Actividades para desarrollar la inteligencia emocional

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¿Sabes qué es la inteligencia emocional? ¿Cómo se mide? ¿Cómo desarrollarla? Te lo explicamos en esta entrada y te proponemos actividades para desarrollar la inteligencia emocional.

Introducción

La inteligencia emocional es un concepto fundamental en psicología que adquiere cada vez más protagonismo. Se considera una fuente de felicidad y salud, ya que está muy ligada al afrontamiento inteligente de diversas situaciones de la vida diaria. Además, resulta imprescindible entrenarla en casos de estrés, ansiedad y otros trastornos mentales.

Las emociones influyen increíblemente en las decisiones que tomamos en nuestra vida, incluso en temas aparentemente racionales. De hecho, se considera que el 95% de todas nuestras decisiones están influenciadas por nuestras emociones (Arrabal Martín, 2018).

A simple vista puede parecer que estas decisiones no son las más acertadas, sin embargo, se ha demostrado que hay personas con alta inteligencia emocional que pueden decidir mejor que otras con un alto coeficiente intelectual. Se pueden observar muchos casos de individuos exitosos en los que la inteligencia emocional es muy superior a la intelectual.

En definitiva, aprender inteligencia emocional es esencial para llevar una vida satisfactoria y sana y establecer relaciones adecuadas con los que están alrededor.

¿Cómo surgió el concepto de inteligencia emocional?

Este concepto es relativamente nuevo, iniciándose con la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. Este autor fue el primero en reformular el concepto de inteligencia, rompiendo con los esquemas anteriormente establecidos. Así, Gardner defendía que los seres humanos presentaban siete tipos de inteligencia, cada una prácticamente independiente de las otras. Entre esos tipos, él describió las inteligencias intrapersonal e interpersonal, aspectos que antes no se habían tenido en cuenta a la hora de definir la inteligencia.

Sin embargo, la definición de inteligencia emocional como tal la desarrollaron Salovey y Mayer en 1990, basándose en lo propuesto por Gardner.

Inteligencia emocional de Daniel Goleman

A pesar de todo, quien popularizó el concepto fue Daniel Goleman, a través de su trabajo Inteligencia emocional, uno de los libros más vendidos en la actualidad.

Goleman es considerado el psicólogo más destacado en el revolucionario concepto de la inteligencia emocional. Sus ideas despiertan un interés creciente en diferentes ámbitos, ya que afirma que puede lograrse una vida exitosa a través de la inteligencia emocional sin darle prioridad al coeficiente intelectual (IQ) “tradicional”. Es más, considera que este tipo de inteligencia es la herramienta más poderosa que poseemos a la hora de tomar cualquier decisión en nuestra vida, superando incluso al IQ.

Más adelante, Daniel Goleman fue ampliando el concepto, centrándose en la aplicación de la inteligencia emocional al trabajo y liderazgo.

Por otro lado, es necesario destacar que, a pesar de ser un tema investigado y desarrollado principalmente por la psicología cognitiva, hay trabajos que reflejan la base biológica de la inteligencia emocional. Por ejemplo, los estudios de LeDoux, que demuestran que la amígdala conecta el llamado “cerebro racional” y el “emocional”. Esto permite que podamos moldear nuestras emociones según el contexto y las demandas del ambiente.

Definición

La definición de inteligencia emocional surgió de la necesidad de responder a la cuestión de por qué existen personas que se adaptan mejor que otras a las distintas situaciones del día a día. El secreto del éxito parece residir en una desarrollada inteligencia emocional, que se puede definir como la habilidad de captar, comprender y gestionar información emocional de uno mismo y de los demás.

En concreto, la definición que nos ofrece Daniel Goleman de inteligencia emocional es: “la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlos y compartirlos con los demás”.

¿A qué llamamos inteligencia emocional?

Una inteligencia emocional desarrollada permite distinguir nuestras propias emociones, aceptarlas y conducirlas de la manera más idónea para tener éxito en nuestra vida. Esto facilita el logro de nuestras metas y el establecimiento de una mejor relación con nosotros mismos y con los demás.

Como habrás podido observar, esta clase de inteligencia se compone de varios tipos de competencias fundamentales:

  • El conocimiento de las propias emociones, lo que se conoce como autoconocimiento emocional,
  • el control adecuado de estas (autorregulación emocional),
  • la capacidad de motivarse a uno mismo,
  • el reconocimiento de las emociones de los demás(empatía),
  • el establecimiento de relaciones personales positivas (habilidades sociales).

Así, una persona con elevada inteligencia emocional presentaría estas competencias y las utilizaría como herramienta para alcanzar el éxito en diversos ámbitos de su vida.

Ejemplos

  • Ser capaz de escuchar activamente a otras personas sin interrumpir y atendiendo a su lenguaje no verbal.
  • percatarse de las propias emociones y cómo se enfrentan (o si se evitan).
  • actuar adecuadamente ante las reacciones emocionales de otros, como llanto o estallido de ira.
  • controlar las emociones en una situación en el que expresarlas sería socialmente inapropiado o contraproducente.
  • buscar soluciones a los conflictos en las que “todos ganen”.

¿Cómo medir la inteligencia emocional?

Los profesionales deben medir la inteligencia emocional con pruebas que cumplan los estándares de la psicometría. Existen tres tipos de tests que la evalúan:

  • Tests de autoinforme: los completan los propios sujetos, debiendo contestar en qué grado están de acuerdo o no con los enunciados descritos. Un ejemplo sería el SREIT (Self-ReportEmotionalIntelligence Test) de Nicola Schutte.
  • Informes de otros: se realiza con grupos de personas que interactúen frecuentemente entre sí (por ejemplo, compañeros de trabajo). Cada uno debe valorar el nivel de inteligencia emocional de cada componente del grupo (evaluación 360 grados). Puede suponer una visión algo subjetiva y sesgada ya que las personas suelen incluir características de personalidad, considerándolas erróneamente como rasgos de inteligencia emocional.
  • Tests de capacidades: como el MEIS (Escala Multifactorial de Inteligencia Emocional), o su versión mejorada MSCEIT (Test Mayer-Salovey-Carusos obre Inteligencia Emocional). Constituye una medida más fiable y basada en capacidades de la inteligencia emocional.

¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional se puede conseguir a través de la educación emocional. Este proceso de aprendizaje tiene como fin la adquisición de “el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de manera apropiada los fenómenos emocionales” (Bisquerra y Pérez, 2007).

Para desarrollarla, en primer lugar, es fundamental trabajar nuestra capacidad para percibir, describir y expresar nuestros estados afectivos y los de los demás. Identificar cómo nos sentimos sirve para encauzar nuestros pensamientos y conductas con el fin de motivarnos, establecer metas y alcanzar logros en la vida.

Muchas veces no somos capaces de definir cómo nos sentimos, o le ponemos una etiqueta muy básica a nuestras emociones (estoy “bien” o “mal”) cuando se puede ser más preciso poniéndole algo de esfuerzo (me siento sorprendido, decepcionado, liberad, etc.) Los objetivos en este punto deben ser: reconocer cuándo se está sintiendo una emoción y saber qué significa dicho sentimiento. Además, comprender sus emociones, distinguirlas y entender cómo evolucionan.

El siguiente nivel sería la regulación emocional, estableciendo la meta de controlar adecuadamente las emociones tanto positivas como negativas.

Posteriormente, se puede comenzar a trabajar la identificación de emociones en los demás. Esto es muy importante para crear relaciones sociales positivas.

A continuación, se debe potenciar la habilidad para comprender a los demás, es decir, la empatía. Para ello es fundamental no sólo atender a lo que la otra persona dice, sino a observar sus expresiones no verbales para integrar toda la información.

Por otro lado, también se entrenaría la capacidad de regular las emociones en los otros. Esto se consigue principalmente a través de la comunicación emocional y la escucha activa. Trabajando todos estos aspectos irás poco a poco aumentando la inteligencia emocional.

Actividades para desarrollar la inteligencia emocional

A continuación, se sugieren actividades para desarrollar la inteligencia emocional para que comiences a aprender hoy mismo.

Atiende a tus emociones

En esta actividad debes escribir con detalle las emociones que sentiste en los últimos días justo antes de acostarte. Así, puedes empezar con el día de ayer e intentar ir hacia atrás todo lo posible. Además, procura asociar dichas emociones a lo que te ocurrió durante el día. Trata de no confundir tus estados emocionales (triste) con estados físicos (cansado).

