Inteligencia emocional. Cómo la empatía permite mejorar tus relaciones.

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Tus zapatos me aprietan.
Por Diego Larrea.
Management Participativo.

Todo lo que hacemos esta directa o indirectamente relacionado con los demás, sea para bien o para mal, porque cada paso que damos no solo caminamos con nuestros zapatos sino que estamos influyendo y creando condicionantes para el andar ajeno.

Pero como vivimos en una era altamente individualista, creemos que todo está más relacionado con el “YO” que con el “NOSOTROS” y cuando el nosotros nos cuestiona es allí que nuestra seudoestabilidad se trastoca.

Decía Blaise Pascal que el hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende y es por ello que estamos convencidos que somos personas abiertas, empáticas, capaces de sortear muchas situaciones, pero cuando nos enfrentan a nuestras propias inseguridades y la persona que tenemos enfrente no procesa del mismo modo que lo hacemos nosotros, nos sentimos tan incómodos que somos capaces de rasgar nuestra vestiduras como el Increíble Hulk en plena enajenación.

Nuestras justificaciones

Normalmente tenemos un discurso perfecto para nuestras acciones, también para nuestras inacciones, para la justificación de nuestras decisiones, para remodelar nuestras contradicciones, para nuestros éxitos y para nuestros fracasos, construimos sobre nosotros las capas encebolladas más tupidas e intensas creyendo que nada ni nadie podrá con nosotros.

Probablemente pasen días, meses, incluso años y ese personaje que nos hemos diseñado caminará plácidamente por nuestra rutinaria vida, pero llegará un momento que esa cebolla olerá mal, y comenzará a pudrirse poco a poco sin pedirnos permiso, y seremos nosotros mismos los que salgamos prácticamente disparados de esas innumerables capas ahogados en nuestra propia frustración y discordancia.

Somos parte del ajedrez, somos una pieza más de un puzzle gigante, y estamos rodeados por personas, no somos los únicos habitantes del planeta tierra, cada movimiento sí que importa y cada encaje es único. Nuestras gafas no siempre nos dejan ver la realidad, y muchas otras no nos dejan ver quien está delante de nosotros.

La hipoacusia relacional es una de las grandes enfermedades sociales de este siglo.

Nuestras máscaras

Somos mágicamente poetas de nuestros actos, describimos con frases y preguntas las diversas situaciones que tanto para lo profesional como para lo personal nos encajan muy bien en nuestro “perfecto” discurso:

  • “¿Cómo es posible que con lo que yo le he dicho no haya podido solucionar su problema?”,
  • “¿Cómo es posible que siga igual si las cosas las hemos hablado una y mil veces?”;
  • “No me entiende”;
  • “¿Por qué me habla así?”;
  • “Las cosas las hemos dejado claras y todos los días me viene con las mismas historias, ya me aburre”;
  • “Lo he intentado todo, pero no hay manera de llegar a un acuerdo”;
  • “Vemos las cosas siempre de manera diferente”.

Estamos convencidos de nuestra verdad, de nuestros actos, de nuestra comunicación, pero somos incapaces de pedirle al otro sus zapatos y caminar con ellos durante un día entero, y ver la vida como él/ella la ve.

Y no me refiero simplemente al cuento de Plutarco cuando dijo: “¿Dónde me aprieta el zapato?” Nadie puede saberlo sino el mismo que lo usa o al proverbio español: “No conocerás a nadie hasta haber consumido con él un saco de sal”.

Abandonemos prejuicios

Pensemos mas allá, seamos capaces de no anteponer nuestros prejuicios y juicios antes de dictar sentencia y entender que muchos de los motores de nuestros actos, decisiones y proyectos son compartidos y no unipersonales, que vivimos en un mundo relacional y no solitario, nos guste más o menos, y el “cómo” lo haga tiene un nivel de influencia altamente decisorio, por lo tanto sí que importan sus zapatos, porque sus pasos también son producto de mi caminar.

En esas reflexiones para la historia, Concepción Arenal, decía que cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación.

Seamos empáticos

Y en ese análisis traemos a la Sra. Empatía que se distingue por ser una virtud cuyo valor está directamente relacionado con nuestra inteligencia emocional, probablemente la verdadera de todas las inteligencias o talentos que poseemos.

La característica esencial de una persona inteligente, es su capacidad para entender las emociones de los demás. No parece concebible que una persona se crea realmente inteligente cuando a la vez prescinde de un mecanismo mental que le haga entender la susceptibilidad, el dolor o el sufrimiento de los demás.

No importa cuántos títulos académicos tenga esa persona, si no es capaz de intuir, de percibir, de reconocer, de darse cuenta, es decir, de ponerse en el lugar del otro, es ciertamente una persona limitada en sus capacidades emocionales e intelectuales, restringidas sólo a lo que haya aprendido en la escuela, la universidad o su ambiente social o familiar.

