía, de lo más concreto a lo más abstracto (o viceversa). De esta manera será mucho más fácil acostumbrarse a analizar situaciones e incluir en nuestro “mapa mental” del presente todo aquello que es relevante.
Una buena manera de hacer esto consiste en realizar primero un análisis DAFO para obtener una descripción del presente. En cada una de sus categorías es posible ordenar elementos según su grado de especificidad e importancia, colocando los más concretos dentro de otros más amplios. Así, para una misma categoría jerárquica será más fácil detectar elementos que juegan a favor y elementos que juegan en contra, lo cual luego ayudará a saber si un plan es viable o no, y en el caso de serlo, qué aspectos hay que solventar con mayor prioridad y cuáles hay que potencia para sacarles partido.
2. Acostúmbrate a crear planes y detallados y deadlines
Establecer un momento en el que unas tareas concretas tienen que haber sido realizadas va muy bien para no caer en distracciones, priorizar bien y organizar los recursos disponibles. Realizar un diagrama de Gantt después, para pasar de “la fotografía” del momento 0 a la visualización de cómo puede desplegarse en el tiempo un plan o proyecto.
Esta creación de fechas límite o deadlines debería ir al detalle, de manera que cada día haya algo determinado que hacer en un número de horas concreto. De otro modo, se corre el riesgo de ir dejándolo todo para el último momento, lo cual tiene repercusiones negativas en todos los sentidos.
3. Busca aliados y delega
En algunos proyectos es posible colaborar con terceros y delegar tareas, y en todos ellos es necesario en primer lugar preguntarse si hacer esto es posible, para al menos considerar esa posibilidad. De esa manera, las acciones más estratégicas pueden quedar al mando de uno mismo, mientras que aquellas que son más técnicas o procedimentales pueden ser realizadas por otra persona. De esta manera se genera una dinámica en la cual no hay interferencias innecesarias entre la realización de tareas.
4. Crea espacios de trabajo adecuados
Este es un aspecto del autoliderazgo que a menudo es dejado de lado, ya que a veces se presupone que saber manejar el timón de uno mismo es una tarea que tiene que ver con la introspección y con la gestión “interna” el propio Yo. Sin embargo, esto es un mito, porque a la hora de trabajar la diferenciación entre uno mismo y el entorno es simplemente un espejismo.
Por eso, hay que hacer todo lo posible por que el medio en el que trabajamos ofrezca todas las comodidades que es razonable conseguir. Por ejemplo, eliminar distracciones es un paso que se olvida muy frecuentemente, pero ayuda mucho.
5. Lleva un estilo de vida saludable
Puede parecer una tontería, pero siguiendo la lógica del consejo anterior, es necesario hacer todo lo posible por que nuestra interacción con el ambiente, ya sea mediante la dieta o mediante el ejercicio, nos coloque en la mejor disposición posible de cara a trabajar. Por supuesto, también es necesario dormir bien.
Conclusión: ser nuestro propio líder para desarrollar proyectos ilusionantes
La idea que subyace a todo lo que hemos visto es que para poder sacer el máximo provecho de lo que tenemos es necesario en primer lugar saber gestionar nuestro propio tiempo, recursos y esfuerzos. Esto no es algo que se consiga simplemente acumulando bienes con los que trabajar, sino que hay que desarrollar varias aptitudes que nos permitirán maximizar nuestras posibilidades de éxito y que, además, son generalizables a cualquier iniciativa que vayamos a tener. Las expresiones de autoliderazgo que mostremos creando nuestro propio negocio, por ejemplo, probablemente se van a hacer notar también al formarnos en un ámbito de conocimiento nuevo, o al ser padres o madres.
En definitiva, es bueno saber que con menos puede hacerse más, si contamos con la predisposición para adoptar esa filosofía y con los conocimientos adecuados sobre nuestras propias capacidades.
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Quien no es capaz de liderar su propia vida no puede liderar a otras personas, ni tampoco será dueño de su propia vida, debiendo vivir a merced de las circunstancias, zarandeado a nivel emocional por un acontecer sin rumbo, por los vaivenes del “azar” o el “destino”.
Mucho más allá de alcanzar metas, saber dirigir o redirigir la propia vida
Asociar autoliderazgo con logro, éxito, perseverancia, carácter, fuerza de voluntad… me parece una visión materialista, mediocre, a corto plazo. Autoliderazgo va mucho más allá de logro y éxito, pues debe entenderse como un factor del desarrollo y autorrealización personal, de satisfacción y bienestar emocional.
Definiría el autoliderazgo como aquella competencia personal que ayuda a dirigir y redirigir la propia vida, a construir el presente y el futuro, a llevar el timón y mantener el rumbo, a ser dueño de la propia vida. El autoliderazgo tiene que ver con recorrer un itinerario personal que tiene sentido o valor, que da sentido a la propia vida. No es fácil el autoliderazgo en una sociedad en la que vivimos expuestos a tanto estímulo distractor que puede secuestrar nuestra atención y motivación.