Otra variante para ser consciente de emociones pasadas es describir cómo te sentiste en tres acontecimientos importantes de tu infancia. Intenta describir sucesos tanto positivos como negativos. También puedes hacerlo con emociones del pasado reciente (últimos tres años, por ejemplo).

Pon nombre a tus emociones

Escribir sobre tus emociones y reflexionar de dónde vienen y qué consecuencias tienen produce un mayor conocimiento de nuestra inteligencia emocional.

Define una hora cada día para detenerte a escribir lo que estás sintiendo en ese momento. Puedes colocar una alarma para que no se te olvide y convertirlo en un hábito. Procura reflexionar e incluir toda la información que puedas. Para ello puede ser muy útil utilizar la rueda de emociones de Robert Plutchik.

Una variante del ejercicio es seleccionar un poema y analizar qué emociones te ha producido leerlo. No se trata de describir lo que el autor pretendía expresar, sino lo que te ha hecho sentir a ti. Elige unas seis palabras para describir cómo te has sentido, incluyendo sensaciones físicas. Puedes hacer lo mismo con imágenes, películas o vídeos.

Regula tus emociones

Para ser más consciente de cómo regulas tus emociones puedes escribir qué haces y qué piensas cuando te encuentras en un estado afectivo concreto. Por ejemplo, puedes comenzar analizando cómo reaccionas ante el miedo, luego ante la tristeza y, posteriormente, ante el enfado. Para facilitar la tarea, imagínate y visualízate en esa situación y pon atención a lo que piensas, lo que haces y si intentas evitar tus sentimientos o no.

Puedes hacer el mismo ejercicio, pero describiendo tu reacción ante una situación agradable, por ejemplo, algún comentario positivo que te hayan dicho.

Identifica emociones en los demás

La actividad más común para trabajar este aspecto de la inteligencia emocional es observar fotografías o videos de diferentes expresiones faciales y describir con detalle las emociones que expresan. ¿Son positivas, negativas o inexpresivas? ¿cómo es la posición de la boca o de las cejas? ¿reflejan aproximación o evitación? ¡Ten en cuenta el contexto!

Escucha activamente

Esta actividad se realiza en grupo, con un moderador. Se trata de elegir un tema para debatir, recomendándose empezar por aquellos más simples y sencillos y continuar más adelante con otros más complejos. Cada persona debe dar su opinión sobre el tema, siendo imprescindible que antes de hablar resuma lo que ha dicho la última persona que opinó.

El espejo

El espejo es la última de las actividades para desarrollar la inteligencia emocional que proponemos hoy. El ejercicio se debe realizar en parejas. Uno de los dos debe hablar con sinceridad y de forma natural sobre una situación importante en su vida. La otra persona debe escuchar activamente y atender al lenguaje no verbal del compañero, ya que posteriormente tendrá que “imitarle” lo más fielmente posible. Debe intentar reproducir el tono de voz, los gestos, las pausas, etc.

Inteligencia emocional en niños

La inteligencia emocional no es sólo cosa de adultos, de hecho, se recomienda comenzar la educación emocional desde las primeras etapas escolares. Sería ideal que todas las escuelas contaran con un programa de educación emocional en el que participen profesores, familiares y alumnos.

De todas formas, el ambiente donde no debe faltar es en el hogar. Los padres deberían fomentar modelos de comportamiento emocionalmente inteligentes, para ello es esencial que estos desarrollen previamente su inteligencia emocional.

Está demostrado que ayudar a los niños a desarrollar sus competencias emocionales en etapas tempranas produce importantes diferencias en su salud y satisfacción a largo plazo. Además, la inteligencia emocional ayuda a prevenir las adicciones, falta de autoestima, violencia, impulsividad, delincuencia, etc. mientras que promueve el desarrollo académico y profesional y reduce la aparición de estrés y depresión.

Referencias del artículo sobre actividades para desarrollar la inteligencia emocional

  • Arrabal Martín, E. M. (2018). Inteligencia Emocional. Editorial Elearning, SL.
  • Bisquerra Alzina, R., & Pérez Escoda, N. (2007). Las competencias emocionales.  Educación XXI: revista de la Facultad de Educación (10), 61-82.
  • Fernández Berrocal, P. y Ramos Díaz N. (2016). Desarrolla tu inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós.
  • Gallego Matellán, M. (2015). Educación emocional con y sin TDAH. Madrid: EOS.
  • García Navarro, E., López-Cassà, E., Pérez-González, J. C., Lantieri, I., Nambiar, M., Aguilera, P., … & Planells, O. (2012). ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona) Hospital Sant Joan de Déu.
  • Grewal, D., & Salovey, P. (2006). Inteligencia emocional. Mente y cerebro16(1), 10-20.
  • Trujillo Flores, M. M., & Rivas Tovar, L. A. (2005). Orígenes, evolución y modelos de inteligencia emocional. Innovar, 15(25), 9-24.

Publicado en Blog Neuron. Post original aquí.

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Incertidumbre, empatía e inteligencia emocional

por  José Manuel Castro Díaz

El ser humano siempre intenta buscar una explicación a todo lo que acontece a su alrededor y a lo que le ocurre a él mismo, a las causas de los acontecimientos, de los hechos, de sus actos. Desde sus primeros tiempos como ser inteligente, el hombre ha sentido curiosidad por todo lo que le rodea. Cuando no encontraba una explicación lógica, se inventaba respuestas mágicas o apelaba a la voluntad o al capricho de los dioses. La filosofía, la madre de todas las ciencias, nació precisamente por aplicar un sentido racional a las preguntas y a sus respuestas. Sin embargo, a pesar de los enormes avances en todos los campos de la ciencia, las preguntas sobre los grandes misterios de la vida siguen sin encontrar respuestas convincentes.

Esta semana ha ocurrido un hecho terrible que nos ha conmovido profundamente: el accidente de un avión de la Compañía Germanwings provocado por el copiloto Andreas Lubitz. Según todos los indicios el citado copiloto aprovechó un momento que se quedó solo en la cabina para cerrar la puerta, impedir que se pudiera abrir desde fuera y hacer descender el avión hasta que se estrelló en los Alpes con 150 personas a bordo que murieron instantáneamente. Y a partir de ese momento comenzaron a buscarse explicaciones indagando en su pasado: que estaba siendo tratado por un Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), que estaba pasando por una crisis existencial, que sufría desprendimiento de retina lo que le impediría pilotar un avión y provocaría una profunda depresión… Seguramente todas ellas y alguna causa más que desconocemos, unido a una personalidad compleja, determinaron su acción final. Y con ella no sólo provocó su muerte sino también la de 149 personas más.

Lo que quiero explicar con todo lo anterior es algo muy distinto: la enorme complejidad del ser humano, que en interacción con todo lo que le rodea, convierte su vida en una fuente de incertidumbres. No es que no podamos controlar nuestro destino, es que son tantos los imponderables que nunca podremos llegar a preverlos todos: accidentes, catástrofes naturales, casualidades… Esto no nos debe paralizar ni sumir en la desesperación. Siempre ha sido así, es y será de este modo y debemos ser conscientes y realistas. Lo queramos o no, la incertidumbre existe y nos rodea (recomiendo la lectura de El Mundo ¿Por qué es imposible eliminar la incertidumbre?). Creo que este es buen punto de partida y un buen tema para trabajar con nuestros estudiantes de secundaria: la incertidumbre, lo que podemos y no podemos controlar, cómo deberíamos afrontar nuestra vida, cómo tomar buenas decisiones…

Lo que debemos hacer es vivir nuestra vida como si fuéramos capaces de controlarlo todo, por lo menos lo que está en nuestras manos. Lo que nos queda es intentar mejorar lo más cercano, lo que conocemos, lo que podemos, en cierta medida, explicar. Y empezar por nosotros mismos, intentando conocernos y cambiar lo que consideramos más negativo. Vivir y convivir con los demás, ayudarlos y dejar que nos ayuden, quererlos y dejar que nos quieran. Puede ser un buen momento para apelar a dos conceptos sobre los que hemos hablado varias veces, la empatía y la inteligencia emocional y aprovechar una de las entradas del Blog Justifica tu respuesta de Santiago MollLa respuesta empática, ¿por qué la gente no escucha? Si desde nuestra más temprana edad se nos educa en la empatía, seguro que la convivencia, la tolerancia, el respeto serían mucho más visibles en nuestra sociedad. Y desde la escuela y desde los Institutos podemos realizar una labor muy positiva. En el siguiente cuadro se resume de manera muy clara la forma de responder de alguien que no tiene empatía de aquél que sí la tiene y la diferencia entre aquel que comprende e intenta ayudar y el que sólo piensa en sí mismo y en sus problemas. Quizás Andreas Lubitz fuera muy inteligente y estuviera muy bien preparado. Pero carecía de algo fundamental: el respeto a sí mismo y a los demás.