El otro nos enfrenta a nuestro propio espejo, con lo bueno y lo malo. Lo importante es tener la capacidad, talento y humildad para escucharnos por su propia boca, mirarnos por sus propios ojos, oírnos por su propio oído y sobre todo caminar con sus propios zapatos aunque nos apriete y nos trastabillemos al comenzar a andar.

Diego Larrea

Twitter: @larreadiego

Linkedin: es.linkedin.com/in/diegolarrea/

Publicado por Diego Larrea Bucchi en 8:28

viernes, 6 de febrero de 2015

Licencia: No especificada.

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Fuente: Management Participativo

Imagen: Difficult talks

Publicado en Pensamiento Imaginactivo. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

Competencias Básicas: Autoestima, Asertividad y Empatía

Importancia de la inteligencia emocional en el crecimiento personal

La inteligencia emocional en el liderazgo

La inteligencia emocional en la empresa

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Estrategia 3.0: importancia y claves

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Por Mercedes Hortelano VdP @MyKLogica

Si queremos llegar a otro tipo de sociedad, un tema clave que deberíamos de tener en cuenta es la Estrategia, uno de los puntos que más potencial de desarrollo tiene actualmente en empresas y organizaciones.

Bajo mi punto de vista, nos enfrentamos para su desarrollo con algunos retos:

1. Hacernos conscientes de la importancia de la Estrategia: para ello necesitamos ponernos de acuerdo en qué es Estrategia. Desde mi perspectiva, confundimos estrategia con táctica y táctica con operativa diaria.

Estrategia es saber dónde queremos llegar y marcarnos una “hoja de ruta” lo suficientemente abierta como para “encajar” en ella, la táctica (planes de acción) y la operativa diaria (actividades y tareas). También es verdad que creo que esto es así porque es, actualmente, cuando hemos llegado al grado de experiencia suficiente y tenemos la tecnología necesaria, como para desarrollar de forma óptima nuestras capacidades de proyección a futuro.

Un niño, un adolescente tiene muy poca capacidad de proyección lógica del impacto de sus acciones. Dicha capacidad la vamos  desarrollando según vamos adquiriendo experiencia en la vida. A un nivel organizacional y empresarial pasa lo mismo, es ahora cuando tenemos la experiencia e información suficiente como para extraer conclusiones del pasado y comenzar a reflexionar sobre qué futuro queremos.

2. Unificación de Estrategias: si queremos llegar a un futuro “en paz”, una de las cuestiones que deberíamos comenzar a plantearnos es desarrollar una visión conjunta, que nos permita aprovechar todo el potencial de la inteligencia colectiva para poder llegar a una sociedad basada en la colaboración.

¿Qué quiero decir con esto? Pongamos el caso de un emprendedor o cualquier organización que quiera poner en marcha una “empresa” (entendiendo por “empresa”, un proyecto de largo recorrido):

Visión

  • ¿qué quiero conseguir?
  • ¿para qué? ¿ser felices? ¿vivir tranquilos? ¿tener un futuro? ¿calidad de vida? …
  • ¿cómo me gustaría verme cuando sea un anciano?
  • ¿qué tipo de empresa quiero? ¿integrada en el engranaje social? ¿con futuro? ¿sostenible?
  • ¿tamaño? ¿qué implica calidad de vida para mí?
  • ¿a qué tipo de sociedad me gustaría llegar? ¿similar a esta o a una en la que miremos el futuro con optimismo? ¿cuál quiero que sea mi aportación a esa sociedad?

Profundizar sobre todos estos aspectos, nos permitiría ser conscientes de que al final todos aspiramos a algo muy parecido y nos permitiría identificar una visión conjunta para todos, por ejemplo, “formar parte del engranaje para llegar a una sociedad mejor“.

Misión

Una vez que somos conscientes de que la aspiración última como personas es lo que nos une, el cómo llegar a dicha aspiración, es lo que nos diferenciaría y permitiría “especializarnos” para crear comunidades “retroalimentadas”, complementando nuestros “talentos” y que nos facilitara avanzar hacia una sociedad 3.0, en la que la colaboración abierta y la inteligencia colectiva formen el “engranaje” de sostenibilidad necesario, como para tener un proyecto de futuro y con futuro:

  • ¿qué me gusta?
  • ¿en qué soy bueno? ¿qué se me da bien?
  • ¿con qué disfruto?

Valores

  • ¿con qué valores? ¿qué valoro?
  • ¿qué esfuerzo puedo o estoy dispuesto a invertir para ser coherente con mis valores?
  • ¿qué es aceptable y el coste e inversión de tal aceptabilidad?
  • ¿qué no es aceptable y consecuencias de “aceptar” la “no aceptabilidad” (“si me pillan”, cómo me sentiría yo, mi familia…)?
  • ¿cuál es el impacto probable en mi propia “existencia” de ese “esfuerzo” a corto, medio y largo plazo? ¿cuando tenga la edad de tener nietos, cómo quiero que me señalen? ¿con qué tipo de prácticas quiero que me relacionen?