Algunas claves que ayudan a construir el autoliderazgo
El autoliderazgo aglutina muchas características, no responde a una característica diferencial, ni hay detrás de él una receta mágica. Desde mi opinión, el autoliderazgo es más factible cuando se da lo siguiente:
Autoconsciencia, autoconocimiento
El primer paso para construir algo de lo que uno se sienta orgulloso y satisfecho pasa por ser realista, conocerse bien, saber identificar aquellas competencias que uno tiene, lo que gestiona bien, y aquellas que debería aprender o mejorar para ser más eficaz, ser mejor. El autoengaño no estimula hacia aprender sino más bien lo contrario: cierra o bloquea el aprendizaje. No creas en esas personas que te adulan porque no te están siendo sinceras. ¿Tienes a alguien que te diga lo que no te gusta escuchar? Si lo tienes, escúchale atentamente; si no…
Estar orientado al aprendizaje y desarrollo permanentes
Nuestra sociedad se mueve mayoritariamente por metas relacionadas con el éxito, con superar a otras personas, tener protagonismo, con alimentar el ego personal.
No hay conciencia de que el auténtico rival es uno mismo. Está muy oxidado competir consigo mismo, tratar de hacerlo mejor hoy que ayer, mañana que hoy, de mejorar en el dominio de mis tareas, de aprender y ser mejor cada día. Apelar al esfuerzo, aprendizaje y superación personal es un discurso casi en desuso. Se impone más lo contrario: apelar a lo extraordinario que es uno y los múltiples talentos de que dispone, a la falta de comprensión por parte de demás hacia las capacidades propias. Es una filosofía egocentrista, basada en el éxito fácil, inmediato y como sea, dada al autoengaño. La formación debe ser entendida como un proceso permanente, para toda la vida, en el que confluyen formación académica, experiencia laboral, aprendizaje emocional y desarrollo personal.
No cambia quien no quiere hacerlo. La justificación de “soy así” o “es mi carácter” es una coartada para no esforzarse e intentar cambiar, evolucionar, invertir en el propio desarrollo. Quien está abierto al aprendizaje permanente, evoluciona y crece en su desarrollo.
Moverse por metas próximas
Ser realista ayuda en la planificación de objetivos, en la detección de dificultades y en diseñar un trabajo adecuado para superarlas, estando dispuesto a reorientarlo si no es efectivo. Es más eficaz moverse por metas próximas, por el paso a paso, saber andar cada paso. Moverse por grandes metas y a largo plazo condena al fracaso. Discrepo con los que piensan que un desafío potente es suficiente motor para trabajar en su consecución. Las grandes metas suelen evaporarse adentrándose en la utopía cuando no se dispone de hábitos de trabajo, valores y competencia para superar obstáculos (resiliencia).
Moverse por nuevos y sucesivos desafíos
El desarrollo es como ascender una larga escalera en la que un descansillo o rellano ayuda a coger fuerzas para seguir subiendo. El logro de un objetivo debe ser un paso para formular nuevos objetivos y nuevos desafíos deben sustituir a desafíos alcanzados. Tener “hambre” a nivel motivacional pasa por saber planificar nuevos y sucesivos retos. Quien se siente suficientemente satisfecho y no quiere ni necesita nuevos desafíos acaba perdiendo lo que ha conseguido.
Tener una visión de futuro y trabajar con ilusión por hacerla realidad
Moverse por metas próximas no está reñido con estar guiado por una visión de futuro. Son dos actitudes complementarias. La ilusión de futuro es una luz que orienta y ordena el camino pero que no resuelve las dificultades que surgen en cada paso.
Resiliencia, saber superar las dificultades
No llegan los que más talento tienen, ni los que más trabajan: llegan los que mejor superan las dificultades. ¿El talento es un factor decisivo para triunfar? ¿Es la capacidad de trabajo la que marca diferencias? Rotundamente, no. Ser muy bueno o trabajar más que nadie no asegura nada. Lo decisivo está en ser eficaz, saber superar las dificultades. Autoliderazgo tiene mucho que ver con una carrera de fondo con obstáculos.
Estar guiado por una propia escala de valores
El autoliderazgo se asocia a valores como esfuerzo, superación personal, humildad, equidad, coherencia… Uno trata de ser ejemplar ante sí mismo y no está dispuesto a traicionar los valores o principios que guían su comportamiento. Se mira al espejo y no se engaña, sabe si ha sido íntegro y coherente según sus valores. No quiere para sí lo que niega a los demás.
Valorar tanto o más el proceso que el resultado
El corredor de fondo disfruta tanto entrenando, corriendo kilómetro tras kilómetro, superando cada obstáculo, mejorando el tiempo por kilómetro, como atravesando la línea de meta con una buena marca o resultado. ¿Por qué corren? Porque les gusta correr, porque disfrutan haciéndolo, porque sienten satisfacción llevando su cuerpo al límite de la exigencia… Las personas que disfrutan tanto o más del camino como de la meta son capaces de recorrer largas distancias. ¿Por qué compites? Porque me gusta hacerlo, porque mi vida es competir, superar dificultades, acercarme a la excelencia… no por acumular éxitos o victorias. Entonces compruebas que la auténtica meta es el camino.