Publicado en Orientación Machado. Post original aquí.

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Aprendiendo a ser asertivos

por Àngels Mora

¿Qué es y para qué sirve la asertividad? ¿Se trata de una moda pasajera o realmente tiene sentido aproximarse a este concepto? ¿Es una cualidad intrínseca o se puede adquirir o mejorar?… Como suele ser habitual, lo realmente importante no son las preguntas sino las respuestas.

Se pueden encontrar varias definiciones cuando se habla de asertividad. Ésta podría ser una de ellas: “La asertividad es aquella conducta que permite al individuo expresar adecuadamente cuestiones como la oposición a una idea (decir no) o el afecto (elogiar), de acuerdo a sus intereses y objetivos, respetando el derecho de los otros e intentando alcanzar la meta propuesta”.

En definitiva, la conducta asertiva es aquélla que podría también denominarse “socialmente hábil”, dado que es uno de los métodos más eficaces a la hora de mantener relaciones interpersonales bien consolidadas. La asertividad no es un rasgo de la persona, sino que los individuos se comportan asertivamente o no en función de la asimilación de una técnica o un hábito conductual.

La capacidad de expresar las emociones o ideas tal y como se conciben implica una gran cuota de confianza tanto en uno mismo como en el interlocutor. Si expresamos asertivamente, pero cuidadosamente, nuestras impresiones, obtendremos como consecuencia directa una apertura del interlocutor hacia nuestros planteamientos y esto creará las bases de una relación sólida y abierta.

Conducta asertiva o socialmente hábil

La conducta asertiva no tiene siempre como resultado la ausencia de conflicto entre las dos partes, aunque su objetivo es la potenciación de las consecuencias favorables y la minimización de las desfavorables.

La asertividad implica, simultáneamente, afirmarse y hacerlo en armonía con el otro. Y aunque para ello es necesario que exista una buena autovaloración, no es suficiente pues la asertividad no es un rasgo de la persona, sino que el individuo se comporta asertivamente o no en una variedad de situaciones. Así pues, es un elemento que requiere una articulación práctica y, como tal, puede entrenarse para mejorar su aplicación.

La asertividad suele estar asociada a derechos humanos básicos:

  • Ser escuchado.
  • Tener y cambiar de opinión.
  • Tomar decisiones propias y a elegir.
  • Cometer errores y, por tanto, a decidir, aun a costa de equivocarse.
  • Ser tratado con respeto.
  • Decir NO y no sentirse culpable por ello.
  • Hacer menos de lo que humanamente se es capaz de hacer.
  • Tomarse tiempo para tranquilizarse y pensar.
  • Tener y expresar los propios sentimientos.
  • Pedir información.
  • Sentirse bien consigo mismo.
  • Poder reclamar los propios derechos.
Conducta pasiva

La no asertividad muestra una falta de respeto hacia las propias necesidades. Su objetivo es el apaciguar a los demás y el evitar conflictos a toda costa. Comportarse de este modo ante la mayoría de situaciones comporta, en primer lugar, consecuencias no deseables para el propio individuo: la probabilidad de que la persona no asertiva satisfaga sus necesidades o de que sean entendidas sus opiniones se encuentra sustancialmente reducida debido a la comunicación indirecta o incompleta. Después de varias situaciones en las que un individuo ha sido no asertivo, es probable que termine por estallar. Hay un límite respecto a la cantidad de frustración que un individuo puede almacenar dentro de sí mismo.

Pero el que recibe la conducta no asertiva puede experimentar también una variedad de consecuencias desfavorables: tener que inferir constantemente lo que está realmente diciendo la otra persona o tener que leer los pensamientos de la otra persona es una tarea difícil y abrumadora que puede dar lugar a sentimientos de frustración, molestia o, incluso, ira hacia la persona que se está comportando de forma no asertiva.

Conducta agresiva

Defensa de los derechos personales y expresión de los pensamientos, sentimientos y opiniones de una manera inapropiada e impositiva, atacando los derechos de las otras personas.

La conducta agresiva a corto plazo puede traer como resultado consecuencias favorables como una expresión emocional satisfactoria, un sentimiento de poder y la consecución de los objetivos deseados. No obstante, pueden surgir sentimientos de culpa, una enérgica contra agresión directa en forma de un ataque verbal o físico por parte de los demás o una contra agresión indirecta bajo la forma de una réplica sarcástica o de una mirada desafiante. Las consecuencias a largo plazo de este tipo de conductas son siempre negativas. Las víctimas de las personas agresivas acaban, más tarde o más temprano, por sentir resentimiento y por evitarlas.

Estrategias asertivas

Mucha gente no es asertiva porque carece de autoestima. Es importante recordarse a uno mismo que se es tan importante como los demás y tomar en serio las propias necesidades.

Planificar los mensajes. Conseguir que todos los hechos y puntos estén aclarados con antelación, confeccionando notas de referencia si la situación lo permite.

Ser educado. Enfadarse provoca confusión en uno mismo y hace que los demás vean al individuo débil, histérico y con una baja credibilidad. Hay que recordar que se deben tomar en consideración los puntos de vista de los demás y comunicarles que se entiende su punto de vista. Negar o ser testarudo no suele funcionar a largo plazo. Es mejor guardar la calma y educada, pero firmemente, exponer la opinión propia.

Guardar las disculpas para cuando sean necesarias. No se deben pedir excusas, a menos que sea necesario hacerlo. Si se reservan las disculpas para cuando sean apropiadas, no se disminuirá ni su valor ni el propio, y los demás tomarán al individuo en serio para otros asuntos.

No arrinconar a los demás. El hecho de hacer esto habitualmente provocará cólera y resentimiento, lo cual siempre dificulta las relaciones. Si uno se quiere asegurar la cooperación de los demás, siempre se les debe proporcionar, cuando sea posible, una salida (con suerte, la salida que uno desea) y se deben esbozar las consecuencias constructivas de tal alternativa para los demás y para uno mismo.

Nunca recurrir a las amenazas. Si se responde a cualquier injusticia con fuertes amenazas, la credibilidad y la cooperación que se pretenden desaparecerán.

Aceptar la derrota cuando sea necesario. La asertividad comporta comprensión, aceptando la derrota con elegancia y en buenos términos con el otro. Si se le ve aceptar situaciones cortésmente tras una discusión, la gente le respetará más. A nadie le gusta ser un mal perdedor.

Prueba a decir “no” asertivamente

Siguiendo el siguiente esquema conseguirás más fácilmente no acceder

a las demandas de los demás, respetando tus derechos y los suyos y sintiéndote bien.

  1. Escucha con atención en interés.

Para que la otra persona tenga claro que has entendido perfectamente su petición y que no hace falta que te la repita nuevamente ni que entre en detalles cuando no accedas a ella.

  1. Di “no (ahora)” y explica los motivos.

Si explicas a la otra persona las razones que te impiden considerar su demanda, estarás facilitándole que se ponga en tu lugar y entienda que tu negativa es “razonable”, que no se trata de algo “personal”, ni de un capricho ni de una provocación.

  1. Ofrece opciones alternativas.

¿Estás seguro de que eres la única persona en el mundo que puede atender ese encargo en ese preciso momento? Por mucho que nos guste sentirnos útiles, pocas personas son verdaderamente imprescindibles e insustituibles. Prueba a recordar a quien te solicita el favor qué otras personas podrían igualmente ayudarle o de qué otra forma podría conseguir sus objetivos sin involucrarte a ti. Y en el caso de que nadie más pudiera llevar adelante esa tarea, podrías proponer un breve aplazamiento para terminar lo que tenías previsto realizar en ese intervalo.

Publicado en Human Performance. Post original aquí.