Profundizar y reflexionar sobre lo que valoro, me permite ser consciente del esfuerzo que puede implicar ser coherente con mis valores y saber con qué tipo de personas me gusta relacionarme en mi día a día, trabajar, compartir … en definitiva, me permite identificar el tipo de comunidad a la que me gustaría pertenecer, saber que hasta que nos encontremos, seguramente pasaré por puntas y valles, lo que a la postre me facilita mantenerme “fiel” a mis valores, de forma que cuando los diferentes miembros de una comunidad nos encontremos, seamos capaces de reconocernos.

Situación de la que parto

  • Fortalezas: ¿de qué recursos dispongo? ¿financieros? ¿conocimientos específicos en …?, experiencia específica ¿en puesta en marcha de nuevos proyectos?, personales (¿asertividad, autoestima, empatía?) …
  • Áreas de mejora: ¿dónde debería prestar atención y/o pedir apoyo? ¿cuento con personas que nos complementemos en nuestras respectivas áreas de “potencial” de desarrollo?
  • ¿cuáles y cuándo pueden darse los mayores momentos de riesgo y tensión? ¿qué señales o hitos me pueden servir de “llamadas de atención”?
  • ¿qué empresas/organizaciones del tipo que quiero activar siguen en marcha tras 1 año? ¿puedo hablar con alguna que pueda compartir los retos a los que se enfrentó y cómo los superó? ¿podría contactar con algún emprendedor que no lo haya conseguido para saber qué hubiera necesitado para conseguirlo?
  • ¿y tras 3 años? ¿tras 5? ¿alguna con 10 años y que esté sobrellevando bien la crisis?
  • ….

Las decisiones hemos de tomarlas siendo conscientes de las consecuencias que tendrán en mi/nuestra propia existencia, de forma que en un futuro, cuando pasemos por alguna “fase Murphy”, hayamos desarrollado/generado los recursos externos e internos suficientes como para superarla lo más facilmente posible (entendiendo por fase Murphy aquellas fases que suelen coincidir con los riesgos que tomamos por tener experiencia pero no tanta como la que pensábamos y desestimamos la importancia de ciertas variables o descubrimos nuevas).

Bajo mi perspectiva, tal y como comentaba anterioremente, hoy en día tenemos “experiencia colectiva” suficiente como para tener acceso a tal información (cámaras de comercio, asociaciones, historiadores, sindicatos …).

Los beneficios de plantear una estrategia así son, principalmente:

  1. comenzar a plantear una estrategia global conjunta.
  2. “adelantarnos al futuro”, prevenir posibles baches por los que podemos pasar y prepararnos con cierta antelación, cuando no, superarlos o esquivarlos.
  3. lo que nos ayuda a focalizarnos en el reto, en el potencial de desarrollo.
  4. buscar y encontrar nuestro espacio social y profesional, desde el punto de vista de que cada “talento” es único, todos los talentos son necesarios para conformar el “puzzle global”.

Por el contrario, tal y como lo estamos haciendo actualmente, cada visión en competencia con el resto, sin profundizar y tener en cuenta toda la información posible y disponible, basada en el corto plazo y en escenarios optimistas, nos ponemos en situación de desventaja y con el foco, inconscientemente, en lo que “nos falta”, en la “necesidad de competir”, en apagar fuegos y no ser capaces de adelantarnos a las situaciones, puesto que al no preverlas, nos “encontramos” con ellas con apenas márgen de maniobra.

Asimismo, profundizar sobre la estrategia, nos permitiría identificar más facilmente el tipo de acciones de relación y comunicación con nuestras “comunidades” (ya sean colaboradores, proveedores, clientes …), de forma que vayamos sentando bases y cimientos que nos permitan superar previstos e imprevistos y nos ayude a crecer de forma conjunta y sostenible a quienes nos vayamos integrando en ella:

  • ¿cómo deseo relacionarme con mis clientes, proveedores, colaboradores, apoyos …?
  • ¿qué tipo de red deseo establecer? ¿unidireccional? ¿retroalimentada?
  • si es retroalimentada ¿qué servicios ofrecen que me pueden interesar? ¿cómo nos podemos beneficiar de forma recíproca de nuestra relación que nos ayude a crecer juntos?
  • ¿cómo nos gustaría relacionarnos con otras redes?
  • ….

En definitiva, si deseamos llegar a una sociedad 3.0, basada en la colaboración, en la inteligencia colectiva y en la innovación, deberíamos cuestionarnos la estrategia y, como primer paso, plantearnos una visión única y conjunta, que nos permita plantear estrategias integradas y con pleno sentido dentro del “macro-engranaje” global.

Publicado en MyKLógica. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

La importancia de adecuarse a los nuevos paradigmas

Visión estratégica y predicción

Competencias Básicas: Autoestima, Asertividad y Empatía

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