Ser proactivo frente a reactivo
¿Eres de las personas a las que les gusta ir o de las que prefieren esperar? ¿Sueles esperar a que se cumplan tus deseos o te movilizas, vas y los haces realidad? ¿Esperas y te quejas porque te has quedado esperando o mueves cielo y tierra para lograr lo que te propones? ¿Deseas que algo suceda o vas y lo provocas? Ser proactivo consiste en ir y provocar lo que quieres que suceda, tomar iniciativas, ser emprendedor… En cambio, ser reactivo tiene que ver con reaccionar tras los hechos, moverse según los acontecimientos: mandan las circunstancias y el comportamiento sólo es una reacción ante lo acontecido.
Ser entusiasta, apasionado
El autoliderazgo no es racional, frío y calculador, sino que es emocional, pasional y atrevido. Quien practica el autoliderazgo como ejercicio previo para el liderazgo, pierde el tiempo. No es líder el que quiere, sino el que puede, aquel que es identificado o reconocido como tal, aquel al que le dejan serlo. A ese que pretende serlo, se le ve venir y pierde todo el encanto. El autoliderazgo contagia equilibrio emocional, serenidad, cordialidad, afabilidad, respeto, saber estar, ilusión, entusiasmo.
Saber decirse no, gestionar las emociones negativas, limpiar la propia “basura” emocional
El autoliderazgo consiste en diferenciar la apetencia del interés, lo que me apetece de lo que realmente me interesa o es necesario para mí. Me apetece ver el siguiente capítulo de una serie en el ordenador, pero debo ponerme a estudiar. El autoliderazgo es eficacia, eficiencia y soluciones, no problemas y preocupaciones. Aprenda a decirse no.
El autoliderazgo no es rebuscado, complejo, lleno de aristas, ambiguo, suspicaz, desconfiado… es claro, trasparente, comprensivo, dialogante, firme, decidido, realista, optimista. El autoliderazgo no crece en una persona con barreras internas como demasiada reflexividad, pesimismo, excusas, justificaciones, exceso de responsabilidad, perfeccionismo, rigidez, escasa tolerancia hacia la frustración, el enfado o la ira, excesivo valor al azar y el destino. En cambio, el autoliderazgo se desarrolla mejor en personas realistas, optimistas, trabajadores, estables, autónomas y con cierta dureza a nivel emocional, resilientes, tranquilas… El autoliderazgo exige cultivar el autocontrol emocional y el desarrollo personal.
Autonomía emocional
Para lograr la autonomía emocional y el bienestar, ser más libres y favorecer el autoliderazgo, necesitamos:
Tener un buen nivel de autoestima
Tomar decisiones
Gestionar conflictos
Superar dificultades
Hacer lo correcto según el criterio propio más que lo políticamente correcto
Entender la discrepancia
Aceptar y convivir con las críticas
Ser coherente con la propia escala de valores
Ser empático y respetuoso
Saber gestionar las propias emociones
Cuidar los ámbitos personales, familiares y sociales
Tener hábitos de vida saludable
Quien vive pendiente de las opiniones ajenas y de lo que digan los demás, se aleja mucho de liderar su propia vida.
Saber dar sentido a la propia vida
El autoliderazgo es más fácil en personas que se mueven por motivaciones “valiosas” o por razones que les elevan en lo personal, que les hacen sentirse transcendentes, dan sentido a su vida y acercan a la autorrealización personal.
Cómo entrenar el autoliderazgo
Ofrezco a continuación una propuesta de entrenamiento del autoliderazgo, más que unas pautas u orientaciones, un programa para construir o avanzar hacia el autoliderazgo. La intención es ponerlo fácil, sugerir algo concreto, observable y evaluable, y que resulte ser un itinerario hacia el autoliderazgo.
El programa que sugiero tiene varios elementos:
Evaluación del grado de autoliderazgo.
Fijar motivaciones “valiosas” que ayuden a dar sentido a la propia vida.
Fijar un plan de acción diario.
Evaluar el grado de cumplimiento del plan de acción diario.
Reformular un plan de acción para el día siguiente.
Evaluación semanal del grado de cumplimiento de los planes diarios.
Evaluación mensual del autoliderazgo dirigida a medir el avance o progreso en su desarrollo.
El deseo de cambiar o mejorar es frustrante cuando no se acompaña de un plan de acción. Los buenos propósitos sirven de poco si no se acompañan de acciones. Las acciones continuadas generan hábitos o comportamiento automáticos que se incorporan a la forma de ser. No es difícil cambiar, es cuestión de trabajar cada día para hacerlo posible. Recuerde que la auténtica meta es el camino. Entrenar el autoliderazgo es mejorar la autoestima, desarrollar la autonomía emocional y mejorar el bienestar personal.