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¿Cómo se comunica una persona hábil en inteligencia emocional?

por Valeria Sabater

Para comunicarte de manera emocionalmente inteligente necesitas conectar con quien tienes en frente. Escuchar de manera activa sin juzgar es siempre el primer paso, ese en el que suele fallar mucha gente.

¿Cómo se comunica una persona hábil en inteligencia emocional? ¿Es paciente, asertiva y empática? Lo cierto es que esta competencia de vida va mucho más allá. Es una herramienta de supervivencia, de saber reaccionar ante los imprevistos, es por encima de todo el arte de conectar desde las emociones sabiéndolas poner siempre a nuestro favor para mejorar la convivencia.

Por otro lado, si bien es cierto que todos nosotros vinculamos el concepto de inteligencia emocional a Daniel Goleman, la realidad es que fue otra célebre figura quien introdujo, acuñó y desarrolló este concepto: Peter Salovey, psicólogo de la Universidad de Yale. Así, algo que quiso dejar claro desde el inicio es que esta dimensión debía ser un complemento a la propia inteligencia.No importa cuánto sepas, importa cómo lo transmites. Tampoco tiene relevancia quién seas o qué posición ocupes si no sabes llegar a acuerdos y comprender a quien tienes delante. Todo hombre y mujer emocionalmente inteligente, señalaba Salovey, es capaz de relacionarse consigo mismo y con los demás para dar forma a una vida más plena y satisfactoria.

Estrategias que usa una persona hábil en inteligencia emocional

Una persona hábil en inteligencia emocional no nace, se hace a sí misma desarrollando nuevas estrategias. Se necesita por tanto de voluntad, compromiso y conocimiento de las habilidades que deben aplicarse. Decimos esto por algo muy simple.

En los últimos años, abundan los cursos para aprender esta competencia -sin que tengan todos, al menos, una calidad aceptable-. Sin embargo, un diploma no habilita a nadie. No si sabe lo que es la empatía, pero a la hora de comunicarse es incapaz de escuchar y comprender a quien tiene en frente. Se necesita por tanto, un compromiso real hacia el cambio.

Es más, trabajos, como el realizado en la Universidad de Baréin en el 2018, destacan la necesidad de que todo líder en una organización sea hábil en materia de inteligencia emocional. Así, un modo de empezar es aprendiendo una serie de herramientas en el área comunicativa.

Autorregular emociones: la calma nos ayuda a expresarnos mejor

Seguro que lo habrás notado alguna vez. Cuando en tu interior habita la rabia, la frustración o el enfado tu comunicación se vuelve agresiva. Dices cosas de las que te arrepientes. E incluso te es imposible expresar con claridad aquello que deseas s decir. En esencia, todo estado emocional intenso e incontrolado dificulta el acto comunicativo.

El primer paso será siempre regular el estado emocional: una mente en calma se expresa mejor.

Motivación por comunicar de manera positiva

La persona hábil en inteligencia emocional no solo está motivada para comunicar: siente el impulso de hacerlo de manera positiva. ¿Qué significa esto? Implica que su voluntad es la de entender, llegar a acuerdos, no imponer en exclusiva su opinión, sino también, tener en cuenta la del otro.

Comunicar de manera positiva exige además, saber controlar la comunicación no verbal: gestos, sonrisa amable, pero no forzada, tono de voz… Todo debe estar orientado hacia la calidez y la conexión.

Empatía sin contagio emocional para poder comunicar mejor

La persona con una buena inteligencia emocional sabe gestionar la información que le llega gracias a su capacidad de empatía. Esa capacidad para percibir, entender y conectar con los afectos y realidades ajenas es la piedra angular para una buena comunicación. Es una gran ventaja cuando empleamos la empatía para completar nuestro conocimiento de lo que está ocurriendo y somos capaces de articulas una respuesta sin que las emocione nos inunden.

Necesitamos de esa ecpatía con la que comprender la realidad emocional del otro, pero sin quedar contagiados por esas emociones. Pongamos por caso que estamos hablando con un compañero de trabajo muy enfadado. De nada nos va a servir estar a su mismo nivel y estado anímico. Para poder argumentar, reaccionar y llegar de manera adecuada al otro necesitamos mantener la calma y equilibrio.

La escucha activa: el don de la persona hábil en inteligencia emocional

Escuchar para comprender y no solo para responder. Parece fácil; sin embargo, este suele ser el mayor problema en los procesos comunicativos: no nos escuchamos. Si deseamos convertirnos en una persona hábil en inteligencia emocional es prioritario que aprendamos a aplicar una adecuada escucha activa.

Esta estrategia fue definida por el psicólogo Carl Rogers e implica integrar las siguientes dimensiones:

  • Escuchar con atención.
  • Ser capaces de atender lo que dice el otro sin presuponer, sin dar nada por sentado.
  • Estar abiertos a comprender lo que nos dicen.
  • Escuchar de manera activa es abrirse al otro y no estar pendiente de qué vamos a decir o si nos están llevando o no la contraria.

Conectores emocionales en la comunicación

A menudo, pasamos por alto el valor de los conectores emocionales en el proceso comunicativo. Nos referimos a pequeños gestos con los que hacerle ver (y sentir) al otro que lo entendemos, que conectamos con él o ella, que validamos su presencia, palabras y emociones. Ahora bien, ¿de qué manera se aplican este tipo de recursos?

Estos son unos ejemplos:

  • Repite parte del mensaje que ha dicho la otra persona para demostrarle que la has escuchado/entendido -> “entiendo que las cosas están más complicadas en tu departamento (…)”.
  • Introduce palabras que sirvan para validar el diálogo a quien tienes en frente: te entiendo, es cierto, por supuesto, claro, bien, estoy de acuerdo…

Para concluir, convertirnos en personas hábiles en inteligencia emocional y en el arte de la comunicación eficaz requiere tiempo y esfuerzo. No es fácil tener control absoluto sobre nuestras emociones para poder hablar de manera asertiva. Sin embargo, no hay nada como la práctica y la voluntad. Todos tenemos la capacidad de mejorar y desarrollar estas herramientas de vida.

“No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta”.

-Vincent Van Gogh-

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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Inteligencia contextual, la más buscada por los reclutadores de personal

por Edith Sánchez

La inteligencia contextual es una de esas capacidades cada vez más valoradas en el mercado laboral. ¿Por qué los empleadores la toman en cuenta? Te invitamos a descubrirlo.

La inteligencia contextual es la capacidad de comprender y adaptarse con eficacia a diferentes contextos y situaciones. Está asociada a la conciencia de las normas sociales, culturales y ambientales que rigen un entorno específico, así como a la habilidad de utilizar este conocimiento para interactuar y tomar decisiones apropiadas.

Hay empleadores privilegian a los candidatos que tengan esta cualidad, considerando que aportan estabilidad a las organizaciones, contribuyen al buen clima laboral  y suelen cometer menos errores. Esto último porque son más conscientes de los límites que tiene su propio conocimiento.

La inteligencia contextual es relevante, en especial, en situaciones interculturales o entornos laborales diversos y sociales en los que es necesario comprender y responder de modo adecuado a las normas, así como a las expectativas. Es una aptitud clave para la interacción efectiva y el éxito en diversos ámbitos de la vida.

«La inteligencia contextual es la capacidad de adaptarse a diferentes situaciones y aplicar el conocimiento de manera efectiva en contextos específicos».

~ Howard Gardner ~

Características de la inteligencia contextual

El conocimiento contextual comprende diversas características que permiten a una persona desenvolverse con fluidez en diferentes situaciones. Las principales seis son las siguientes:

  1. Flexibilidad cognitiva: supone la capacidad ajustar los enfoques, estrategias y soluciones, para abordar diferentes situaciones con efectividad.
  2. Empatía: es la capacidad de comprender y compartir las emociones y perspectivas de los demás. Ayuda a entender las necesidades y experiencias de los otros.
  3. Adaptabilidad: es la capacidad de ajustarse a diferentes entornos y circunstancias; a través de ella modificas comportamientos, perspectivas y estrategias, según las demandas del contexto.
  4. Pensamiento crítico: involucra el análisis de situaciones y problemas desde diferentes perspectivas. Abarca el cuestionamiento, las suposiciones, considerar diferentes puntos de vista y evaluar la información disponible antes de tomar decisiones.
  5. Sensibilidad cultural: es la competencia para detectar y apreciar las diferencias culturales; contribuye a comprender las normas de cultura, los valores y las tradiciones, así como mostrar respeto hacia ellas, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Jameos.
  6. Conciencia social: es comprender dinámicas para tomar conciencia sobre las normas, expectativas, roles y relaciones. Una  investigación de Cádiz: del floreciente s. XVIII al Port of the future del s.XXI, relacionó la conciencia social de trabajadores con la capacidad de evaluar condiciones que afectaban la calidad de vida, conflictos laborales y la percepción de justicia.