Encontrará a continuación unos pasos en los que se estructura el programa de entrenamiento del autoliderazgo. Dispone de todos los documentos que se mencionan a pie del artículo, así como alguna lectura auxiliar.
1º Paso. Evaluar mi autoliderazgo
A continuación dispone de una herramienta para evaluar la competencia del autoliderazgo en usted. Es un autocuestionario muy fácil de cumplimentar. Si es sincero en las respuestas podrá identificar en qué aspectos debe trabajar para alcanzar mayor nivel de autoliderazgo.
2º Paso. Dar sentido a mi vida
Identifique algunas motivaciones valiosas o razones poderosas que ayuden a dar sentido a su vida y que esté en sus manos alcanzarlas o hacerlas realidad. Son motivaciones “valiosas” para usted y dan valor a su vida, independientemente de lo que otras personas pudieran pensar. Escriba dos o tres ideas que puedan orientar su vida desde la etapa en que usted se encuentra.
3º Paso. Fijar mi plan de acción parahacerlo sólo un día
Organice su “plan de acción”. El objetivo es hacerlo mañana, solo mañana. Programe qué quiere hacer usted mañana en relación con mejorar su autoliderazgo. Póngaselo fácil. No sea ambicioso. Comience por algo sencillo. El objetivo será hacerlo solo mañana, solo un día. El plan de acción no va dirigido a cambiar la forma de ser. No pretende lograr grandes cambios en un día, simplemente hacerlo solo mañana.
4º Paso. Evalúo si lo he cumplido
Tras finalizar el día, evalúe si cumplió su “plan de acción”. Sea honesto, no se engañe. La evaluación la registrará en el autorregistro anotando una X si cumplió lo programado, o dejando la casilla en blanco si no lo hizo o cumplió el plan previsto. También evaluará el grado de dificultad que ha encontrado durante el día para hacer el plan previsto.
5º Paso. Reformulo mi plan de acción
Reformule su “plan de acción” para el día siguiente. Escríbalo. Si quiere generar hábitos, debe mantener el plan del día anterior hasta que ya no le resulte ningún esfuerzo cumplirlo. El objetivo vuelve a ser cumplirlo solo un día, solo mañana. Y mañana volverá a evaluar si ha sido capaz de cumplirlo. Y así cada día, hacerlo solo mañana.
6º Paso. Evalúo mi semana
Al finalizar la semana es conveniente revisar en cuántos días fue capaz de cumplir su plan de acción. Se sorprenderá porque será en la mayoría de los días. Estará en el buen camino, avanzando hacia el autoliderazgo.
7º Paso. Revalúo mi autoliderazgo
Cada cierto tiempo (una vez por trimestre) conviene volver a evaluar la competencia de autoliderazgo con el fin de observar los avances que se han producido desde el entrenamiento diario. Lo habrá conseguido usted y será mérito suyo. Esta evaluación ofrece feedback o retroalimentación para seguir entrenando y mejorar el autoliderazgo.
A modo de reflexión final sobre el autoliderazgo
A nivel emocional todo se enseña, se entrena y se aprende. Nadie nace enseñado. Tomar conciencia, identificar las competencias emocionales que se quieren mejorar y tener un plan de acción concreto, pone en el camino de lograrlo. No espere grandes cambios de un día para otro: pequeños avances o cambios cada día generan grandes efectos. Lamentarse y quejarse no permite avanzar. El autoliderazgo no va asociado a una personalidad determinada, sino a un modo de funcionar en lo personal que se aprende y se entrena.
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Hay diferentes tipos de autoestima. Asimismo, todos en algún momento podemos experimentar alguna de ellas, teniendo en cuenta además, que incluso un exceso de autoestima puede ser negativo para nosotros.
Hay tres tipos de autoestima que suelen caracterizar al ser humano. Esta valía psicológica que garantiza nuestro bienestar, debe mantenerse en un punto de perfecto equilibrio. Alimentarla en exceso o descuidarla, puede hacer que derivemos en comportamientos abusivos o en su polo opuesto: en la indefensión más absoluta.
La autoestima es un factor muy importante, lo sabemos. Dicha actitud favorable o desfavorable hacia sí mismo (Rosenberg, 1965) nos ayuda a relacionarnos con nuestro entorno de una forma positiva y sana. Sin embargo, no todos la ejercitamos de igual modo.
Entender cómo funcionan los tres tipos de autoestima nos ayudará sin duda a entendernos mucho mejor. Esto no quiere decir que nos podamos encasillar en un solo tipo. En ocasiones, este músculo psicológico pierde fuerza dependiendo de muchos factores y de las estrategias personales de las que dispongamos.
«Todos sabemos que la autoestima viene de lo que tú piensas de ti mismo, no de lo que los demás piensan de ti»
-Gloria Gaynor-
Tipos de autoestima
Christian H. Jordan , Steven J. Spencer y Mark P. Zanna llevaron a cabo un estudio en el 2005 para demostrarnos algo muy interesante. La autoestima es muy heterogénea tanto, que en ocasiones hasta mantener esta dimensión en niveles muy elevados puede ser un riesgo: las personas actuamos de manera más defensiva. Con ello, nuestras relaciones personales se deterioran porque marcamos distancias y desconfiamos.