Tales características se combinan con el propósito de lograr una comprensión y adaptación efectiva a diversos contextos culturales, sociales y ambientales. Esto facilita la interacción exitosa y la toma de decisiones en distintas situaciones.

 ¿Cómo se manifiesta la inteligencia contextual?

Esta clase de inteligencia se manifiesta en la capacidad para interactuar con personas y entornos diferentes, en un marco de apertura y respeto. Dicho de una manera sencilla: lidiar eficazmente con la diferencia. Asimismo, influye en la modificación del estilo de comunicación, tono y lenguaje, según las normas y circunstancias.

A través de esta cualidad es posible leer y comprender las señales no verbales, además de interpretar las intenciones de los demás de una forma eficiente. Así, hay mayor habilidad de responder de modo apropiado.

La capacidad de resolver conflictos y solucionar problemas en entornos diversos es otra evidencia de la inteligencia en cuestión. Quienes la poseen son capaces de considerar diferentes perspectivas y encontrar respuestas que satisfagan las necesidades de los involucrados, tomando en cuenta el entorno específico y sus dinámicas.

Por ejemplo, la Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte divulgó la aplicación de un cuestionario a 690 jugadores de fútbol. Los resultados probaron que el conocimiento contextual se presentó en la esfera de la anticipación, la táctica y la competitiva; también ayudó a los deportistas a sentirse competentes para solventar problemas durante un partido.

En este mismo orden, los líderes que desarrollan la inteligencia para adaptarse a los contextos son capaces de asimilar, comprender y aprovechar las fortalezas y perspectivas de los miembros de su equipo. De la misma manera, fomentan un entorno inclusivo y promueven la colaboración, señala un artículo publicado en Razón y Palabra.

La inteligencia contextual y el entorno laboral

Con todo lo dicho, es comprensible que los empleadores busquen colaboradores caracterizados con esta clase de inteligencia. El ámbito empresarial está en constante cambio y, debido a ello, la capacidad de adaptarse y ser flexible es crucial.

Los reclutadores de personal valoran a estos candidatos porque son capaces de ajustarse con rapidez a nuevas situaciones, modificaciones en el mercado y escenarios variados.

Por otra parte, en un mundo globalizado, muchas organizaciones operan en entornos multiculturales y sus equipos los componen personas de diferentes orígenes. Este tipo de inteligencia facilita la colaboración efectiva y la comunicación intercultural, pues los empleados son más productivos y trabajan en armonía. Lo mismo aplica para las relaciones o clientes internacionales.

El conocimiento contextual ayuda a los colaboradores a considerar diferentes perspectivas y enfoques frente a complejidades. Así, conduce a soluciones más creativas e innovadoras, lo que es muy valorado por los reclutadores, quienes lo consideran como una ventaja competitiva y una capacidad determinante.

Conclusión

En este artículo revisamos en qué consiste la inteligencia contextual y las principales características de la persona que la posee: empatía, conciencia social, pensamiento crítico, adaptabilidad y flexibilidad.

Su desarrollo y aplicación tiene un enorme impacto en el contexto laboral, ya que facilita la adaptación del empleado, al tiempo que potencia su capacidad de resolver conflictos, teniendo en cuenta las demandas del lugar. Por eso, para los reclutadores es importante contratar individuos con una alta inteligencia de esta clase.

Te invitamos a cultivarla para destacar en tus entrevistas y ofrecer a la compañía un alto grado de trabajo en equipo y de comunicación intercultural.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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Los tres tipos de inteligencia que es necesario fomentar para resolver problemas

Robert J. Sternberg, autor de la célebre teoría triangular del amor, es un experto en el estudio de la creatividad y cómo se aplica a la educación

Por Elisa Silió

“Tus habilidades intelectuales cambian, la inteligencia se va aprendiendo”, dice Robert J. Sternberg

El estadounidense Robert J. Sternberg (New Jersey, 73 años) pasará a la historia de la psicología por su célebre teoría triangular del amor ―tiene que haber intimidad, pasión y compromiso―, pero también ha dedicado mucho tiempo al estudio de la inteligencia humana, la creatividad y su aplicación al mundo de la educación. Está convencido de que la enseñanza no debe limitarse a la transmisión de conocimientos, sino insistir en el desarrollo integral de la inteligencia. Expresidente de la American Psychological Association, el extrovertido Sternberg ha compartido su saber con los alumnos y profesores de la Universidad Camilo José Cela en Madrid, donde concedió una entrevista a este diario. Aunque dirigió el Centro de psicología de las habilidades, las competencias y la pericia de la Universidad de Yale, en la actualidad es profesor en Cornell.

Usted distingue tres tipos de inteligencia: analítica, creativa y práctica. ¿Cuál es mejor tener?

Una combinación de todas. Usas tu creatividad para generar ideas, pero todo el mundo tiene malas ideas, ¡hasta Einstein!, y necesitas habilidades analíticas para discernir si son buenas. Pero también se necesitan habilidades prácticas para comunicar las ideas de una manera que la gente pueda entender. Cuando las cosas no funcionan en una relación de pareja ―eso les pasa a los otros, no a nosotros [se ríe]― se necesitan habilidades analíticas para plantarse qué está pasando: ¿tiene un amante? ¿Está harto de mí? ¿Estamos fallando en la comunicación? Y se necesitan habilidades creativas para decir, “bueno, si las cosas no van bien, ¿cómo puedo hacer que vayan mejor?”. Además, se necesitan habilidades prácticas para asegurarse de que cualquier idea que se le ocurra realmente funcione con su pareja.

–Ahora más que nunca hay que trabajar en equipo de una forma transversal y esa es una habilidad que las empresas piden fomentar en las escuelas.

Sí, y ese es un gran punto cuando yo hablo en las escuelas. Las pruebas para medir el coeficiente intelectual se basan casi siempre en la individualidad, cuando los problemas del mundo real casi nunca lo son, involucran interacciones con personas como tu pareja, tu jefe, tus compañeros de trabajo, tus amigos, la gente de tu iglesia… Se enfatizan las habilidades propias, cuando también deberíamos ensalzar cómo trabajar con otros, porque esa es la forma en que se resuelven casi todos los problemas del mundo real.

–Por eso usted tiene su propia prueba de inteligencia.

–La prueba de coeficiente intelectual te dice un poco sobre el pensamiento analítico abstracto de una persona y eso es importante. Pero en la vida, cuando hay un problema, nadie te dice “aquí está el problema”, tienes que averiguarlo. Si no te das cuenta de que algo está mal, para cuando lo averigües, es posible que estés recibiendo la carta del divorcio. Lo que enfatizo en mi propia teoría es que necesitamos usar problemas que se parezcan más a los que la gente encuentra en la vida cotidiana. En mis charlas aquí, he dado ejemplos del mundo real. Problemas en la pareja, entre dos países o entre dos organizaciones. Pero los problemas reales son muy complicados, están cargados emocionalmente. No es cierto que tengas un coeficiente intelectual tuyo, tus habilidades intelectuales están cambiando constantemente. La inteligencia es algo que vas aprendiendo.

–En España, muchas familias piensan ahora que sus hijos tienen altas capacidades.

–Sí, ocurre también en Estados Unidos. Hay una especie de narcisismo creciente de que somos especiales, creo que es en parte una tendencia social. Tengo cinco hijos, los tres últimos trillizos [de 12 años], y me pregunto qué puedo hacer por ellos. Hay que ayudar a los niños a reconocer lo que les apasiona y alentarlos a que lo desarrollen. Mi chico Sammy en este momento está muy interesado en monedas raras y yo lo animo, porque aprende mucho sobre el mundo a través del estudio de las monedas. Tengo una niña que colecciona muñecas y a la otra le interesa la ropa. Todos tienen sus fortalezas y debilidades. Quiero ayudarlos a averiguar cómo pueden contribuir al mundo, para que puedan decir que tuvieron buena vida, pero que también hicieron la vida mejor a otras personas. A veces parte de la inteligencia es adaptarse o a veces cambiar de entorno. Me pasó a mí. Renuncié a un trabajo muy bien pagado. Después de unos meses vi que los valores de las personas en esta institución simplemente no coincidían con los míos. Necesitas encontrar entornos que conozcas, que te hagan sentir quién eres.

¿Cree que hay que fomentar la competencia sana entre escolares?

–No estoy muy seguro. En la vida, siempre hay competencia de algún tipo, pero a menudo las escuelas enfatizan demasiado la competencia, cuando la forma de resolver problemas es a través de la colaboración. Por eso es extraño que pasemos tanto tiempo diciendo quién hizo mejor tal prueba. Lo que tenemos que hacer es trabajar juntos. La invasión de Ucrania fue un muy buen ejemplo. Los países aprendieron que no pueden seguir cada uno su propio camino, hubiesen fracasado frente a Rusia. Yo tengo una teoría del amor y creo que una de las cosas que mata las relaciones es cuando las parejas están tan acostumbradas a competir que comienzan a competir entre ellos, en lugar de ser felices con el éxito de los demás. Incluso he visto a padres compitiendo con niños, es una locura.

–¿No es una exageración?

–No. ¿Por qué compiten con sus hijos? Si hablo del aumento del narcisismo, los padres se molestan. Mis hijos [mayores] son más exitosos que yo, tienen grandes hijos, buenos trabajos ― en mi vida hay una serie de fracasos― y eso me hace feliz. No me hace sentir que ellos están teniendo éxito y yo no. Y eso puede pasar con los niños, los hermanos, los padres… Es realmente destructivo competir, es absurdo. Pero, ya sabes, estos son tiempos difíciles.

–Luego están los llamados “padres helicóptero” que sobrevuelan por encima de la educación de sus hijos, sin dejar que sean autónomos.

 Mis padres nunca se involucraron, no terminaron la secundaria, por lo que no pudieron ayudarme. Pensé que era una desventaja, porque había niños cuyos padres eran médicos o abogados, mientras mi padre vendía botones. Pero luego llegué a la conclusión de que tenía una ventaja: nadie me iba a hacer triunfar. No iba a hacerme cargo del negocio de mi padre. Hay muchas personas que las miras y piensas: si no fuera por sus padres… Los hijos de Donald Trump podrían estar vendiendo zapatos en su zapatería.

–¿Hay que aburrirse para llegar a ser creativo?

No. Ser creativo es principalmente una forma de vida, no algo que obtienes cuando estás aburrido. Surge cuando tú decides que no haces las cosas como los demás. Pero cuando eres creativo pagas un precio, porque a la gente no le gusta. Incluso cuando te dicen que quieren que seas creativo, lo que realmente quieren decir es: sé creativo mientras no amenaces mi trabajo o mi forma de pensar. Para ser creativo tienes que estar dispuesto a desafiarte a ti mismo.

©EL PAÍS, SL

El País

EL PAIS

Publicado en La Nación. Post original aquí.

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Usando Inteligencia Emocional para Enfrentar Situaciones de Crisis

por Fiorella Velarde

Hemos aprendido que la inteligencia emocional consiste en sintonizarse con las emociones y usar la energía e información que contienen para tomar mejores decisiones que involucren a los demás y a nosotros mismos. Claro está que aunque este proceso comienza primero dentro de cada uno, solamente la interacción y su impacto en las relaciones interpersonales lo hace verdaderamente significativo. Así, a mayor escala, la inteligencia social nos provee esas habilidades y actitudes que nos permiten construir aquellos puentes de comprensión, compasión y empatía para conectarnos con otras personas. Esto es particularmente relevante cuando atravesamos situaciones inusuales e inesperadas de crisis y desastres naturales que sacuden nuestro mundo, sacando nuestros peores miedos a flote y desencadenando una serie de reacciones emocionales que podrían no ser útiles para entender la situación actual, o peor, quedarnos paralizados sin saber cómo lidiar con la incertidumbre de una manera más saludable.

Pensando un poco en como utilizar la inteligencia emocional para sobrellevar estos sentimientos tan complejos, me encontré de pronto tratando de poner en orden mi esquema mental y emocional con respecto a todos estos desastres que están sucediendo uno tras otro. Huracanes, terremotos, ataques terroristas y todo tipo de calamidades que han impactado ya sea directamente a mi comunidad, o a la familia, amigos, clientes… hechos todos ellos impactantes y absolutamente sobrecogedores.. De hecho, viviendo en un lugar tan propenso a los huracanes, como es el caso del estado de Florida, de alguna manera se puede decir que año tras año coexistimos con la casi certeza que en algún momento, entre agosto y noviembre, hay que estar preparado para lo que la Madre Naturaleza nos envíe. Esta capacidad de adaptación desarrollada a partir del medio natural en que vivimos, nos convierte a todos los floridanos en una especie de rescatistas especializados en desastres, responsables con nuestra familia y nuestra comunidad. El ejercicio de supervivencia se repite cada año, pero en realidad representa mucho más que eso.

Como resultado de estos eventos confluyen el estrés, la cólera, el miedo; todos esos sentimientos válidos que salen a flote, simplemente para comunicarnos lo que es importante para nosotros y que es vital para nuestra supervivencia. Incluso la frustración, y el profundo sentimiento de angustia que surge de la idea  que no  podemos ayudar a todos – aunque quisiéramos -y cada una de las personas que han perdido su techo, que es humanamente imposible colectar todos los suministros que se necesitan aquí, allá y en todos lados … y encima de eso, seguir adelante con la propia vida y las obligaciones. Por otra parte, también sentimos una inmensa gratitud de estar a salvo y una esperanza renovada en la humanidad, al ver cómo las personas han salido en masa a ayudarse unos a otros en estos tiempos de crisis.

Momentos como estos son una invitación perfecta para hacer una pausa de 6 segundos antes de considerar cualquier paso adelante. El uso del Modelo de Six Seconds me permite validar ese torbellino emocional y observar si mi dialogo interior me está sirviendo como un recurso o mas bien obstaculiza mi capacidad para mantener mi propósito. Además, me pregunto, ¿estoy contribuyendo a exacerbar y amplificar el contagio emocional que está afectando a quienes están a mi alrededor?

El hecho de que las emociones de las personas sean contagiosas, incluso cuando no podemos darles un sentido claro está ya ampliamente validado por la neurociencia. Así que, aquí hay algunas sugerencias específicas para transitar desde el miedo y la reactividad hacia una actitud de comprensión y compasión.

  • Evita engancharte en discusiones en las redes sociales que no tengan un propósito verdadero, aquellas que son estériles y que estén claramente enfocadas a avergonzar, juzgar y criticar a los demás. Asumamos que cada persona tiene la genuina intención de alejarse del peligro, pero que cada uno posee formas -y recursos diferentes para lidiar con las circunstancias extremas.
  • Funcionamos mejor como un equipo colectivo. Si necesitas víveres, gas, agua etc., es probable que otros necesiten los mismos suministros al igual que tú. Sé paciente y compasivo con esa persona que está demorando la línea delante de ti, tal vez él o ella no vayan a tu mismo ritmo.
  • Validar tu miedo y sensación de vulnerabilidad. Esto te permitirá tomar la situación en serio, evaluar los verdaderos riesgos y protegerte a ti y a tu familia. Pide ayuda si la necesitas y se compasivo contigo mismo si te sientes confundido.
  • Estar dispuesto a estar emocionalmente disponible para las personas que necesitan validar su propio miedo y ansiedad, incluso si esto significa tener que soportar una charla un poco ‘emocional’ acerca de las preocupaciones de tu interlocutor.
  • Ofrece ayuda. Si estás en posición de ayudar a un vecino, amigo o compañero de trabajo a prepararse mejor, hazlo. Esta es una manera mucho más eficaz de hacer frente a tu propio estrés, mientras que apoyas a alguien en necesidad.
  • Reflexiona en tu experiencia personal una vez que todo se ha calmado. Identifica cuales fortalezas te sirvieron y cómo las utilizarás en el futuro. Pregúntate también qué es lo que harías diferente una próxima vez?
  • Si se alinea con tu Meta Noble, evalúa ¿qué puede hacer tu comunidad de manera diferente para hacer frente a situaciones como éstas? ¿Qué sentimientos experimentaste viendo que las cosas fueron o no fueron manejadas adecuadamente en tu opinión? Utiliza la energía detrás esa emoción para activar el cambio que quieres ver en tu comunidad.