Es un tema muy interesante. Veamos por tanto los tres tipos de autoestima más comunes.
1. Autoestima hinchada
Las personas con autoestima inflada se creen mejores que los demás y no dudan en infravalorar al resto. Es muy negativo, pues les impide establecer relaciones afectuosas y sanas. La competitividad siempre está presente y quieren estar siempre por encima de los demás.
Para estas personas, la felicidad reside en alcanzar el éxito, pero la realidad es que no logran ser felices con esta actitud.
«Nos interesa una autoestima realista, sana y positiva, pero no una autoestima inflada y vana»
Esta clase de individuos se caracterizan por ser incapaces de escuchar a los demás y de hacer autocrítica. No son capaces de corregir sus propios errores y, por lo tanto, culpan a los demás constantemente.
Además, suelen menospreciar al resto de las personas adoptando un comportamiento hostil hacia ellas.
A estas personas les cuesta mucho establecer relaciones sanas con los demás. Siempre ven al resto como competencia.
No obstante, debemos atender que no estemos en ocasiones ante una falsa autoestima.
Quizás tras ese afán de sentirse siempre el mejor haya una persona muy insegura, con muchos miedos que la hacen mostrarse como algo que en realidad no es.
Si una persona con autoestima inflada es muy superficial y materialista, probablemente tenga una falsa autoestima inflada.
2. Autoestima alta
La autoestima alta es nuestro punto ideal de equilibrio (Cutler, 1995). Es positiva, pues logra hacer que la persona llegue a estar satisfecha con su vida. ¿Esto implica que no habrá barreras y muros que saltar? En absoluto, pero la confianza en uno mismo y la valentía de enfrentarse a los problemas que puedan surgir hacen que todo sea mucho más fácil.
Shilling (1999) nos indica además que las personas con alta autoestima no se sienten superiores al resto. Tampoco buscan probar su valor comparándose con los demás. Disfrutan siendo quienes son, no siendo mejor que la media.
Creer en uno mismo, confiar en tu persona es lo que caracteriza a las personas que poseen este tipo de autoestima.
Ahora bien, esto no las hace arrogantes, ni se sienten mejor que nadie.
Solamente tienen la seguridad necesaria para evitar que las circunstancias y los acontecimientos negativos las desestabilicen.
Ahora bien, dentro de este tipo, existen las personas que sí se pueden ver desestabilizadas. Es decir, no son capaces de mantener esta autoestima alta de forma constante.
¿Qué caracteriza a estas personas que pecan de inseguridad? La actitud agresiva o pasiva, la negativa a aceptar otros puntos de vista, etcétera… Sobre todo, esto sucede en contextos competitivos en los que la inseguridad se vuelve algo imposible de enfrentar.
3. Autoestima baja
Las personas con autoestima baja no se valoran, no confían en sus posibilidades y la inseguridad que puedan sentir se traslada a casi cualquier situación. El miedo al fracaso es algo que las atormenta y bloquea. Son el ejemplo de las personas infelices.
«La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir, yo me siento tan abajo que en vez de subir bajo al otro»
-Papa Francisco-
Tienen momentos de euforia en los que todo les va bien, pero cuando las cosas se empiezan a torcer su autoestima baja muy rápido. Son personas muy influenciables y sensibles, que suelen mostrar su opinión, pero sin defenderla.
Existen algunas personas dentro de este tipo que no son taninestables, es más, su problema es la indecisión. Confían tan poco en ellas mismas, se infravaloran y tienen tanto miedo a equivocarse que continuamente creen que no están a la altura de las circunstancias.
¿Qué tipo de autoestima es más habitual en ti? Piensa que de una inflada o baja es difícil escapar, pero si estás entre las personas que tienes una autoestima alta, aunque peques de inestabilidad en algunas ocasiones ¡enhorabuena! Estás mucho más cerca de lograr la felicidad y la satisfacción con la vida que tan dichosa te hará.
Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.
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El covid-19 ha tenido un fuerte impacto en la economía y las empresas pero los líderes deben ser empáticos con sus empleados y sus clientes. Foto: Pxhere.
por Redacción Quito
Mirar a largo plazo. Esta es una de las características que el líder de una organización debe tener en tiempos de crisis, particularmente ahora que el mundo se encuentra en emergencia sanitaria por el covid-19 y los equipos de las compañías deben operar, en algunos casos, con la metodología de teletrabajo. En el documento ‘El corazón del liderazgo resiliente/respondiendo al covid–19’, elaborado este año por la consultora Deloitte, se establece que la pandemia ha impactado fuertemente a la economía y las empresas. Los líderes exitosos, que cumplen con ciertos parámetros, pueden marcar este momento la continuidad o no de las firmas que dirigen o en las que trabajan. Roberto Estrada, socio de la consultora, explica que las organizaciones deben estar preparadas para los cambios, como el que está viviendo el mundo del trabajo por cuestiones de salud, y eso se logra mirando a largo plazo. “Imagínese que hay empresas a las que la situación les ha agarrado desprevenidamente, sin contar con los recursos tecnológicos apropiados (…) es inadmisible que se queden paralizadas porque los colaboradores no pueden acceder al trabajo remoto o las herramientas, algunas con un costo no tan significativo, porque no tuvieron la precaución de adquirirlas y capacitar a su gente en su uso”. El documento de Deloitte nombra otras características de líder en tiempos de covid-19 entre las que están trabajar con la cabeza y el corazón, es decir concentrarse en la parte empresarial pero a la vez ser empáticos con empleados y clientes; comunicar y ser transparentes, y privilegiar la agilidad antes que el perfeccionismo. En relación con esto último, indica que en estos momentos, al teletrabajar, las cosas no serán 100% óptimas, pero que con la práctica se logrará eso. Es el momento en que se necesitan resolver las cosas con agilidad y practicidad. Carlos Zaldumbide, director de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ), entidad con 110 colaboradores, explica que en poco tiempo se aplicaron procesos que en condiciones normales pudieron haber tomado años en implementarse. De manera remota se desarrolló una guía de teletrabajo; además, se mantiene una reunión virtual al día con el equipo para conocer sobre su estado de salud y dar seguimiento a las tareas. “Lo importante es darles ánimo y acompañarnos todos en este proceso de adaptación”. Oswaldo Paredes, gerente de HR & SS Consulting, explica que este momento los líderes deben saber gestionar las operaciones remotas y para ello es necesario que todos los pedidos sean claros y específicos; que se establezca una red de trabajo para coordinaciones virtuales con todo el grupo; que se entienda que no todos los insumos están dentro del hogar del colaborador, por lo que los tiempos de entrega no serán los mismos que los de una operación normal; que se comprenda la heterogeneidad de las condiciones de cada empleado debido a sus situaciones personales, etc. Además, explica que alguien que lidera equipos de manera remota no puede ser alguien con problemas de confianza. “La persona debe saber que lo que están haciendo los colaboradores es lo correcto y que lo están desarrollando de la mejor forma. Es importante, además, saber delegar responsabilidades”, comenta. Las tareas que se asignen no deben ser largas o, en tal caso, debe haber una comunicación permanente sobre las actividades que se deban cumplir a diario. Esto lo ha logrado Dynadrill. Juan Carlos Santamaría, CEO de esta empresa del sector petrolero, explica que no ha sido difícil aplicar el teletrabajo gracias a la cultura de calidad, seguridad y medioambiente, además del uso de herramientas tecnológicas. Su personal operativo recibe instrucciones permanentes e implementos de protección. Actualmente, tiene 10 trabajadores administrativos y 30 en campo (hacen turnos). Para empresas que son en su mayoría administrativas, el desarrollo de cultura organizacional en línea es clave. El líder debe ser capaz de integrar a todo el personal en las alternativas de trabajo remoto a través de confianza y reconocimiento de habilidades, así como en guías rápidas de adaptación a la nueva metodología y sus herramientas, dice la experta en RR.HH., Andrea Paredes. Mabel Ocampo, fundadora de la firma Ikigai, detalla que el líder debe evitar el aislamiento social de sí mismo y del equipo. “Es recomendable abrir espacios para la interacción social, mediante videoconferencias en las cuales se compartan temas no necesariamente de trabajo. Por ejemplo, pactar una hora para el café de la mañana o la tarde”. Asimismo, los líderes deberán escuchar a su personal de manera virtual para conectarse y ofrecer aliento y apoyo emocional. Esto último implica reconocer el estrés o ansiedad de los colaboradores.
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“La Inteligencia emocional es útil en tiempos de bonanza, imprescindible en tiempos de crisis”
Dr. Hendrie Weisinger
Este término fue acuñado en 1990 por dos Psicólogos norteamericanos, Peter Salovey y el Dr. John Mayer, aunque quien lo popularizó fue el Psicólogo y Escritor Daniel Goleman en su libro Emotional Intelligenge (1995). Su tesis se podría resumir en que para predecir el éxito de una persona, antes que conocer cuál es su Cociente Intelectual (CI), deberíamos conocer las cualidades de la mente que denominamos como “carácter”.
Seguramente en más de una ocasión todos nos hemos preguntado que nos lleva a las personas, independientemente de nuestra cultura o historia personal, a reaccionar de una u otra forma frente a los problemas o desafíos de manera eficiente, pues bien, fue Daniel Goleman quien consideró por primera vez incorporar este concepto dotándole de tanta o incluso más importancia que al Cociente Intelectual. Con este término intentó dar respuesta a preguntas como por qué una persona parece tener más habilidades para relacionarse con otras sin por ello destacar por su inteligencia, o por qué hay personas más capaces que otras de afrontar contratiempos y superar obstáculos.
Pero, ¿qué es la Inteligencia Emocional?, “se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones, incluso en situaciones adversas”.