Al final del día, si bien es cierto que no podemos cambiar la trayectoria de un huracán Categoría 5 ni de ningún otro desastre natural, siempre podemos asimilar el aprendizaje de manera diferente. La inteligencia emocional no opera en el vacío, solamente dentro de tu cerebro, o en tu círculo cercano o tus allegados, sino que cobra importancia y relevancia cuando TÚ  puedes co-crear cambios positivos, un día a la vez, empezando por ti mismo.

 

Publicado en SixSeconds. Post original aquí.

La publicación ofrece el ebook gratuito “Practicando Inteligencia Emocional” que puede descargarse aquí.

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Cinco hábitos para lograr una alta inteligencia emocional

Por Vineet Chopra y Sanjay Saint

Muchos podrían pensar que ser emocionalmente inteligente es algo que se tiene o no se tiene ¡nada más lejos de la realidad!

 
La empatía es clave para resolver conflictos en las empresas

¿Alguna vez ha escuchado a alguien decir: “yo soy así y ya no hay nada que hacer” o tal vez “yo por las buenas soy muy bueno (a), pero por las malas…”?

Esto no tiene porqué ser así. La inteligencia emocional (IE) es una habilidad que se puede desarrollar, de la misma forma en que un niño de 10 años o un adulto mayor pueden aprender a conducir un vehículo o a nadar.

De esto puedo dar fe a título personal: a falta de experiencia y de consciencia en el tema, debo decir que hace muchos años la falta de IE me trajo problemas que podría haber evitado si en aquel entonces me hubiese dado a la tarea de investigar y formarme en el tema. La falta de IE me trajo problemas en el trabajo, en casa y hasta en las “mejengas”, como le llamamos en Costa Rica, a los partidos de fútbol no oficiales.

Me pregunto si a usted le habrá pasado alguno de estos ejemplos:

-Mal humor debido a un partido de fútbol (o algún otro deporte de su preferencia)

-Una discusión familiar en la que usted no se contuvo y dijo algo de lo que se arrepintió en el momento.

-Una propuesta en el trabajo que le fue rechazada y una discusión con su jefe como parte de su defensa.

-Una conversación con su hijo o hija adolescente que termina en una discusión porque usted no supo controlar sus emociones tras sus respuestas.

A continuación, le comparto cinco hábitos que aplican las personas con alta inteligencia emocional. Usted puede comenzar a practicarlos constantemente y convertirlos en un hábito en su vida también:

1.- Son conscientes:

Las personas con alta IE procuran ser conscientes de su estado emocional la mayor parte del día. Quizá no sea tan sencillo mantenerse consciente las 24 horas del día pero en la medida que usted comience a monitorear sus acciones y respuestas le resultará más fácil aprender a controlarlas. Le invito a ver cuáles son las emociones que usted expresa con mayor intensidad (ira, enojo, alegría, preocupación, etc.) y cuando se encuentre en alguna de ellas, pregúntese ¿por qué me siento así?. Si es una emoción que desea controlar de mejor manera y se encuentra cayendo en ella, háblese a usted mismo/a. El hecho de hablarse a sí mismo le ayudará a incrementar su nivel de consciencia y poco a poco verá cómo le será más fácil controlar esa emoción antes de que surja y le meta en problemas.

2.- Son positivos:

Las personas con Alta IE transforman lo negativo a positivo; siempre se encuentran buscando el lado bueno de la dificultad (siempre lo hay pero no siempre es evidente). Además, éstas personas se rodean siempre de personas positivas (se dice que uno se convierte en el promedio de las cinco personas con quién más se relaciona). ¿Cuánto cree usted que le ayude rodearse de personas negativas?

3.- Viven en el presente:

Quienes tienen una alta IE comprenden que sufrir por el pasado o preocuparse por el futuro no les ayuda a controlar sus emociones. Vivir en el presente (o como le llaman hoy mindfulness) nos permite no sólo disfrutar de lo que está sucediendo a nuestro alrededor sino también poder preguntarnos en ese diálogo interno ¿por qué me siento así?. De esta manera, tenemos la posibilidad de cambiar lo que no nos gusta. Además, al vivir el presente, las personas con alta IE cuidan muy bien sus pensamientos y sus palabras.

4.- Compran años:

Sí, por extraño que pueda sonar, estas personas comprenden que existe una gran sabiduría compartida por medio de libros, seminarios, coaches, mentores y hasta artículos de internet que han sido creados en base a la experiencia de años de sus autores. Invertir en sí mismos les permite comprar años de experiencia, años de vida.

5.- Siguen la regla de oro:

Las personas con alta IE no sólo comprenden sino que aplican la famosa regla de oro, ponerse en los zapatos del otro, y procuran caminar en esos zapatos. Imagínese que textualmente usted pudiera ponerse los zapatos de su jefe o de su pareja y que ambos tienen tallas diferentes, ¿usted cree que sería fácil caminar (o correr) con esos zapatos? Al tratar de caminar con ellos, podemos comprender las cosas desde su punto de vista y con ello no nos cerramos sólo en el nuestro.

La inteligencia emocional no es solo para los “elegidos”, sino que esta habilidad, con la práctica diaria, se puede convertir en un hábito.

Publicado en El Financiero. Post original aquí.

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Cuando inteligencia e intuición funcionan en sintonía

por Valeria Sabater

Albert Einstein ya nos señaló en su día que la inteligencia y la intuición siempre deben ir de la mano. Es más, el psicólogo Gerd Gigerenzer, director del Instituto Max Planck, señala que la persona intuitiva siempre marcará la diferencia en nuestra sociedad.

Cuando inteligencia e intuición funcionan en armonía somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos. De hecho, conjugando ambas realidades, logramos resolver los problemas con mayor eficacia. Aún más, es bajo esta combinación cuando las personas tomamos mejores decisiones porque logramos usar con adecuado equilibro tanto la razón como el sentimiento.

Ahora bien, si hay algo bastante común es concebir conceptos como nuestro coeficiente intelectual y la intuición como dimensiones opuestas. Es más, algo habitual es entender la inteligencia como ese modo de operar altamente racional, lógico y hasta analítico, mientras que la intuición queda a menudo vinculada a un sustrato poco científico y casi hasta mágico.

Nada más lejos de la realidad. Libros tan conocidos como Inteligencia Intuitiva, de Malcolm Gladwell o Pensar rápido, pensar despacio de Daniel Kahneman nos animan a entender un poco más cómo funcionan estos procesos. Debemos empezar a pensar mejor, y para hacerlo, no es necesario dedicar horas o incluso días a deliberar sobre nuestras decisiones; se trataría más bien, de conectar un poco más con nuestra voz interna.

Decía Albert Einstein que la mente intuitiva es un don sagrado, mientras que la mente racional es su fiel servidora. Sin embargo, nuestra sociedad otorga mayor valor a la sirviente, olvidando el regalo que es para nosotros la primera.

Es momento por tanto de empezar a entender que ambas esferas deben trabajar siempre en armonía, solo así pasaremos del mundo de la inteligencia al reino de la sabiduría.

Inteligencia e intuición: el auténtico conocimiento a nuestro alcance

Para comprender mejor el vínculo entre inteligencia e intuición pondremos un ejemplo. Pensemos en un médico, en un buen profesional al que de pronto le llega un paciente con síntomas poco comunes. Decide, por un momento, aplicar el sentido lógico e intentar deducir de manera objetiva qué dolencia padece la persona.

Sin embargo, opta también por hacer uso de su intuición, de ese sentido que le otorga la experiencia, su bagaje y ojo clínico. Sabe que mediante esa voz interna puede reaccionar más rápido pero siempre es mejor hacer uso de ambas esferas: de la razón y la intuición, de la inteligencia y esas corazonadas que laten por el rodaje que le ha dado su profesión.

Todos deberíamos dominar ambos esquemas de pensamiento. La mente racional y la mente intuitiva se sirven la una a la otra y cuando trabajan en armonía, siempre salimos ganando. Ahora bien, si nos limitamos a usar solo una de ellas, estaremos limitando nuestro auténtico potencial. Porque quien se deja llevar solo por la intuición puede darse de bruces no una, sino diez veces.