Si queremos dotar de credibilidad a este concepto, tenemos que citar igualmente al Dr. Howard Gardner, que fue quien planteó la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que afirma que las personas disponemos, en mayor o menor medida de 7 tipos de inteligencias diferentes:
– Matemática: habilidades para el manejo de números y de relaciones causales.
– Corporal: habilidades psicomotrices y conciencia corporal
– Musical: habilidades para el manejo armónico del sonido y el silencio
– Espacial: habilidades visual- espaciales.
– Verbal: habilidades para el manejo del lenguaje.
– Intrapersonal: habilidades de relación con uno mismo.
– Interpersonal: habilidades para relacionarse con otras personas.
Las dos últimas son las que se relacionan directamente con la Inteligencia Emocional, y a su vez se subdividen en habilidades distintas y que son de vital importancia en nuestro desempeño profesional, como liderazgo, capacidad de cultivar las relaciones y mantener las amistades, capacidad de resolver conflictos y destreza en el análisis social, por lo que podemos concluir que la Inteligencia Emocional se sustenta en 5 pilares:
APTITUD PERSONAL(INTELIGENCIA INTRAPERSONAL)
APTITUD SOCIAL(INTELIGENCIA INTERPERSONAL)
AUTOCONCIENCIA
EMPATIA
AUTOCONTROL
HABILIDADES SOCIALES
MOTIVACION
Teniendo en cuenta estos 5 pilares, podemos normalizar el concepto y dilucidar una serie de habilidades implícitas en la Inteligencia Emocional, como son la habilidad para motivarnos a nosotros mismos, perseverando en el logro de nuestros objetivos afrontando las adversidades que surjan en el camino, la habilidad de controlar los impulsos y de regular nuestros propios estados de ánimo, evitando que interfieran en nuestra perspectiva y limite nuestra objetividad, la capacidad de empatizar, confiar en los demás y relacionarnos adecuadamente, entre otras.
Aunque no en la misma medida, estas habilidades son importantes para lograr un desempeño profesional satisfactorio, independientemente de cuál sea nuestra posición en la empresa, por lo que si trasladamos esto a nuestro día a día, al entorno profesional que nos “exige” relacionarnos con nuestros compañeros, clientes, proveedores, jefes, colaboradores y un largo etcétera, observamos la importancia que adquiere lahabilidad de relacionarnos adecuadamente en los diferentes contextos y situaciones, sea cual sea nuestro interlocutor.
Quizás es ahora, más de 20 años después de identificarlo y “ponerle un nombre” cuando este término adquiere una especial relevancia atendiendo a la actual coyuntura económica y laboral, que nos conduce a tener que afrontar diferentes situaciones en nuestro entorno profesional, que pueden considerarse complejas y en numerosas ocasiones que nos llevan a tener que afrontar diversas dificultades, a parte de la natural “tensión” que existe hoy en día en nuestro entorno, donde lamentablemente, llevamos mucho tiempo sin escuchar buenas noticias.
Es por ello por lo que nos vemos abocados a lidiar con diferentes emociones, complejas en muchas ocasiones, las cuales necesitamos identificar primero, y manejar adecuadamente después, para evitar que ejerzan una influencia negativa que afecte a nuestro desempeño, ya que la presión y dificultades actuales pueden hacer que percibamos nuestro entorno como hostil, y corremos el riesgo de “atrincherarnos” en una posición autoinvalidante, es decir, pensamientos como “…no está en mis manos cambiar esta situación…”, o “…no hay nada que yo pueda hacer…” pueden llevarnos precisamente a eso, a no hacer nada, razón por la que es importante que seamos conscientes de que una circunstancia o situación específica puede “condicionarnos” pero no tiene porque “determinarnos”, y si manejamos adecuadamente nuestras emociones, evitaremos actuar como sujetos pasivos y nos será más fácil identificar y tomar iniciativas que nos ayuden a posicionarnos en la actual coyuntura de una forma más eficiente.
Hoy en día son muchas la veces que pensamos, escuchamos y mencionamos el término crisis, pero muy pocas de esas veces somos conscientes de las oportunidades que ésta nos plantea. Obviamente es complicado, y además entran en juego variables de carácter personal como nuestra capacidad de adaptación, nuestra flexibilidad, la autosuperacion, etc., y en esencia, la gestión inteligente de nuestras emociones, algo fundamental para salir reforzados de una situación como la que estamos viviendo.
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La gran mayoría de los problemas que surgen en las organizaciones tiene su raíz en una ausencia de inteligencia social en la empresa, desde un trabajador desmotivado porque su superior ejerce un estilo de liderazgo demasiado autocrático hasta un fallo en la cadena de montaje causado por una falta de comunicación entre los profesionales.
Hasta hace relativamente poco, imperaba la idea que las emociones debían quedarse fuera de las compañías. Sin embargo, los estudios e investigaciones han demostrado que la clave del éxito de una organización radica en una correcta gestión emocional hacia el capital humano, lo que requiere el desarrollo de la inteligencia social en la empresa.
¿Qué es la inteligencia social?
John Dewey fue el primero en utilizar el término inteligencia social a principios del siglo pasado en su libro Moral Principles of Education, donde define el concepto como “el poder de observar y comprender situaciones sociales”.
Por su parte, en el trabajo Emotions and Social Intelligence: Jane Braaten and Antonio Damasio, Kaaren Williamsen y Gustavus Adolphus College sostienen que “la inteligencia social implica las destrezas y habilidades que intervienen en la creación y el mantenimiento de la comunidad”.
Composición de la inteligencia social
Respecto a estas destrezas y habilidades, Karl Albretch, inspirado por la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, formuló el acrónimo A.S.P.E.A.K., que engloba las seis dimensiones principales de la inteligencia: abstracta (razonamiento simbólico), social (trato con la gente), práctica (busca conseguir resultados), emocional (autoconciencia y autogestión), estética (sentido de la forma, el diseño, la música, el arte y la literatura), y kinestésica (habilidades concernientes al deporte, la danza o la música).
En el caso de la inteligencia social, Albrecht desglosa esta capacidad en tres componentes:
Las habilidades sociales referidas a un conjunto de competencias básicas para la vida y el liderazgo, entre las que incluyen:
Relaciones: los vínculos con las personas, interacciones y contextos.
Presencia: cómo se presenta a sí mismo en diversas situaciones.
Autenticidad: consiste en comportarse honestamente, con integridad y claro sentido de sí mismo.
Claridad: la habilidad de persuadir y conseguir transferir las propias ideas a los demás.
Empatía: la capacidad de conectar con la gente y conseguir que se muevan con y hacia uno mismo.
La apreciación personal: relacionada con cómo los demás pueden ver a la otra persona y cómo esta influye en los demás.
El estilo de interacción: hace referencia al estilo de interacción o la interacción consigo mismo y con los demás.
La importancia de la inteligencia social en la empresa
Como consecuencia, la inteligencia social en la empresa se ha convertido en un objetivo prioritario para los líderes. Muy bien lo expresó Thorndike en 1920, cuando en su artículo La inteligencia y sus usos expresó que “la falta de inteligencia social puede convertir al mejor de los mecánicos de una fábrica en el peor de los ssupervisores”.
Como señala Virginia Tardito en Inteligencia Social en las organizaciones, “en tanto que las emociones son el motor de la acción y ésta puede ser positiva o negativa, y de diferente intensidad, esas emociones, y sus comportamientos correspondientes, imprimen a la organización una gran diversidad de características, que pueden ser favorables (acompañando o promoviendo el crecimiento) o adversas (frenando o impidiendo el crecimiento)”.
Por tanto, una organización con una alta inteligencia social, es decir, con capacidad para mantener relaciones interpersonales positivas, se vuelve –en palabras de Schvarstein- más capaz de plantear principios y estrategias básicas, de implementar las agendas de gestión, que faciliten la satisfacción de las necesidades sociales básicas de sus integrantes..
En concreto, según Luis Felipe Triana y Luis G. Forero, en el ensayo Inteligencia social: una aproximación desde la gestión de la organización, “estamos ante una herramienta útil para que los empresarios y futuros administradores puedan tomar conciencia de las causas, responsabilidades e implicaciones que se logran dirigiendo empresas socialmente inteligentes. Destacan los siguientes aspectos:
Talento humano: disminución en la rotación de personal, mejora del clima organizacional, mayor cooperación, sentido de pertenencia y orgullo por su empresa, sensibilidad, liderazgo por valores y compromiso.
Cliente externo: refuerzo de la imagen corporativa, fomento del pensamiento complejo, inclusión social, filantropía, concienciación propia y mejora de las relaciones con los stakeholder.
Finanzas: aumento de los beneficios económicos, potenciación del desarrollo sostenible y consolidación de los resultados a largo plazo.
¿Cómo trabajar la inteligencia social en la empresa?
Por su parte, Daniel Goleman, en su libro Inteligencia Social, describe los 8 elementos que las organizaciones deben fomentar dentro de sus estructuras para impulsar la inteligencia social en la empresa:
Empatía primordial: la capacidad de detectar las expresiones emocionales de los demás.
Sintonía: la habilidad para prestar atención a otra persona a partir de una escucha activa y completa.
Exactitud empática: se trata de la capacidad de comprender los motivos que están detrás de los sentimientos detectados a través de la empatía primordial y la sintonía.
Cognición social: consiste en el conocimiento de las reglas que rigen el funcionamiento de un grupo.
Sincronía: supone la habilidad de interpretar rápidamente los signos no verbales, aquella información que agiliza la interacción promoviendo preguntas y respuestas.
Presentación personal: consiste en transmitir la impresión adecuada de uno mismo según las circunstancias.
Influencia: pasa por causar una impresión favorable en el otro de tal modo que despierte calidez y confianza.
Interés por los demás: refleja la motivación en la comunicación, en los mensajes, en el receptor, en el resultado de la interacción.
Publicado en Escuela Europea de Management. Post original aquí.
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