Por otro lado, quienes opten por silenciar eso a lo que llamamos «instinto» o incluso «sexto sentido» están arrancando las patas que dan soporte a la inteligenciaVeamos por qué.

La intuición es una guía, no un oráculo

Solemos concebir el término intuición casi a modo de oráculo. Como si de nosotros emergiera una voz profética capaz de revelarnos qué hacer y qué no hacer en cada momento. La verdad es que esta dimensión no funciona de dicho modo. Un ejemplo, estudios tan interesantes como el llevado a cabo en la Universidad de Elizabethtown, en Estados Unidos, por parte de la doctora Jean Preatz, nos señalan algo relevante.

Casi el 90% de las enfermeras se dejan llevar por su intuición a la hora de tomar decisiones en el día a día en su trabajo. Lo hacen porque saben que esta área actúa como marco de actuación. Es decir, es el instinto quien nos dice qué es lo que merece nuestra atención y lo que no, qué es lo que podría ser un poco más acertado y lo que no.

Inteligencia e intuición, un acto de valor y autoconfianza

Gerd Gigerenzer, director del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, es uno de los psicólogos más destacados en el estudio de la toma de decisiones. Para él, inteligencia e intuición conforman ese ejercicio cotidiano capaz de ponernos en situaciones de ventaja.

Así, tal y como nos explica en su libro Gut Feelings: The Intelligence of the Unconscious, las personas inteligentes son las que escuchan a su intuición, a sus emociones y a sus corazonadas. Es más, si hay algo que ha aprendido a lo largo de su vida como investigador es que los presentimientos merecen, como mínimo, un poco de nuestra atención. Cuando estos aparecen, no hay que descartarlos o invalidarlos al instante.

Escucharlos es un acto de valor y de confianza en uno mismo. Porque cuando llega la voz de la intuición siempre nos desafía de algún modo. Nos susurra determinadas direcciones, orientaciones y caminos. Todo esa información debe valorarse y pasar por el filtro de la razón; solo entonces, descubriremos opciones más sugerentes y adecuadas para nosotros.

Conclusión

Como bien señalaba Albert Einstein, en nuestra sociedad moderna y actual se valora por encima de todo el intelecto. Dentro de este, se conciben como más destacables procesos como el razonamiento lógico, la deducción, el análisis, etc. Es más, hasta elaboramos test estandarizados para evaluar el cociente intelectual y saber cuán aptos podemos llegar a ser.

Sin embargo, relegamos una dimensión casi esencial que, en realidad, usamos a diario: la intuición. Es ella la que nos ayuda a decidir con rapidez, ella la que nos guía y nos permite reaccionar ante los desafíos cotidianos. Saber usarla, escucharla y situarla siempre en adecuada sintonía con la inteligencia, nos permitirá decidir mucho mejor y responder con eficacia.

Atrevámonos, usemos la inteligencia e intuición y entraremos en el reino de la sabiduría.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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Entrevista de inteligencia emocional para líderes

por Valeria Sabater

Un sendero para conocer la competencia emocional de nuestros líderes lo representan las entrevistas. En estas pruebas, podremos valorar su capacidad para conectar con sus emociones, resolver problemas, crear equipos felices de trabajo, etc.

La entrevista de inteligencia emocional para líderes nos demuestra una realidad: estamos ante una competencia esencial en toda organización. No podemos exigirla a los empleados o grupos de trabajo si nuestros jefes, gerentes o directivos no la ejercen con efectividad y habilidad. Para ello, es interesante contar con algún instrumento con el que valorar esta habilidad.

Daniel Goleman, en su último libro Cómo ser un líder, nos enseña que, por término medio, cuando alguien asciende a un puesto de responsabilidad se le recomienda entrenarse en esa serie de estrategias que componen la inteligencia emocional. Sin embargo, la realidad debería ser otra muy diferente.

Según Goleman, solo cuando una persona es 100 % solvente en materia de emociones, debería tener la opción de obtener un cargo de mayor relevancia.        No antes.

Sin embargo, como bien sabemos, esto no siempre sucede. La capacidad para manejar, entender y conectar con las emociones propias y ajenas es nuestra cuenta pendiente.

La habilidad para saber comunicar, entender las perspectivas de quien tenemos en frente o regular los estados internos para mejorar la convivencia y llegar a acuerdos, son pilares que aún no se han asentado del todo en nuestros lugares de trabajo.

No obstante, eso sí, estamos en ello. Son muchos los directivos y psicólogos de empresa comprometidos en el cambio. Sabemos que el buen rendimiento, la gestión empresarial, la innovación y el avance de toda organización depende de esta competencia, de la Inteligencia Emocional.

El Instituto Gottam, especializado en la investigación sobre las relaciones sociales, afectivas y laborales, es a día de hoy una referencia más en la comprensión de la inteligencia emocional y su impacto en nuestra sociedad.

Así, el psicólogo Christopher Dollar escribió un interesante trabajo titulado Emotional Intelligence Is Key to Successful, donde se abordaba la importancia de que nuestros líderes fueran hábiles en esta competencia.

El modelo de Dollar

El doctor Dollar destaca, sobre todo, la necesidad de mantener una perspectiva positiva en el trato con los demás. Una donde, como líder, la persona sea capaz de validar y no de invalidar. De despertar potencial y no de coartarlo.

Se trata de despertar la motivación, el apoyo y la autoconfianza. El buen líder nutre y dinamiza para que su organización sea capaz de afrontar desafíos, de compartir sinergias para avanzar siempre siendo un mismo equipo soñando en un mismo proyecto.

Asimismo, un aspecto que debe valorarse en una entrevista de inteligencia emocional para líderes, es su capacidad para lograr que los desacuerdos confluyan en acuerdos. Es esencial que cada idea, opinión y perspectiva sea tenida en cuenta, pero reorientada a su vez hacia un objetivo común donde todos se sientan identificados. Y tal tarea, claro está, no es sencilla.

Se necesita, por tanto, de múltiples habilidades para ser eficaz en esta materia. No basta con leernos un libro, con hacer un curso.

La inteligencia emocional hace buenos a los líderes porque se impregna en su actitud, en su modo de comunicar, de resolver problemas y de convivir en la propia organización. Así, el modelo que Daniel Goleman sobre liderazgo se centra básicamente en cuatro dimensiones.

El modelo de Goleman

Todas estas áreas son las que deben conformar la entrevista de inteligencia emocional para líderes. Veamos en qué consiste.

Entrevista de inteligencia emocional para líderes ¿en qué consiste?

Para realizar la entrevista de inteligencia emocional para líderes se suele partir del trabajo de investigación del doctor Kevin S. Groves, de la Universidad de negocios y economía de California. Este profesor desarrolló una prueba para medir esta capacidad en los líderes y es el recurso que, por término medio, más suele aplicarse.

Las cuestiones suelen ser las siguientes:

  • Si empezara hoy mismo su proyecto de empresa ¿qué valores la definirían?
  • Póngase en la siguiente situación: un empleado de su empresa cuestiona su autoridad o instrucciones, ¿cómo respondería?
  • Explique cómo gestionaría las diferencias o los problemas entre dos miembros de su empresa.
  • ¿Cómo se ve usted dentro de cinco años?
  • ¿Qué haría para lograr que uno de sus empleados fuera capaz de dar lo mejor de sí?
  • ¿Cómo maneja los cambios de último momento?
  • Por término medio ¿cómo actúa o responde ante la competitividad?
  • Ahora, coménteme un logro que le gustaría conseguir con su equipo. ¿Cómo lo llevaría a cabo?
  • Hábleme de un logro personal, uno donde pueda destacar su perseverancia o resistencia.
  • Hábleme de un momento en que su estado de ánimo tuvo un impacto en su trabajo (tanto positivo como negativo).
  • Explique cómo gestionaría una situación de estrés en su entorno de trabajo.
  • ¿Cómo ayudaría a una persona a reducir su ansiedad?
  • Para concluir, la entrevista de inteligencia emocional para líderes busca que la persona sea capaz de demostrar su habilidad en esos puntos que, por término medio, representan esta competencia tan relevante.

En ocasiones, más allá de su experiencia demostrable, está su conocimiento, su creatividad y disposición para aplicar esta habilidad en el día a día. Sin duda, esa será la auténtica clave.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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